Título: Silencio
Personajes: Momoshiro, Oishi, Tezuka
Clasificación: PG-16
Sinopsis: Momoshiro necesita hablar, Oishi y Tezuka sólo quieren silencio.
1,252 palabras | Smut, amistad
Nota de autora: Dedicado a
kaori_koneko, escrito por su cumpleaños y Navidad, aunque un mes tarde ya, utilizando el tema #7. Mordaza de
mi tabla Oishi/Momo en
30vicios. Me acerco a paso seguro aunque lento a Oishi/Tezuka, sin embargo por cosas de la vida, no he podido culminarlo por completo, no en lo que redacción se refiere, vamos. Ya veremos si a la próxima.
Kaeko-san, espero sea de tu agrado *hugs*
Silencio
Oishi/Tezuka, otras parejas implícitas.
Dándose por vencido, Momoshiro suspira y con pereza hace a un lado las colchas. Rueda sobre su costado y deja la cama, maldiciendo en voz baja el preciso instante en que sus pies tocan el suelo helado, acción que le hace respingar. Ya busca la chamarra que hará un par de horas arrojó con desinterés, y mientras los ojos violeta vagan por la habitación, calza con cierta torpeza las pantuflas más cercanas.
-Qué maldito frío.-
Injuria contra su suerte un par de veces más, pues es irónico, por no decir bastante idiota, el dejar sábanas nunca más cómodas ni adecuadas, sólo para conciliar el sueño. Sin embargo, decide que no estará lejos por mucho, que sólo despertará a Oishi por unos minutos, los necesarios para cruzar un par de palabras con él que logren tranquilizarle, y tras colocarse la sudadera oculta las manos en las mangas de ésta, haciéndose de valor para dejar la habitación. Al abrir la puerta, el frío en el corredor le cierra la traquea en un acto reflejo, y Momoshiro desprecia en varios tonos el mal tiempo. Maldición, cómo le gustaría regresar a Tokio.
Suspira, cierra la boca y aprieta con fuerza después, dando cuenta su mandíbula entera está ahora temblando, por lo que apura el paso a la tercera puerta a la derecha. Quizá hubiera sido más de sabios arrastrar las cobijas consigo, pero no es momento de volver.
Takeshi alza con reticencia la mano derecha, vacilando por varios segundos antes de acercar sus nudillos adoloridos a la madera. Por más que necesite un consejo de su superior para poder dormir aquella noche, cuando ni siquiera el exhaustivo entrenamiento asegura ya su descanso, y a pesar de que tan pronto amanezca tomarán al autobús en dirección a la sede del Torneo Nacional, no está muy seguro de querer despertarle. Es entonces que recuerda Oishi y Tezuka comparten habitación. Vapuleado por esta idea, en obvia derrota suspira y deja su cabeza inclinarse, casi golpeándose la frente, para no imaginar siquiera lo que su capitán diría si acaso lo despertara (y está seguro sería así), al verle frente al cuarto, ya largas horas después del toque de queda, cuando lo único que podría decir en su defensa sería algo tan precariamente astuto como “Mmmm, ¿está Oishi-senpai?”.
Decidiendo que prefiere ahorrarse la vergüenza, y ya en aquellos ámbitos las cuarenta vueltas alrededor del complejo de tenis, tiene la idea de esperar que el cansancio le haga una buena jugada tras regresar al cuarto, o lo más posible, entretenerse en contar los ladrillos de su habitación a media luz, fingir que duerme y en cambio tener dos horas de descanso en el incómodo asiento de autobús, únicamente tras escuchar palabras que conoce, ya puede recitar de memoria a los más jóvenes y sin embargo aún necesita de vez en vez. Las cosas suenan distintas cuando Oishi las pronuncia.
Está por regresar sus pasos cuando una idea abrupta le hace estirar el brazo y probar lentamente el cerrojo, que para su agradable sorpresa cede bajo su toque. Mentalmente, agradece a todos los dioses que el vicecapitán de Seigaku sea tan extrañamente confiado y deje la puerta abierta “por si acaso”, aún en contra de la probable condena de Tezuka. Momoshiro empuja tan lento como es dable y prueba con asomarse, sólo lo suficiente para ver y no ser visto, verificando la habitación antes de abrir un poco más.
Su ritmo cardiaco se acelera notablemente al observar una cama vacía aunque desarreglada. Por lo que a él respecta, alguno de los dos podría estar afuera en aquellos instantes, a sus espaldas y con los brazos cruzados, esperando el momento exacto en que él estuviese al borde del ataque para cuestionarle en voz grave e indignada. Pero no sucede nada, ni siquiera cuando vira a su alrededor, y Momoshiro se recarga en la puerta aliviado, permitiéndose el respirar. Es en ese instante de descuido que mira la siguiente cama, y la sonrisa que comenzaba a formarse en sus labios desaparece. Se sonroja, respinga, hala apenas la puerta y vira la cabeza; horrorizado.
Definitivamente, Oishi y Tezuka no se encuentran en la misma cama, ni el mayor de los dos está a horcajadas sobre su mejor amigo, compartiendo un beso que poco tiene de ingenuo. Ninguno de los dos oculta sus manos bajo las prendas del otro, ni parecen temblar, ni hay motivo por el que Tezuka hace lugar con sus dedos para bajar en caricias firmes parte del pijama blanco de Oishi, repasando sin pudor alguno los glúteos que se alzan para él y bajan segundos después sobre su miembro duro. No, por supuesto que no. Lo que ha visto Momoshiro, no es a dos de sus superiores haciendo el amor. Absolutamente convencido de esto es que empuja la puerta nuevamente, apenas lo necesario, y echa un vistazo (es un idiota, sí, por imaginarse tal cosa), sólo para observar a Oishi alzarse y tiritar un poco, ahogando un jadeo rasposo en su garganta, bajando con firmeza sobre el falo caliente, y a Tezuka levantar su cuerpo apenas, empujando dentro de su mejor amigo, tal siempre en silencio, registrando cada movimiento que el otro hace.
Momoshiro ahoga la respiración un par de instantes. Oishi baja la espalda, recarga las manos en la cama, queda en silencio y acomodando sus piernas un poco es que adelanta su cuerpo con fluidez, permitiendo que el miembro de Tezuka casi salga por completo, sólo para regresar y repetir el movimiento en varias ocasiones. Desde la puerta, Takeshi puede casi jurar oír la respiración de su superior quebrarse en cortos jadeos, y apenas nota que su propio pulso es constante al joven de allá, acelerado de igual forma. Los dos amigos sin embargo, se mueven con firmeza, pausadamente, tan en silencio que parecen querer enloquecer a su visitante. El joven encuentra algo de amargura en este hecho. Quisiera escuchar a Oishi gemir a viva voz, quisiera saber que realmente lo disfruta, quisiera ver que Tezuka hace algo más con sus manos que simplemente dejarlas quietas al sostener a su mejor amigo, como evitando que le deje por completo. Y por un instante Momoshiro desea regresar a su cuarto, dormir de una buena vez, esperar a la mañana siguiente y tomar a Oishi por sorpresa contra la pared mientras el resto del equipo, capitán incluido, desayuna. La idea, aunque inquietante, logra que esté duro de una buena vez.
Kunimitsu abre y flexiona las piernas, encontrando más fácil el penetrar al otro joven de esta forma, mas al reiniciar el vaivén de su cuerpo, al estar enteramente en su mejor amigo, parece enloquecer por un segundo y suelta un jadeo en voz alta.
Los dos amigos se detienen por completo, Takeshi traga la saliva acumulada, los tres en espera de que algo, cualquier cosa, suceda.
Es entonces que el más joven cae en cuenta de lo que realmente observa, y debe contenerse para no masturbarse cuando aquellos dos inician de nueva cuenta, apenas haciendo presión en contra del otro, procurando, más que nada, a pesar de encontrarse en aquella situación, de no despertar a nadie.
Momoshiro cierra la puerta con la misma lentitud con que la hubo abierto, quedándose cerca por breves segundos, antes de caminar al baño con la necesidad de aliviarse, tan pensativo y ansioso que no da cuenta su cuerpo no tiene frío ya y que el torneo a comenzar es lo que menos importa.
Se pregunta si podrá ver a Oishi y a Tezuka de la misma manera.