Otro fic para el amigo invisible de
adharaphoenix Fandom: Buffy the vampire slayer
Pareja: Willow/Tara
Notas: again, FLUFF. Pero lo pedían, así que no es culpa mía
Antes de que todo se joda, Willow tiene la sensación de que a veces los cuentos de hadas existen. No de una manera coherentemente tradicional, ni de una forma que roce lo infantil. A veces es sólo eso, el concepto. A veces es mirar a tu vida, y darte cuenta de que hay una escena tan mágica (y no tiene nada que ver con la magia en sí, y eso es lo que la hace especial), tan perfecta, que debería ser parte de una ilustración.
Pero eso son sólo cosas que Willow piensa, de vez en cuando. Cosas que pondría en su diario si tuviese uno, y cosas que escribiría en su blog si no lo hubiese cerrado en un ataque de angustia por la lentitud de la conexión.
Cosas como una casa en silencio sepulcral, a las siete de la mañana, y Tara embutida en un jersey de lana que le queda grande. Taza de chocolate en mano, y piernas cruzadas sobre el colchón.
Es una vista con la que Willow querría levantarse todos los días.
- Nieva - dice, y tiene los ojos hinchados de haberse levantado demasiado pronto, y un rostro impoluto sin maquillaje.
Sopla dentro de la taza antes de dar un pequeño sorbo, y hacer una mueca, como si el chocolate quemase.
- ¿En California?
Apocalipsis, piensa. Probablemente. Pero hunde el rostro de nuevo en la almohada. Si hay un Apocalipsis, Buffy se encargará de ello. Siempre lo hace. Mientras tanto, ella puede encargarse de otras cosas útiles, como hacer el desayuno. Cuando sus músculos se desagarroten.
Tara le golpea el costado con un pie descalzo, y Willo gruñe. “Cinco minutos más, mamá”, que es algo que la hace reír, quién sabe por qué.
- No sé si estoy demasiado cómoda con que me compares con tu madre.
La oye moverse. Siente el colchón gemir y temblar, y acomodarse a la nueva figura. Willow se muerde el interior de la mejilla para parar la sonrisa que comienza a asomar en sus labios, y se concentra para no abrir los ojos cuando escucha la taza posándose sobre la mesilla, cuando el pelo tostado comienza a hacerle cosquillas en la mandíbula.
Difícil, terriblemente difícil, pero lo consigue.
- ¿Qué hora es? - murmura sin separar las sílabas, contra el pelo de Tara.
“Demasiado pronto,” le contesta, besa su clavícula con labios templados. Luego, “Feliz Navidad,” y deja que Willow se mueva entre las sábanas, buscando la manera más óptima que permite el mínimo movimiento para rodearla con los brazos.
Blanca Navidad, pero, de nuevo, eso es asunto de Buffy. Ella se queda en el cuento de hadas durante un rato más.