Por enésima vez he cambiado mi layouts... he encontrado esta que me gusta bastante, quizás le cambie la imagen, no sé aún.
El segundo año de carrera en términos académicos me trajo la mayor de las sopresas, porque el mismo hombre que el año anterior me hacía danzar las hormonas a pesar de que fuera un aburrido, descubrí que hacía uno de los cursos obligatorios y ¡ era muy! , pero muy bueno. Definitivamente América era su materia y no Investigación.
Así que si el año anterior había tenido esporádicos momentos de distracción, en segundo se hicieron... más extensos. Sobre todo porque éramos muy pocos alumnos en su clase y porque la sala era muy pequeña.
De mis amigos sólo Carolina hizo el curso conmigo. El resto pasó de él. En especial Felipe.
Me dedicaba a mirarlo, a observar cada uno de sus movimientos o sus gestos... y aveces la vista se me perdía al sur de su cintura. Sobre todo cada vez que escribía en la pizarra
Cada día me gustaba más.
A tanto llegó que fue de dominio público entre nosotros que yo lo encontraba un hombre atractivo.
A fin de semestre, no recuerdo por qué, descubrí que por razones administrativas había reprobado el ramo. Estaba mal inscrito.
Claro que ese hecho, además de la gran indignacion conmigo y el resto. Hizo que tuviera que acercarme a él, a ver si podiamos hacer algo. Finalmente el ramo lo reprove (debería repetirlo el año siguiente).
Pero el segundo semestre con unas horas libres entre clase y clase, decidí pedirle permiso para asistir de oyente al curso que seguía. Recuerdo haberlo visto con cara de indiferencia y mover los hombros para decirme que yo podía hacer lo que quisiera.
Para suerte mía Carolina tambien había reprobado el ramo y fuimos juntas...así que allí estabamos las dos de oyentes en un curso que no superaba los 7 alumnos. América en el siglo XIX.
Y sería este curso, el que empezaría a cambiar las cosas para mí, en más de un aspecto.