Tema#17, Olvido.

Jan 06, 2010 18:38

Para: 30vicios 
Símbolo: #17, Olvido.
Fandom: Bey Blade.
Pairing: OcxTala, TalaxKai implícito.
Género: Angustia, Romance.
Rating: T
Advertencias: Semi AU., en cuando al momento en que Ivanov sale del coma. Despersonalización de parte de Tala, así como un lindo Oc, y por desgracia, algo de Occ.
Resumen: Tala por fin despertó. Pero no había nadie, y él sólo recordaba un nombre: Kai.
Disclaimer: Bey Blade no me pertenece. Pertenece al talentoso, Takao Aoki, al cual le agradezco infinitamente por traer a mi mundo tan bella y shipeable obra de arte.
06/01/10

Cuatro meses era el tiempo de angustia y preocupación que tenían los G Revolution, y algunos bey luchadores más.

Tala, aún no despertaba. Aún no salía del coma y eso los mortificaba.

Nadie se atrevía a pensar siquiera sí algún día lo haría o no. Se aferraban a la idea y a la esperanza de que de un día para otro, cuando menos lo esperarán, el pelirrojo abriría los ojos y les preguntaría que qué es lo que hacían todos ahí. Se reirían y luego le contarían una vez más, cómo el beyblade había vuelto a ser el de antes, y cómo Boris había fracasado una vez más.

Sí, todos y cada uno de ellos sabía que así tenía que ser; aunque Kai en lo personal, tenía una pequeña versión distinta pero a fin de cuentas, era lo mismo: Ivanov despertaría, tenía que hacerlo. Había tantas cosas que aclarar.

Sin embargo, el tiempo seguía pasando y no había ningún cambio. Todos estaban demasiado cansados y preocupados que comenzaban a descuidar su persona. Eso no era bueno para ninguno de ellos, así que el Señor Dickenson con la ayuda del abuelo, los habían llevado, casi a la fuerza, a un día de campo para descansar y relajarse. “Tala, no irá a ningún sitio” les había dicho el abuelo, sin imaginarse siquiera que eso no era del todo cierto.

Porque en esos momentos, mientras los G Revolution descansaban y reían a la orilla de un río, el ruso abandonaba el hospital sin ser reconocido por ninguna persona al colocarse encima un abrigo y una gorra.

Nadie reparó en su presencia, nadie se fijó en él.

*

Y así había sido.

El alguna vez líder de lo Blitzkreig caminaba a paso lento mirando todo a su alrededor. Demasiado llamativo, coloridas y curiosas eran las cosas con las que se topaba. Desde algunas personas que le veían con simpatía, hasta los letreros u objetos que veía en la calle. Todo era nuevo para él, o al menos, así lo veía.

Este mundo y en el que había habitado los últimos meses eran muy diferentes; el segundo era un paraíso, su paraíso perdido, lograba recordar como aquella persona y él se referían a aquella porción de cielo. Tan tranquilo, tan brillante y tan lleno de paz. No había ruido ni elementos que alteraran esa calma, a excepción claro, de aquellas veces en las que escuchaba algunas voces que precedían del cielo, pero sólo se escuchaban de vez en cuando.

Por otro lado, estaba éste mundo que era todo lo contrario; tan ruidoso, tan vivo, se sentía todo tan real que le aterraba. Tenía que centrarse al principio en las cosas que tenía y quería hacer: caminar, respirar, tomar agua, por ejemplo.

¿Qué eran todas esas acciones que luego se volvían automáticas y las realizaba sin centrarse en ello?

No entendía nada.

No sabía dónde estaba, a dónde iba o quién era. Aunque de esto tenía una vaga idea, aunque tampoco pensó mucho en ello, la verdad.

Sus pasos le llevaron después de un largo camino hasta llegar a la playa. Aquella hermosa puesta de sol cautivó toda su atención. Se parecía tanto a las puestas que veía en aquella colina bajo el gran roble que quiso alcanzarla, estar más cerca, adentrarse al mar si era necesario.

Así que se despojó de aquella cachucha, de las pantuflas que se había puesto y con mucho cuidado se quitó ese abrigo que olía tan bien. Dos pasos más y la arena bajó sus pies le relajó. Unos cuantos pasos más, y las olas le mojaron los pies. Tembló al sentir el agua que regresaba al mar y después volvía a su lado. Era increíble, maravilloso.

Apresurando su paso, casi hasta correr, quiso alcanzar a esas olas que volvían a retraerse mar adentro, dando un brinco, cuando éstas lo sobrepasaron y la brisa al chapotear le mojó el rostro y el cabello. Sonrió levemente.

- ¡Hey, amigo!

Una voz alegre y pacifica le habló, deteniéndose a un metro del oji violeta.

Le había visto desde que había ingresado en la playa, y sin perder detalle de lo que éste hacía, se fue aproximando hasta él. No sabía por qué lo había hecho, pero verlo así, tan alegre, tan maravillado, tan feliz; hizo que su corazón se sintiera tan bien.

Al parecer aún había gente que se maravillaba por lo infinito y hermoso que era el mar. Su corazón se hinchaba por eso.

- ¡Es hermoso, cierto! -caminó hasta su lado, mirando el mar con tanta felicidad.

- Sí. -le contestó el otro después de algunos segundos, perdiéndose una vez más en aquella maravilla natural.

Era verdad. Hermoso era una de las tantas palabras que describían ese lugar y ese momento.

- Hola, soy Deryan. -el muchacho le extendió la mano, sonriendo ampliamente.

El ruso se tomó su tiempo, analizando lo que eso significaba. Y sin pensarlo después, estrechó su mano.

- Hola. -dijo sin más y por lo bajo, mirándolo a los ojos.

Azules como el cielo que ellos siempre veía... como aquel mar.

- ¿Es que no tienes nombre o algo? -éste se rió, dando un paso hacia adelante debido a las olas que iban y venían.

Su movimiento hizo evidente sus estaturas: él era más alto que el pelirrojo.

- ¿Nombre?

Le escuchó murmurar, casi cómo si no entendiera.

- Sí, tú sabes... Yo soy Deryan... -se señaló a sí mismo.- ¿Y tú eres?

- ... Kai. -le dijo después de algunos segundos, pensando que si era el único nombre que recordaba, entonces tendría que ser el suyo ¿cierto?

- ¿Kai, eh? Bonito nombre. -y se volvió a reír.

Ambos permanecieron en silencio, mirándose mutuamente. Era un silencio agradable a pesar de ser la primera vez que se veían, que se conocían.

Un par de olas más altas que las otras venían hacía ellos, haciendo que Ivanov perdiera el equilibrio y casi se cayera.

Fue un casi, porque el otro alcanzó a sostenerlo de la cintura al acercarse a él, manteniéndolo ahora entre sus brazos. Ahora sí que estaban empapados.

- ¿Hey, estás bien? -le preguntó, demasiado cerca de su rostro.

Aunque ni él ni Kai se inquietaron por eso.

“¿Pero quién era éste chico tan lindo?” Se cuestionó el más alto.

- S-sí, eso creo.

Fue la tenue respuesta que dio, poniéndose sólo de pie.

- Dime, Kai... ¿Qué es lo que haces aquí?

Hasta ese momento, y más que nada por estar empapados, fue que reparó en su vestimenta. Una bata blanca que traslucía los bóxers negros que éste llevaba, nada más que esas prendas.

- Yo... no lo sé. -mencionó aturdido.- Caminé y terminé aquí.

- ¿Desde dónde caminaste? -preguntó entonces tranquilamente, como si estuviera hablando con un niño pequeño que se ha perdido y no sabe en dónde está su mamá.

- No lo... sé, no lo recuerdo. -se corrigió.

- Entiendo. Déjame ver... -una vez más acortó los pasos, tocando su frente.- Hmm... parece que no tienes fiebre y tampoco, se ve que estés herido. ¿Te duele algo? ¿Siente algo extraño que te esté molestando?

- No. -negó levemente el otro.

- De acuerdo. Entonces será mejor que vayamos a un hospital. Quizá te golpeaste la cabeza y no te acuerdes.

Se dio la vuelta para regresar a la playa. Pero ni dos pasos había dado cuando el pelirrojo se aferró a su brazo, y le detuvo.

- ¡No! -dijo.- No quiero ir ahí, quiero quedarme aquí y quizá me encuentre con él.

- ¿Encontrarte? ¿Con él? -repitió confundido, viéndole asentir.

- Este lugar se parece mucho al que nosotros estábamos. Sí me quedó aquí... quizá lo encuentre.

- ¿A quién? ¿A tu hermano, un amigo... tu novio? -y con esto último enmarcó una ceja.- ¿Cómo se llama?

Preguntó mejor.

- No sé exactamente quién es, y tampoco recuerdo cómo se llama. ¿Quizá... Tala? -reflexionó.-Escuchaba mucho ese nombre, a lo mejor así se llama. Pero sé que necesitó estar un poco más cerca del sol, de esta puesta.

- Sí es así... -musitó.- Quizá lo encuentren en la isla que está al norte de aquí, quince minutos en barco. Si gustas... puedo llevarte, vivo ahí.

- ¿De verdad?

El castaño asintió.

- Entonces vamos, quizá le puedo encontrar.

El porte y la expresión que éste ponía cuando mencionaba a ésta persona era más fuerte y más apasionado que cuando miraba el mar. Deryan se cuestionó quién sería ésta persona en su vida para ponerlo así. Y esperaba poder conocerle y salir de su duda. Aunque una parte de él, se ponía triste al pensar que ellos podían reencontrarse y descubriría el tipo de relación que mantenía.

Y es que nunca había conocido a alguien así. Una persona interesante, misteriosa y quizá con un pasado que no podía recordar. Agregando el hecho, de que creía que era ruso más que nada por la forma en que pronunciaba algunas palabras, sin olvidar claro, el tono tan pálido de su piel. Que fuera bien parecido era otra cosa que lo sorprendía y lo cautivaba como el mismo océano podía ponerle, no lo podía evitar.

Así que pedía, desde el fondo de su corazón y con mucho ímpetu, que tuviera al menos unos cuantos días para conocerle un poco mejor, y si no era mucho pedir, algunos meses más para mostrarle algunas de las maravillas más hermosa que disponía esa parte de Japón; y quién sabe, igual y podía ganarse su confianza y su corazón en el proceso.

Una cosa más, que el ruso-japonés no sabía.

*

Y como iban las cosas, tendría que bautizar ese día como “El día Internacional en el que Kai Hiwatari no sabía nada”.

Esto, porque ya de por sí desde que se había despertado al lado de la cama de Tala, algo dentro de sí le había dicho que ese día sería muy diferente a los demás. Y quizá lo hubiera podido descifrar, sí el abuelo de Tyson y el señor Dickenson no lo hubiera obligado a ir con ellos a aquel viajecito.

Lo cual, sólo había complicado las cosas pues cuando había regresado al hospital después de fugarse, se encontró con que medio hospital corría de aquí para allá, buscando a uno de sus pacientes que se les había perdido; quién más sino, que Tala Ivanov.

A punto estuvo de darle un paro cardiaco cuando se encontró con su habitación abierta de par en par, y una cama completamente vacía. Enseguida le informaron de la situación.

Qué gritara, maldijera y señalara la incompetencia del hospital fue algo que a nadie le sorprendió; el ruso-japonés tenía razón, pero ya tomaban medidas para ello: le buscaban en cada rincón del edificio y sus alrededores. Él mismo había salido a buscarlo.

¿A dónde diablos iba alguien que salía del coma después de cuatro meses? Kai no lo supo, a pesar de ser una de las personas más allegadas a él; lo quisiera o no.

Esa noche, los G Revolution junto al señor Dickenson esperaban impacientes en la casa de Tyson a que la policía les diera alguna noticia. No hubo ningún indicio del paradero de Ivanov. Su estado era de desaparecido.

Sin embargo, muchas dudas surgían respecto al hecho de que alguien en coma pudiera desaparecer de esa forma; así que lo que especulaba la policía, era que tal vez había sido un secuestro. Por lo que permanecían a la expectativa de que en las próximas veinticuatro horas se comunicarían con ellos para pedir un rescate.

Lo cual, afortunada o desafortunadamente no pasó.

Todos estaban al borde de un colapso mental. ¿Dónde estaba Tala? Demandaban saber, pero nadie les daba respuestas.

Sin imaginarse siquiera, que el ruso se encontraba a kilómetros de ahí, en una isla vecina, en perfecto estado, o algo así.

*

Y aunque había muchas cosas que aún no recordaba, aún así lo estaba sobrellevando bien. Una buena persona le había encontrado y se estaba haciendo cargo de él.

- ¿Kai, estás bien?

La suave voz que sonó desde la habitación le hizo girarse y verle a él, Deryan.

- Sí. ¿Acabas de llegar?

El tono levemente indiferente que el pelirrojo comenzaba a utilizar ya no le sorprendía en absoluto. Tal parecía que su personalidad y forma de ser estaban volviendo. Y suponía, que eso era bueno.

- Hn... -caminó entonces hasta llegar a su lado.- Sí, acabo de llegar y quise ver cómo estabas. ¿Todo bien?

La radiante sonrisa que éste siempre ponía, le hacía al oji violeta sentirse tan... extraño. No recordaba haber conocido a alguien así, y si lo había hecho, no se acordaba. Seguía con sus lagunas mentales.

- ¿Kai?

El leve susurro de su voz le sacó de sus pensamientos, haciéndole estremecer por la cercanía.

- ¿Qué pasa, has recordado algo más? -le giró levemente, encontrándose con sus ojos violetas.

Aquel par de joyas amatistas tan hermosas.

- N-no, no he recordado nada más. -desvió el rostro, haciendo una mueca de fingido enojo, que para nada le había salido bien.

Detalles como “ese”, eran los que hacían sonreír al otro, pues era evidente que eran rasgos de su verdadera personalidad. Kai ya no era la dulce e inocente personita que se había encontrado dos días atrás en la playa. Aún así, sentía más curiosidad y fascinación por esta persona que en algunos momentos surgía, sintiendo que se ganaba una parte más de su corazón; en verdad le gustaba.

Pero estaba esa sombra; esa duda que siempre estaba presente.

- Cuando vuelvas a recuperar tu memoria... -había iniciado tan serio que aquello sorprendió al ruso. Nunca le había visto así.- ¿Te irás de aquí, cierto?

La pequeña sonrisa que adornaba sus labios no contaba en absoluto, mucho menos, cuando su tono y expresión obviamente eran de pesar y de tristeza.

- ¡Hmf! -había articulado de repente, entrecerrando sus ojos con cierta altanería que al principio sorprendió pero después maravilló, a su acompañante.- ¿Qué es esto? ¿Es qué acaso me estás echando de tu casa? ¿Tan pronto te cansaste de mí?

Y ese tono burlón y juguetón no había desaparecido al final de la frase, su expresión y su mirada revelaban que seguían ahí.

- N-no, por supuesto que no. -le había dicho con una sonrisa, conteniendo las ganas de abrazarle tan fuerte.- Es sólo una pregunta que me hacía. ¿Qué me dices?

- Pues... -se dio la vuelta, dándole la espalda para mirar el paisaje.- No es que odie este lugar... no lo odio en absoluto... -murmuró.- Supongo que sería un agradable lugar para vivir por algún tiempo con memorias... o sin memorias.

Dado que su acompañante se había colocado a su lado giró su rostro, regalándole una pequeña sonrisa; ni arrogante ni burlona. Quizá sincera.

- Kai... -le dijo, incorporándose y acercándose a él.- ¿Sabías que eres... especial, cierto? -con uno de sus brazos lo rodeó.

Y para su sorpresa, éste no le alejó ni hizo nada. Se dejó abrazar al tiempo en que ambos miraban hacia el horizonte. A lo lejos, la luna se reflejaba sobre el apacible mar.

- Sabía que era lindo, atractivo y demás... -su mirada se encontró con la otra que le veía confundido.- Al menos, eso he oído decir que me dicen algunas de las muchachas de aquí.

De nuevo ese aire de presunción que irradiaba y le quedaba tan bien.

- ¿Y sabes qué...? -hizo una pausa para cruzarse con su mirada.- Tienen razón, lo eres.

El ruso sonrió de lado, ignorado las emociones que esas simples palabras provenientes de su boca le provocaron: un extraño cosquilleo en su estomago.

¿Pero por qué esta sensación era diferente a la que sentía cuando estaba con esa persona? ¿Qué es lo que era, y por qué se sentía tan intensa?

Quizá algún día lo descubriría.

Fin.

p: tala ivanov, p= tala/kai, a: beyblade, c: 30 vicios

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