Tema#2: Intriga

Jun 23, 2009 16:47



Autor: Tary Nagisa   tary_nagisa

Fandom: Bey Blade

Personaje: Tala Ivanov y Kai Hiwatari

Tema: #02. Intriga

Summary: 'Qué Tyson y los demás comenzaran a hablar a todas horas sobre Tala; a insistirle que le hablara, e incluso, que se tomara unas vacaciones para que fuera a visitarlo, era algo que sin duda... lo intrigaba’.

Titulo: Intriga o Fastidio.

Género: General.

Advertencias: Shonen Ai implicito.

Disclaimer: Bey Blade No me pertenece sino a Takao Aoki. Yo... no pretendo hacer lucro de su trabajo, solamente tomé prestados a sus personajes para hacer un pequeño y simple Fic.


† SYMBOLIC TABLE: BB RIYINNY †

por

Tary Nagisa

Bey Blade No me pertenece sino a Takao Aoki. Yo... no pretendo hacer lucro de su trabajo, solamente tomé prestados a sus personajes para hacer un pequeño y simple Fic.

Tema #2 Intriga

Hacía un bonito día para descansar y permanecer recostado sobre el césped, justamente como Kai Hiwatari se encontraba en esos momentos.

La brisa suave, el día soleado, la temperatura perfecta.

Un espacio al aire libre con una atmosfera de armonía y serenidad que rodeaba y embargaba el lugar, tranquilizando y relajando a cualquiera que simplemente pasara por ahí.

Claro que este ambiente de ensueño cambió repentinamente, haciendo tensar al bicolor por el cambio tan drástico que sintió en cuestión de segundos.

Algo se avecinaba.

- ¡Hey, Kai, aquí estabas! -dijo una voz muy animada a más de dos metros de distancia del mencionado, justificando esto, el desequilibrio tan repentino que sintió.

Y ante el llamado, nuestro aludido ni siquiera se movió o abrió sus ojos, permaneciendo en esa pose recostada y visiblemente, tenso.

A su vista, no había motivo para levantarse o abrir siquiera sus ojos pues sabía perfectamente a quién pertenecía esa voz, y también, a qué venía o mejor dicho, venían.

- ¡Kai! -y aquella otra voz se lo confirmó, sintiéndose orgulloso de sus buenas predicciones y su acertado juicio.

“Tyson y los chicos.” -dijo mentalmente, acertando en su afirmación al escuchar como más pasos hacían crujir el césped mientras se acercaban a él.

Y exactamente así era.

Eran sus amigos los que iban a visitarlo y a pasar un rato al aire libre con él. Hecho que no lo hubiera molestado en absoluto, de no ser porque... sabía que era cuestión de tiempo para que sacaran ése “asunto” que lo hacía enojar.

Porqué claro que “eso” lo molestaba, lo hacía rabiar.

¿Y a quién no? Si era de lo único que le hablaban, ¡y por horas!

Claro que también y después de tantas veces, “aquello” comenzaba a intrigarle y a querer indagar un poco más en el asunto; a saber el por qué de tanta insistencia y tema de conversación por parte de sus amigos cómo si en verdad fuera algo tan relevante, tan trascendental.

¿Por qué desde cuando el ruso se había vuelto tan importante y popular como para hablar de él a todas horas?

¿Qué es lo que había hecho y pasado en aquel tiempo en el que no había vuelto a saber de él, como para haberse ganado el tiempo, la saliva, y el esfuerzo que sus amigos empleaban para hablarle y comentarle sobre él?

Lo cierto de todo esto es que no sabía el motivo, pero le intrigaba; y no obstante, su fuerte orgullo era el que le impedía preguntar la razón primordial de por qué tanta algarabía hacia el pelirrojo.

Así que sin más, respiró hondo, preparándose mentalmente para enfrentar lo que vendría tarde o temprano. Después de todo, ya se habían sentado a su lado y aquello iría para largo, es más, apenas y comenzaba.

- ¡Sabía que te encontraríamos aquí, Kai! -le dijo el peli-azul, tomando asiento tranquilamente a su derecha.- Es tu lugar favorito, ¿cierto? -y le sonrió, haciendo que el aludido abriera sus ojos para verlo justamente con aquella sonrisa y semblante que presagiaban “ése” momento.

- ¡Ahh! -y estirándose un poco se relajó, recostándose despreocupadamente en el césped.- Estoy seguro que si Tala estuviera aquí... a él también le gustaría éste sitio. ¿No crees, Kai? -y de reojo fue como le vio, encontrando el mencionado aquellos rastros de suspicacia e insinuación en sus pupilas.

¡Justo lo que se temía!

Ahí esta “eso”.

Nada más ni menos que en menos de 10 segundos, cuando Tyson ya había hecho el primer comentario sobre el líder de los Blitzkreig Boys; y no conforme con eso, sino que se sumaban las inquisidoras y penetrantes miradas de los G Revolutions, mirándole de una forma que no lograba explicar y mucho menos, quería descifrar.

- Sí, Kai. ¿No crees que a Tala le gustaría éste lugar? Aquí, recostado a tu lado, a solas, contigo... -y la sonrisa de Daichi se había ampliado de forma maliciosa, haciendo que un sudor frío le recorriera la espalda.

- N-no sé de qué me hablan. -les dijo lo más tranquilo que pudo, tratando de no darle importancia a la insinuación tan descarada que el dueño de Strata Dragoon le había referido.

- ¡Pero qué cosas dices, Daichi! -comentó esta vez un tranquilo Max, dándole una palmada al ruso-japonés para relajarlo.- Yo creo que a Kai no le importaría estar aquí o en otro lugar siempre y cuando, estuviera con Tala. -fue su teoría, sonriendo en esa forma que sólo él podía hacerlo.

- Lo más seguro... -intervino de pronto Ray.- Es que ambos preferirían estar mejor en Rusia que aquí. -fue el punto que dio, haciendo que el ceño de Hiwatari se frunciera.

¿Pues qué era lo que sus amigos se estaban imaginando sobre ellos dos? ¿Y en qué sentido?

Se preguntó.

- ¡Se imaginan! -habló por primera vez Hilary, juntando sus manos al emocionarse ante la fantasía que vino a su mente.- Solos, junto a la chimenea, compartiendo una tasa caliente de chocolate o café, y después... -calló, reprimiendo el gemido de emoción que quiso escapar de su boca con tan bella recreación.

- Pues sería muy interesante ver algo así. Al menos, conociendo lo “especialitos” que son Tala y Kai... -mencionó Tyson, entrecerrando sus ojos para no ver el enojo que se formaba en el rostro del dueño de Dranzer.

- Por cierto, Kai. ¿Ya has sabido algo de Tala? -preguntó esta vez Kon, tanto con respeto como con seriedad.

- ¿Cómo podría saber algo de él sino tengo ni la intensión, ni el interés de contactar con él? -y refirió con fastidio, ignorando las miradas que los demás le dieron.

- ¡Qué malo! -atisbó la castaña, dando un respingo ante su respuesta y sintiéndose mal por el pobre ruso.

- Kai, eso es cruel de tu parte. -le reprendió Kenny, abriendo su mini laptop sin prestarle atención al semblante que éste ponía por su comentario.- Deberías de interesarte un poco más por él. Fue tu compañero de equipo, ¿lo recuerdas? -y acomodándose sus anteojos, comenzó a teclear.

- Eso fue hace mucho tiempo, jefe. Está en el pasado. -dijo con un suspiro, ignorando la molestia que sintió al percatarse de que sin darse cuenta, ahora también ya era partícipe de la conversación.

- Pero si sólo han pasado unos cuantos meses.... -apuntó Hilary, adoptando una expresión de tristeza.

- ¡Qué importa! -sentenció, queriendo dejar en segundo o en tercer plano, mejor, la historia que había tenido con el ruso y los Blitzkreig Boys.

- Quizás si vieras esto, cambiarías de opinión. -y le pasó la laptop, colocándosela en su estomago para que viera lo siguiente.

- ¡Mira, Kai! ¡Es Tala! -articuló un entusiasmado japonés, emocionándose al ver el video de una de las bey-batallas del tercer campeonato mundial.

- ¡Wolborg, ataca! -se escuchó la voz del pelirrojo, haciendo que el oji-violeta medio observara la pantalla.- ¡Novae Rog! -gritó éste, lanzando su ataque más poderoso.

- ¡Increíble! ¡Tala es tan bueno, que hace que me den ganas de volver a batallar otra vez con él! -comentó el peli-azul, notándose su evidente entusiasmo.

- ¿Y qué opinan de esto? -el jefe preguntó, abriendo una de sus carpetas y mostrándoles algunas fotografías del líder de los Blitzkreig.

- ¡Ah! ¡En ésa se ve muy atractivo! -declaró la única chica del equipo, apareciendo un leve sonrojo y emocionándose aún más.-¡Y en esa también, y esa otra, y en esa! -y cada vez se acercaba más a la pantalla, como si con eso la calidad de la foto mejorara.

“No lo entiendo”. -pensó el ruso-japonés, alzándose una de sus cejas en señal de confusión.- ¿Por qué tanto alboroto por él? Sigue siendo el mismo; yo no veo nada en especial”. -afirmó, continuando viendo las fotografías.

- Pues yo he escuchado que Tala tiene muchas fanáticas en todo el mundo y que, ya hasta se han fundado muchos clubs en su honor. -compartió el dato el chino, dándose cuenta de que Kai no parecía entender el motivo de tal exposición.

- ¡E-eso ha de ser increíble, Ray! -y siguiéndole la corriente Max, fue como miró a su amigo.- ¿O tú que piensas, Kai? ¿No crees qué es increíble? -le preguntó, observando tanto él como los demás su reacción.

- No sé. -fue su respuesta neutra e inmediata, haciendo a un lado la laptop para ponerse de pie.

- ¿Ah?, ¿Tan pronto ya te vas? -indagó un confundido Daichi, obteniendo respuesta al segundo siguiente.

- Sí, me he enfadado. -les dijo, sacudiéndose su ropa para marcharse después.

Y apenas y había dado unos cuantos pasos, cuando algo lo hizo molestarse a un más.

- ¡Kai! ¡No se te olvide llamarle o escribirle a Tala; si puedes, has las dos cosas de preferencia! -fue el grito de Kinomiya, siendo que a pesar y estaban a no más de dos metros de distancia de él.

Pero le ignoró, continuando con su camino muy enojado.

- ¡Hmf! -gruñía por lo bajo con cada paso que daba, logrando escuchar aún la conversación que seguían sosteniendo en torno a lo “maravilloso” que había resultado Ivanov.

¿Desde cuando pasaba eso?

Se cuestionó un poco ya más calmado, tratando de recordar cómo es que ese asunto se había tornado de esa forma.

Es decir.

¿Desde cuándo se habían vuelto tan fanáticos de Tala?

Porque precisamente eso era lo que eran, fanáticos.

Fans descarrilados que lo idolatraban e invocaban todos los días y a todas horas, como a buen santo encomendado.

Pero no lo recordaba. No lograba recordar con exactitud cuándo había iniciado aquello.

¿Quizás una semana o semana y media, o un poco más?

¡Quién sabe!

Lo único que sabía, era que ya estaba harto de escuchar aquellas palabras que formaban un nombre que no quería volver a escuchar, a no ser claro, que le revelaran el misterio y secreto que se encontraba detrás del nombre de Tala Ivanov, y que únicamente lo molestaba.

¿Qué habría hecho Ivanov de especial?

¿Qué habría conseguido en unas cuantas semanas para volverse tan popular e importante?

¿Un nuevo Blade?

¿Un nuevo ataque?

¿Una nueva bestia bit?

¡¿Qué?!

Ante su juicio no había ningún elemento que justificara que todos sus amigos hablaran a cada momento de él, ¡y siempre!; era cómo si quisieran que él...

¡No! ¡Imposible!

Ellos no podrían estar tratando de incitarlo y tentándolo para que lo contactara, le hablara, e inclusive lo visitara como ellos le recomendaban en más de una ocasión.

Ellos no estaban haciendo ni de cupidos ni nada por el estilo, para que ambos se rencontraran y... ¿charlaran un poco de nuevo?

¡No!

Porque... no era cómo si hubieran quedado en malos términos después del fin de Bega; de hecho, aquellos sucesos habían sido lo más cercano a una verdadera relación de amistad entre ambos, así que...

No hallaba por qué tanto esmero y dedicación excesiva para hacer que volviera a contactar con Tala.

Si él quisiera, podía hacerlo en cualquier momento; una llamaba, un e-mail, incluso una breve visita, pero...

¿Cualquier cosa que hiciera dejaría contentos a sus amigos?

¿O acaso seguirían atormentándolo con preguntas irritantes? como las que comenzaba a recordar.

“Oye, Kai... ¿Crees que hoy, Tala se encuentre bien?, ¿Cómo crees que haya amanecido? ¿Qué crees que esté haciendo en estos momentos? ¿Piensas que siga igual de atractivo y carismático que como era? ¿Por qué no le llamas? ¡O mejor aún! ¡Le das la sorpresa y lo visitas!”

Sí, preguntas como esas que ya hasta se sabía de memoria y hasta podía predecir.

Lo desconcertante del asunto, era que todos, ¡Absolutamente todos los G Revolutions!, eran partícipes de esta locura infame; es más, hasta parecía que lo disfrutaban, pues no se cansaban ni se rendían en su verborrea. Al menos, no hasta que se marchaba con cara de estrangular a más de uno y sabían que ese era el limite que tenía.

Pero su expresión homicida no le ayudaba ni los ahuyentaba, pues al día siguiente comenzaban de cero y hasta con más energía y ánimo.

Ya ni sabía ni qué hacer o a dónde irse; quizás no salir de casa, pero ellos conocían el lugar en el que vivía por lo que esa idea no le servía.

¿Pero qué más podía hacer antes de que la secta Ivanovista lo consumiera y le arrebatara lo último que le quedaba de razón?

Quizás terminaría en el mismo estado y con la mente dañada, proclamando una y otra vez el nombre y las hazañas (que seguiría sin conocer) sobre su nuevo “Dios”.

Definitivamente no quería que su vida terminara así. Tenía que hacer algo, cualquier cosa que hiciera que Max y los chicos dejaran de ser tan obsesivos y maniacos con el nombre y existencia del ruso.

Quizás si hablaba con ellos y les pedía que...

- ¿Kai? -le había llamado una voz al permanecer de pie y a su lado, observando como mantenía sus ojos cerrados y se había sobresaltado levemente al escucharle.

Si le había llamado, era porque sabía que no estaba durmiendo; le conocía muy bien y le había visto dormir muchas veces como para saber cuando lo hacía o no, y definitivamente en ese momento no lo estaba haciendo.

Y justo como supuso, el bicolor abrió lentamente sus ojos, encontrándose con esa mirada violeta que le analizaba fijamente.

- ¿T-tala? -articuló con duda, poniendo en tela de juicio que aquella presencia y visón ante sus ojos fuera real y no un espejismo causado por tanto: “Tala esto, Tala lo otro. Tala, Tala”.- ¡¿Tú... aquí?! ¿A qué has venido? -atisbó a decir calmado, una vez que supo que no estaba alucinando o soñando al pelirrojo.

Qué estuviera ahí sí era extraño.

Y era verdad lo que le había preguntado, ¿A qué había venido?

- De visita, supongo... -fue su respuesta pero no muy convencido de ella, reparando mejor en todo el semblante, postura y hasta vestimenta que el otro traía.

No había cambiado tanto como pensó.

¡Corrección! No había cambiado en nada.

- No te ves tan... deprimido como esperaba. -le confesó, recordando ciertas palabras que le habían dicho por teléfono.

- ¿Eh? -expresando el otro con un gesto de sorpresa, pues no sabía a que se refería el ruso.

- No, nada. -le dijo al instante al ver que no le había entendido, tomando asiento a su lado y después, recostándose en el pasto como hace segundos se encontraba el ruso-japonés.

Éste hizo lo mismo, regresando a su postura, mirándole de reojo y tratando de descubrir una cosa.

Y ante el silencio que había entre ambos; esa calma y tranquilidad que comenzó a invadir su cuerpo, fue cómo recordó el motivo de su repentina visita.

/-Flash Back-/

- ¡¿Tala?! -le había dicho alguien con desesperación y exaltación apenas y había cogido el teléfono, desubicándolo ante tal acontecimiento.

- ¿S-sí? ¿Quién es? -preguntó, retomando su semblante y postura a los segundos siguientes.

- ¡Soy Tyson...! ¡Y Daichi! -se escuchó gritar al mencionado, continuando estos con una discusión del lado en el que la llamada había sido generada.- ¡Daichi, déjame a mí, yo sólo puedo!-le explicaba el peli-azul a su compañero, pareciendo que forcejeaban por el aparato, o por lo menos, esa fue la asociación que hizo a juzgar por los sonidos.

- ¡Oh, Tyson...! y Daichi. -agregó enseguida, escuchando como el campeón mundial se quedaba al final con el teléfono.- ¿Qué sucede, pasa algo? -cuestionó, sabiendo de antemano que si el japonés le hablaba, era porque pasaba o necesitaba algo.

- E-en realidad no, pero... -e hizo una pausa, logrando que el ruso escuchara los murmullos que se generaban del otro lado de la línea.- ¡Ah! ¿Sabes algo? Kai ha estado un poco triste y deprimido; tú sabes, por lo de Dranzer... -éste había hablado tan rápido que era sorprendente que no se hubiera mordido la lengua o se hubiera quedado sin aire.

- ¿Kai, deprimido? -y preguntó con sorpresa, aceptando que ese hecho era difícil de imaginar, y mucho más aceptar.

- Sí, así es viejo; él pobre está muy mal. Pero tú sabes como es Kai, jamás aceptará ante nadie que está mal. Así que nosotros nos preguntábamos si tú... ¡Daichi espera, ya le iba a decir! -se quejó Kinomiya con voz lejana, escuchándose un poco de interferencia y ruidos raros.

- Tala, soy Daichi... -informó el G Revolution al tener ahora el teléfono, ignorando las palabras y jalones que el tri-campeón le decía y hacía.

- Daichi, qué milagro. -fue su saludo arrogante, permaneciendo con su ceja alzada ante aquella extraña llamada.

- Lo que Tyson y los chicos quieren saber, es sí podrías venir para acá y tratar de animar un poco a Kai. No sé, algo así como pasar un tiempo a su lado, decirle algo o... ¡Estar simplemente con él! -terminó un poco exaltado, pues élno sabía sobre “esas” cosas.

- ¿Yo? ¿Pero por qué yo? -preguntó confundido.- ¿No sería mejor que ustedes, sus amigos, estuvieran ahí con él y al pendiente de lo que necesitara? -expuso, no comprendiendo la petición que le hacían.

- Bueno sí, pero... tú lo conoces más que nosotros. Además, ¿Acaso no tienes algo que hablar personalmente con él? Sino, ¿por qué tanta carta, eh?-y mencionó algo que no debería.

- ¡¿C-cómo dices?! -le cuestionó Tala, dejándolo sorprendido por tal cuestión y también, sintiéndose como un idiota.

¿Acaso ellos sabían de las cartas?

¿Las habían leído?

- ¡Daichi! -escuchándose varias voces que le reprendieron por su indiscreción.- ¡No tenías por qué decirle eso! A ver déjame a mí... -y de nueva cuenta el teléfono cambió de dueño.

- Ehm, lo que Daichi te quería decir Tala, es que a Kai le vendría bien verte y charlar o hacer lo que ustedes dos... hacen. Sería bueno para los dos... -expuso un animado y tranquilo Max, dejando pensativo al otro.

- Yo... -pero no. El asunto no terminaba de convencer al ruso.

Si ellos las habían leído, entonces él estaba... perdido.

- Pero no te preocupes, descuida. Si te preocupa que Kai haya leído tus cartas, aún no las ha leído, mucho menos nosotros... -y en un intento con buenas intenciones para terminar de convencerlo, lo único que había logrado era que el pelirrojo dudara aún más.

- ¡Max! -y como era de esperarse, aquellas voces le reprendieron pero esta vez a él.

- L-lo siento, Tala. No quisieron decir eso... -dijo otra voz, resultando ser Ray quien se ocupó del asunto.- ¿Pero qué dices, Tala, vienes? Serías una gran ayuda para Kai. -y su voz tranquila y serena le relajó un poco.

- Pues... -tardó un poco en contestar, pensando bien las cosas.- Sí, ahí estaré. -dijo, planteándose su verdadero objetivo.- “Aunque sea sólo para recuperar las cartas”.

- ¡Bien! Te estaremos esperando entonces... -y la llamada terminó.

\-End Flash Back-\

- Tú... no has cambiado mucho. No veo por qué tanto alboroto. -comentó de pronto Kai, sacando al pelirrojo de sus vagos recuerdos.

- ¿Cómo dices? -le preguntó, no entendiendo su punto.

- Olvídalo, no dije nada. -fue su respuesta. Dejando para él mismo el motivo por el que lo había estado observando en todo ese tiempo.

No podía decirle y mucho menos preguntarle, el motivo por el que sus amigos lo idolatraban y adoraban tanto.

“Quizás sólo era algo pasajero”.

Fue lo que pensó, dejando que de nueva cuenta el silencio reinara entre ellos.

- Kai... -llamó de pronto, viendo como éste le miraba de reojo.- No leíste ninguna de las cartas, ¿verdad? -y desde el fondo de su ser rogaba porque dijera que no.

- ¿Cartas? -repitió confundido y alzando su ceja.- ¿De qué cartas me hablas? -cuestionó, mirándole fijamente.

- ¿Eh? Ningunas. No dije nada... -y regresó su vista al frente, sintiéndose un poco aliviado.

“Entonces era cierto. No las leyó. Aún así...” -su semblante se volvió serio, con determinación.- “Necesito recuperarlas. Deben de estar en la casa de Tyson”. -e inmediatamente comenzó a idear un plan.

- Eres raro. -fue a la conclusión que llegó, regresando su vista al frente y entrecerrando sus ojos.

- ¡Hmf! Mira quién me lo dice... -le expuso con una pequeña sonrisa el otro, encontrándose ambas miradas como la última vez.

Y observando la escena, permanecían ellos escondidos tras un árbol en la colina.

- ¿Ustedes creen que se declaren? -preguntó un confundido Daichi, atrayendo la atención y miradas de los demás Revolutions.

- ¿Sigues con eso, Daichi? -siendo el jefe el que le regañó por sus palabras.- Creí que habíamos quedado en que nadie mencionaría lo de las cartas; no estamos seguros, ¿lo recuerdas? -pero a pesar de hacerle recordar el trato al que habían llegado, el pequeño pelirrojo pareció no importarle, pues lo ignoró completamente.

- Aún dejándolas a un lado, Kenny... Yo creo que ellos harían una bonita pareja. -expuso entonces Hilary, analizando todos su opinión.

- Hilary tiene razón. -y le apoyó enseguida el rubio asintiendo ante su opinión.- Díganme ustedes si no piensas que se ven bien juntos. -y tanto su vista como la de sus amigos se centraron en los dos rusos.

- ¡¿Qué?! ¿Ustedes también chicos? -y la exclamación del jefe reveló su sorpresa y confusión, por lo que observó tanto a Max como a Ray, quien también asentía a modo de afirmación.

- Se complementan, jefe. ¿Es que acaso no lo ves? -fue su respuesta, indicándole con la mirada para que los observara detenidamente.

- Bueno, ahora que lo dices... -y los miró fijamente.- La verdad es que sí se ven bien juntos... -reconoció entonces, detallando en cómo descansaban uno al lado del otro, tomando el sol.

A diferencia de cuando Kai estaba con ellos, éste se veía mucho más relajado y tranquilo al lado de Ivanov.

- ¡Entonces está decidido! -habló un enérgico campeón mundial, atrayendo la atención de los demás.- ¡Tenemos que hacer que ambos se declaren! -dijo con entusiasmo, contagiándolos a ellos también.

- ¡Sí! -celebraron al unísono, riendo por lo bajo y escondiéndose al ver como ambos Blitzkreigs se incorporaban y volteaban hacia esa parte al escuchar algunas palabras y risas.

Pero no vieron nada.

- ¿Tú...? -tanteó desconcertado el pelirrojo, mirándolo de reojo al no observar nada fuera de lo normal.

- Creo que no es nada. -atisbó a decirle, retomando su postura y dejando que la suave brisa despeinara su cabello.

- Tienes razón. -concordó con él, recostándose de nueva cuenta con sus manos tras su nuca.

Y después de algunos minutos, le dijo.

- Así qué de visita, ¿eh? -y con sus ojos cerrados y aquella sonrisa altanera, espero su respuesta.

- Sí. ¿Algún problema, Kai? -e indagó, sonriendo el ruso de la misma forma.

- Ninguno en especial. -le dijo con su media sonrisa, mirándolo fijamente.

Quizás ahora podría descubrir con sus propios ojos, por qué Tala se había vuelto tan importante y especial.

De hecho, no descansaría hasta que su intriga desapareciera al cien por ciento.

- Sí, eso pensé... -contestó un arrogante pelirrojo, entrecerrando sus ojos y pasando a segundo plano su forma de recuperar sus cartas, al menos por ahora.

Sabía en dónde estaban y a qué persona habían sido mandadas; sólo una visita a la casa de Tyson, y las recuperaría.

No había problema, Kai no se enteraría nunca, y nadie más las había leído.

¿O sí?

Fin.

a: beyblade, c: 30 vicios, t: simbólica

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