Confesiones erróneas. - (4/?).

Nov 06, 2011 21:42


Título: Confesiones erróneas.
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Personajes: Gokudera Hayato, Hibari Kyoya, Kusakabe Tetsuya, Reborn. Mención de Tsuna.
Género: General. Insinuación de Romance.
Rating: T.
Advertencias: Shonen Ai. 1859.
Resumen: Gokudera por fin le va a confesar sus sentimientos a su Décimo... pero algo sale terriblemente mal. Se va a desmayar, lo sabe, porque aquello acaba de implicar a Hibari.

Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! no es mío, es de Amano Akira-san.

06/11/11.

Capítulo 4 -"¡Estaba claro que no iba a ir, Hibari...!".

De nuevo, Gokudera vuelve a fruncir el ceño, chasqueando molesto su lengua al ver que Kusakabe vuelve a bloquearle el paso al moverse hacia un lado y tratar de entrar en la escuela pero su "Date la vuelta y regresa a tu casa, Gokudera Hayato, no te voy a dejar pasar" va muy en serio por lo que ve, pues lleva ahí más de una hora y el vicepresidente es el que se ha hecho cargo de la situación.

Pero a él, eso no le importa.

El único motivo por el que quiere entrar (no, en esta ocasión y por extraño que parezca no es para reunirse con su Décimo y estar a su lado) es más bien para poder hablar con el idiota de Hibari. Porque esta medida "No te vuelvas a parar en mi escuela" y el "Desde este día estás oficialmente suspendido indefinidamente de la escuela" es algo extremo e innecesario, una verdadera estupidez.

¿Qué pasa entonces? ¿Hibari ha hecho todo esto sólo porque lo dejó bajo la lluvia un par de horas? Si es así, esto es tan... infantil y absurdo de su parte, que si no lo estuviera viviendo en carne propia ni siquiera se lo creería.

Lo cierto es, que jamás se esperó este tipo de medida por parte del prefecto. De todos modos ¿quién diablos se cree para prohibirle la entrada? ¿El maldito dueño de la escuela? ¿De Namimori o quién diablos, hah? Porque no lo es. Él sólo es el Prefecto del Comité de Disciplina, nada más.

Así que no puede hacer esto.

Por eso mismo es que lo vuelve a intentar, trata de pasar al vicepresidente y éste le vuelve a bloquear el camino sin dar marcha atrás.

- ¡Maldición! -grita al perder de nuevo la paciencia, tomándolo de la chaqueta del uniforme aunque sea más alto y fuerte que él.- ¡Muévete a un lado y déjame pasar, bastardo!

- No.

Kusakabe no se intimida ni tampoco va a cambiar de parecer. Hibari-san ha sido muy claro con su orden "No dejes pasar al herbívoro rebelde bajo ninguna circunstancia o te morderé yo mismo hasta la muerte, ¿lo entiendes?".

Por supuesto que sí, lo entiende y no lo va a desobedecer. Aunque con su actitud, consiga que el de cabellos grises se enoje más.

- Maldito... -le dice en su cara, sin llegar a soltarlo.

La tensión se siente entre ellos, pero todo cambia en cuestión de segundos.

- ¡Ciaossu!

- ¡Re-Reborn-san! ¡Buenos días!

Los ojos de la Tormenta brillan al ver aparecer al Arcobaleno cambiando su expresión en cuestión de segundos al posarse éste de lo más tranquilo a su lado, soltando al vicepresidente que mira fijamente al Hitman.

"El bebé". -es todo lo que llega a pensar, muy diferente del proceder de Hayato.

- ¿Qué está pasando aquí, Gokudera? -le pregunta, mirando al hombre más leal con el que cuenta Hibari.- ¿Qué es todo este escándalo?

- ¡Ah, bueno...! -afila su mirada al ver a Kusakabe.- Es que este bastardo... ¡No me deja entrar a la escuela, Reborn-san!

- Eh... ¿Y eso por qué?

- Ordenes de Hibari-san. -se limita a decir, mostrándole la hoja que indica el porqué de su suspensión.

El Hitman la toma y la lee rápidamente.

- ¡Ja! -el italiano se burla mientras tanto, cruzando sus brazos con molestia.- ¿Ordenes? No querrás decir más bien "caprichos".

Reborn presta suma atención a sus palabras y aquello le parece "Interesante". Sonríe, escondiendo su mirada tras su sombrero.

- Gokudera. -lo mira, entonces.- Tal parece que por ahora no podrás entrar a la escuela, tendrás que irte...

- ¡Pero, Reborn-san! -le interrumpe, renuente a acatar esa estúpida orden.- ¡Tengo que hablar con el idiota de Hibari, y aclarar esto! ¡Esto no se puede quedar así, es injusto!

"¿Con Hibari?".

Aquello ciertamente lo sorprende. Generalmente lo único que existe en la mente de la Tormenta es Tsuna, nada más. Esto, sin duda es nuevo.

"¿Así que... no haces esto por él, eh?".

La expresión y determinación que tiene en su rostro se lo confirma.

Claro, ahora todo tiene sentido para el Arcobaleno. Su renuencia a regresar a casa, las leves pero visibles heridas que tiene en la cara y el cuerpo, y sobre todo lo que Tsuna le comentó ayer sobre su extraño comportamiento... todo encaja perfectamente.

Así que sin poder evitarlo vuelve a sonreír de forma enigmática. Aquello, por supuesto que se va a poner muy entretenido.

- Gokudera... -le dice de nuevo.- ¿No me escuchaste? Dije que tendrás que irte.

Sin darle tiempo a objetar nada, León se transforma en una pistola y le apunta al bombardero.

Gokudera se queda inmóvil, muy sorprendido y sin poder decir nada al ver cuál será su proceder. Reborn-san le va a disparar sino hace lo que le ha dicho. No se lo cree. Quizá por eso, le cuesta tanto pasar saliva.

Lo siguiente que se escucha es la detonación de su arma y el cuerpo de alguien cae al piso al recibir la bala.

- Vamos... -pese a su acción, su voz en neutra al igual que su expresión.- Date prisa. Él despertará muy pronto.

- S-Sí.

Gokudera, que aún sigue aturdido al ver que en el último momento el Hitman cambió la dirección del disparo y fue a Kusakabe a quien le dio (su intención desde el principio) sale de su trance y da un paso hacia adelante pero se detiene para mirar al Tutor.

- Gracias... Reborn-san. -le agradece, diciéndole éste unas palabras antes de que se vaya.

- Hablaremos después de esto, no lo olvides.

- P-Por supuesto.

Asiente, sin saber muy bien a qué se refiere con esto. Aunque de momento no piensa en eso.

Ahora que por fin puede entrar a la escuela, debe de buscar a Hibari lo más pronto que pueda y hablar con él. Sabe que no cuenta con mucho tiempo antes de que Kusakabe se despierte y vuelva a llamar al resto del Comité de Disciplina para que lo saquen a la fuerza de la escuela.

.::.

Por su parte, Hibari cada vez se pone más mal.

Sí, ha tomado una siesta en la azotea pero más que descansar y recuperarse está teniendo una pesadilla de la que no se puede despertar. Y no conforme con eso, está sudando y respirando agitadamente.

"¡Maldición!".

Gokudera no obstante, se molesta más al no encontrar al prefecto por ninguna parte. No está en su oficina, no está en los pasillos, y en definitiva no está en la azotea por lo que ve al llegar ahí y abrir la puerta de par en par. O eso es lo que cree en un principio, pues ve a Hibird sobrevolando unos metros más allá. En definitiva, él debe de estar por ahí. Lo sabe.

Así que camina hasta ahí con pasos decidido, viendo después al de cabellos negros recostado en el suelo. Está dormido por lo que ve.

La imagen lo molesta.

- ¡Eh, Hiba...!

Por alguna razón no termina su oración pues se da cuenta de que hay algo extraño con esa escena. En un principio no llega a saber qué es, no hasta que pasan los segundos es que lo identifica.

Si Hibari es de los que con el menor ruido se despiertan, por qué no lo ha hecho cuando él se acercó ahí o cuando le habló en un primer momento. Algo extraño sin duda sucede.

- Hibari...

Dice por lo bajo, y no obtiene ninguna respuesta de su parte.

Quizá por eso es que se agacha para estar a su altura y ver más de cerca qué es lo que le pasa. Es tan extraño ver al prefecto así que no se lo cree. Se ve tan… diferente.

No sabe si es la imagen tan sorprendente, tan irreal, lo que hace que estire su mano para tocarlo, para corroborar que su respirar por la boca y el tenue sonrojo que cubre sus mejillas es porque está enfermo, resfriado, así que lo hace.

Con la yema de sus dedos toca su frente, dándose cuenta como es que Hibari está ardiendo en fiebre. Pero no sólo se da cuenta de eso, sino también, de como los ojos del prefecto se abren al instante debido a su contacto y como lo mira fijamente.

A Kyoya, le cuesta unos segundos reconocerlo y darse cuenta de lo qué pasa, de lo mal que se siente pero eso es lo de menos, lo importante de todo eso es que tiene enfrente al herbívoro rebelde que no debería de estar ahí, ni tampoco... verlo en esas condiciones.

Como puede se pone de inmediato de pie, teniendo que sostenerse de la reja al marearse en el proceso y darle todo vueltas, además, de sentir como sus piernas tiemblan. Se siente muy débil.

Gokudera por supuesto que se da cuenta de esto pero no dice nada, apenas y contiene el impulso de dar un paso hacia él y ayudarlo a sostenerse, pero no por ello se va a quedar callado.

- Hibari, no deberías de…

Sin la menor intensión de escucharlo, el aludido lo fulmina con la mirada. No quiere escucharlo, ni verlo, ni hablar con él, ni saber nada que tenga que ver con su persona. Respira hondo, buscando la fuerza que necesita para dejarlo ahí y alejarse de Gokudera Hayato.

Esto no es nada, sólo es un resfriado. Ha tenido que soportar cosas peores. No es nada, se vuelve a repetir.

- ¿Eh? ¡Hi-Hibari, espera! ¿A dónde vas?

El italiano va tras él, llamándole un par de veces en el proceso y obteniendo el mismo resultado: ser ignorado por completo.

- ¡Hibari!

Por más que trata de seguirle el paso al bajar las escaleras, al caminar por los pasillo, y considerando que el Guardián de la Nube está enfermo, ni siquiera así puede alcanzarlo.

- ¡Maldición! -murmura por lo bajo al tener que correr para tratar de alcanzarlo.- ¡Hibari, escúchame! -dice al ir ahora a su lado.- ¡Déjate de estos absurdos juegos y escúchame! ¡Si esto es por lo de ayer, por dejarte esperando bajo la lluvia... estás siendo muy infantil! ¿Lo sabes?

El de ojos azules se detiene, más no le dice nada. Gokudera al estar unos pasos más adelante se gira para quedar uno enfrente del otro. Ambos, se miran fijamente.

- ¡Entiendo que estés enojado y no quieras verme! -le dice.- ¡Entiendo eso, pero no por qué haces esto! ¡Hibari... eso no fue para tanto!

"¿Así que no fue para tanto, eh?". -él, simplemente entrecierra sus ojos al escucharlo.

Lo sabe, sabe que es inútil hablar con él o escucharlo siquiera. El herbívoro no lo entiende y ni siquiera se ha hecho una idea de lo humillante que fue para él estarlo esperando todo ese tiempo bajo la lluvia o peor aún, aceptar su propuesta en un principio y poner una hora y lugar. Mostrar interés por él.

- Te dije que...

La Tormenta le interrumpe al saber qué es lo que viene.

- ¡Sé lo que me dijiste, maldición, y sé toda esa mierda de por qué me has suspendido! ¿Pero dime exactamente por qué, cuál es tu motivo para hacerlo? ¡Tú no eres así, Hibari! ¡A ti te importa una mierda lo que los demás hagan o dejen de hacer, por eso no entiendo por qué diablos actúas así! ¿Por qué aceptaste en un principio si tú más que nadie sabías que era una broma, niégame que no lo tomaste así?

Hibari no le dice nada, sólo lo mira y acepta para sí que así fue... en un primer momento, claro. Después, comenzó a considerar en serio la propuesta y hasta empezó a buscar que ponerse para el día siguiente cuando llegó a su casa por la noche. No lo aceptará ante nadie más, pero tenía una expectativa ante eso, por eso es que decidió ir.

- ¡Estaba claro que no iba a ir, Hibari... y tú tampoco debiste de haber ido!

El herbívoro tiene razón. No debió de haber ido por nada del mundo pero ahora no puede hacer nada para cambiarlo u olvidarlo, así se lo haya propuesto. Así lo suspenda o se aleje de él.

- ¡Así que ahora, no me vengas con esto! ¿Quieres?

Los dos se quedan en silencio sin saber qué más decir o hacer. Las cosas parecen un poco más claras. Aunque no terminan de ser así, no para el japonés.

- No sabes por qué lo hice, ¿cierto, herbívoro?

- ¿Qué?

- ¡Hibari-san!

Kusakabe se aparece de pronto, sorprendido de ver a Gokudera ante él.

La mirada del prefecto se afila por dos sencillas razones. La primera, por interrumpirle en un momento importante y la segunda, por haber ignorado su orden y no cumplirla. Así que se enoja y camina hacia él.

- ¿Qué fue lo que te dije, Kusakabe Tetsuya? -sentencia, al acercarse con sus tonfas listas.- Te dije que no lo dejaras pasar o te mordería hasta la muerte.

- Sí, bueno... yo... -alza sus manos a modo de tregua, retrocediendo un poco.- Lo que pasa es que el bebé y él...

- No me interesan tus excusas, fui claro.

Un golpe de sus tonfas, y el vicepresidente cae al suelo unos metros más allá.

- L-Lo siento mucho, Hibari-san. ¡Le prometo que no volverá a pasar!

- Por supuesto que no volverá a pasar, pero ya hablaremos más tarde de eso y tu castigo. Ahora vete, no quiero verte.

- S-Sí.

Se pone de pie, regresando por donde ha venido y dejando a los otros dos de nuevo solos.

El italiano observa todo eso en silencio, olvidándose de la cuestión y declaración que ha hecho Hibari. Y es que ver como aún con fiebre y un poco menos de fuerza, todavía tiene la suficiente para morder a alguien y mantener intacto su puesto como prefecto es lo que lo sorprende realmente.

- ¿Y tú que tanto me estás viendo, herbívoro? -su mirada se clava en él al darse la vuelta.- ¿También quieres que te muerda hasta la muerte?

- Ehm... no, por supuesto que no. Yo sólo...

- Sólo te diré una cosa, Gokudera Hayato. -lo mira, con una expresión neutra en su rostro.- No me importa lo que has dicho, no cambiaré de parecer respecto a tu suspensión. Sigues indefinidamente suspendido de esta escuela. ¿Queda claro, bebé?

Su mirada va hacia la ventana, dándose cuenta la Tormenta de la presencia de Reborn-san.

- Por supuesto que sí, Hibari. Muy claro.

El Arcobaleno sonríe, muy diferente de la actitud de Gokudera.

- ¡Pero por qué! -mira luego al Hitman.- ¡Reborn-san, no diga eso por favor! ¡Hibari, dime por qué, pensé que ya habíamos aclarado las cosas! ¡Pensé que...!

El Guardián de la Nube le interrumpe con una media sonrisa en sus labios, para nada digna de alguien con 38° de temperatura.

- Ese es tu problema, herbívoro... piensas en cosas que no son. Qué lástima, ¿no? Disfruta tus vacaciones, nos vemos después, bebé.

- Sí, ciao.

Sin decir nada más, Kyoya se da la media vuelta y lo deja ahí en el pasillo con el Tutor de Sawada Tsunayoshi. Justo a tiempo, pues ya no podía mantener por más tiempo su máscara de que estaba bien y que la fiebre no le estaba pasando una factura de cobro.

Pese a que se ha ido, alcanza a escuchar las protestas del herbívoro.

- ¡Hibari, bastardo, espera...!

- Gokudera... -le dice el Hitman.- Basta de eso.

- ¡Pero...!

- Hibari ha sido claro, ¿no? Sigues estando suspendido. Acéptalo ya.

- ¿Aceptarlo? -exclama, totalmente sorprendido por lo que le dice.- ¿Cómo puedo aceptar que ese bastardo se salga con la suya sólo porque yo no quise...?

Repentinamente guarda silencio, al darse cuenta de lo que estuvo a punto de decir.

- ¿No quisiste hacer, qué?

- Na... no es nada, Reborn-san.

Desvía su mirada, apareciendo un pequeño sonrojo que Reborn percibe claramente.

No, no le puede decir lo que ha pasado con Hibari. ¿Dónde lo dejaría aquello como la Mano Derecha del Décimo Vongola? Sería deshonroso para la familia, para su Décimo.

- Gokudera. -la sonrisa del Arcobaleno se ensancha por momentos.- ¿Hay algo que deba de saber? ¿Algo que no me estás diciendo?

- ¿Qué? No, yo... ¡Por supuesto que no! ¡No es nada!

- Bien. Entonces hablemos del asunto que dejamos pendiente, ¿te parece? -brinca hasta su hombro, indicándole que continúe con su camino.- Si tú no quieres hablar, yo si tengo algo que decirte, vamos.

- C-Claro.

Hayato no tiene ni idea de lo que Reborn-san quiere hablar con él, pero en el fondo, se hace una ligera idea. Ojalá que esté equivocado.

Una lástima que no sea así.

Continuará...

a: katekyo hitman reborn!, reto diario, p= 1859, p: hibari kyoya, p: gokudera hayato

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