Título: De Heridas y Corazones.
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Personajes: Gokudera Hayato, Sawada Tsunayoshi. Mención de Kyoko, algunos Guardianes y Reborn.
Género: Amistad, Romance implícito.
Rating: T.
Advertencias: Leve Shonen Ai. 5927.
Resumen: Para Gokudera, el Décimo es la persona más importante en su vida aunque no sepa cómo expresarlo correctamente o cómo se le llama a ese sentimiento. Con estar con él, le basta y le sobra.
Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! no es mío, de Amano Akira-sama, sí.
02/08/11.
Capítulo 6 - La otra cara de la moneda.
Las últimas nueve semanas y desde que aquello ocurrió, desde que Sasawaga Kyoko rechazó a su Décimo, Gokudera ha estado muy preocupado tanto por su estado físico como emocional. Presionado también, por no saber si estar con él la mayor parte del tiempo animándolo y distrayéndolo funciona.
Si acaso... es lo correcto.
Y es que él, jamás ha estado enamorado de alguien y mucho menos ha amado en un sentido romántico, por lo que no tiene ni idea de qué se siente o qué es lo que uno debe de hacer cuando alguien te rompe el corazón.
Sí, él puede admirar y apreciar (con algo de dificultad) a otras personas en su vida pero no es lo mismo que amar. Admira a personas como Shamal (aunque lo niegue) a su Décimo por supuesto, que es su razón de existir, y a Reborn-san. Otras personas que también figuran en su lista de afectos son Yamamoto, la Vaca Estúpida, Cabeza de Césped y porque no, hasta su hermana.
Pero en el plano amoroso, donde su capo se encuentra fijado, herido, no tiene nada de experiencia pese a tener tras de sí a la mitad de las alumnas de su escuela y hasta uno que otro chico también.
Y aquello, quiera o no, lo hacen sentirse patético y más a sus quince años. Pues… ¿qué es lo que pasa con su vida? Se pregunta. Que incluso ahora, sigue sin creer que necesita la compañía de alguien más en ese plano específico de su vida.
Para él, todo lo que necesita para ser feliz, seguir adelante y esforzándose al máximo es y siempre será su querido y apreciado Décimo Vongola. No pide, ni necesita nada más. Su Décimo, lo es todo en su vida.
Aunque sabe que no es suficiente...
... y que tampoco el futuro jefe de la mafia necesita a una persona así, a su lado, con aquellas creencias y aspiraciones y mucho menos, en esos momentos.
Lo que su capo necesita es olvidarse por completo y recuperarse de la herida causada por Sasagawa Kyoko. Si bien sabe que no es fácil ni sencillo, todo lo que ha hecho hasta el momento ha sido con ese fin.
De ahí que lo visite más seguido, que lo invite a diferentes lugares, estando con el castaño en todo momento para que cuando quiera hablar con alguien o se sienta mal y su pecho duela de manera insoportable o las lágrimas quieran salir de sus ojos, él esté ahí, a su lado, para poder reconfortarlo, abrazarlo, y recordarle que no está solo y que puede confiar en él como su mano derecha, como su mejor amigo, pues sabe que eso es ante sus ojos y así, pueda desahogarse sin ninguna preocupación o temor de preocupar o molestar a alguien más.
A esas alturas y con todo lo que ambos han pasado juntos (bueno y malo, alegre y triste) su amado capo debe de saber que él jamás lo dejará. Que nunca lo traicionará o lastimará de ninguna forma. Porque si hay algo que no soporta, que odia como ninguna otra cosa en el mundo, es que su Décimo se preocupe y sufra por cualquier cosa; que llore, principalmente.
No lo soporta. Verlo en esas condiciones es lo peor que le puede pasar a la Tormenta.
Sigue sin saber exactamente por qué (aunque tiene una vaga idea de ello) pero observarlo en ese estado le oprime con fuerza el corazón, le duele todo el cuerpo, le falta el aire, y se siente tan enojado e impotente por no poder hacer nada para evitarlo o en el mejor de los casos, parar aliviar su dolor...
... no se lo ha dicho a nadie, es un secreto que se va a llevar a la tumba, pero cuando aquella noche trataba de consolar al Décimo bajo la lluvia, de confortarlo, algunas lágrimas también cayeron de sus ojos al verlo y tenerlo así; roto, herido y vulnerable. De alguna forma esa noche compartió su dolor y pena, su sufrimiento, y hasta su llanto bajo la tormenta.
Fue precisamente en ese momento que se juró que iba a hacer todo lo que estuviera a su alcance para que Sawaga Tsunayoshi, su apreciado Décimo, nunca más volviera a llorar o sufrir por una causa como esa, por una mujer, que no supo corresponder sus sentimientos y hacerlo feliz.
"¡El Décimo siempre tiene que sonreír y ser feliz! ¡Lo merece!".
Se repite constantemente al creerlo fervientemente, pensando en qué hacer o decir para animarlo en cada momento, y de una u otra forma, hasta para alejar esa mala experiencia de su mente y de su herido corazón que también recuerda y sufre con cada réplica que se reproduce.
Pero nada en el Amor o Desamor es sencillo, eso es claro, según lo que ha escuchado o leído.
Y por más que se esfuerce por estar a su lado y distraerlo, por querer y tratar de reparar su corazón, es algo que no sabe cómo hacer. Todo el cariño, agradecimiento y respeto que siente por él, toda su determinación, no son suficiente para sanarlo, o siquiera (porque hasta dispuesto está) para corresponder aunque sea una ínfima parte de los sentimientos que el Décimo sigue teniendo hacia Sasagawa.
Si pudiera hacerlo, si supiera cómo amar… con mucho gusto le gustaría que fuera su Décimo el dueño de su corazón. Y que al mismo tiempo, sus sentimientos y afectos fueran suficientes para corresponder y cubrir por completo el corazón de su capo hasta colmarlo con una dicha y felicidad absoluta…
… porque se lo merece. Porque el Décimo Vongola, Sawada Tsunayoshi, Tsuna o como él prefiere decirle "su Décimo", es la persona más importante y querida de su vida; si no existiera o desapareciera de este plano sin dejar rastro no sabría qué hacer, cómo continuar; sin duda alguna le seguiría hasta la mismísima muerte pues no puede imaginar su vida sin él. Lo quiere mucho, lo aprecia tanto, cómo a ninguna otra persona en el universo que incluso daría y sin pensar, su propia vida por él.
No obstante… la única forma en la que puede (y sabe) mostrar sus desbordantes sentimientos matizados es siendo su mano derecha.
Quizá por eso... Tsuna no sabe y ni siquiera se imagina todo lo que él puede pensar o sentir hacia su persona. Ignora incluso, los pensamientos vergonzosos y quizá egoístas que tiene hacia él. No llega a enterarse de la forma cariñosa y deseosa con la que le mira, ni tampoco llega a notar el trasfondo de sus palabras optimistas y alentadoras, de sus gestos tiernos que le dirige, o de los detalles amables y complacientes hacia su persona.
Sólo con su capo es así. Sólo el japonés le inspira ese sentido de protección, cuidado y respeto. No se avergüenza ni arrepiente de nada. Su Décimo lo es todo en su vida, y siempre lo será. Jamás se cansará de pensarlo o decírselo a sí mismo.
Convenciéndose, estando casi seguro de que si él amara a alguien, sin duda sería al castaño...
... aunque siga sin saber qué es eso exactamente, cómo identificarlo o expresarlo. Los libros, son ambiguos en ese aspecto. No ayudan de mucho, y sin una referencia clara o experiencia previa, está perdido en ese tema.
Suspira, metiendo sus manos en sus bolsillos. El Décimo ya no debe de tardar. Sonríe, al solo pensarlo.
- ¡Go-Gokudera-kun!
Tsuna viene corriendo a lo lejos, sorprendiendo al de ojos verdes.
- ¡Décimo! -se acerca a él, preocupado de verlo en ese estado. Agitado, con la ropa por ninguna parte y enterregada, y hasta con algunas hojas verdes en su cabello.- ¡Q-Qué le pasó! ¿Está bien?
- Ah, s-sí. Sólo tuve un... pequeño contratiempo. -respira un par de veces, recuperando poco a poco el aliento. Una vez más calmado, se incorpora para mirar a su amigo.- ¡Lo siento mucho, Gokudera-kun! ¿Tienes mucho tiempo esperándome?
- ¿Eh? -pregunta que lo toma por sorpresa al reparar en su estado y no en sus palabras.- ¡N-No se preocupe por eso! Yo también acabo de llegar.
Explica, con una pequeña sonrisa en sus labios.
- ¿De verdad? -luego de verle asentir, suspira aliviado.- Menos mal... pensé que me había retrasado mucho; corrí porque pensé que ya era muy tarde y debías de llevar mucho esperándome.
- No hay problema. Pero más importante... ¿Qué le pasó, Décimo?
Se inclina hacia él, acomodándole el cuello de su playera y quitándole las hojas de su cabello. También, le ayuda a sacudirse la ropa y quitarse la tierra que tiene en su rostro.
- ¿Ah, esto? -se ríe, llevando una mano tras su nuca.- Es que me caí en el camino, y luego un perro me persiguió por un par de cuadras, tuve que subirme a un árbol para escapar de él, ¿sabes? ¡Fue tan extraño! Y... -hace una expresión extraña, deprimiéndose un poco al pensarlo.- Tan patético...
Murmura por lo bajo apenado, a diferencia de Gokudera que se queda callado y asombrado por unos segundos pues cosas como esas, sólo le pasan a su capo.
- ¿Y... está bien? -reacciona, centrándose en lo importante.- ¿Le duele algo? ¿Se hizo daño?
Le da un rápido análisis, en busca de alguna herida o lesión. Por suerte, no ve nada así.
- ¡N-No te preocupes, estoy bien, Gokudera-kun! -niega con las manos, mirando hacia todos lados al sentirse ansioso. Su voz, se vuelve un susurro.- Gracias por... preocuparte por mí de todos modos.
Su expresión tranquila y calmada, y la pequeña sonrisa que le regala, lo tranquilizan. Le dicen que así es, que está bien. Su corazón como otras veces, da un pequeño vuelco y siente como sus mejillas quieren teñirse de rojo al ver esa imagen. Aquello, lo pone nervioso e inquieto, efusivo.
- ¡No, es lo mínimo que puedo hacer por usted, Décimo! ¡Lo sabe!
Sus emociones y reacciones vuelven a matizarse con sus sentimientos como mano derecha, haciendo que sobreactúe de forma exagerada; apasionada.
- S-Sí, tienes razón. -asiente, no muy convencido.
Por eso, es que Tsuna no llega a darse cuenta de que hay más sentimientos y en un sentido totalmente diferente al de amistad o admiración de su parte. El italiano, siempre ha sido así con él.
- ¿Entramos entonces, Gokudera-kun?
- ¡Por supuesto! Después de usted, Décimo. -hace una reverencia, indicándole el camino.
- Gra... Gracias.
Aún así, aquello es suficiente para agitar y conmover el corazón, el pecho y todo el cuerpo del castaño.
- Décimo...
Gokudera le habla a su lado al entrar al recinto, por lo que voltea a verlo.
- ¿Sí?
- Sé que a usted no le gustan este tipo de cosas, y aún así aceptó venir conmigo... -hay un pequeño sonrojo en sus mejillas que no puede ocultar con nada.- ¡Muchas gracias!
Se inclina, agradecido de todo corazón por haberlo acompañado a aquella convención sobre OVNIS y un montón de misterios extraños que la ciencia aún no llega a resolver.
Claro que él atrae la atención de todos, pese a no llevar puesta una playera con signos extraños o frases raras, o ya de plano disfraces sobre hombrecitos espaciales, otras criaturas desconocidas, naves o hasta planetas.
- ¡N-No me agradezcas, Gokudera-kun! -tanta atención lo ponen nervioso, pues aquello se puede malinterpretar. Pero... ¿qué importa lo que los demás puedan pensar? De ahí, él es uno de los más "normalitos". Se tranquiliza un poco, si lo ve desde ese punto de vista.- Además... yo también quería venir y saber un poco más sobre las cosas que te gustan. G-Gracias a ti, por invitarme, Gokudera-kun.
"¡Décimo!".
En este momento, no hay nada más que lo haga más feliz. Está en una convención, y lo mejor de todo, acompañado por su adorado capo. ¡Quiere llorar de felicidad!
- ¡Ya sé! -dice de pronto emocionado, sabiendo qué darle como agradecimiento.- ¡Le compraré una nave HT14-7, le va a encantar!
- ¿E-Eh? -de nuevo Tsuna pone una de sus expresiones raras.- ¡N-No es necesario que me compres na...!
- ¡No, de ninguna manera! -lo toma de la mano, abriéndose paso entre esa multitud de personas "apasionadas".- ¡Será mi forma de agradecerle, Décimo! ¡Ya verá!
"¡Hii! ¿A dónde me fui a meter?".
Se pregunta preocupado, siendo guiado a sabe qué parte de aquel lugar por su amigo que no deja de sonreír en ningún momento.
Sí está así con su Décimo, si lo ve sonreír y divertirse, no tiene por qué preocuparse si está haciendo bien las cosas con él, si lo está ayudando a despejar su mente y poco a poco sanar su corazón; si ha amado antes o no. Lo único importante es estar siempre con él, cuidándolo y protegiéndolo de todo, esforzándose por hacerlo aunque sea un poquito feliz. Sólo con eso, él mismo es feliz y nada más importa.
Eso es lo que piensa de momento como su mano derecha, como Gokudera Hayato.
Continuará...