Te diré algo Hiwatari... puedo entender que no quieras aceptar que sientes “algo” por Tala. También... lo que él puede estar pensando al jugar de esa forma contigo e inclusive, porque te ha dado a ti aquel pase.
- Él no... -trata de negar, pero éste le interrumpe con su clásica expresión (aquella de Ángel).
- No, no. Lo sé, y está bien sino lo quieres aceptar... -sonríe, menguando unos cuantos centímetros su sonrisa para hablar de algo serio e importante.- Sin embargo, no tienes oportunidad contra mí; mucho menos cuando ni siquiera aceptas tus sentimientos. Él es mío.
Kai, lo sabe. Lo ha visto, está al tanto que hay algo entre el pelirrojo y Masefield, lo tiene muy presente. Por eso que acepte para su persona o para alguien más que siente “algo” (como ha dicho el inglés) por Ivanov, no va a cambiar su situación con él, por el contrario. Y si eso se puede evitar, pues que mejor. Después de todo, sabe que aquel capricho (por decirlo de algún modo) es pasajero y que en un mes o dos, se habrá olvidado de Tala Ivanov y ese estúpido e infantil sentimiento que en cuestión de semanas desarrolló por él.
- Felicidades, entonces... -dice, mostrándole una sonrisa presuntuosa que encubre lo que en verdad siente o piensa de la situación.- Aunque como ya te he dicho, no me interesa ni es mi problema lo que tú o él hagan; ambos me tienen sin cuidado.
- Hiwatari...
Trata de llamarle, de reprenderle y hacerle ver que esa actitud no es la solución, pero Kai ya no quiere escuchar más.
- Así que si eso era todo lo que me querías decir, Masefield... la conversación termina aquí.
Con pasos largos y sin mirar atrás, el ruso-japonés se aleja con sus músculos tensos y unas ganas infinitas de volver a casa a mitad del receso. La constante de que esta vez la declaración del inglés “Tala, es mío” pesa más en sus hombros y en su conciencia, porque sabe que es real.
Una de sus manos va a su bolsillo, donde el papel que guarda dentro y fue su desvelo de la última semana es arrugado sin ningún miramiento.
Está claro, no va a ir ese viernes a ver al ruso. Ya no lo hará, jamás. Está decidido, y así será.