Debí haber subido estas historias hace mucho, pero la universidad me comió y no me dejó T^T. En fin, pasando al tema:
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Pairing: Hibari/Namimori.
Rating: K.
Advertencias: SPOILERS de la saga Millefiore. Además, cuando lo revisaba noté que tenía unas pequeñas inconsistencias con respecto al canon. Como sólo eran detalles y soy una vaga, prefiero dejar la historia como un semi-AU xD.
Posó su mano en la fría losa del Instituto de Namimori. El Instituto que había jurado proteger, sin importar lo que sucediese; su Instituto. Sabía que los tiempos eran difíciles, sobre todo considerando la reciente declaración de guerra por parte de la familia Millefiore, así como el asesinato del décimo líder de los Vongola y la caza de cada uno de los miembros de ésta y aquellos con lo que mantengan aunque sea una mínima conexión. Por supuesto, ahí estaba él, que figuraba como uno de los Guardianes de la familia; el más fuerte de ellos. Dadas las circunstancias, lo más seguro para él era mantenerse en las sombras al menos hasta que se pudiera comprobar el impacto que tuvo la ofensiva enemiga, así como el estado de las fuerzas aliadas.
En las sombras. Aquello era algo imposible, y cualquiera que conociera a Hibari sabría que pedirle aquello no tendría sentido. Hibari sin duda era lo suficientemente cauto e inteligente como para no caer en una trampa por muy elaborada que ésta fuera, pero mantenerse oculto de la atención, aún cuando esto fuese debido a su condición como Guardián de las Nubes, también significaba dejar de atender a lo que para él era su rol más importante: protector del orden de Namimori. Y eso era imposible.
-Sabía que estarías aquí -dijo una voz detrás de él.
Hibari volteó, encontrándose con Yamamoto y su sonrisa eterna; katana al hombro. Como estaban las cosas, era una costumbre que había adquirido puesto que nunca se sabía cuándo podías ser atacado. Un parche cubría su mentón.
El ex-presidente del Comité de Disciplina observó al espadachín por un momento, reparando en este último detalle de inmediato.
-Supe lo de tu padre -comentó con voz monocorde.
Yamamoto desvió su mirada, y su sonrisa se volvió amarga. Hibari estuvo a punto de decir algo, pero prefirió no hacerlo; las palabras de consuelo nunca fueron su especialidad. Eran sin duda tiempos duros, en los que en cualquier momento podían perder algo importante para ellos si se descuidaban sólo un poco.
En cualquier momento.
-Debo ir a ver cómo se encuentran nuestros aliados en Italia -dijo el más alto, esta vez sólo con una media sonrisa. Parecía preocupado-, Gokudera se quedará cuidando la base. Sé que prefieres andar solo, pero si tienes problemas no dudes en pedirle ayuda. Ya sabes, no queremos…
-No digas tonterías -le interrumpió Hibari-. No me interesan esos sujetos de la familia Millefiore. De todos modos, si vienen por mí, ya saben dónde encontrarme y por supuesto, yo los estaré esperando.
Una sonrisa maliciosa iluminó el rostro de Hibari, mientras con un suave movimiento apuntaba al Instituto que se hallaba a sus espaldas.
-Si vienen, con gusto los morderé hasta la muerte.
Yamamoto suspiró, mientras su propia sonrisa volvía a él. Hibari sin duda era un hombre de temer. Si bien no se consideraba a sí mismo como aliado de la familia Vongola (pese a ser uno de sus Guardianes y haber cargado uno de sus anillos), siempre estaría ahí, dispuesto a defender la ciudad que tanto amaba, y eso era suficiente.
Porque cuando la ocasión se presentara, Hibari daría todo en la batalla; incluso su vida. Todo por Namimori.
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Pairing: Hibari/Hibird.
Rating: K.
Las personas eran seres extraños, o al menos así era como lo concebía en su mente Hibird. Eran capaces de crear instrumentos extraños para su entretención, sus comidas tenían un olor gracioso y les gustaba hablar en un idioma que le resultaba completamente monótono y aburrido, para nada semejante al maravilloso lenguaje que él compartía con sus pares, lleno de notas y de agradables melodías.
Sin embargo, no tardó en descubrir que a pesar de todo, había humanos que sí disfrutaba de la música. A él también le gustaba mucho, y por eso cuando uno de ellos, a pesar de las dificultades que ambos tenían para hacer que el otro le entendiera, le enseñó una nueva canción, sintió mucha curiosidad. No tardó mucho en descubrir luego que él y el humano tenían muchas cosas en común: por ejemplo, a ambos le gustaba la libertad y estar alejados de las multitudes (sobre todo por lo ruidosas que éstas solía ser).
Debido a la concepción que tenía de las personas, para él fue una agradable sorpresa encontrarse con una que despertara su interés del modo en que ese joven lo hacía. Por eso, desde el mismo momento en que lo conoció no se apartó de su lado. Si bien no había abandonado sus paseos a toda hora (eran sagrados para él), le gustaba el momento de volver a su humano, cuando se posaba sobre el marco de la ventana y lo saludaba entonando un dulce “Hibari, Hibari”, como tenía por costumbre. Él entonces le dedicaba una sonrisa y acariciaba su plumaje con suavidad, como si temiera que cualquier descuido de su parte podría herirlo.
A Hibird le gustaba las atenciones que el chico le daba, y por eso, se posaba en su cabeza -o a veces en su hombro- y cantaba aquella canción como agradecimiento. La canción que él le había enseñado y que desde ese momento se había convertido en el himno de la extraña amistad entre un humano y una pequeña ave color amarillo.
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Pairing: Mukuro/Hibari.
Rating: T.
-Vete de aquí -fue todo lo que consiguió decir Hibari, pese a todo el esfuerzo que puso en ello, cuando sintió que su cuerpo ya no le obedecía.
Una mano, su mano, acarició suavemente su rostro, aún en contra de su voluntad. Hibari era de esas personas que necesitaban tener el control de la situación, y por eso, cuando a pesar de todos sus intentos su cuerpo seguía moviéndose como si no fuese más que una marioneta siendo controlada por un titiritero, sintió la furia nublando su mente, mezclada con un pánico irracional que luchaba por aplacar. Porque no quería que él supiera que a pesar de todo, era pánico lo que le causaba.
La risa del ilusionista, que procedía de su propia mente, pareció resonar en toda la habitación.
-¿Por qué debería irme? Después de todo, estoy aburrido y tú eres mi preciado juguete.
-No soy… -Hibari trató de forcejear, pero era difícil hacerlo cuando ni siquiera podía mover su propio cuerpo. Dejó escapar un bufido-. Si no… sales ahora de mi cuerpo, yo…
Mukuro volvió a reír. Los ojos de Hibari se desviaron hacia la puerta del salón que el Comité Disciplinario utilizaba como base, casi como si esperara que alguien apareciera y lo ayudara. Pero eso era imposible, porque aún cuando alguien viniese, sólo se encontraría con que Hibari era el único en ella. No lo verían a él. Y entonces el ilusionista tomaría completo control de su cuerpo, sólo para asegurarse de que el visitante se fuera por el mismo lugar por el que había entrado.
Era inútil.
-Vaya, ¿ya te has rendido? -la suave voz de Mukuro parecía estar susurrándole al oído.
Hibari apretó los dientes cuando sus manos, dirigidas por Mukuro, comenzaron a desabotonar su camisa con lentitud.
-Bien, porque no quiero que salgas lastimado -susurró con voz macabra, para luego agregar-. No olvides que me perteneces.