Y termino la tabla~ :D
Título: Como en los viejos tiempos.
Pairing/Personaje: TYL!Takeshi Yamamoto/Hayato Gokudera.
Prompt: #07 Sentido del humor para
retos_a_lacarta , #071 Roto para
fanfic100_es .
Resumen: No podía dormir. No porque no hubiese suficiente silencio, sino porque su mente se negaba a dejar de funcionar.
Notas: SPOILERS de Millefiore.
Palabras: 373.
Tabla:
aquí y
aquí.
No podía dormir. No porque no hubiese suficiente silencio (de hecho, a esas horas de la noche era lo que más había en la base subterránea), sino porque su mente se negaba a dejar de funcionar. Después de todo, no podía olvidar las palabras de Reborn; él había estado ahí también. No lo había podido salvar. Y no importaba cuánto culpara a Yamamoto por eso, nada cambiaría el hecho que él también le había fallado.
Convencido de que por más que tratara no podría dormir, bajó del camarote que compartía con Tsuna y se dirigió a la cocina. Posiblemente un vaso de leche caliente le sentaría bien.
La cocina se encontraba a oscuras, pero no sintió deseos de encender a luz; por eso, cuando sacó la leche del refrigerador, la luz de éste lo encandiló levemente. Sirvió la leche en un vaso y devolvió el envase al refrigerador.
-Imaginé que estarías aquí.
Gokudera se sobresaltó ligeramente, pues no esperaba que el silencio fuera roto tan repentinamente. No obstante, superada la sorpresa arrugó el ceño; de todas las personas, él era el que menos deseaba ver en ese momento.
La luz se encendió y Yamamoto apareció bajo el umbral de la puerta con una pequeña sonrisa; pero Gokudera sabía que aquella no era la misma que el Yamamoto al que estaba acostumbrado solía mostrar. Era una sonrisa amarga; la clase de sonrisa que muestra una persona no sabe bien si reír o llorar. ¿Acaso él también se vería así, dañado?
Incómodo por el silencio, se sintió obligado a decir algo; cualquier cosa…
-Aún con esa cara, nadie te quita lo de maniático de béisbol.
…menos eso. Yamamoto parpadeó, y Gokudera pudo sentir cómo la sangre se le iba a la cabeza. De todas las cosas que pudo haber dicho, fue la más estúpida la que consiguió vocalizarse.
Yamamoto comenzó a reír, y de alguna manera el italiano no se sintió tan mal; por un momento, su risa volvía a ser la del Yamamoto que conocía, aquel que no tenía preocupaciones y que ingenuamente creía que todo era un juego. Aquella risa pudo haberle resultado incluso refrescante, si hubiera estado dispuesto a admitirlo.
Gokudera sonrió. Al menos aún no había perdido el sentido del humor.