Queda uno~
Título: El juego de la Mafia.
Pairing/Personaje: Takeshi Yamamoto/Hayato Gokudera.
Prompt: #10 Sentido común.
Resumen: Si bien Gokudera no quería aceptarlo, Yamamoto había demostrado merecer pertenecer a la familia Vongola; tal vez por eso, al italiano le irritaba tanto cuando el beisbolista reía y lo tomaba todo como un estúpido juego.
Palabras: 495.
Tabla: aquí.
Si bien Gokudera no quería aceptarlo, Yamamoto había demostrado merecer pertenecer a la familia Vongola. Era fuerte, ágil, sus reflejos eran excelentes y, lo más importante, contaba con la confianza del que sería el décimo líder de la familia y, por supuesto, había sido aprobado por Reborn. Tal vez por eso, al italiano le irritaba tanto cuando el beisbolista reía y lo tomaba todo como un estúpido juego. ¿En qué clase de mundo todas las cosas por las que habían pasado podían ser consideradas parte de uno? Cada vez que lo pesaba, no dejaba de asombrarle; ya no era un asunto de inteligencia, sino de simple sentido común. ¿Cómo era posible que Yamamoto fallara en algo tan básico?
Conociendo la mentalidad de Yamamoto, Gokudera no se asombró cuando éste consideró un mero entrenamiento el que Reborn les hacía, sin tomar en cuenta la probabilidad de perder la vida aún cuando estos involucraran tanques de guerra y montañas llenas de trampas mortales. Apenas sí lo hizo cuando el de pelo negro seguía manteniendo esa idea aún luego de los combates en el Instituto Kokuyo y contra Varia; incluso tras haber resultado herido en ambas. «Cuando te tomas en serio el juego de la Mafia, es natural que resultes herido», había mencionado él sin dejar de sonreír.
Y sin embargo, por alguna razón que él mismo desconocía, continuaba con la esperanza de que el dormido sentido común de Yamamoto acabara por mostrarle que nada había sido un juego. Esperaba ese momento, porque ya había visto en los ojos de un Yamamoto diez años mayor que éste era plenamente conciente de lo que estaba sucediendo. ¿Y por qué no tener esa revelación ahora? Después de todo, habían sido abrumadoramente superados al enfrentarse a Gamma; fueron derrotados con facilidad y sin duda habrían muerto de no haber sido por la oportuna intervención de Hibari.
Pero todo se vino abajo cuando un Yamamoto cubierto con vendas y parches de pies a cabeza, y sin embargo sonriente como si no hubiesen estado a punto de morir, apareció en su habitación en la enfermería de la base subterránea.
-Estuvimos a punto de morir -mencionó Gokudera arrugando el ceño, sólo por si por algún motivo (como un golpe en la cabeza) Yamamoto lo hubiera olvidado. La sonrisa en su rostro se hizo más amplia, irradiando tal optimismo que Gokudera estuvo a punto de partirle la cara.
-Pero seguimos aquí, asó que supongo que todo va bien.
El italiano abrió la boca para decir algo, pero la cerró enseguida al darse cuenta de que las palabras que buscaba no aparecían en su mente. Ambos guardaron silencio, cada uno mirando atentamente las heridas del otro, una prueba irrefutable de lo cerca que habían estado de la muerte.
-¿Sabes? -dijo Gokudera con voz grave-. La gente no muere a causa de un simple juego de Mafia.
Yamamoto asintió, y por un momento, Gokudera vio que su sonrisa se volvía un poco más amarga.
-Lo sé.
Pairing/Personaje: Takeshi Yamamoto/Hayato Gokudera.
Prompt: #10 Sentido común.
Resumen: Si bien Gokudera no quería aceptarlo, Yamamoto había demostrado merecer pertenecer a la familia Vongola; tal vez por eso, al italiano le irritaba tanto cuando el beisbolista reía y lo tomaba todo como un estúpido juego.
Palabras: 495.
Tabla: aquí.
Si bien Gokudera no quería aceptarlo, Yamamoto había demostrado merecer pertenecer a la familia Vongola. Era fuerte, ágil, sus reflejos eran excelentes y, lo más importante, contaba con la confianza del que sería el décimo líder de la familia y, por supuesto, había sido aprobado por Reborn. Tal vez por eso, al italiano le irritaba tanto cuando el beisbolista reía y lo tomaba todo como un estúpido juego. ¿En qué clase de mundo todas las cosas por las que habían pasado podían ser consideradas parte de uno? Cada vez que lo pesaba, no dejaba de asombrarle; ya no era un asunto de inteligencia, sino de simple sentido común. ¿Cómo era posible que Yamamoto fallara en algo tan básico?
Conociendo la mentalidad de Yamamoto, Gokudera no se asombró cuando éste consideró un mero entrenamiento el que Reborn les hacía, sin tomar en cuenta la probabilidad de perder la vida aún cuando estos involucraran tanques de guerra y montañas llenas de trampas mortales. Apenas sí lo hizo cuando el de pelo negro seguía manteniendo esa idea aún luego de los combates en el Instituto Kokuyo y contra Varia; incluso tras haber resultado herido en ambas. «Cuando te tomas en serio el juego de la Mafia, es natural que resultes herido», había mencionado él sin dejar de sonreír.
Y sin embargo, por alguna razón que él mismo desconocía, continuaba con la esperanza de que el dormido sentido común de Yamamoto acabara por mostrarle que nada había sido un juego. Esperaba ese momento, porque ya había visto en los ojos de un Yamamoto diez años mayor que éste era plenamente conciente de lo que estaba sucediendo. ¿Y por qué no tener esa revelación ahora? Después de todo, habían sido abrumadoramente superados al enfrentarse a Gamma; fueron derrotados con facilidad y sin duda habrían muerto de no haber sido por la oportuna intervención de Hibari.
Pero todo se vino abajo cuando un Yamamoto cubierto con vendas y parches de pies a cabeza, y sin embargo sonriente como si no hubiesen estado a punto de morir, apareció en su habitación en la enfermería de la base subterránea.
-Estuvimos a punto de morir -mencionó Gokudera arrugando el ceño, sólo por si por algún motivo (como un golpe en la cabeza) Yamamoto lo hubiera olvidado. La sonrisa en su rostro se hizo más amplia, irradiando tal optimismo que Gokudera estuvo a punto de partirle la cara.
-Pero seguimos aquí, asó que supongo que todo va bien.
El italiano abrió la boca para decir algo, pero la cerró enseguida al darse cuenta de que las palabras que buscaba no aparecían en su mente. Ambos guardaron silencio, cada uno mirando atentamente las heridas del otro, una prueba irrefutable de lo cerca que habían estado de la muerte.
-¿Sabes? -dijo Gokudera con voz grave-. La gente no muere a causa de un simple juego de Mafia.
Yamamoto asintió, y por un momento, Gokudera vio que su sonrisa se volvía un poco más amarga.
-Lo sé.