Título: Two Hearts That Beat As One
Pareja(s), Personajes(s): Rachel/Jesse, Shelby, Will, Papás Berry, Vocal Adrenaline, New Directions.
Rating: PG-13
Spoilers: Hasta 1x19 'Dream On'. Pero para estar seguros, de toda la primera temporada.
Summary: Rachel lo ha tenido todo en la vida excepto una madre, sabe que no debería pensar en eso ya que sus padres hacen hasta lo imposible por hacerla feliz pero, cuando cierra los ojos, no puede evitar soñar con ella.
Capítulos anteriores:
Goodbye my lover.
N/A: Hasta ahora, creo que es el capítulo más largo que he escrito en mi vida. Lamento la tardanza y espero tener el tercero pronto. Gracias a todas las personas que leyeron el primero y por sus lindos comentarios, en verdad me hacen el día.
La canción del título es de 'Endless Love' de Lionel Richie y Diana Ross o Lea Michele y Matthew Morrison. La canción a usada en este capítulo es 'Airplanes’ de Travis Garland, remix de la canción con el mismo título cantada por BoB y Hayley Williams (vocalista de Paramore).
Una vez más y como siempre, gracias a mi adorada
celitalaloca por ser mi beta y si encuentran algún error, es todo mío.
Este capítulo está dedicado a la maravillosa
laura_sommeils por ser tan grandiosa conmigo, porque me inspiré con el fanmix St. Berry que hizo (el cual es genial y deberían descargar), y porque es la perfecta Dianna de mi Cory. Espero que te guste el cap, bb. I love yah!
I'm prayin' that this stairway leads
Somewhere like heavens door and
When you get there don't look down
Ella lo había tenido todo en la vida. Sus padres la amaban más que a nada en el mundo, le apoyaban en todas sus decisiones y siempre estaban ahí cuando ella les necesitaba. Rachel había crecido en un mundo donde ella era el centro del universo de dos personas que vivían por ella y para ella. Leroy y Hiram Berry eran sus mayores admiradores, las primeras y únicas personas que siempre le habían dicho que sus sueños no eran imposibles, que estaba destinada a ser una gran estrella. Al menos habían sido las únicas hasta que Jesse St. James entró en su vida.
La confianza con la que Jesse había asegurado que era inevitable que ella se convirtiera en una gran estrella en Broadway había marcado un antes y un después en su vida. Rachel siempre había sido una chica segura de si misma, al menos lo había sido hasta que entró a McKinley High. Aquella chica llena de esperanzas y sueños de hacer amigos en el colegio que le durarían toda la vida, de ser popular y reconocida por sus compañeros, quedó destruida en su primer día cuando un slushie golpeó con fuerza su rostro destruyendo esas ilusiones. Desde ese día había quedado marcada como el blanco fácil al cual todos atacaban, con slushies, con insultos, con burlas.
La primera vez que le llamaron “manos de hombre”, sostuvo la cabeza en alto ignorándoles, sus padres siempre le habían dicho lo hermosa que era y nadie le haría creer lo contrario. Aunque, la verdad era que al llegar a casa y contarle a sus padres, ellos le dieron un vaso de agua asegurándole una vez más lo bella que era. Rachel necesitó una mamá que le dijera que eso no era cierto. Pero ella necesitaba a una madre que le acariciara el cabello mientras ella lloraba por aquél cruel acto, que le llevara de compras como las demás chicas contaban que hacían con sus madres y le enseñara frente a un espejo lo hermosa que era, tal como ella.
Se imaginaba que su madre tendría sus mismos ojos, su cabello. Que sonreiría orgullosa y le diría lo mucho que le recordaba su juventud el tan sólo verla. Necesitaba a una madre que le hablara sobre los cambios que su cuerpo estaba sufriendo, sobre chicos, sobre sexo. Por mucho que sus padres habían sido siempre abiertos ante esos temas y ella confiara ciegamente en ellos, muchas veces había cosas que desearía hablar con otra mujer, cosas que sabía sus padres no entenderían porque no lo habían vivido.
Había crecido entre niñas que contaban que sus madres les preparaban fiestas de té, jugaban con ellas a la muñecas, les permitían usar sus vestidos, sus zapatos y les enseñaban a maquillarse. Rachel disimulaba el dolor que le causaba no tener nada de eso con una radiante sonrisa contando como sus padres la habían llevado al teatro, como ellos actuaban los cuentos para dormir y le llevaban un vaso de agua cuando tenía pesadillas, abrazándola hasta que regresara a dormir.
Cuando recordaba todo lo que sus padres hacían por ella, un enorme sentimiento de culpa inundaba su pecho. ¿Cómo era posible que teniendo dos maravillosos padres pudiera tan siquiera pensar en su madre? Era por eso que jamás le había contado a nadie que cuando cerraba sus ojos la primera imagen que venía a su mente era la de su madre, cómo ella regresaría un día y tocaría a la puerta. Sería una mujer hermosa, talentosa, una gran estrella, todo lo que Rachel soñaba ser. Aquella mujer pediría entrar a su vida, explicaría las verdaderas razones del por qué aceptó darle en adopción y ambas se abrazarían llorando, jurando no volverse a separar. Y cuando Rachel mirara a sus padres, ambos tendrían lágrimas en los ojos, conmovidos por tan hermosa escena y permitirían que Rachel conociera a su madre. Pero al abrir los ojos, se encontraba una vez más sola en su habitación, con una gran vacío en el pecho y sedienta.
Cuando creyó estar enamorada de Finn necesito más que nunca una figura materna, alguien que le diera consejos y le preguntara sobre el chico. Necesitó a su mamá cuando Finn le rechazó por Quinn, cuando la manipuló para que ella regresara a New Directions sin decirle que lo hacía para que él pudiera conseguir una beca porque su novia esperaba un hijo. Como le dolió que le quitaran el solo de ’Tonight’ empujándole a dejar el Club Glee y protagonizar ‘Cabaret’ en el Club de Drama donde Sandy Ryerson no paró de humillarla y asegurarle que no era lo suficientemente talentosa para interpretar a Sally, para luego enterarse que New Directions le había sustituido con April Rhodes.
Una madre a quien le confesara que al conocer a Jesse, sintió como si todo comenzara a tener sentido en su vida, que cuando sus voces se unieron al suave compás de ‘Hello’ se pudo imaginar toda una vida con él. Que estando en brazos de Jesse por fin sentía que encontraba su lugar en el universo, que no importaba lo qué sucediera, ella siempre estaría a salvo junto a él. A quien le pudiera contar que aunque en su momento tuvo dudas, Jesse era el chico con quien quería dar el gran paso porque realmente sabía que su destino era estar juntos, una madre a quien le contara lo mucho que Rachel Berry se había enamorada de Jesse St. James.
Jesse era la primera persona a quien le había confesado que lo único que faltaba en su vida era su madre. Él merecía saberlo, lo supo cuando le abrazó en aquél estudio de ballet asegurándole que nunca se perdería su drama. Jesse le aceptaba tal y cómo era, con drama, con intensidad, le había perdonado el gran error que había cometido al grabar ‘Run, Joey, Run’ con Finn y Puck sin decirle nada. Rachel no estaba segura de los sentimientos de Jesse hacia ella, pero ella estaba segura de que él era la persona con la que ella quería estar el resto de su vida y quería a una madre a quien contárselo.
Cuando en aquél pasillo Jesse había sugerido buscar a su madre, supo que estaba enamorada de él. Aquél maravilloso chico quería ayudarle a conseguir su sueño, el mismo chico que le aseguraba que había regresado por ella, Rachel supo que no necesitaba a nadie más. Por primera vez en su vida, sintió que su vida era completamente perfecta, con o sin madre. Aquél vacío en su pecho se llenaba con infinita felicidad y amor.
Siendo honesta, jamás creyó que encontraría tan pronto una pista sobre su madre, incluso había hecho una investigación sobre Patti Lupone y Bernardette Peters como sus posibles madres en un momento desesperado de evadir la realidad. Tenía miedo, estaba tan cerca de cumplir su sueño y no estaba muy segura de estar lista para ello. Le asustaba pensar que todas sus fantasías sobre esa madre cariñosa y talentosa no fueran más que eso, fantasías. Descubrir que su madre sólo lo había hecho por dinero y que no había sentido dolor alguno al entregarle.
El decir que temía que fuera mejor cantante que ella no había sido más que otra más de sus excusas para aplazar lo inevitable. Sabía que al escuchar su voz no pararía hasta encontrarla, llevando todo el asunto hasta las últimas consecuencias, corriendo el riesgo de romper su propio corazón en el camino. Su madre había grabado esa cinta quince años antes, tal vez ya había creado su propia familia, tal vez tendría hijos que ella había criado y no había más espacio en su vida para Rachel.
No podía dejar de pensar en eso mientras distraídamente cepillaba su cabello una y otra vez en su pequeño baño. Jesse no había vuelto a tocar el tema desde la tarde anterior cuando ella le había dicho que no estaba lista y él respetaba su decisión, una razón más para amarle con locura tal como lo hacía.
Suspiro, tenía que tomar una decisión. No escuchar aquella cinta y destruirla dejando todo eso atrás, siguiendo con su vida de la manera en que hasta ahora lo había hecho o escucharla y buscar a su madre. Necesitaba considerar a sus padres, preguntarles por qué nunca le habían entregado la cinta y consultar su opinión sobre si debía escucharla o no. No quería lastimarles, no quería que pensaran que no eran lo suficiente para ella porque lo eran, ellos dos eran más de lo que Rachel podría pedir y los amaba con todo su corazón. Agradecía todos los días por tenerles en su vida y debía hacérselos saber antes que nada.
Era el momento de la verdad, por fin tenía claro lo qué debía hacer. En cuanto sus padres llegaran a casa, les hablaría con la verdad, les enseñaría la cinta y los tres tomarían una decisión como siempre lo habían hecho.
Al abrir la puerta, le sorprendió encontrar a su novio frente a su grabadora, colocando la cinta dentro. Claro, sabía que él tenía llave porque ella misma se la había otorgado en caso de emergencia o en caso de que ella estuviera grabando sus videos diarios de MySpace con la música en un volumen alto y no alcanzara a escuchar el timbre de la puerta pero no esperaba verle ahí a punto de echar a correr la cinta de su madre.
- Jesse, ¿qué haces aquí? - No entendía lo qué sucedía, estaba segura de que él respetaba el que ella no estuviera lista para escuchar la cinta.
- Necesitamos hablar. - Aseguró Jesse acercándose a ella, tomando con suavidad las pequeñas manos de su novia. - Necesito que escuches todo lo que tengo que decir sin interrumpirme, porque si no me permites terminar y comienzas a sacar tus propias conclusiones pueden haber consecuencias, consecuencias de vida o muerte. - admitió imitando las palabras que ella había usado en el auditorio de Carmel High, cuando ambos habían decidido guardar su relación en secreto.
Aquello asustó a Rachel, ¿es que acaso Jesse ya no quería estar con ella? ¿Regresaría a Vocal Adrenaline? Pero eso no tenía nada que ver con la cinta de su madre. Rachel no podía perder a Jesse, no en aquellos momentos cuando le necesitaba más, ella no era lo suficientemente fuerte para lidiar con lo de su madre sola. Necesitaba a Jesse, necesitaba que le mirara con sus bellos ojos verdes, asegurándole que todo estaría bien siempre y cuando estuvieran juntos.
- ¿Fue algo qué hice? - preguntó la castaña en casi un susurro. - ¿Es porque no quise escuchar la cinta? - Jesse le había perdonado lo de ‘Run, Joey, Run’, asegurándole que él había regresado a hacer todos sus sueños realidad, ¿y qué había hecho ella? Se había arrepentido, alejándole, negándose a aceptar la ayuda y el apoyo que él le ofrecía. La verdad es que no debía de sentirse sorprendida si ahora Jesse quería dejarle. Ella misma, una vez más, lo había provocado.
Esas preguntas rompieron su corazón, ¿cómo era posible que una chica tan maravillosa como Rachel tuviera tantas inseguridades? Escapaba de su comprensión la lógica de la menor de siempre echarse la culpa cuando las cosas salían mal, como si ella misma provocara todo. Jesse culpaba a Finn por arrancarle el corazón y pisotearlo una y otra vez. Culpaba a Kurt y Mercedes por esos estúpidos celos hacia su novia, la necesidad del par por hacerla sentir inferior. Culpaba a Quinn por sus insultos y a Puck por sus ataques. Culpaba al Sr. Schue por siempre tratar de hacer a un lado a Rachel aún sabiendo que es la persona más talentosa que poseen en su Club Glee. Culpaba a todos y cada uno de los integrantes de New Directions porque todos, en alguna ocasión, lastimaron a Rachel y la habían convertido en esa pequeña niña llena de dudas e inseguridades. En esa chica que necesitaba hacer un ridículo video pasando por encima sobre su novio sólo para arruinar su reputación y ser popular. En esa chica que quería cambiar y dejar de ser fiel a si misma sólo para ser aceptada, para tener amigos, para ser parte de un grupo que le rechazaba sin razón alguna.
- No, Rachel, tú… tú eres perfecta. - Admitió tomando la pequeña figura de Rachel entre sus brazos. No mentía, para él, su novia era perfecta en todas las maneras posibles. Su manía de tener el control de todo, de planear las cosas, de ser la mejor, su intensa personalidad y esa contagiosa pasión con la que hacía las cosas. La manera se mordía el labio al estar nerviosa, de siempre tratar de animar a los demás con una sonrisa y esa maravillosa necesidad de tener aunque fuera el mínimo contacto físico con él.
Rachel sonrió ante esas palabras, cerrando los ojos mientras acomodaba su cabeza contra el pecho de Jesse, aspirando ese aroma tan característico del chico. Un aroma entre loción, jabón y masculinidad. En ese momento, con los fuertes brazos de su novio alrededor de su cintura, escuchando el melodioso latir de su corazón, Rachel se encontraba en casa. Ese era el lugar perfecto donde quería pasar toda la vida. Nunca se había sentido tan cómoda en su propia piel como se sentía cuando se encontraba con Jesse.
No necesitaban palabras para expresar lo que ambos sentían en esos momentos, sólo se necesitaban uno al otro para estar bien. Para saber que no importaba lo que estuviera mal en el mundo, ellos siempre encontrarían un pequeño paraíso en la compañía del otro. Si Jesse pudiera alargar ese momento para que durara una eternidad, lo haría, porque estaba seguro que al contarle la verdad a Rachel corría, el gran riesgo de que ella terminara odiándole. Trataba de saborear el momento, de grabar en su memoria el calor que el cuerpo de la castaña desprendía, de jamás olvidar aquél dulce aroma a fresas que aspiraba de su cabello, la suave respiración de Rachel contra su brazo y las delicadas manos que se aferraban a su camisa.
Pero el chico sabía que debía hacerlo, no podía seguir aplazando la verdadera razón por la que estaba ahí. Muy a su pesar, se separo de la menor mirándole directamente a los ojos haciendo que su corazón comenzara a latir con más fuerza. Aquella mirada en los ojos de su novia era de infinito amor, adoración, y sintió un gran peso en el pecho al saber que, luego de su confesión, probablemente nunca volvería a verle.
- Lo siento, Rachel, pero necesito que sepas antes que nada que todo lo que hice fueron con buenas intenciones. Jamás intenté destruir a New Directions o lastimarte, lo único que he buscado ha sido tu bienestar. - Comenzó tratando de ignorar la expresión de confusión en el rostro de la castaña pero necesitaba aclarar eso antes de cualquier otra cosa.
- ¿De qué hablas, Jesse? - Preguntó Rachel alejándose del chico, en un instinto de protegerse al sentir la sangre helarse y su corazón aumentar el ritmo.
- Creo que lo mejor sería que te sentaras.
- No, lo que sea que vayas a decir, dilo de una vez. - No quería perder el control, no quería hacer un drama y molestar a Jesse por lo que podía ser cualquier cosa pero no podía evitar tener un mal presentimiento de que algo estaba terriblemente mal.
- Rachel… - Suspiró. Sabía que sería difícil y se había preparado para ello pero ahora que se encontraba frente a su novia observando como se alejaba de él, como comenzaba a cerrarse, un sentimiento de culpa y tristeza inundo todo su ser. - Cuando nos encontramos en la tienda de música fue una casualidad, es uno de mis lugares favoritos y suelo ir cuando necesito aclarar mis ideas. De hecho, estaba buscando la manera de fingir un encuentro fortuito contigo cuando apareciste por la puerta tú solita. - Jesse recordaba aquel momento como si hubiese sido ayer, ver entrar a Rachel por la puerta le pareció una intervención divina. Aunque seguramente su amiga Giselle, pragmática incurable, hubiera opinado que, como siempre, todos los cabrones tienen suerte.
Rachel sintió como si su habitación se hubiera quedado sin aire de repente y las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos. Todos se lo habían advertido pero ella no los había escuchado, le habían dicho que Jesse sólo quería destruir New Directions pero ella había decidido confiar ciegamente en que Jesse estaba interesado en ella de verdad.
El castaño notó inmediatamente y supuso la clase de pensamientos que debían estar pasando por la mente de su novia. Se apresuró ha acercarse a ella pero la chica dio un paso hacia atrás, negando cualquier tipo de contacto con él mientras cruzaba los brazos sobre su abdomen.
- No, Rachel, lo que sea que estés pensando, no es así. Yo no te busqué con la intención de destruir a la competencia, fueron otras razones y debes escucharme antes de saltar a tus alocadas conclusiones. Te lo pedí antes de comenzar. - Se atrevió a dar otro paso hacia ella y estiró el brazo tocando con suavidad la cadera de la castaña. - Tienes que confiar en mi. - Sabía que era una petición egoísta, pero necesitaba que su novia tuviera confianza en él, confianza en ellos.
La chica no tuvo fuerza suficiente para negar ese contacto, no podía alejar a Jesse sin lastimarse a ella misma, comenzaba a creer que le era biológicamente imposible estar sin él. Sin embargo, su mirada se encontraba en el suelo, no quería verle a los ojos para descubrir que todo había sido una ilusión. Quería confiar, necesitaba confiar porque moriría si era verdad que Jesse sólo le había estado usando todo ese tiempo. Que cada beso, cada caricia, cada palabra habían sido mentira, parte de un plan, de una estrategia de guerra.
Inhaló profundamente, tratando de pensar en la mejor manera de proseguir con su confesión. Debía ser cuidadoso y elegir las palabras correctas, un pequeño error y perdería a Rachel. Observó el rostro de su novia, era tan parecida a Shelby, realmente los genes eran algo maravilloso. Podía apostar lo que fuera a que Rachel era la viva imagen de los años adolescentes de su mentora.
- La Srta. Corcoran me pidió que le acompañara a las Seccionales de Lima, es algo que hacemos, no es que vayamos de espías porque no es así como en Vocal Adrenaline hacemos las cosas. Sólo queremos observar a la competencia, saber a lo que nos podríamos enfrentar. - Retomó su confesión sabiendo que cada vez se acercaba al momento crucial, al momento que definiría todo en lo que había estado trabajando ese últimos meses. - La verdad es que ninguno de los dos Clubes Glee que se habían presentado hasta ese momento podrían llegar a ser competencia para Vocal Adrenaline pero entonces saliste tú, cantando con todo lo que eres. - Sonrió un poco ante ese recuerdo. - Te veías hermosa bajo ese reflector, aunque no lo necesitabas, irradiabas tu propia luz… - acercó el pequeño cuerpo de la castaña hacia el suyo. - … como una verdadera estrella.
La castaña no pudo reprimir un sollozo al escuchar esas palabras. Jesse era perfecto, siempre sabía lo que tenía qué decir para hacerla sentir como la persona más especial e importante de todo el universo. Su corazón parecía estar en un maratón de lo rápido que andaba y sentía que en cualquier momento se le saldría del pecho. Una parte de ella no quería seguir escuchando, prefería vivir en la negación y en los brazos de Jesse que saber la verdad y tener que dejarle ir.
Al chico se le hizo un nudo en la garganta al escuchar aquél sollozo escapar de los labios de Rachel, lo que menos quería lastimarla pero era algo imposible, lo único que podía hacer era decir la verdad de la manera más clara que pudiera, acabando con las mentiras y las secretos que los habían rodeado desde un principio.
- Me tenías hipnotizado, no podía dejar de observarte. Desde el momento en que entraste, supe que jamás tendría ojos para nadie más. Pero, en medio de aquél aturdimiento, no noté que a mi lado la Srta. Corcoran tenía una reacción a ti muy diferente a la mía.
Eso confundió a Rachel y, con precaución, alzó la mirada conectando sus ojos con los de Jesse. Estaban hablando de ellos, de su relación, ¿qué tenía que ver la entrenadora de Vocal Adrenaline en eso si su plan jamás había sido destruir New Directions?
- N-no lo entiendo, Jesse, ¿qué tratas de decir? - Trató de mantenerse tranquila pero su voz la traicionó. Tenía miedo, no sabía qué sucedía ni lo que Jesse quería decir. No les gustaba la dirección de las palabras de su novio, primero hablando de su relación y luego de la Srta. Corcoran, sin mencionar que primero aclaró que no tenía nada que ver con su inevitable competencia en las Regionales.
Dejo la cadera de su novia para tomar una de sus manos y llevarle a la cama para que ambos se sentaran. ¿Cómo le dices a tu novia que la madre que ha extrañado toda la vida es ni más ni menos tú mentora y que llevas meses sabiéndolo? Al principio él no había tenido dudas, su entrenadora lo pedía y él era un gran actor pero ahora pensaba que debieron de haber otras maneras que no involucraran sentimientos tan fuertes como los que él sentía por Rachel. No se arrepentía de haberla conocido, de estar con ella, esos meses habían sido los más felices de toda su vida. Jamás se había sentido tan libre con una persona que no fueran sus amigos de Vocal Adrenaline o Shelby, era como si por fin hubiera encontrado la pieza faltante en su vida y le estaba matando el lastimarla.
- Rachel, yo no soy un espía, nunca fui un espía. - Soltó sin más preámbulos, era ahora o nunca. - Soy un mensajero, me mandaron a entregarte la cinta.
- Pero esa cinta era de mi madre, Jesse, estaba en la caja. - No podía ser posible que él le entregara la cinta cuando le habían encontrado en las cajas que habían estado en el sótano de su casa, Jesse nunca había estado allí.
- No estaba en la caja, estaba en mi bolsillo. Cuando te distrajiste con la caja que tú revisabas, yo le metí para fingir que le había encontrado y así tú la escucharas. - Explicó mientras se acercaba a ella pero Rachel se levantó alejándose.
- No, tú no pudiste hacerme eso. No, tú no. - Sentía como si algo le oprimiera le pecho impidiéndole respirar, como si todo lo que alguna vez había conocido se caía a pedazos sin poderlo detener. Había sido un truco de Jesse y su entrenadora para lastimarla antes de las Regionales. - ¡Ustedes jugaron conmigo! ¡Con mis sentimientos! ¿Cómo pudiste? ¡Te confesé que extrañaba a mi madre y lo usaste en mi contra! - No le importaba gritar, ni le importaba quién le escuchara. Se sentía traicionada, utilizaba, claramente podía escuchar como se rompía su corazón.
- No, Rachel, nada de esto fue un juego. - Se levantó acercándose a ella sin permitirle huir mientras la tomaba de los brazos. - Esa cinta es de tu madre, Rachel, yo sólo fui el mensajero. Yo debía entregarte esa cinta, tú debes escucharla. Lo que trato de decirte, amor, es que la Srta. Corcoran es tu madre.
- No juegues con eso, Jesse, no lo hagas. - Advirtió la castaña con lágrimas cayendo por sus ojos.
- Lo siento, Rach, debí decírtelo antes y lo sé pero necesito que entiendas que jamás quise lastimarte. Tu ma… Shel… la Srta. Corcoran me lo pidió y no me podía negar, lo sabes. Yo te he contado lo mucho que ella me ha apoyado, tú sabes sobre mi inexistente relación con mis padres, Shelby es quién me ha brindado apoyo incondicional en estos últimos años, yo sólo trataba de hacer lo mismo por ella. - Se sintió impotente al ver el dolor de Rachel, el no poder hacer nada para detenerlo aún quedando mucho por explicar.
La chica no podía hablar, el llanto no se lo permitía. Por fin sabía quién era su madre y estaba mucho más cerca de lo que jamás llegó a imaginar. Todo era confuso, no entendía muy bien lo qué estaba pasando. Moría de sed y no sabía qué sentir, qué pensar, sólo quería acurrucarse en su cama y llorar hasta secarse. Jesse la abrazó, queriendo aliviar un poco el dolor que la chica estaba sintiendo. Su corazón se rompía con cada lágrima, con cada sollozo. Pero Rachel comenzó a forcejear para liberarse del abrazo, no le quería cerca. No le importaban las intenciones buenas o malas, le había mentido sobre su madre, había pretendido ayudarle a encontrarla cuando lo había sabido todo el tiempo dónde se encontraba.
- Rachel, no lo hagas, no me alejes. - Suplicó mientras la abrazaba contra su pecho sin mucha fuerza para no lastimarla pero la suficiente para que no se escapara.
La chica se rindió permitiendo el consuelo, llorando en el pecho de Jesse. Había muchas cosas que explicar, necesitaba saber más pero en esos momentos lo que necesitaba era llorar en los brazos del chico que amaba, quien le había mentido, pero ella le amaba. Jesse comenzó ha acariciar el cabello de Rachel tratando de tranquilizarla mientras sentía su camisa mojarse con las lágrimas de la menor, necesitaba hacerle saber que estaba ahí no importaba qué y que sentía mucho el dolor que le estaba haciendo pasar.
No supo cuánto tiempo estuvo llorando en los brazos de Jesse cuando recordó que sus padres no tardaban en llegar y se separó de su novio, limpiando las lágrimas de su rostro.
- Debes irte, necesito estar sola, pensar todo esto. - Inhalaba y exhalaba tratando de regular su respiración y calmar las lágrimas, lo que menos necesitaba era preocupar a sus padres.
No quería dejarle en ese estado pero entendía que Rachel necesitaba su espacio. Además, necesitaba hacerle saber a Shelby lo sucedido.
- Tendré mi celular conmigo todo el tiempo, no dudes en llamarme si necesitas algo. - Le dejo en claro, él aún era su novio, o al menos eso esperaba.
- Estaré bien, sólo necesito estar sola. - No quería comportarse así con Jesse pero en esos momentos no lo quería a su lado, lo amaba pero él le había mentido y ella no sabía si sería capaz de perdonarle.
Jesse asintió caminando hacia la grabadora para echar a correr la cinta.
- ¡No! ¿Qué haces? Te dije que no estaba lista. - Sabía quién era su madre, pero no estaba lista para escuchar su voz.
- Sí, lo estás. - Se acercó de nueva cuenta a la chica y le besó suavemente los labios esperando que no le rechazara, saboreando lo que podría ser su último beso. Se separó con lentitud sin realmente querer hacerlo y le acarició la mejilla. - Nunca mentí sobre mis sentimientos hacía ti. Cuando te invité a salir esa tarde luego de cantar ‘Hello’ contigo, no tuvo nada que ver con Shelby. - Le aseguró antes de alejarse.
La castaña le siguió con la mirada cuando él caminó hacia el escritorio y le miró una vez más.
- Estoy enamorado de ti, Rach, esa es mi única verdad aquí. - Encendió la grabadora, la suaves notas iniciales de ‘I Dreamed A Dream’ sonaron por toda la habitación.
Sin nada más qué hacer ahí, miró a su novia una última vez antes de salir de la habitación, antes de salir de la vida de Rachel Berry.
Aquellas eran las palabras que tanto había esperado escuchar salir de los labios de su novio, sin embargo, en ese momento no le pudieron causar la felicidad que deberían. La voz de una mujer la sacó de sus pensamientos, provocando que su corazón diera un vuelco.
- Hola, cariño, es tu mamá. Creo que esto prácticamente lo dice todo.
Rachel se sentó en el sofá cercano a la puerta de su baño, con nuevas lágrimas viajando por sus mejillas. Su madre comenzó a cantar con la voz más hermosa que Rachel nunca antes había escuchado, haciéndole sentir segura. Sin darse cuenta, comenzó a cantar a la par de su madre, mezclando sus voces como tantas veces soñó. La canción terminó y los sollozos no se hicieron esperar, sintiéndose más sola que nunca.
Could we pretend that airplanes
In the night sky
Are like shooting stars?
I could really use a wish right now