mi regalo del amigo invisible 2013 . Gracias Galehot

Feb 03, 2014 17:21



Aqui os dejo el regalo que me hizo galehot, muchisimas gracias, me gustó mucho .

Título: Uno de los nuestros.

Autora: galehot

Fanwork: Fic

Advertencias: Angst. Romance.

Situado: Post 513.

Palabras: 1.007

Para suso65

Justin se dio cuenta de que le seguían, exactamente dos días después de que se encontrara con Chris Hobbs en una de las salas para fumadores del aeropuerto de Pittsburgh.

El encuentro pareció ser tenso para ambos. Justin dio dos caladas a su cigarrillo y lo medio apagó contra el gran cenicero antes de mirarle con el ceño fruncido y largarse, dejando atrás el cigarro aún humeante. Hobbs por su parte se pegó contra una de las paredes y tuvo que pedir fuego porque parecía no poder encender su mechero.

Y desde entonces; una figura que le miraba entre la gente, una sombra que se mantenía persistente en las esquinas hasta que él lograba entrar en algún lugar concurrido, unos pasos que amenazaban peligrosamente con acercarse….

Mientras le contaba a Brian lo sucedido-cuarenta y ocho horas más tarde- cayó en la cuenta que podía haberle relatado a Hobbs la genial vida que, no gracias a él, tenía ahora mismo.

“¿Te dijo algo? ¿Intentó acercarse?”

Justin negó. Brian entendió, por fin, el extraño comportamiento con el que Justin había llegado de Nueva York; la respiración pesada al dormir, las pocas horas de sueño, lo temeroso y asustadizo de su respuesta ante el timbre de la puerta o el teléfono.

“Estoy bien, Brian. Sólo quería contártelo, nada más. Tengo que relajarme y olvidarlo. Estoy bien.”

Como en todas las ocasiones en que Justin dejaba caer dos veces en la misma frase ese ‘estoy bien’, Brian supo que aquello realmente le preocupaba y que por nada del mundo Justin iba a dejarle inmiscuirse en el asunto.

Para no pasar tanto tiempo solo en el estudio o en el loft después de acabar su jornada de profesor en PIFA, Justin aceptó la petición de Debb para echarle una mano en el diner durante la semana del Orgullo. “Por los viejos tiempos, Sunshine.” Le había pedido ella sin dejar de masticar sonoramente su chicle.

Era jueves, y faltaban doce minutos para las doce cuando Deb le envió a casa. La última manzana hasta el portal del loft Justin la hizo corriendo, mirando por encima de su hombro cada cuatro zancadas y sintiendo cómo el aire frio de la noche entraba torpemente por su boca, le llenaba los pulmones y secaba la garganta.

“Está bien, está bien, cálmate.”

“Me estoy volviendo loco, joder.”

Brian cogió el teléfono a la vez que le servía una copa de beam.

“Llamaré a Warren.”

“No, Brian, no quiero que tu gente se meta en esto.”

Suspiro de Brian. “Vale…” dijo colgando para volver a marcar. “Llamaré a Carl, que averigüe lo que pueda.”

“Tampoco, no quiero preocupar a nadie.”

“¿Pretendes que me quede de brazos cruzados?”

Suspiro de Justin. “Déjame arreglarlo, a mi manera.”

Justin estuvo irascible y suspicaz con Brian durante la semana siguiente prohibiéndole tajantemente que le llevara al diner, recogiera de PIFA o llamara cada veinte minutos nunca más- si quería volver a tener sexo con él. Brian, por supuesto, dejó de insistir.

Disfrutaron de una alocada y sugerente noche en Babylon en la que el éxtasis les ayudó a olvidar el mundo y a centrarse en la música, los cuerpos musculados y los dragones verdes -azul estanque en opinión de Justin que -sobrevolaban la pista.

Los dos escucharon los ruidos en el callejón cuando iban de camino a buscar un taxi. Los dos vieron las sombras que se detenían si ellos lo hacían y los dos oyeron perfectamente el sonido del bate contra el suelo mientras corrían hacia la calle principal.

Deb les servía dos cafés bien cargados y Carl les rellenaba los vasos de agua mientras hablaban torpemente entre bostezos y sorbos de expreso.

“Sólo digo que en vuestro estado la mente ha podido jugaros una mala pasada.” Dijo Carl.

“No ha sido la primera vez, Carl.”

“Deb, ¿cómo sabes eso?”

Deb miró aturdida a Brian y por la mirada de éste supo que no podría arreglar aquel entuerto con otra mentira.

“Yo se lo conté.”

“Te dije que no quería preocupar a nadie.” Dijo Justin con enfado.

“Cariño, no deberías enfadarte, todo lo que hizo fue para protegerte, porque estaba preocupado.”

Justin dio un largo trago a su café. “¿Qué hiciste?” le preguntó a Brian suspicaz.

Suspiro de Brian. “Contraté a alguien para que te siguiera.”

“¡¿Qué?!”

“Estabas atemorizado después de lo del aeropuerto ¿Qué esperabas que hiciera?”

“Joder Brian.”

“Pero les despedí cuando te diste cuenta que te seguían. Par de gilipollas…”

“O sea que contrataste a alguien para protegerme y acabé por creer que me seguían de verdad ¿es eso?”

“De verdad te seguían.” Apuntilló Carl.

“¿Hobbs me seguía?”

“No, hice que dos de mis muchachos te siguieran cuando Brian despidió a esos capullos.” Miró a Brian negando. “Boinas verdes, hay que dejar el trabajo serio a profesionales.” Y levantó su taza de café.

“Unos cuerpos magníficos.” Dijo Brian chocando la taza de Carl. “Los boinas verdes también.” Dijo sonriendo.

Suspiro de Justin. “¿Y Hobbs?”

Carl negó. “En Abu Dabbi. Lleva allí cuatro años, vino para liquidar una propiedad que tenía en las afueras, sólo estuvo en Pittsburgh unas horas. Fue mala suerte que le encontraras.”

Justin suspiró cerrando los ojos.

“Bueno…” dijo Deb palmeando la mesa con ambas manos. “Ahora que todo está aclarado creo que deberíamos irnos a descansar.” Dijo mirando de soslayo el reloj del horno que marcaba las cuatro menos veintiún minutos de la madrugada.

“Siento la hora.” Se despidió Brian dándole un beso “Gracias, madre.” Susurró guiñándole un ojo por la colaboración de Deb al pedirle una innecesaria ayuda a Justin con el diner. “Carl, te quiero.” Dijo haciendo un saludo militar.

Carl negó sonriendo.

En el loft:

Brian podía sentir la media sonrisa en la cara de Justin y éste el fastidio que irradiaba el cuerpo de Brian por haber sido pillado.

“¿Fuiste tú quien me siguió hasta PIFA después de que te contara lo de Hobbs?”

Suspiro de Brian.

“No hagas de eso una declaración de amor, vale. Acabo de beberme esa bazofia de café de Deb, estoy a nada de vomitar.”

Fin.

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