Jan 02, 2008 18:42
Saliéndome de los vicios -aunque he escrito realmente muy pocos para el tiempo que llevo con ellos xD-, he aquí un pequeño drabble que escribí hace un rato. Nació la idea de una simple palabra, y la plasmé en un papel -a decir verdad, en un teclado-. Es algo deprimente, pero espero que les guste.
Dolor
Siempre imaginó que era sólo una palabra, un mero reflejo de aquellos que, absortos en sus vivencias urbanas, intentaban poner énfasis en algún sentimiento fuera de lo común, y así salirse un poco de los esquemas.
Siempre pensó que era un enemigo invisible, una metáfora. Quizá una hipérbole.
Qué pensamientos, ¿no?
Ahora, escondida en las penumbras de una región sin nombre -porque nada tenía nombre para ella en aquellos momentos-, sentía aquél enemigo como una catastrófica realidad.
Punzante realidad.
Cotidiana.
Sádica.
Quizá había tenido razón alguna vez pensando que el dolor era consuelo de muchos. Quizá en verdad era una complacencia, una utopía rastrera. Pero en aquel momento lo que ella menos quería era arrastrase compadeciéndose de su suerte, mientras un espasmo de placer sacudía su rostro con cada lágrima que expulsaba de su cuerpo. Ella no quería sentirse así, no quería consolarse. Lo que le sucedía era simplemente el morir. El dolor, como la cosa más real que había experimentado nunca.
Más real que aquella soda que disfrutaba al ingerir.
Más real que aquel humo del cigarro destructivo que le robaba un trozo de pulmón cada día.
Le dolía en los labios. En las manos. En el cuello, y hasta en el hígado -¿cuántas copas de más había tenido que soportar el pobre?-. En síntesis, su esencia temblaba de dolor. Le dolían los oídos por aquellas palabras que había escuchado, aquellas promesas que no se habían cumplido.
Cuando termine mi carrera, te regalaré unos de diamantes... le había dicho, ante la pérdida de uno de sus aretes en un lapso desenfrenado de pasión.
¿Diamantes, dices?
Y sonríes.
No necesitas aretes de diamantes. Pero te vendría bien un corazón. Uno inmune a daños y golpizas, uno construido especialmente para ti a partir de aquella piedra dura, delicia de muchos.
¿Qué es el dolor? El dolor es el morir. Es dolor son las lágrimas que no paran de brotar, que forman ríos, lagos, y océanos. Te ahogas en ellos, preguntándote si la penuria acabará algún día, y luego te das cuenta que así es la vida, imperfecta, martirizante, empírica.
Te gustaría que no fuera así... te gustaría vivir siempre en la dulce esencia de la alegría... pero sería como pedirle a Voltaire que aceptase la reforma de Lutero, o pedirle a Lutero que leyese La Enciclopedia de Diderot, o pedirle a Diderot que se doblegase ante el absolutismo que plantea Hobbes, o pedirle a Hobbes que colaborase con las ideas políticas de Russeau, quien comparte ideales ilustrados con Voltaire, y así sigue un círculo sin fin, cuyos sucesos sólo van a parar a ser una alejada metáfora de lo que sería pedirle al mundo una vida plena y sin desgracias.
Contemplas el cielo gris de aquello a lo que llaman mundo, y piensas. ¿Es concebible tanto dolor dentro de un cuerpo por una causa que, además de tener nombre, lleva pantalones? ¿Es concebible un sentimiento que hace que la sangre se te ponga espesa, que se bloqueen bronquios y bronquíolos, y que hace que la sangre circule lento y que te duela el respirar? - aunque quizá el culpable de eso sea el tabaco - ¿Es concebible un sentimiento que te haga perder el juicio, que te transforme en una idiota, sumisa, clemente, y que cambie tu corazón fuerte y decidido por un manojo de tejidos sufrientes y cándidos? ¿Es concebible aquel sentimiento al que se llama comúnmente dolor?
Sí, te respondes. Es concebible.