Jan 14, 2011 21:06
Sabía que, el principal problema, era esa tendencia a descomponer primero las cosas como si fuesen pequeñas piezas de puzzle para luego colocarlas más o menos a su antojo, aunque con ello deformara el dibujo general.
El malestar se lo creaba a sí misma, cierto, pero eso no dejaba de hacer que fuese un malestar real y jodido, muy jodido. Intentaba descomponer otra vez las pequeñas piezas hasta volverlas algo casi microscópico y, esta vez, se prometía colocarlas como debía para que el dibujo fuese igual que el de la caja. Obviamente, no lo conseguía, así que empezaba una vez más con el proceso.
Un día se dio cuenta de que las piezas no daban más de sí: era imposible descomponerlas más de lo que ya lo había hecho. Intento borrar el dibujo para poder pintar encima y hacer que, de una vez por todas, fuera como el de la caja, pero tampoco pudo hacerlo. Así que, finalmente, decidió amoldarse ella al nuevo dibujo: olvidar todas las cosas que de verdad habían pasado para que pudiesen encajar en aquello que había creado y ponerle un nombre bonito a su malestar, pensando que así, quizás, quemase menos.