Esta mañana me he levantado con el sonido de la lluvia...caía un chaparrón, de hecho. Me ha encantado. Como soy bastante típica, pensé en libros y en encender velas. Bajé a la cocina, me preparé el desayuno y tuve el gustazo de tomar café y leer mientras llovía. Durante ese rato pensé que era un día de esos en los que parecía que podía pasar cualquier cosa, y aunque después no pasase nada, merecía la pena sólo por la expectación.
Después del desayuno dejó de llover y salió el Sol, así que hoy va a ser otro día más. Tampoco pasa nada, pero ojalá hubiera seguido la lluvia.
No hay nadie en Sevilla en agosto.
(Al menos hoy no tendré que regar.)