Mozoquista en decadencia 6/13

Aug 04, 2008 18:01



Una voz que reconoció como la de Kyo fue lo que le obligo a abrir lentamente los ojos, se sentía mareado pero esto ya no eran efectos del alcohol. “Que bien que hayas llegado Kyo”. Cuando trato de moverse sintió el dolor en sus costillas producto del golpe pero lo peor fue el notar que sus manos estaban inmovilizadas detrás de su cabeza. El pánico se apodero de su alma al ver que su verdugo estaba allí sentado, mirándole sin verle, desvistiendo su cuerpo poco a poco. En ese momento Toshiya se percato de su propia desnudez. ¿Cuanto tiempo había durado inconciente? ¿Dónde estaba Kyo? Miro a su alrededor buscándole pero tan solo se encontró con la oscuridad de su propia habitación. Su cuerpo maltratado yacía sobre su cama y sus manos estaban atadas a la cabecera de esta. La música sonaba fuerte aunque él no había reparado en esta hasta ese momento, era de ahí de donde provenía la voz de Kyo, “soko ni aru kibou no tobira ni wa    ai shita mono subete okiwasure” no había nadie más en esa habitación, estaba solo a merced de su verdugo.

- Toshiya, no me mires con esos ojos… ya has estado atado antes ¿no lo recuerdas?- su voz sonaba tranquila. Se levanto lentamente y se acerco al cuerpo del bajista quien instintivamente se aparto lo más que pudo dada su posición y sus limitaciones.

- Suéltame- Toshiya trataba de esconder su terror, no podía mostrarse débil ante su verdugo- sabes que esto ya termino.

- pero si lo que yo siento va más allá de nuestro trato… va más allá de lo que tu te puedas imaginar…- mientras pronunciaba estas palabras sus frías manos recorrían los brazos del músico, bajando hasta su cuello y su torso desnudo. El poco tiempo que el bajista había durado inconciente le había servido para desvestirlo sin ningún problema y ahora podía observar aquel hermoso cuerpo indefenso.

-pero si esto nunca se trato de sentir! Solo era sexo, nada más… suéltame- por más que intentaba moverse las manos de su verdugo le recorrían cada rincón de su piel y se aproximaban peligrosamente a su sexo dormido.

-nunca se trato de sentir eh…- estas palabras le enfurecían porque el siempre había sentido algo más que la simple atracción física por el bajista. Sus uñas comenzaron a clavarse en la suave piel del bajista dejando un rastro por cada rincón que acariciaba-  ¿es que acaso nunca podrías sentir algo por mi?

-no- el alcohol ya no hacia efecto en su cuerpo dado que la situación de inminente peligro ameritaba el uso correcto de todos sus sentidos y de su cerebro. “quizás si le digo que puedo amarlo me suelte” trataba de razonar aunque aquella incomoda sensación sobre su piel no le ayudaba en nada. No era dolor en el sentido estricto de la palabra ya que su verdugo en varias ocasiones había repetido la misma acción de aruñarle, era más bien la certeza de saber lo que vendría después. Necesitaba escapar- pero si me sueltas….

-¿Quién crees que soy? ¿Un estupido niño? JA! Sabes que no te voy a soltar- sus trucos infantiles solo le enfurecían más y más, el que jugara con él aprovechándose de sus sentimientos… y el ver ese cuerpo allí tendido le daba ganas de devorarlo, de hacerlo suyo.

Acerco sus labios a los brazos inmovilizados del bajista y lentamente recorrió su longitud con la lengua haciendo que el cuerpo del músico se tensara. Lascivamente esa lengua fue recorriendo lenta y cuidadosamente la tersa piel del bajista en contraste con el daño profuso que causaban las uñas de su verdugo.

Poco a poco este fue rotando el cuerpo del inmovilizado esclavo que en un principio se resistía infructuosamente, moviéndose, sacudiéndose gritando a todo pulmón, gritos ahogados por la voz de otro músico de pulmones más potentes. Ahora Toshiya yacía de costado en una posición que le permitía al verdugo acceso a las zonas más intimas de su cuerpo, sus muñecas atadas detrás de su cabeza estaban lastimadas a causa del movimiento y de la posición antinatural a la que habían sido forzadas mientras sus piernas eran inmovilizadas por las fuertes extremidades del pelinegro recostado justo detrás de él. Esta posición le favorecía al bajista en varios sentidos, al menos eso pensaba en un vano intento de ser optimista, ya que a pesar de ser más incomoda y dolorosa al menos así no tendría que ver la cara de quien le propinaba tan malos tratos y de igual forma evitaba el ser besado. Su verdugo también estaba satisfecho ya que podía contemplar la larga espalda del músico y su trasero firme. Con sus manos iba moldeando el musculoso (pero no TAN musculoso) cuerpo de su esclavo, clavándole las uñas en las partes más blandas y besando salvajemente todo lo que se atravesaba en su camino. Toshiya había dejado de moverse. “no llores, no grites… sabes que eso lo excita más…quédate quieto… pronto todo va a terminar” trataba de pensar en infinidad de cosas pero su mente no podía volar lejos de su cuerpo por más que él así lo quisiera. La música repentinamente cambio su tonada… ahora era más densa y reconoció sin ningún esfuerzo esa canción donde por primera vez había utilizado sus dedos al tocar el bajo… entonces no pudo retener las lagrimas. Ahí estaba el maldito destino cazándole, haciéndole pagar todos sus pecados “tu te lo buscaste, tu lo trajiste hasta aquí… tu le enseñaste a jugar contigo….”

El hombre sin duda estaba excitado, lo sentía en su miembro duro clavado en la base de su espalda, en su respiración que se hacia cada vez más agitada y esas lagrimas le excitaban aun más. Con su mano atrapo el sexo de Toshiya y comenzó a masturbarlo con fuerza, apretando un poco más la base, moviéndose a un ritmo frenético que sabía por experiencia era lo que más le gustaba a su esclavo. Aunque este se resistía mentalmente a las certeras caricias su cuerpo había comenzado a reaccionar, su miembro se empezaba a erguir triunfante lo cual no paso desapercibido al verdugo quien comenzó a moverse más rápidamente mientras susurraba palabras ininteligibles. Toshiya tenía sus ojos cerrados tratando de alejarse de allí pero lo único que podía pensar era en la presencia de sus amigos en esa habitación viéndole con ojos indolentes mientras era humillado y ultrajado, su presencia en forma etérea, su presencia en su música… Shinya tocando esa batería, Die acariciando lentamente la guitarra, Kaoru haciéndole el amor a su Ganesa y Kyo cantando con esa dulce voz palabras grotescas, ese mensaje que se le clavaba de a poco en cada rincón de su alma…

Rápidamente, sin ninguna preparación y de una estocada el miembro de su verdugo le penetro ferozmente desgarrando inevitablemente su interior. Sintió un tirón fuerte y como un líquido calido se escurría desde su entrada hasta sus piernas. Le dolía terriblemente pero aquel hombre no espero un segundo a que se acomodara sino en cambio comenzó a moverse desesperadamente sin abandonar el miembro hinchado de Toshiya. Este estaba completamente perdido, suplicando en su mente. Trato entonces de no escuchar esas palabras en la voz de Kyo pero le fue imposible, en su mente ya estaban dibujadas “saa watashi wo okashite ki ga sumu made papa no mono yo…”. Muchas sensaciones se apoderaban de su cuerpo, la desolación, la ira, el dolor, la vergüenza, pero el peor de los martirios reposaba en si mismo más que en las acciones de quien le tenia preso. Quería arrancarse del cuerpo a aquel traidor que disfrutaba las caricias de un monstruo, que se hinchaba, que se erguía palpitante entre los dedos que le sujetaban y amenazaba con derramarse allí mismo.

Las embestidas eran cada vez más profundas y rozaban un punto en su interior que le hacia estremecerse por más que el intentaba evitarlo, a ese ritmo el mismo se traicionaría y se correría en las manos de aquel hombre. Tomándole por sorpresa su verdugo se retiro de su interior de golpe, aun sin haber terminado dejando a un muy sorprendido, aliviado e ilusionado Toshiya. “Se aburrió… termino…”. Pero cuan equivocado estaba. Con igual violencia a la que le había sometido toda la noche el hombre le dio la vuelta y el un ágil movimiento se sentó sobre las caderas del bajista, demasiado cerca de su sexo traidor el cual atrapo con ambas manos para luego introducirlo en su entrada muy lentamente. Toshiya ya no podía controlar las lágrimas y se retorcía infructuosamente tratando de liberarse, de sacar su miembro de allí, no quería darle placer pero aun así eso era lo que hacia. Como deseo el poder continuar como lo hacia la canción… “shinobaseta are wo tsukitate    yatsu no kubisuji fukaku tsuyoku”… pero en cambio las manos de su verdugo le aferraban con fuerza manteniéndolo en su lugar mientras las caderas del pelinegro se movían rápidamente profundizando en cada embestida, gimiendo palabras de amor falsas. El bajista no tardo mucho en correrse muy a su pesar. No había sido un orgasmo, tan solos se había derramado aquel liquido blanquecino pero no había amor, no se había estremecido, solo se sentía terriblemente abandonado y vacío, traicionado y usado. Casi al instante fue el turno del verdugo quien muerto de placer al sentir el semen calido en su interior había gemido como nunca antes y se había derramado sobre el vientre de Toshiya quien parecía muerto, inmóvil sobre las sabanas manchadas. El pelinegro, recuperando el ritmo de su respiración, se inclino aun sin retirase del miembro del bajista y comenzó a lamer juguetonamente su propia esencia. El bajista reacciono al sentir esa húmeda lengua sobre su piel y trato de moverse un poco, de quitarse ese peso que le oprimía el cuerpo.

-         Te gusta eh?- el verdugo había malinterpretado sus movimientos y pensaba que se retorcía de placer.

Levanto su rostro esperando encontrar un rastro de satisfacción en las facciones del músico. Toshiya sin dudarlo un segundo escupió con todas sus fuerzas una mezcla de saliva y sangre que fue a dar justo en la cara de su verdugo. Este se retiro finalmente de su posición, en un rápido movimiento que solo le había tomado unos segundos,  para arremeter contra su esclavo presa de una ira incontrolable. Nunca había sido humillado de esa forma. Se había entregado al peliazul sin pedirle nada a cambio, solo con amor y lo único que pedía era un poco de comprensión pero el maldito bajista solo le había escupido en la cara. Comenzó a golpearle con ímpetu queriendo desfigurar aquel rostro angelical que le había enamorado, deseando acabar con ese cuerpo perfecto que lo incitaba a una lujuria animal, así que lo golpeo hasta que sintió como sus fuerzas le abandonaban. Fue entonces cuando se detuvo y observo el cuerpo inconciente del bajista cubierto en sangre. La rabia le había cegado por lo que no se dio cuenta en que momento Toshiya había dejado de moverse bajo su cuerpo, en que momento habían cesado los gritos angustiados, en que momento el músico había cerrado los ojos en la inconciencia.

No hubo resentimiento, lastima o culpa. Esa noche se había despedido de la poca humanidad que le quedaba y todo era culpa de un músico insensible que había jugado con sus ingenuas intenciones de amar.

Se levanto de la cama como un autómata, se vistió sin limpiar su cuerpo y, sin mirar de nuevo al bajista, se marcho dejándolo allí tendido.

Capitulo 7

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