CARTA A UNA AMIGA

Dec 29, 2006 10:43

Querida Mercé:

Desde que vivo en Gracia te siento cada vez más cerca, y ya no sólo porque pase a diario por La Plaça del Diamant y sienta la necesidad casi física de detener mi caminar para contemplar la estatua de tu Colometa intentando escapar. No, es más que eso.

Ayer tuve que ir a Correos, ¿y sabes dónde está mi sucursal? Haciendo esquina con El carrer de les Camèlies. Me acordé de Cecília Ce y de las tazas de tila de su niñez, pero fui incapaz de sentarme en un café a tomarme una. De pronto me sentí presa de esa melancolía que te impulsa a caminar y caminar sin rumbo fijo, mirando edificios y sonriendo, pensando en nada mientras te subes las solapas del abrigo y te encasquetas el gorro hasta las orejas. Me encanta el invierno.

Cada día, cuando voy a mi trabajo, paso por Sant Gervasi e intento imaginar cuál de todas las viejas casas señoriales de la antigua alta burguesía catalana fue la que te inspiró para crear Mirall Trencat. Y cuando cojo los ferrocarriles para bajar al centro de la ciudad recuerdo aquel viaje de Aloma a Las Ramblas, cuando se topó con la manifestación en Plaça Catalunya, ¿te acuerdas?

Te echo de menos. Os echo de menos a ti y a los escritores del exilio. Echo de menos a Benito (¿sabías que estaba liado con Pardo-Bazán? ¡Qué cosas!) y a Valle-Inclán. Añoro a Bécquer, pero más aún a Hugo y a Byron. Pero lo que más echo de menos es aquella sensación de vivir entre libros, aquel pasarte horas inmersa en su lectura, aquellas conversaciones entre cafés sobre la figura del religioso llevado por la pasión en la literatura del s.XIX. Los congresos en los que los supervivientes de las Brigadas Internacionales alzaban el puño para cantar La Internacional; el descubrir a María Teresa León con aquel "¿Qué tendrán las manos de las mujeres, que nunca están quietas?".

Atravieso un desierto literario. No puedo escribir porque, paradójicamente, vivo de escribir. No puedo leer porque debo dedicar ese tiempo a leer para el trabajo. Creo que he perdido la capacidad de crear, Mercé, y la de disfrutar con las creaciones de otros. Dicen que es por el estrés. Dicen que es por este maldito año. Dicen que es una fase. Pero lo que yo quiero es que me digas que se me pasará, que todos habéis sentido algo parecido, que recuperaré la ilusión por escribir y leer, que no he perdido ese placer, que sólo lo he guardado para un mejor momento, como se reserva para el final el fresón que corona un trozo de pastel.

Porque, si no es así, es que me estoy secando por dentro.

Feliz Año Nuevo, Mercé, estés donde estés.

Tu eterna amiga y admiradora,

S.

literatura

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