Oct 26, 2005 15:46
Ayer fue un día curioso: me despidieron del trabajo.
Vale que al minuto siguiente volvieron a contratarme por tres meses más, pero eso de que te despidan no deja de ser curioso. Te dicen lo contentos que están de tu trabajo y al segundo siguiente te dicen que te despiden. Si al leer la primera línea de este blog os habéis acojonado, imaginad yo cuando me lo dijo mi jefe, que es un cachondo (aka hijo de mujer casquivana). Luego te dan el finiquito, que según cómo suena a tiro de gracia, y lo siguiente es renegociar el contrato. Como la revista no está en su mejor momento de ventas, el aumento que yo pedía no era posible, así que al final, y siempre según mi jefe, será un "ni pa ti, ni pa mí", y supongo que acabará dándome la mitad del aumento que le pedí (y que, debo confesar, no es moco de pavo. Le pedí directamente 300 euros más al mes).
Lo cierto es que, aunque mi jefe es el típico jefe cabrito, tampoco me puedo quejar. ¡Podría ser peor, a juzgar por las ofertas que veo en Infojobs, donde te piden un máster en física nuclear a cambio de 12.000 euros brutos al año! No cobro mal, en la oficina tengo una cocina completa, bebidas y picoteo gratis; voy a todos los estrenos de cine que quiero, me regalan CDs y libros y mi jefe me pregunta cosas como: S., ¿quieres hacer puente? ¡Y lo mejor de todo es que acepta cuando le digo que sí! ¿Cómo voy a negarme a un puente?
Eso sí, aún espero, velitas a Santa Rita incluidas, que El Imperio vuelva a llamarme a sus filas... Al fin y al cabo, sería un importantísimo paso en mi carrera. Mi hermana dice que no debería agobiarme, que aún soy joven y que, normalmente, la gente no encamina totalmente su carrera hasta los 40... ¡¡pero yo no puedo esperar!! No tengo novio ni casa propia, sólo dos gatos y un montón de libros. Y ya que lo único que hago es trabajar, al menos debería intentar hacerme un nombre, ¿no?
¿No?
working girl,
día a día