DESASOSIEGO OTOÑAL
No sé qué me pasa, pero llevo un par de días agobiada, y tan asfixiada por el trabajo que al final no hago nada.
Supongo que todo empezó el sábado, cuando mi madre vino a casa por la tarde para echarme una mano. Yo estaba numerando un cómic, que es el paso previo que hacemos antes de ponernos a traducir. Parece una tontería, pero cuando tienes que numerar tooooooodos los bocadillos de un cómic de 170 páginas, la tontería se convierte en un trabajo de un par de horitas perdidas.
Total, que ahí estaba yo, en el sofá de mi salón mientras mi pobre madre me fregaba los platos. Cuando mi madre hace este tipo de cosas, es decir, aparecer en mi casa con el delantal y los guantes de fregar, me asaltan dos sentimientos puramente contradictorios, a saber:
a) Alivio, porque con el tren de vida que llevo (8 h diarias de trabajo, gimnasio, yoga, inglés, fanzine, clubs de lectura y traducciones free-lance), hay fines de semana que no puedo hacer la limpieza y, cuando se acumula, me pongo muy nerviosa. Por supuesto, esta acumulación suele darse en los fines de semana en los que más trabajo tengo, por lo que un estrés se solapa con el otro y yo acabo gritándole a mis gatos.
b) Culpabilidad, porque mi madre ya tiene 60 años y me parece mucho morro por mi parte que la buena mujer se venga a mi casa a limpiar. Sé que lo hace porque así me ve, charlamos mucho, se distrae y, de paso, siempre se lleva algo de mi casa (esta vez han sido seis libros de la colección de Agatha Christie a la que me he subscrito. Resulta que se han equivocado y me lo han enviado duplicado. Tras avisarlo, me han dicho que no me lo han cobrado y que puedo quedármelos)
Sea como fuere, tenerla por mi casa de fregoteo me llena de ansiedad, así que por lo general acabo aparcando mi trabajo y echando una mano. Lo que se traduce en poca productividad por mi parte, of course.
El domingo me levanté con una idea fija: iba a releerme por última vez el fic que estoy escribiendo para el fanzine y después empezaría la traducción. Craso error. Cuando me releí (por quinta vez) el fic, no me gustó y acabé borrándolo, reescribiéndolo, borrándolo, reescribiéndolo... para cuando hablé con MaC y Nemesis por el Messenger aquella noche yo estaba del fic, del fanzine y de la Rowling hasta las narices, el fic no estaba acabado y yo no quería saber nada de él. Por suerte, mientras hablaba con MaC tuve como una especie de revelación divina, tiré todo lo escrito y lo empecé de nuevo desde otro enfoque. ¡Espero que esta vez me convenza!
Por si el bloqueo como escritora no fuera lo suficientemente desolador, tuvimos problemas con las cañerías en el edificio, una misteriosa fuga que nos tuvo a todos cerrando y abriendo grifos, tirando de la cadena y, básicamente, siendo molestados por un señor que enseñaba la rabadilla y llevaba un palillo en los dientes. La cosa acabó a las 9 de la noche, cuando nos avisaron de que teníamos 10 minutos para ducharnos y llenar cubos porque iban a cerrar el agua de todo el edificio.
Esta mañana a las 8, mientras me preparaba para ir al trabajo, el señor del palillo ha vuelto a llamar a mi puerta, así que digamos que hora y media más tarde, cuando ya llevaba 30 minutos esperando el autobús 14 y llegaba tarde al trabajo, mi nivel de estrés andaba ya por las nubes.
Ahora estoy en el curro y, aunque sólo tengo tres días para cerrar la revista de este mes y tengo tanto trabajo que no sé si lo lograré, soy incapaz de escribir el artículo que me falta. ¡No me concentro! ¿Será el cambio de temperatura y la lluvia? ¿Será que ya he perdido la costumbre de hacer tantas cosas? ¿Me estaré haciendo vieja o es que simplemente hoy no tengo un buen día?
POSDATA: hoy ha llegado a la oficina el catálogo de cestas de Navidad para mi jefe. Mi compañera y yo se lo hemos dejado encima de la mesa abierto por la cesta que nos gusta: una de tres pisos que vale sólo 1000 euros. ^______^ Aunque en realidad tendríamos más que de sobra con una de 30 euros que hay anunciada. A mí nunca me han dado cesta, así que cualquier cosa me haría ilusión, sobre todo que me renovaran el contrato!!
Supongo que todo empezó el sábado, cuando mi madre vino a casa por la tarde para echarme una mano. Yo estaba numerando un cómic, que es el paso previo que hacemos antes de ponernos a traducir. Parece una tontería, pero cuando tienes que numerar tooooooodos los bocadillos de un cómic de 170 páginas, la tontería se convierte en un trabajo de un par de horitas perdidas.
Total, que ahí estaba yo, en el sofá de mi salón mientras mi pobre madre me fregaba los platos. Cuando mi madre hace este tipo de cosas, es decir, aparecer en mi casa con el delantal y los guantes de fregar, me asaltan dos sentimientos puramente contradictorios, a saber:
a) Alivio, porque con el tren de vida que llevo (8 h diarias de trabajo, gimnasio, yoga, inglés, fanzine, clubs de lectura y traducciones free-lance), hay fines de semana que no puedo hacer la limpieza y, cuando se acumula, me pongo muy nerviosa. Por supuesto, esta acumulación suele darse en los fines de semana en los que más trabajo tengo, por lo que un estrés se solapa con el otro y yo acabo gritándole a mis gatos.
b) Culpabilidad, porque mi madre ya tiene 60 años y me parece mucho morro por mi parte que la buena mujer se venga a mi casa a limpiar. Sé que lo hace porque así me ve, charlamos mucho, se distrae y, de paso, siempre se lleva algo de mi casa (esta vez han sido seis libros de la colección de Agatha Christie a la que me he subscrito. Resulta que se han equivocado y me lo han enviado duplicado. Tras avisarlo, me han dicho que no me lo han cobrado y que puedo quedármelos)
Sea como fuere, tenerla por mi casa de fregoteo me llena de ansiedad, así que por lo general acabo aparcando mi trabajo y echando una mano. Lo que se traduce en poca productividad por mi parte, of course.
El domingo me levanté con una idea fija: iba a releerme por última vez el fic que estoy escribiendo para el fanzine y después empezaría la traducción. Craso error. Cuando me releí (por quinta vez) el fic, no me gustó y acabé borrándolo, reescribiéndolo, borrándolo, reescribiéndolo... para cuando hablé con MaC y Nemesis por el Messenger aquella noche yo estaba del fic, del fanzine y de la Rowling hasta las narices, el fic no estaba acabado y yo no quería saber nada de él. Por suerte, mientras hablaba con MaC tuve como una especie de revelación divina, tiré todo lo escrito y lo empecé de nuevo desde otro enfoque. ¡Espero que esta vez me convenza!
Por si el bloqueo como escritora no fuera lo suficientemente desolador, tuvimos problemas con las cañerías en el edificio, una misteriosa fuga que nos tuvo a todos cerrando y abriendo grifos, tirando de la cadena y, básicamente, siendo molestados por un señor que enseñaba la rabadilla y llevaba un palillo en los dientes. La cosa acabó a las 9 de la noche, cuando nos avisaron de que teníamos 10 minutos para ducharnos y llenar cubos porque iban a cerrar el agua de todo el edificio.
Esta mañana a las 8, mientras me preparaba para ir al trabajo, el señor del palillo ha vuelto a llamar a mi puerta, así que digamos que hora y media más tarde, cuando ya llevaba 30 minutos esperando el autobús 14 y llegaba tarde al trabajo, mi nivel de estrés andaba ya por las nubes.
Ahora estoy en el curro y, aunque sólo tengo tres días para cerrar la revista de este mes y tengo tanto trabajo que no sé si lo lograré, soy incapaz de escribir el artículo que me falta. ¡No me concentro! ¿Será el cambio de temperatura y la lluvia? ¿Será que ya he perdido la costumbre de hacer tantas cosas? ¿Me estaré haciendo vieja o es que simplemente hoy no tengo un buen día?
POSDATA: hoy ha llegado a la oficina el catálogo de cestas de Navidad para mi jefe. Mi compañera y yo se lo hemos dejado encima de la mesa abierto por la cesta que nos gusta: una de tres pisos que vale sólo 1000 euros. ^______^ Aunque en realidad tendríamos más que de sobra con una de 30 euros que hay anunciada. A mí nunca me han dado cesta, así que cualquier cosa me haría ilusión, sobre todo que me renovaran el contrato!!