¡¡Feliz cumpleaños
lizzybonesfan !!
Espero que estés pasando un día mágico, en compañía de los tuyos. Y recibiendo gran cantidad de besos y abrazos, iba a decir regalos, pero no hay que ser tan materialista. Había calculado que a estas alturas del mes te podría haber hecho algún presente algo más grande, pero lo siento, llevo dos semanas de locura y hoy ya no puedo dar más de sí con este tema.
Te dejo aquí cuarto y mitad del Día de Piscina IV, que contara con cuatro mini capítulos pero sólo he podido terminar 2, espero de corazón que te guste, porque madre de Dios lo que me esta constando con lo claro que lo tenía yo en la cabeza.
Es diferente a las primeras partes, bastante más normal.
Besotes.
Un día de Piscina IV (Epilogo Booth y Brennan)
Era su tercera cita.
Su tercera “cita oficial“.
A Brennan no le gustaba mucho eso de tener que poner nombre a todo, etiquetas poco validas, para situaciones cotidianas, pero lo estaba llevando bien. Lo de las citas la permitió posicionarse en su nueva situación con tranquilidad.
Booth había sido tan paciente, tan bueno.
Él la había dado todo tipo de opciones cuando fue ella quien le rompió el corazón la primera vez. Y casi un mes después el computo general era tan positivo, que la parecía increíble que la hubiera costado tanto decidirse. Un mes de citas, besos en la puerta, roces casuales de sus manos, llamadas telefónicas infantiles y mariposas en el estomago.
Todo aquello estaba excepcionalmente bien.
No lo aceptaría nunca, aún tenía una fama que mantener (por si acaso venían malos tiempos), pero estaba encantada. Nunca nadie la había cortejado o mostrado tanto interese sincero por ella, aparte, claro, de Booth cuando sólo eran compañeros.
Compañeros.
Cada roce de su mano era una descarga eléctrica y nunca pensó, que eso, ir simplemente agarrados de la mano por el parque podía hacerla sentir tan feliz.
Había perdido tanto tiempo.
¿Cómo podría vivir ahora sin esa sensación de plenitud?
La pregunta se pasaba insistentemente aún por su cabeza, pero en un acto de locura decidió que era mejor perder algo, que haber carecido de ello siempre.
En aquel momento era feliz y no quería renunciar. No podía, no deseaba, no…
Pensaba en el gran dolor que había sufrido al perder a sus padres, pero que sin embargo, aunque racionalmente era absurdo, jamás hubiera prescindido de cada uno de los momentos que vivió junto a ellos.
Querer a Booth era algo bueno.
Le había dejado ser un macho alfa a su gusto y aún no estaba arrepentida.
Booth, por su lado, estaba intentando diferenciar esas citas oficiales, de las otras, de las que no lo eran pero sí, cuando sólo eran compañeros y él tenía que medir sus gestos y sobre todo controlar sus manos, aunque evidentemente nunca las controló demasiado, aunque evidentemente aún las tenía que controlar más de lo deseado.
El trato acordado fue ir despacio, paso a paso, treinta o cuarenta, los años que fuesen… pero un día tras otro, despacio. No quería que a Brennan le volviera a dar un ataque de pánico pensando que no podría, que no merecía ser feliz junto a él. Que lo que en ese momento sentía no duraría más de los 3 años de rigor que oficialmente dura el amor romántico.
No pensaba repetir la explicación científica en su cabeza.
Se negaba.
Ya le dolió bastante tener que escucharla.
Booth no creía eso, no creía que la ciencia pudiera determinar lo que sentía por Brennan. Él sabía que en 30 años seguiría amándola de la misma manera, pero por si acaso la doctora tenía razón, con respecto a ella claro está, deseo darla el regalo de ese primer amor real.
El de reconocimiento.
Él siempre sería su primer amor verdadero y aquello era un honor, aunque prefiriera ser el último. El hombre siempre tuvo en cuenta que sólo hay dos amores verdaderos a lo largo de la vida y él pensaba estar en el cómputo general, eso seguro.
El jueves por la tarde.
Booth la había pasado a recoger a las seis y ya estaba perfecta, como siempre. Sus vestidos cada vez eran más cortos, de eso se había dado cuenta. La había abierto la puerta al salir de su casa, la dejó pasar primero, la colocó la silla en el restaurante y ella simplemente sonrió. Habían ido a cenar, pasearon por el parque camino del teatro y allí estaban, a la puerta de la casa de Brennan. Otra noche más.
Servicio puerta a puerta había dicho Booth.
Brennan volvió a sonreír dentro de su propia tolerancia, pero esa noche esperaba más… algo más. La parecía un poco absurdo con las horas que Booth había pasado en su casa a lo largo de esos años, que ahora se negara a entrar pasadas las 10 de la noche.
Entendía el punto, no era estupida, la parecía absurdo, lo aceptaba como era, pero aquella era su tercera cita.
Y quería más, desde su propio punto de vista había avanzado más que satisfactoriamente en su nueva relación amorosa y monogama. Sin embargo tras el delicado beso de buenas noches, Booth parecía más que dispuesto a irse.
Brennan le sujeto de la chaqueta.
- Pasa - le dijo con dulzura mientras acariciaba su brazo.
- Mejor no - dijo Booth no muy convencido de sus palabras.
- ¿Por qué? - dijo la doctora evidentemente desconcertada, era su tercera cita...
- Es muy tarde.
Brennan sonrió con condescendencia, evidentemente esa escusa no la valía.
- ¿Tienes miedo a querer hacerme el amor? ¿A dejarte llevar por tus impulsos? ¿A que no me guste tu parte de animal irracional y cambié de idea? - lo dijo sin pensar, justamente porque era lo que pensaba, pero intentó que ese Booth desconcertado frente a su puerta lo entendiera - No sería la primera vez que entras a tomar una cerveza a mi casa a estas horas de la noche y más tarde.
Booth sonrió y paro su marcha definitivamente, dándose la vuelta y colocándose frente a ella, la acarició el rostro y le dijo tras una larga respiración.
- Estamos en la fase de ir agarrados de la mano y sentirnos cómodos ante nosotros mismos como algo más que compañeros de trabajo.
- Yo me sentiría cómoda si entraras - dijo la mujer con una de esas sonrisas infantiles que Booth no sabía de dónde salían - Se me van a caducar las cervezas.
Booth sonrió, no lo podía evitar cuando Brennan intentaba bromear y la cosa la salía medianamente bien. Sin embargo aquello no era divertido, intento ponerse un poco serio, aunque la sonrisa y mirada expectante de Brennan no se lo permitían muy bien. Realmente el también deseaba entrar.
- Creí que habíamos quedado en hacer las cosas despacio y bien - Brennan puso morritos-. Andar cada paso. Aprender por el camino. Que tú te sintieras cómoda para que no te diera el pánico de repente.
Brennan sonrió con convencimiento.
- Estoy cómoda - dijo sensual mientras agarraba la corbata de Booth-. De verdad - y rozo su nariz por la barbilla del agente-. Podemos dar el siguiente paso. Creerme. Las veces que quieras.
Booth sonrió ante la insinuación de su compañera.
Sus labios estaban tan cerca.
Él también estaba preparado para el siguiente paso.
Sin apartarse un ápice de su compañera, apoyo sus manos en la puerta, encerrándola entre su cuerpo. Beso su nariz, su mejilla y bajo hasta sus labios. La sonrisa de Brennan era tal que apenas noto el primer contacto de sus labios. La mujer se dejo caer sobre la puerta, mientras Booth saboreaba su boca con delicadeza, dio paso a su lengua por su boca, acepto de buena gana sus caderas pegadas a las suyas y no dejo de suspirar ni un solo momento cuando los labios de su “amante” pasaron a su cuello e incluso a su escote.
Ni se dieron cuenta de que el ascensor se había parado en su planta, ni de que las puertas se estaban abriendo, pero si que se terminaron por dar cuenta de que Rachel estaba frente a ellos sin saber muy bien que hacer. En cuanto todos se percataron de la presencia de todos, la joven corrió y con un leve buenas noches entro en su casa.
Booth noto como sus mejillas se sonrojaban, pero no pudo ver como estaban las de Brennan, quien estaba abriendo de espaldas a él su puerta.
- Segundo paso - dijo dando un beso en la mejilla a Brennan-. Muestras de afecto publicas y compartir nuestra felicidad con los que nos quieren. Nos vemos mañana - y según se alejaba hacia el ascensor que se cerraba dejando a Brennan desconcertada comentó casual - Estoy en paz con mi parte de animal irracional y sé que te va a encantar…
Continuara…