Palabras (Fanfic de CSI. Las Vegas)

Jun 24, 2007 00:09


Hace bastante tiempo que este relato se me escapo de las manos.

Para que os hagais una idea todo comenzó por dar una "explicación" de por qué el muy desalmado de Grissom se iria de Las Vegas sin más, tras años todo feliz con su trabajo y viviendo una relación plena con su joven pupila.

Para que os hagais otra idea, casi todo el relato iba a transcurrir en la Brown University y ha estas alturas, seguramente hubiera estado acabado. Sin embargo, la septima ha sido mucha septima y por aquí andamos. Está en proceso continuo y acepto todo tipo de sugerencias, que eso ya sí, vere si sigo o no.

Os pongo el capitulo anterior, que tal vez ya habreís leido, porque acepté consejo de quienes me dijeron que Gil no se iba a poner a hacer cosas para mayores en unas duchas del departamento de policia. Bueno, estoy de acuerdo, sólo puedo decir que me deje llevar por la emoción de su regreso.

Espero todo tipo de comentarios, eso sí, si son malos con explicación incluida XDDD. Espero que os guste.

Si eres nuev@ por aquí y no has leído el principio y te interesa lo puedes encontrar  aquí.

Contiene spoilers y muchos, a parte no es un relato demasido casto. Aunque con la remodelación para mi, que ya no es NR-17.

El regreso.

5 días después.

Y se hizo la luz.

La Brown University, y en su nombre el Decano, se había enfadado bastante con el Doctor Gilbert Grissom por dejarles tirados pasado mes y medio del semestre, pero la cosa quedo en nada al conseguirles a un buen suplente.

Gil cogió el primer avión que pudo dirección Las Vegas.

Aquel cúmulo de despropósitos ya había durado bastante y en ese momento lo único que quería era estar con Sara. Tenía cosas que decirla, planes que hacer, toda una vida por vivir...

Era raro, pero se sentía feliz.

Del aeropuerto a casa, de casa al Departamento de policía sin apenas parar.

El recibimiento fue estupendo, por que sus chic@s eran los mejores y le hacían sentir bien. Pocas preguntas y una gran bienvenida. Conoció a Keppler, su “sustituto”, parecía agradable, pero lo cierto es que no encontraba a Sara y eso le desagradaba, pero no considero propicio empezar a preguntar por ella.

Aún no.

Así que comenzó a trabajar como si nada.

¡Cómo lo echaba de menos!

Cinco horas después.

Si quieres a alguien, déjalo ir. Si vuelve, siempre fue tuyo. Si no, nunca lo fue.

Sara ni se percató de la nueva presencia en la oficina, llevaba casi todo su turno entre basura, literalmente. Y recientemente había perdido la costumbre, de siempre que pasaba mirar en el interior del despacho de Gil.
Grissom, sin embargo, vio a la joven de lejos, tal vez porque tenía todos sus sentidos puestos en ello. Y salió tan rápido de su despacho, que ni siquiera tuvo tiempo en pensar en más.

- ¡Sara! - dijo el hombre intentando llamar la atención de la joven, antes de que ésta se alejara más, sin tener que correr tras ella.
- ¡Eh! ¡¿Ya has vuelto?! - Sara no sabía si aquella visión era su anhelo o una realidad plausible. Quedaban más de cuatro meses.
- Sí - dijo Gil todo sonriente, al ver lo que había causado en la joven.
- Eh… he estado en.. estuve en… - Sara estaba completamente despistada, no esperaba tener que encontrarse aquella mañana con Gil, no esperaba su regreso, no esperaba esa mirada, no esperaba nada... pero se dio cuenta de que no olía nada bien, así que empezó a andar de reculas, para que él no pudiera recordarla así.
- ¿En un vertedero? - dedujo Gil olisqueando el ambiente.
- Si… salta a la vista, ¿verdad? - dijo la mujer avergonzada sin poder apartar la vista de Gil, que la miraba como lo más hermoso nunca visto - Tienes buen aspecto.
- Bueno… - lo cierto es que su aspecto era lo menos interesante en ese momento - ¿Has puesto el capullo en mi despacho?

Al llegar y encontrarlo allí, Gil se llevó un pequeño disgusto. Su presente había hecho que Sara le llamara, pero no se lo había llevado a casa. ¿Y si jamás volvía a ser aceptado en aquella casa?

- Fresco, seco… - comenzó a relatar la joven intentando parecer seria, para no perder puntos ante Gil- No tengo mucho espacio seco en mi apartamento.
- Creo que te vas a sorprender cuando salga del capullo - siguió Gil demostrando su anhelo, ante la cara aún sería de la joven.
- No me cabe duda - y su mirada no pudo por menos que mostrar un poco de esperanza hacia ese hombre y esa relación- Voy a… bueno, ya sabes… ahora…
- ¿Te veo luego? - sólo pudo decir Gil, al ver que ella definitivamente se había alejado de su lado.
- Por supuesto - dijo Sara intentando desconcertar a Gil con sus dobles sentidos mientras se daba la vuelta.

La conversación con la joven había dejado aún muchas dudas en Gil. Seguía sin saber si era bien recibido en la casa de la joven o en su cama. Si el regalo de verdad le había gustado. Si ella, le había perdonado.

No quería verla luego, quería verla ahora, porque el viaje en avión había sido una pesadilla llena de dudas y todo lo que pasaba por su cabeza necesitaba salir.

De repente se dio cuenta de que llevaba demasiado tiempo parado en mitad del pasillo, pensando en todo esto y el mismo impulso que le decía que volviera a entrar en su despacho, le hizo seguir el camino que la joven había tomado minutos antes.

No era una buena idea, pero era la única.

Cinco minutos después.

Habla para que yo te vea.
Sócrates.

Sara casi se muere del susto al salir de la ducha y encontrarse frente a frente con su jefe. Aquello rompía por lo menos una docena de las tontas normas que se habían auto impuesto en su relación y que ella había llegado a odiar. A parte, de unas cuantas normas internas del Departamento de Policía.

Un te veo luego, siempre había significado después de trabajar.

¿Qué había cambiado?

Pero lo cierto, es que la misma adrenalina que había hecho asustarse a Sara al salir de la ducha, la tenía expectante y un poco excitada por culpa de la mirada pecaminosa de Gil, a medio paso de ella, quién sólo contaba en su poder con una toalla que dejaba poco a la imaginación alrededor de su cuerpo.

¿Sería aquello un sueño?

-¿Sigues enfadada? - preguntó Gil enfrentándola con mirada seductora.
-¿Sabes donde estamos?
-¿Sigues enfadada? - dijo el hombre sin hacer mucho caso a la pregunta de Sara mientras paseaba su mano por el brazo de la joven, que no pudo por menos que estremecerse ante su cercanía.
-No. No estoy enfada - ella no valía para mentir - pero debería estarlo.
-¿No te gusto mi regalo? - dijo él con cara de no haber roto nunca un plato mientras se acercaba aún más a la joven.
-Me encantó tu regalo.

Sara sólo podía mantener su mirada fija en Grissom, que según se acercaba, seguía acariciando su brazo desnudo cada vez con más cadencia. Se la estaba erizando el bello de todo el cuerpo. El enfado había desaparecido, también las razones… Gil Grissom la estaba acariciando en un baño abierto a todo el Departamento femenino de policía de Las Vegas.

Definitivamente estaba soñando.

-No te lo llevaste a casa.
-Sin ti - dijo Sara con toda la cordura que la situación le permitía - esto es lo más parecido a mi casa.

Grissom se estremeció al oír la confesión.

-Te he echado de menos - dijo el hombre tan cerca de la chica que apenas había unos milímetros entre sus narices, mientras, su mano dejo el brazo de la joven y se fue situando cerca de su culo.
-¿A mi? ¿O al sexo?
-Ya llevaba un tiempo sin sexo- recordó Gil a la joven con cara picara mientras paseaba su mano muy cerca del borde de la toalla -. Lo siento.

Sara se quedó sorprendida ante la disculpa, ¿a qué parte de aquella conversación pertenecía?

- ¿El qué?

Grissom dejó poco a poco de sobar la parte trasera de Sara para cogerla de la mano con delicadeza, mientras su rostro se ponía un poco más serio.

- Haberme ido. No haber contado con tigo. Tenías razón. Cualquier decisión es cosa de los dos.
- ¿Quién eres y donde esta Grissom? - dijo Sara con una leve sonrisa, sin poder llegar a creer del todo ese cambio tanto tiempo ansiado.
- Te he echado mucho de menos - dijo él acercándose a la joven para besarla.
- ¿Te vas a volver a ir? - Sara tenía que estar segura antes de hacer las paces y volver a jugarse la vida en esa prueba.
- No sin ti.

La chica sonrió abiertamente y terminó de recorrer el camino a los labios de él, pasó sus manos por encima de sus hombros y se agarró a su cuello, mientras él la agarraba con fuerza por la cintura.

- ¿Recuerdas donde estamos? - dijo Sara mientras minutos después se separaba de Gil, quién la besaba sin prisa.

Gil la sonrió con mirada picara mientras sus manos comenzaban a jugar con las de ella.

- Creo que sé como solucionar nuestro problema- Sara le miró inquisitiva - Aunque los grupos se unieron y yo puedo manducar a Cath. Tú y Greg seguís bajo mi supervisión y Warrick y Nick bajo la de Cath. Era lo más obvio. ¿Cómo no me di cuenta?
- ¿Me vas a cambiar como un cromo?
- Sólo si te parece bien.
- Eso no nos librara de Eckly - comentó Sara intentando ser razonable.
- Pero en el papel no estaremos haciendo nada malo. Podrá fastidiarnos, pero no despedirnos.
- Le daremos poder.
- Pero podríamos vivir juntos, trabajar juntos, hacer otras cosas juntos… - dijo el hombre, casi en un susurro a escasos milímetros de la boca de la joven.
- ¿Qué? - Sara no sabía si exactamente había oído, lo que creía haber oído, y si realmente lo había oído, ¿aquello significaba lo que ella creía?
- ¿Te gustaría compartir una casa con migo? - la confirmación fue clara por parte de Gil.

Sara empezó a sospechar que todo aquello era una broma cruel, por que un sueño no podía ser tan realista. Era increíble asimilar que Gil hubiera vuelto, se hubiera disculpado y la estuviera pidiendo aquello en aquel sitio.

- Tu casa, la mía u otra elegida por los dos.

No era una broma.

- ¿Dónde está Grissom y quién eres tú?.

La verdad
5 días después.
¿Truco o trato?
Ecklie parecía demasiado divertido y complacido con aquella situación, como para que Gil pudiera estar tranquilo. El CSI había entrado aquella mañana muy decidido al despacho de su superior, dispuesto a pedir el traslado de turno, después de haber recibido más de una respuesta afirmativa, emocionada y de diversas formas demostrada de Sara, a su pregunta de irse a vivir juntos.
Keppler murió el mismo día de su aventura en las duchas. Fue un gran sock, sobre todo para Cath, que había aprendido a apreciar a su nuevo compañero. Aquello retraso sus planes, pero sus plantes eran firmes y claros en ese momento. Aún más claros si cabe que cuando decidió regresar a las Vegas.
La vida era corta y no quería pasar un día más sin ver despertar a Sara a su lado.
- Así, ¿qué te acuestas con Sidle? - fue la respuesta-pregunta descarada de Ecklie a todo un inmenso discurso de Grissom hablando de lo conveniente burocráticamente de cambiar los equipos.
- ¿Qué?
- Vamos… - dijo Ecklie con cara de suficiencia- No soy tan tonto como piensas. Estas feliz, estas raro, lo que significa que no me tocas las pelotas como deporte. Pides días libres, un sabático de seis meses, vuelves a las seis semanas… hueles a mujer a kilómetros.
Grissom se mantuvo en silencio, aquel hombre no tenía pruebas de nada y no iba a ser él, quien diera la razón a su jefe. A parte, tenía curiosidad por conocer su error, si este había sido cometido.
- Ahora pides un cambio - Ecklie siguió hablando al no sentirse interrumpido- Siempre lo sospeche. Te quieres deshacer oficialmente de Sara. A no ser... que el qué te guste sea Greg
Gil siguió callado mientras el rostro de Ecklie se traducía en uno burlón, engrandecido de poder.
- Va en serio, ¿verdad? Te ha enganchado... Increíble. Grissom el hombre de hielo enamorado - un pequeño silencio se hizo en el despacho, esperando nuevas palabras- ¿No estará preñada? - preguntó Ecklie curioso al mismo tiempo que Gil comenzó a mostrar cabreo en su mutismo- Esto es serio ¿Cuento con ella en ocho meses?.
Ecklie estaba disfrutando de lo lindo, no así Grissom que se veía acorralado en su propio silencio
- ¿Cuánto lleváis? -Ecklie volvió a la carga- Si he de calcular desde cuando deje de recibir quejas de ella, llevas mucho rompiendo reglas. Desde lo de Nick...desde lo de Nick - Ecklie sonrió encantado de su propio descubrimiento-¿Sabes que quién calla otorga?
- ¿Me vas a conceder el cambio? - a Gil se le acabó la paciencia, sin más, por mucho que quisiera mantener buena cara.
- Si Willows está de acuerdo - dijo Ecklie con condescendencia- y supongo que sí. Firmaré lo que queráis.
Grissom se quedó muy sorprendido ante esa afirmación. Lo veía todo perdido. Así que antes de nada y por si acaso su suerte cambiaba le paso los papeles, anteriormente redactados por él mismo que llevaban más rato del deseado en una carpeta sobre la mesa de Ecklie.
- Gracias - dijo Grissom con seriedad al ver como su jefe los firmaba y se los devolvía, quedándose con una copia.
Sin más, Grissom se dispuso a levantarse y a irse lo más lejos posible de aquel despacho, el mayor tiempo posible, por lo que le quedaba de vida si era menester. Le habían descubierto, ¿Cómo era posible? Con el cuidado que habían tenido. Y más raro aún, ¿Por qué Ecklie se lo había puesto tan fácil? ¿Por qué no utilizarlo en su contra? Con ese dato en su poder, era muy fácil para su jefe poder desprestigiarle. De repente Grissom sintió miedo, miedo a lo desconocido, miedo a las consecuencias, miedo a lo que pudiera pasar por la cabeza de Ecklie.
Por un lado Gil quería irse de ese despacho, así que se levantó en silenció, por otro y ya cerca de la puerta, no puedo por menos que preguntar... Él siempre quería saber más.
- ¿Nada más?
Ecklie sonrió complacido.
- Enhorabuena. Te tiras a una de 30. Has cumplido el sueño de cualquier cincuentón que se precie.
Gil se sintió completamente contrariado, a parte de muy molesto. Ecklie se estaba tomando aquello como un juego divertido y aquello no era un juego, ni mucho menos divertido. Él se había arriesgado mucho en aquella baza y la actitud de Ecklie le tenía descolocado. Hubiera recibido mejor las amenazas.
- Esto no es un juego.
-Sí lo es - dijo Ecklie sin perder la sonrisa-. Y yo lo he ganado.
- Ahora no nos puedes hacer nada - dijo Gil levantando los papeles que recién firmados estaban en su mano y descubriéndose sin querer.
-Y antes tampoco - aceptó Ecklie con una sonrisa cansada-, el Sheriff te adora. Incluso cuando te odia, te adora.
Ecklie respiro hondo y se dispuso a dar a Grissom aquello que buscaba, una razón para su actitud. Cordialidad profesional.
-Nunca me has respetado, ni como CSI, ni como colega, ni como persona y mucho menos como jefe y aceptémoslo, yo te odio - Grisson se quedó asombrado ante la sinceridad de Ecklie, pero lo cierto es que no pudo rebatir ninguna de sus afirmaciones-. Sin embargo, yo sí te respeto como CSI, o mejor dicho, te envidio, eres muy bueno, pero lo mejor de todo es que ahora trabajas para mi - Ecklie sonrió levemente-. He luchado mucho por llegar donde estoy. Si te desprestigio, desprestigiaría el laboratorio y eso es malo para mí, deberías saberlo. Tu secreto es mi secreto, a no ser que la cagues.
Gil sonrió, aquel hombre que tenía frente a él no era tan tonto como él pensaba, sabía lo que quería y era mejor con los presupuestos que procesando pruebas.
-En cinco años estarás paseando un cochecito de bebe por el parque - Gil se quedó estupefacto hacia la afirmación de su jefe. No se veía así en cinco años- Si te sale bien me libro de ti sin ensuciarme las manos. A parte, paulatinamente dejaras de ser el mejor, porque tendrás... porque querrás hacer otras cosas. Y si te sale mal - dijo Ecklie clavando la mirada en Gil-, te dolerá más, mucho más, que cualquier cosa que yo te puede hacer - y de eso Grissom estaba convencido-. Sea como sea, tú pierdes.
Ecklie volvió a sonreír de medio lado mientras metía los papeles que recién firmo a Grissom en un mueble.
-Ahora sientes y padeces. Ahora, eres humano. Ahora, tienes algo que perder.

5 minutos después.
Lo importante es participar.
Gil salió contrariado del despacho de su jefe, había conseguido aquello por lo que había entrado casi una hora antes, pero… ¿Había perdido? De repente niños corriendo por el salón de su casa inundaron su mete. Frascos rotos y pequeñas huellas de chocolate en sus mariposas le alteraron.
Sara asomó la cabeza desde la sala de descanso, llevaba mucho tiempo esperando impaciente a que Gil saliera de hablar con Ecklie, tenía un nudo horrible en la garganta. No era miedo, estaba impaciente, impaciente por mover pieza, por avanzar, por dar un paso más… la llevara, donde la llevara, estaba bien. Ella ya había ganado.
La petición de Grissom era su victoria.
Dejándose llevar por la locura que aún la quedaba en la cabeza, la joven salió como una exhalación de la sala de descanso y se dirigió rápido hacia Gil. Grissom ensimismado en sus pensamientos ni le vio llegar.
-¿Qué? - fue lo único que dijo la joven intentando ocultar su entusiasmo.
Sus ojos marrones brillaban como fuego. Su gesto pintaba una sonrisa nerviosa. Su rostro estaba iluminado. Gil se la quedo mirando en silencio como quien mira a una diosa lejana y se dio cuenta de que lo que esa joven diosa esperaba era su veredicto. Esos ojos sólo le miraban a él, esa sonrisa era para él, ese rostro sólo esperaba sus caricias, las caricias de sus manos, como si realmente él fuera una persona importante, una persona que se mereciera que ella le quisiera tan incondicionalmente.
-¡Gil! - intentó Sara despertarle de su ensoñación.
De repente se vio acariciando todas las mañanas ese rostro, viendo cada día esa sonrisa…y no pudo por menos que sonreír abiertamente a la joven.
- Ya puedes ir haciendo las maletas. Lo tengo - dijo levantando los papeles..
Sara quiso besarle. Quería de corazón, pero allí no podía. La expresión de la joven era indescriptible, como si quisiera saltar con todas sus fuerzas y sus piernas no se lo permitieran.
Gil la quiso besar, porque su rostro estaba iluminado y porque él lo había conseguido iluminar con un gesto tan natural, como pedirle vivir juntos, cuando prácticamente llevaban haciéndolo un año. De repente las manchas de chocolote en sus mariposas no le parecieron tan horribles y por décimas de segundo se vio paseando un cochecito de bebe por el parque y una sonrisa tonta se le pinto en la cara.
Ecklie, tal vez, después de todo, no estuviera tan equivocado. Había perdido... la cabeza.
El hombre cogió con delicadeza el brazo de Sara y la acompañó hacia su despacho con discreción y seriedad. Al cerrar la puerta se escondieron con rapidez detrás de una estantería y se besaron como dos adolescentes que se ocultaban de sus padres.
- Te quiero - dijo Sara a escasos centímetros de los labios de su amante mientras le seguía acariciando el pelo - no hace falta que digas nada - dijo ella ante aquella cara de terror que a veces se le ponía a Gil sin querer - Se lo que sientes, no necesito oírlo.
Gil pensó que ya era hora de pronunciar aquellas palabras, se las debía, pero se dio cuenta de que decir te quiero no tenía mucho significado para él. Lo que sentía por ella, hacia tiempo que había dejado de significar un simple te quiero. Sonrió y volvió a besar con desesperación a aquella mujer tan increíble que tenía delante, Sara le respondió con pasión por breves segundos hasta que se separo.
- Me lo cobraré en especias.

5 horas después.
Quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación.
Proverbio árabe.

La aventura detrás de las estanterías del despacho de Gil duró poco. Ambos sabían que no era ni el lugar, ni el momento y después de todo les quedaba muy poco para poder estar juntos y solos lejos de miradas indiscretas. Al turno le quedaba poco. No era el momento de perder las apariencias.
La mudanza, por otro lado, no se hizo esperar, no había tiempo que perder. Después de todo ya habían perdido demasiado.
Sara informó a Gil, como si de un caso se tratase, una vez recuperada la compostura que lo mejor era que compraran una casa a medias. Quería ser propietaria de algo, alguna vez, ser consciente de que por fin su vida, era suya… pero mientras tanto y en lo que encontraban una bonita casa, asequible, con mucha luz y un gran dormitorio, ella se mudaría a su casa. Y es que, aunque casi toda su prohibida relación la habían vivido en su apartamento, más habitable que el mausoleo de Grissom, era poco práctico seguir pagando un alquiler.
Grissom se sorprendió de lo práctica que Sara podía llegar a ser en algunas ocasiones. Y se asusto un poco al presentir su espacio personal amenazado, hasta que se percato de que su casa había dejado de ser su casa y su espacio, porque hacia demasiado tiempo que sólo se encontraba a gusto donde estaba ella.
La visita aquel día al apartamento de la joven fue de las consideradas relámpago, cogió las cuatro cosas imprescindibles y ambos se dirigieron a su nuevo y provisional hogar. Sin embargo, antes de llegar al dormitorio de Gil para ordenar las pocas cosas que la joven traía, Sara ya había perdido el sujetador.
Gil Grissom no se consideraba un hombre apasionado, sexualmente apasionado, nunca había considerado el sexo algo prioritario en su vida. Durante mucho tiempo había prescindido de él y nunca pensó tener aquel voraz apetito cumplidos los 50. Pero sólo de imaginar la cara de placer de Sara al acariciarla en ciertas partes, se volvía loco. A parte Sara, desde su regreso del sabático, parecía estar siempre dispuesta. Aquella había sido una semana de locura.
Al comienzo de su relación, Grissom siempre tuvo miedo de no estar a la altura de las circunstancias y que Sara no... Sara no dejaba de ser 15 años más joven que él y tenía experiencias de altos vuelos. Pero lo cierto es que lo que le edad le había quitado a Gilbert Grissom por un lado, ciertas nuevas lecturas, la imaginación, la práctica, una mente abierta y sobre todo la mujer adecuada, quién le adoraba, eran más que suficiente para volverse mutuamente locos.
Sin embargo, antes del sabático y de la bronca que le antecedió, el sexo nunca había sido prioritario en su relación. Era parte, importante, pero no demasiado. Gil le agradecía mucho a Sara su actitud respecto a ese tema. Lo que no sabía Gil, es que Sara también le agradecía lo mismo a Grissom, en algunas ocasiones, ya que la mayoría de las veces llegaba tan cansada del trabajo, que ni hubiera tenido ganas de inventar una excusa aceptable.
Se pasaban horas juntos y en silencio, como si la simple presencia del otro les reconfortará. Hablaban de trabajo, de literatura, de cine... veían documentales de animales medio abrazados en el sofá, siempre que las circunstancias se lo permitían dormían juntos y juntos preparaban grandes desayunos. Y de vez en cuando, sobre todo en vacaciones o días libres y nunca después de un turno doble se dejaban llevar por la pasión, el sudor, los gemidos y el ADN.
Pero después del regreso de Grissom a Las Vegas, el ADN los hubiera perdido ha ambos, en los más diversos lugares, a las horas más insólitas. Aunque esta vez habían acabado en la cama de Gil. Gil estaba sobre la chica, Sara sobre la colcha y los dos sin camisa.
- Para - oyó Grissom a una Sara juguetona mientras intentaba que no le quitara los pantalones.
Grissom creyó que Sara estaba de broma.
- Para - dijo la joven poniendo una cara más seria y con una voz más real que hizo que Gil parara al instante de bajarla la cremallera de sus pantalones
- ¿Qué ocurre? - dijo Gil un tanto contrariado o más bien sorprendido hacia la negativa de la chica.
- Me debes algo - dijo Sara sensual.
- Lo sé - dijo él acariciándola por encima de los pantalones.
- Eres un pervertido - dijo ella divertida y con una amplia sonrisa, que volvió loco a Grissom, quien la enfrento la mirada y la miro con seriedad y sensualidad.
- ¿Qué es lo que quieres?.
Sara le devolvió la misma mirada desafiante, mientras Grissom se acercaba más y más a su boca.
- Varias cosas.

50 minutos después.
Una imagen vale más que mil palabras.
Había sido bastante difícil salir de la cama. Los juegos entre ellos se habían convertido en un deporte casi olímpico, los tenían muy perfeccionados. Sin embargo Sara consiguió su cometido. Y no sólo el de ponerse la camisa.
Tenía a Gil a apenas unos centímetros de ella, en su enorme cuarto de baño adornado, como no, con mariposas. Sus manos estaban impregnadas de espuma para afeitar, la cual repartía con delicadeza por toda la cara de Gil
- Te dije que me quitaría la barba, pero no te ofendas - comenzó a decir Grissom con docilidad - preferiría hacerlo yo mismo - parecía un poco preocupado-. Este es un recurso muy usado en Hollywood para comenzar escenas no recomendadas para menores y no siempre de sexo - no era miedo-. Le tengo aprecio a mi cuello - más bien estaba expectante y excitado de mala manera.
Sara sonrió ante el comentario, pero se mantuvo en silencio, como pensando una respuesta acorde con la situación. Se separó de él, se acercó al lavabo, se lavó las manos, se las secó y se quedó mirando fijamente la navaja.
No sabía exactamente que es lo que estaba haciendo, que era lo que significaba aquello, pero necesitaba demostrarse algo, aunque no supiera del todo que. Cogió la navaja y al levantar su rostro, se vio reflejada en el espejo, también vio a Gil, expectante a una mínima distancia.
- ¿Confías en mi?
Grissom la siguió con la mirada, mientras veía que se acercaba a él con una mínima sonrisa. La miró fijamente cuando la vio frente a él.
-Íntimamente.

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