Estos días he olvidado como se debe respirar, usualmente es un acto innato, pero por las noches me siento en el borde de la cama y trato de recordar como se hace.
Mis pulmones, ante todo menos prudentes, aún no se enteran al confinamiento al cual me han sometido. Dentro de mi; existe una ausencia total de sonido y le es perceptible ante cualquier persona que coloque su oído contra mi pecho. El vacío total. Algunos se sorprenden y golpean sus dedos contra mi piel para subsanar con ese ritmo algún ruido interno pero lamentablemente no se emite algún sonido.
Es la nada atrapada dentro de este cuerpo y ningún elemento externo sirve de mediación entre el aire y ese espacio que se extiende puntual y corpóreo (a estas alturas estoy segura que es pensante y sensitivo por meritos propios) que no me aporta nada más que una lenta agonía.
Es curioso, cuando existe un perturbamiento en un funcionamiento corpóreo, los órganos de acción inmediata comienzan a ceder ante el caos; en mi caso la simple función conveniente y abundante que es el respirar se vuelve una lucha de gladiadores, el espacio orgánico que eran mis pulmones antes funcionales y graciosamente expandibles al ritmo del aire asegurándose su propia unidad viviente ya no encuentra lugar. No entienden eso de respirar. El proceso que siguieron para negarse a trabajar fue muy notable. Primero tienden a tener una inferior calidad en eso de meter y sacar aire, después se presenta una solidez en el ya poco aire que entraba de forma pausada como melodía a niveles bajitos , poco después llega esa terrible sensibilidad de textura ante la humedad y al final uno termina desconociendo que es el aire.
El último paso es cuando la pesadez con que uno intenta respirar adopta una forma grosera y alcanza dimensiones irregulares, como si los mismos pulmones hubiesen sido atraídos por una gravitación imaginaria hacia la lentitud y se vuelve un proceso irreparable e inconsistente.
Justo ahí uno entiende que esta perdido. En las noches el proceso de “intentar respirar”
Se hace de dominios virtuales y verdaderas habilidades de metamorfosis patológica. Uno busca el aire en los niveles más bajos de su cama. Bocabajo se reclama el derecho propio, la necesidad de la naturaleza por vivir…pero no se encuentra. El vacío sigue ahí, tomando el curso de la sangre, como si fuese un ente extraño. No solo a las 2 am, también al cuarto para las 5….
El poco aire que logra entrar cae ante el vacío este lo acumula, haciéndolo vegetar para luego fermentarlo, llevándolo así a un proceso de ebullición…después de esta indiferente dinámica lo cristaliza y resbala elaboradamente por la garganta…al paso del tiempo congénitamente se vuelve nada…de nuevo el vacío conformista.
Llámenme experimental, radical o hasta masoquista ; pero estas semanas logré entender que no existe mejor manera de entender tu cuerpo que viviendo a conciencia pura todos los elementos que se desatan a partir de una enfermedad grave.