CONFESIONES DE FANTASIO

Oct 21, 2006 22:11

ESte texto es el inicio de un proyecto de novela...Sólo en español, por ahora-

CONFESIONES DE FANTASIO (Un apéndice a “Panade à Champignac").

Hallándose Spirou y Fantasio en el chateau, cuidando a Zorglub bebé, esto es lo que meditaba, confundido, el aventurero Fantasio:

“Yo no traería a vivir a casa a un tipo así".
Creo haber pronunciado alguna vez esas palabras.
No lo voy a negar: de noche me resulta casi raro, equívoco, provocador, meterme en la cama, sintiendo el edredón y su tibieza, su peso considerable, la oscuridad de la pieza y el olor a humedad, y pensar entretanto nuestro mayor enemigo está bajo el mismo techo que yo. Después, el reloj despertador continúa su ritmo pequeño, meditabundo; la paz rodea mi cama, y las sombras de la cama.
Pienso: él está en la pieza de al lado, respira el mismo aire que yo, está ahí: con sus latidos, abriendo la noche con sus sueños, y mientras tanto, ¡yo aquí! ¡A tres metros de distancia! ¿No es para volverse locos?
Un amanecer hubo que llegué a tocar el reloj, lo palpé creyendo que estaba detenido, que la hora gritaba un tiempo enfermo: el de hace dos años. Sí. Porque desde el término de un bienio él nos azota con sus trampas, se ha reído de todos, del señor, de mi amigo, me hizo subir a un automóvil que se estrelló contra una pared, me convirtió (casi) en su esclavo, yo me reí de él y él lo hizo peor: me llevó a un destino incógnito; un día lloró, fingió arrepentimiento: todo en vano... Y este espantoso ser, esta lacra ¿vive aquí? ¡Sí! Me repito que no debo golpearlo, siempre, antes de irme a dormir. Mis amigos me dicen que tengo un carácter fuerte pero ¿cómo no reaccionar así frente a..? No, un horror.
Alguna madrugada, lámpara en mano, fui, lentamente, a mirarlo. La habitación adolecía de perfume a colonia, de suaves talcos, la vela de las Buenas Noches recortaba su apagada lumbrecita contra los barrotes de la cuna. El biberón (que es una máscara para el Conde) parecía vigilar al enorme niño durmiente. No me había escuchado. Una pena. Los dedos se me cerraron sobre el helado vidrio de la mamadera. Yo pensé: vidrio, degüello. Ah, qué asco de situación, mi vida es breve y este tipo ha vivido más tiempo que yo, debería ser definitivamente sabio, digno. Primero un canalla, y ahora un niño... ¡Qué asco de situación!
Por amor a los que me quieren bien, lo miré, miré la luna, y me retiré en puntas de pie.

fantasio, zorglub

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