Impredecible

May 13, 2013 16:48

-Me alegra verte otra vez.

Las palabras resonaron en su cabeza unos instantes. Era como si, de repente, solo estuviesen ellos dos en aquel lugar. La sangre se le heló, su respiración se volvió errática y su corazón, queriendo salirse de su pecho, palpitaba lo suficientemente fuerte como para ser oído veinte kilómetros a la redonda.

Miles de palabras que pujaban por salir todas a la vez, centenares de recuerdos que bailaban frente a sus ojos, decenas de historias aún sin escribir.

Kakashi tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no aferrar aquel cuerpo contra el suyo y, en medio de suspiros con sabor a lágrimas contenidas, decirle que lo había extrañado. Que lo había necesitado esos últimos tres años como a su vida misma y que, ahora, no era siquiera el espejismo del hombre que alguna vez fue. Se retiró el cigarrillo de los labios, dejando que el humo escapase de su boca con parsimonia; y entonces, sólo entonces, clavó su mirada en la contraria. Seguía igual de cristalina que siempre, pensó.

-Ha pasado tiempo, Naruto.

El rubio le miró fijamente, escrutándolo de arriba abajo, y no evitó sonreír segundos después. Aquella sonrisa ya no le pertenecía, se recordó el mayor en silencio. Y dolió. Dolió tan profundamente que sintió que en cualquier momento iba a derrumbarse. Estiró su mano izquierda, apoyándola en la barra de madera lacada, solo por si las moscas. Naruto tomó el libro que minutos antes el contrario sostenía y registró el precio. Al leer el título estalló en una carcajada, de esas tan suyas, cantarinas y frescas.

No más. No iba a poder soportarlo más si seguía actuando así: tan lindo, tan ingenuo…tan normal, como si el paso del tiempo no le hubiese afectado en lo más mínimo. Kakashi se odió. Se odió por ser débil, por no poder apartar la mirada de aquel delicado rostro, por haber decidido, gracias a los azares del destino, comprar aquel libro justamente ese día, justamente en esa tienda.

-Me alegra saber que no has cambiado nada. Incluso sigues leyendo la misma basura de siempre.

-Que no aprecies el arte es otra cosa.

Naruto volvió a reír, esta vez, sin embargo, diferente, y aquello no pasó desapercibido para su acompañante. El ambiente se enfrió un poco, y un sepulcral silencio se sumió entre los dos. Kakashi se atusó el cabello a la par que el Uzumaki desviaba su mirada, mordiéndose el labio inferior.

-Son 20.

Mecánicamente metió su diestra en el bolsillo trasero de su pantalón, extrayendo su billetera. Tras rebuscar en ella un momento, dejó caer un arrugado billete frente a los azulinos ojos que todavía, muy a su pesar, eran dueños de su vida misma, y recibió la bolsa con su compra. Mas no se movió un solo centímetro en dirección a la puerta. Pensó en invitarlo a un café, como excusa para verle un poco más de tiempo por última vez, pues algo le decía que aquella extraña casualidad no volvería a presentarse -la edad le había enseñado que las corazonadas no eran simples estupideces-, pero no lo hizo. Se mordió la lengua y, dando un suspiro cansino, abandonó toda idea de pasar más tiempo a su lado. Sonrió, por primera y última vez en aquel reencuentro antes de girarse y caminar hacia la salida.

Pensando en que había hecho todo cuanto podía, fue sorprendido por un par de cálidas manos aferrándose a su brazo con fuerza, y una voz que entre temblorosos susurros le suplicó que se quedase. Libro y cigarrillo cayeron al suelo cuando se giró de manera brusca a abrazar al rubio.

Igual de impredecible que siempre, se dijo.

naruto, kakanaru

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