M.D

Feb 06, 2006 03:11

Yo también tuve un amor en París.
Y necesita repetírselo una vez más para asegurarse de que no se está mintiendo.
Yo también tuve un amor en París, aunque de eso hace ya mucho tiempo.

Y se levanta de la cama, porque esta noche no puede dormir y tumbada le cuesta respirar. Luego busca entre recuerdos, alguna prueba que demuestre que la afirmación anterior es cierta, que una vez tuvo un amor en París. Y le viene a la memoria la hierba del Parque Luxemburgo y se ve a si misma tendida sobre ella, como hace un momento lo estaba en la cama de su habitación, en un modesto piso del barrio de Sants. Y le parece que esta noche se parece mucho a aquella otra tarde que pasó tumbada sobre la hierba del parque parisino, como si un curioso bucle temporal hubiese unido el pasado y el presente durante un rato. Piensa en esto mientras camina a oscuras por el pasillo y aún lo cree cuando entra en la cocina y abre el frigorífico, pero en ese momento rectifica y cierra la puerta y sentencia: no, querido amigo, no es lo mismo. Aquella tarde no estaba sola.

Porque el recuerdo del parque ha traído tras de sí el recuerdo del muchacho que pasó con ella aquel verano y que aquella tarde estuvo tumbado a su lado - muy cerca - en la muy verde hierba del Parque Luxemburgo.
Olivier se llamaba, o eso creo, como voy a acordarme. Han pasado siglos, se dice. Y luego: no era guapo, pero era bastante amable y leía a Lautréamont. Eso no es cualquier cosa. Y también: Le habría querido aunque no me hubiese susurrado al oído aquellas frases en francés que no entendía del todo. Le habría querido aunque no viviese en una buhardilla en Saint-Germain. Le habría querido aunque no tuviese donde vivir y hubiéramos dormido todo el verano en la acera, entre cartones recogidos en Aulnay-sous-bois.
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