De perros cabezotas que se enamoran perdidamente

Oct 07, 2007 19:10

Si le preguntasen Sirius sabría decir el momento exacto en el que se dio cuenta de que estaba enamorado. Fue una especie de fogonazo, una revelación un “joder, hasta las trancas y no me había dado cuenta”. Aunque bueno, quizás no sea del todo exacto, porque no fue que se percatase de repente que estaba enamorado, sino de que se había estado negando a sí mismo que lo estaba.

La cosa fue que estaba con su chica de turno, metiéndose mano alegremente cuando se quedó helado, patidifuso, con los ojos abiertos  de par en par y la boca en forma de O. La chica protestó con un gruñido de insatisfacción, ¿qué le pasaba? En un momento el gran Sirius Black le lamía el cuello de la manera más caliente que podía existir, y en el otro se le quedaba mirando con una cara de idiota que nunca se hubiese esperado encontrar en él.

-Joderrrr -musitó Sirius con voz desesperada y llevándose las manos a la cabeza -joder -volvió a repetir, esta vez alejándose de la chica para dejarse caer sobre la pared.

-¿Estás bien? -se estaba empezando a preocupar, esa actitud normal.

-No -negó Sirius moviendo lentamente la cabeza -No, no lo estoy. Lo siento preciosa, pero tengo que irme.

Y se fue corriendo, dejándola en aquella aula vacía que habían escogido para su encuentro, ¿qué diablos acababa de pasar?

-----

Sirius se lo estaba pasando muy bien con aquella chica -¿Alex?¿Sammie?- Era bastante atrevida y, ¡Merlín! Sabía utilizar bien la boca. Estaba siendo una noche perfecta, espléndida, la mejor de todas las noches… hasta que le empezó a lamer el cuello. Porque en cuanto lo hizo, no pudo evitar pensar que tenía una cicatriz muy parecida a la de Remus. Sólo que ésta se detenía e la clavícula, mientras que la del lobo seguía adentrándose más, sin que se supiese hacia donde llegaba.

Durante un momento, pensó que esa cicatriz que estaba lamiendo no era la de la chica, sino la de su amigo, Remus. Fue sólo un instante, pero suficiente para darse cuenta de muchas cosas. Que no era la primera vez que aquello le pasaba, el sustituir en su mente a la chica con la que estaba por Remus, pero que luego se esforzaba en olvidarlo. Que todas las muchachas tenían algo que le recordaba al lobito: un pelo castaño, o unos ojos dorados, o una cicatriz parecida, o unos dedos largos y finos… Siempre había estado buscando algo de Remus en el sitio equivocado, porque era más fácil negarlo todo y buscar refugio debajo de unas faldas que afrontar sus miedos.

Estaba enamorado hasta las cejas.

-Joderrr…

Y salió huyendo.

-----

Los días siguientes fueron días extraños para los Merodeadores. No es sólo que por fin James haya conseguido una cita con Lily -se la pidió por costumbre, por hábito y cabezonería, deseando un “sí, James, iré contigo a Hosmeadge” pero sin creer seriamente que lo iba a conseguir. Le pilló tan de sorpresa que hizo repetir la respuesta a Lily e interrogó a sus amigos para averiguar qué maleficio le habían hecho a la pelirroja. Cuando por fin se dio cuenta de que Lily era sincera, de que realmente quería salir con él, el pobre muchacho se desmayó. Demasiada emoción-.

No, no es sólo extraño eso, sino también la actitud de Sirius, que está como ido y salta ante cualquier cosa. Y ha dejado de gastar bromas… signo claro de que algo no anda bien.

Peter acepta los cambios sin cuestionarse nada, como siempre hace. Si se hace una broma a Snape, bien. Si ya no se gastan bromas, bien. Si deciden tirarse de la Torre de Astronomía, también bien. Pero para Remus las cosas no están bien, necesita averiguar el porqué del cambio de Sirius, y va a tener que investigar solo, porque James va a tardar en darse cuenta. El romance suele bajar la capacidad mental de quienes lo sufren.

Si le preguntasen bajo tortura y con Verasiterum, Remus reconocería que tanta tranquilidad por parte Canuto le pone nervioso. No es natural. Le preocupa, a pesar de que ahora sus rondas de prefecto son mucho más tranquilas. Sirius no está bien, y él va a averiguar la causa.

----

Fue un gran choque para Sirius darse cuenta de que estaba enamorado. ¡Él! ¡Por favor! Él, que siempre se había burlado de James porque se comportaba como un idiota cuando Lily andaba cerca. Él, que renegaba de las historias de amor y San Valentín “porque es sólo para niñas ñoñas y ridículas”. Él, que a pesar de todo, estaba enamorado desde hacía bastante tiempo.

Pero, ¿cómo no estarlo? Remus siempre había estado ahí para escucharlo, de una forma diferente a como le escucha James. Cornamenta es su hermano, lo entiende a la perfección y no sabe qué hará si algún día lo pierde. Pero cuando Remus lo escucha, consigue sacar la mejor parte de sí mismo, olvidarse por unos instantes de que procede de una familia maldita y que puede albergar algo de luz.

Y además el lobo era guapo, no en el mismo estilo que él, claro. Sirius era el chico malo, el que te invitaba a perderte con él en la autopista hacia el infierno mientras suena el rock en su estado más puro. Remus es guapo de otra manera, más delicada, más sutil. O lo era antes al menos. Porque ahora parece portar un cartel en el que pone:

“Miradme, porque no puede haber alguien más guapo, porque no hay nadie que te haba sentir más caliente con una sola mirada.”

Así que lo mira, porque no queda otro remedio. Tiene que observarlo cuando lee y el pelo le cae en los ojos, no mucho, pero lo suficiente como para que tenga que apartarlo cada cinco minutos -y no lo ha cronometrado, por supuesto que no-. Y se lo aparta de una manera muy especial, sin prisa, lentamente, llevando la mano izquierda a su cara, cogiendo el pelo rebelde con sus largos dedos y apartándolo suavemente, intentando pillar algún mechón detrás de la oreja, pero fracasando por completo.

Tiene que observarlo, porque cada vez que se aparta el pelo, su corazón se le para un poquito y el mundo parece detenerse. Y parece una estupidez, pero Sirius está convencido de que si alguien más se parase a observar la manera que tiene Remus de apartarse el pelo, se enamoraría inmediatamente.

Pero lo mejor de Remus, sin duda alguna, son sus ojos y las miradas que tiene. Son unos ojos con un fondo triste, que antes era casi permanente, pero que el resto de los Merodeadores ha conseguido que desaparezca la mayor parte del tiempo. Son unos ojos que tienen un brillo pícaro y malicioso cuando los riñe por alguna trastada que han hecho. Son unos ojos demasiado dorados, que cada vez que te miran te hacen sentir privilegiados, y te llenan de valor para intentar cualquier cosa.

¡Merlín! ¿Cómo se puede haber quedado tan colgado por alguien?

fanfic, remus/sirius, harry potter

Previous post Next post
Up