Hay veces que simplemente no dan ganas de seguir caminando, que por diversos rollos lo que apetece es sentarse y ver el camino, mientras me tomo un café y me fumo un cigarro.
Ah, la indolencia. ¿Por qué será tan complicado a veces eso de ser humano?
Habrá que caminar sin ganas. O tal vez motivado por la convicción de que hay caminar aunque no apetezca.