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Oct 18, 2009 03:14

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"Pobre paquita" fue el comentario de la madre de Patri, que nos acompañó a pedirle fotos y autógrafos a la salida del concierto, al verla ser recogida por un taxi, en vez de una limusina o al menos un coche con el organizador a bordo como otros artistas de más renombre que van al cuerno de Calatrava. "me da pena y todo". No me extraña por otra parte que una mujer como la madre de Patri, con esa belleza a su edad que supera la de su hija, y con ese cochazo conducido por un marido servicial que quita el tenis de la radio sin rechistar, tenga motivos para compadecerse de quien le de la gana. Yo vi a una mujer trabajadora, muy dulce y humilde, a la que le costaba esfuerzo sacar a relucir esa bilis arrolladora que fue origen y éxito de su carrera, y de tanta dulzura y tanta fragilidad que mostró nos aburrimos todos un poquito creo yo. Todas las mujeres del auditorio aplaudían educadamente y disimulaban su tedio durante un bolero sentimental esperando como en una plaza de toros a que Paquita sacara la espada y le rebanara de nuevo los huevos a ese hombre imaginario que invocaba, de reducidas dotes amatorias pero grandes alardes de casanova, de hipnóticas artes de seducción pero nulas artes de cariño. El despecho femenino es cosa temible y poderosa, pero construido de las astillas de algo muy fragil, e imagino que cuanto más genuino sea más dificil a su vez será recrearlo con fidelidad 40 veces seguidas en un espacio de 2 horas y media, delante de unos cientos de personas que transmiten más cariño que otra cosa. Debe ser como intentar recrear la primera vez que te quitaron el biberón cuando ya tienes unos cuantos de distancia con esa experiencia.
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