Esto es TAN raro.
Que no sea Navidad, claro. But, las lunas están en géminis, yada, yada.
Hace un siglo atrás
foolforspike vino a mi elejota, además de todas las cosas que ha dicho en su vida, esta vez abrió un portal. Lo que quiero decir es que un día, dentro de esos siglos atrás, contestó a una entrada que hice en un estado alucinógeno total porque, amigos, uno no escribe demasiado como para solar un "pidan lo que quieran" Así que ella pidió un drabble de 500 palabras después de First Date, Spike/Buffy y Angel, no sé, que tiene que estar por alguna parte. Y yo dije, oh YES! Por alguna razón además dije que si pedías fanfic, debías de decirme ALGO, o sea, algo más. Y ella pegó debajo el tema "Mentiras Piadosas" de Sabina.
Mentiras piadosas es una canción que sostiene que cuando las rutinas llegan a las parejas apagan el ardor del comienzo pero no dice "se más sincero", lo que dice es que algunos necesitan mantenerse ciegos, dice que necesitan de esas falsedades, de esos engaños de dos, de esas mentiras piadosas porque funcionan como somníferos para los males del amor. Cuenta una historia terminada por una sinceridad aplastante que reflexiona sobre la pareja a futuro y creo que lo genial está en que afirma haber aprendido esas reglas del juego, en usar esas palabras que el otro necesita escuchar sin dejar de llamarles mentiras. Buscala, el google está AHI A FUERA observando que está pasando en tu casa AHORA MISMO.
Sabina siempre me ha parecido que le cantaba a los desengaños. No creo que esté enfocado a una edad, pienso ¿acaso dejamos de vivir desengaños? Así que me gusta pensar que es al desengaño en general que se vive a cualquier edad. Le daba palmaditas en la espalda mientras le decía en voz gruesa y al oído "las malas compañías son las mejores" Le daba abrazos de consuelo con besos de sal sólo para que no olvide que la sal era lo único que quería. Le fabricaba caricias y chocolates y helado de limón y promesas de cielo, mientras con una mano intentaba quitarle la ropa, quería oírle gritar "y sin embargo te quiero" mientras engañaba, mientras era engañado. Era un bastardo, es claro.
Fandom: Btvs
Pairing: Spike/Buffy y Angel.
Prompt:
002.IntermediosRating: PG-13 Si ves algo raro para un PG-13 es culpa de tu imaginación y la mia.
Resumen: Séptima Temporada. Post First Date. Un día después del sillón, collilas, mentiras que arden fuera de la ciudad y un pote de helado.
Los personajes son de Joss Whedon, de los duendes de sus sueños con colmillos, Mutant Enemy y el que sepa de quién más, que levante la mano. Perdón Joss, de mis sinceras notas sobre "lo siento tanto" "ser shipper es difícil" y "ohdiosmio, no puedo detenerme" Los rapté como declara mi profecía preferida y luego, inventé. Si te encontrás a alguien que cree que puedo ganar dinero con esto, comprale un helado.
Para
foolforspike, porque después de todo te mereces un infierno con buena vista.
Cerezas y Chocolate Amargo
Sunnydale
Un día después del Sillón.
Ha pasado.
Cree que al fin ha pasado. Se lo había dicho a sí misma, muchas noches, desde que regreso. Y esas son muchas. Y si lo está pensando ahora, entonces sí, ha pasado. Ella se ha vuelto demasiado patética que habla poco para que no se le note. No es porque crea que se le note, alguna cosa que bien, ni siquiera sabe qué pero se siente estúpida cuando habla, en mayúscula, de esas mayúsculas que sólo usaba cuando Giles le arruinaba sus sábados hace siglos atrás. Aunque hace un día para ser exacta Giles arruinó su salida, le gusta pensar que fue hace siglos. Hace siglos Giles.
Patética.
Se ha vuelto patética.
No recuerda alguna señal, miradas cruzándose, manos en los bolsillos, silencios atroces, frunces acosadores, preguntas heladas, titubeos, alguna palabra con intensión ¿además de todas las que se han dicho y lo que se han hecho en lo que va de su vida? Esas no cuentan. ¿Y las de ayer? Ayer tampoco cuenta porque su cabeza ve todo con intensión desde hace mucho más que siempre, tanto, que reconocerlo para sí misma es como morirse de nuevo y para eso aún no está lista.
En su papel invisible de "estoy lista para" no hay muchas cosas que ella haya llenado. Ni siquiera contando sus tres vidas. La primera era "no morir" pero esa el año pasado no funcionó muy bien. La cambió por "no dormir" y luego pensó que necesitaba muchas noches de sueño, y luego, las viejas no contaban. Así que decidió tirar el papel invisible de antes y poner uno nuevo en blanco.
Invisible.
Ahora en su "estoy lista para" cuenta una emboscada de vampiros en pleno callejón. Fácil, te burlas y ellos se dejan matar. Las facturas de este mes apiladas sobre el jardín de entrada, facturas que no hace falta pagar si el mundo está por terminarse ¿o si? Después de todo, ella ha encontrado algo por lo que valgan la pena los Apocalipsis. También cuenta los enfrentamientos con Dawn por las largas y constantes llamadas telefónicas a quien sabe quién a mitad de la noche, ¿y si sale con alguien? Ella lo sabría. Pero ella no sabe. Tampoco tiene que saberlo ¿O acaso sí? No sabe. Así que pasa a la siguiente, que es exactamente -el sigiloso y casi fantasmal andar de Giles- por todos los rincones de su casa con los infinitos dibujos en donde muere abarrotada de su propia sangre. Una venganza por escaparse e intentar tener una vida por una noche.
Y quizás, para una llamada rápida a Los Ángeles. ¿Y quizás evitar a Spike sentado en las escaleras detrás de su casa después de ayer?
En su lista no había nada sobre la mañana del después, o mejor dicho, la noche del después de Spike y su charla en el sillón, pero ahora, no está segura. Para ser sincera, nunca ha estado segura de nada.
No en su jardín. No sentado solo. No solo. Y el jardín. Y todo esto de "evitar" con el jardín en el medio. Spike. Y ¿puede volver por donde vino sin que se de cuenta?
-¿Vas a pasar? -seco-. ¿O estás esperando que me levante? -lo dice sin mirarle, lo dice más seco y rígido, y terrible para una oración de Spike que contiene la palabra levantar entre medio de volutas de humo.
-¿Qué cosa? -no lo ha dicho realmente. Pero hay casi una imperceptible risa y ay dios, SÍ lo ha dicho. -No -va-, voy a pasar.
-Entonces paso yo -carnal, media sonrisa dibujada por encima de su hombro. Le está mirando y quizás, bastante carnal-. Pensaba salir.
Y ella no quiere inmiscuirse, no. No quiere parecer esperar por una aclaración ni mucho menos lucir interesada pero -¿A dónde? -ella tendrá tiempo para arrepentirse después.
-Cigarrillos -y entonces lo explica como si ella no hubiera podido entenderlo. Nunca.
Agita la caja. Una vez. Y la aplasta.
Y ahí está. Él hace aquello que le enfada bastante, el envió de esa chispa de alta tensión por su columna vertebral. Tira el paquete abollado, a su jardín. Su jardín plagado de colillas, fósforos quemados y pisadas por todas partes.
-¿Intentando decirme algo sobre que debería ocuparme de mi jardín? -ella protesta, voz débil, mientras frota sus manos contra sus brazos y él mira a su alrededor lo que ha hecho, mira como quien lleva tarjeta de crédito en mitad del centro comercial y tu eres quién ni siquiera lleva cartera.
-Era mejor que usar la alfombra de tu sala para ocultarlas -hace una mueca como si no existiera realmente otra solución. Una mueca demencial, le sabe a fresas mojadas en bourbon.
A Buffy no es que le importe su jardín, no le importa en lo más mínimo pero cuando tocan algo suyo siente uñas clavarse por detrás de su nuca, un rugido que dice "suyo" y el tapete de la entrada es lo suficientemente importante como para declarar una guerra. El problema es que para cuando él dice "sala" ella piensa en ayer y le pesan las piernas. Para cuando la palabra "alfombra" repiquetea en el oído y brinca debajo de su ropa, ella ya no puede pensar más. El mundo se ha partido en dos, a miles de kilómetros, en todas las alfombras que ha levantado para arrastrarle debajo. Y ocultarse. Y ocultarle, con ella.
-Y bien, no has pensado en, ya sabes -hace una pausa, le cuesta esta vida-. ¿No hacerlo?
Y esa sentencia no es para él, es para ella que en verdad necesita decirlo en voz alta, varias veces, todas las que hagan falta. ¡Que lo escuchen sus amigos! ¡Que los dibujos de Giles vibren sobre la mesa! Que los vidrios chillen hacia el final de la ciudad, que rebote y tome la carretera ¡Que arda en Los Ángeles! Que se sacuda el continente y que lo entiendan. Todos, pero por sobre todos ella.
Necesita bajar esas escaleras y cruzar la brecha de La Boca del Infierno que Spike ha montado en su jardín. Necesita correr y respirar y rentar un callejón para quedarse allí, a esperar por fabricar su propia emboscada de vampiros. Hablar sobre el instinto y confiar, que aún puede ganar batallas. Necesita tomar esas facturas de la entrada y patearlas, patearlas tan lejos como sea posible, hasta que le duelan las piernas. Que se pierdan por la calle, que se metan debajo de los autos, sobre las plantas de sus vecinos, dentro de las alcantarillas. Patearlas para que dejen de estar ahí recordándole que puede haber algo genial en un Apocalipsis. Y entrar, porque hay que hacerlo algunas veces, cruzar la puerta y decirle a Dawn que puede arrastrar su novio a casa, después de todo, si ella va a robar su ropa tiene que saber por quién es halagada De cualquier modo, no importa cuando pasas horas y horas y otras horas más viendo como morirás ahogada con tu propia sangre. Entenderlo. Así. Sin decirlo realmente en voz alta.
-Y si no lo hago, no has pensado en, ya sabes -le imita-, ¿dejar que suceda? -lo dice negociando como un niño de cinco años, uno que negocia por sus colillas. Lo dice tres escalones por debajo de ella, letal, inmoral y oportunista. Ella ha dejado de respirar. Aún lleva ese corte en su labio inferior de la pelea de ayer, deseable, aún no lleva su saco de cuero negro, por alguna razón eso le duele.
Su estómago se revoluciona, un levantamiento de golpes, sangre, patadas y pequeñas vueltas en sal, una guerrilla por dentro. Spike no se mueve pero cree verle arrastrarse hacia arriba, gateando, trepando desde el final de la cama.
-No -le miente.
No.
Hay un silencio que se escurre sobre su pecho, le llega a los pies y le hace cosquillas. Sus medias se arrugan hacia final, entre sus dedos y siente deseos de comer cerezas y chocolate amargo por el resto de su vida. Es cuando el jardín se le hace inmenso y ellos parecen permanecer así, simplemente en mitad de todo.
-No esperaba ganar -él lo cree.
No esperaba perder. Ella no puede creerlo.
Antes de dormir tapada hasta la mitad, descuelga el teléfono y llama a Los Ángeles. Su habitación a oscuras, un pote de helado, una cuchara, cientos de osos que nunca ha quitado y posters que jamás quitará. Revisa el tono con Mr. Gordo en sus pies. Marca, llama y cuelga. Tiene que olvidar esa sensación de él entrando de puntillas por la ventana antes de marcar. ¿algo de fe? Marca de nuevo. No sabe que dirá, no sabe que escogerá de ese manojo de palabras que se han vuelto fatales. Mete la cuchara en el pote, un poco de cerezas. Ni siquiera sabe si Ángel estará en ese número pero tampoco importa mucho porque está sonando y ella tiene helado. El tubo contra la oreja y suena y lo deja sonar.
Ella odia perder.
Ella realmente lo odia.