Título: Perpetua relación
Fandom: Latin Hetalia
Pairing: Ecuador/Perú (Francisco/Miguel), menciones de Argentina/Chile (Martín/Manuel)
Rating: PG-13
Advertencias: ninguna (otra vez xD), ligero slash
Genero: Romance, tintes de drama y humor
Palabras: 1750~
Beta: Kaiserin-t (un millón de gracias por el rápido beteo :D)
Resumen: Su relación nunca podría cambiar, eran demasiados años siendo así, demasiados años comportándose de la misma manera. Pero así era suficiente para que fueran felices.
NdA: Regalo para Sariachian, mi amiga secreta en
latin_hetalia. Espero que disfrutes el fic y que tengas una muy buena navidad :D
El dormitorio estaba oscuro, salvo por una pequeña luz que parpadeaba constantemente, iluminando en forma precaria al rostro que le observaba atento.
“Llamada entrante: Manuel González”
Cuando por fin el teléfono dejó de vibrar, pudo ver el mensaje que decía “5 llamadas perdidas”.
-Manuel -susurró en el silencio de la noche, enterrando el rostro sobre la almohada, sintiéndose abrumado.
Llevaban de ese modo dos semanas. Manuel llamaba y él no le contestaba. Su jefe estaba enojado con los chilenos... aunque era costumbre en él, y le había prohibido por un tiempo comunicarse con la otra nación. Pero ya lo extrañaba, al menos sus peleas. Julio iba a verlo varias veces durante la semana, intentando convencerlo de que le replanteara las cosas a su jefe, pero no lograba nada, él no quería oír razones. Además, no podía negar que estaba realmente enojado con el chileno. Que lo hubiera estado espiando, ¡utilizando a sus propias personas contra él!.
Intentando despejarse, salió al patio trasero de su casa, sonriendo al ver a Cool Llama cerca de la puerta, casi como si estuviera esperándolo.
-Hola -susurró suavecito, acercándose hasta él para acariciarle con cuidado el lomo. Había estado tan concentrado en su pelea con el chileno, que lo había descuidado un poco, dándose cuenta cuando al deslizar sus dedos encontró todo el pelaje enredado-. Lo lamento -dijo, separándose un momento hasta encontrar el cepillo que había comprado especialmente para Cool Llama, comenzando a peinarlo esmeradamente, sonriendo al ver que nuevamente se veía bien. No que en algún momento se hubiera visto mal. Simplemente se veía mejor que de costumbre. Estaba seguro que si no fuera porque Sebastián tenía todos los brillitos del continente, Cool Llama también los habría tenido.
Distraído, sonrió al sentir el ligero tope que le daba con el hocico, empujándolo hacia la puerta de su casa. Casi lo podía oír diciendo: “Hace demasiado frío a estas horas de la noche para que estés fuera, entra y duerme de una bendita vez”
Una vez en la puerta, le acarició con cuidado la frente, riéndose cuando en respuesta le jaló una de las cintas que amarraban su gorro.
-Hasta mañana -se despidió, antes de entrar, sintiéndose muchísimo mejor que cuando recién había salido.
~.~
-¿Cómo te encuentras, Miguel? -preguntó Francisco, sentándose junto al moreno, sonriéndole afablemente, agradeciendo cuando le entregó un largo vaso de jugo natural.
-Pues, creo que mejor -respondió Perú, sintiéndose sonrojar bajo la mirada atenta de la otra nación.
-Pero, ¿has hablado con Manuel? -susurró, bebiendo lentamente el líquido. Una sombra de inseguridad cruzó sus ojos, sabiendo lo especial que resultaba el chileno para el peruano.
-No... no desde que acompañé a Pareja* a dejar el dossier de información -murmuró, girando el rostro, recordando cómo Manuel lo había mirado, pidiéndole una explicación con los ojos. Cuando estuvieron solos, lo había sujetado con fuerza por los codos, sacudiéndolo un poco, una expresión airada y dolida.
-¿De verdad crees que voluntariamente iría a espiarte? -preguntó enojado Manuel, soltándolo al ver el gesto de dolor de Miguel.
-Reconoces que me espiaste, entonces -siseó, sin moverse, separándose un paso-. Espero que te leas cada una de las 300 páginas del informe y te des cuenta del error que cometiste.
Sin responder a sus últimas palabras, Manuel se retiró haciéndole un gesto con la cabeza, una actitud indiferente en sus ojos.
Esa mirada le había recordado el periodo en que Manuel no hablaba con nadie y permanecía encerrado en su propia casa y en La Moneda. Deseaba que pronto se solucionara todo y que el chileno lo ayudara a dejar todo por la paz.
-¿Has... has intentado hablar con él de nuevo? -esa sombra de inseguridad volvía a cruzar su mirada mientras pronunciaba las palabras.
Suspirando, estiró una mano hasta sujetar entre las suyas la de Francisco, sonrojándose al sonreírle.
-No, no he hablado con él, pero con lo de las elecciones, mi jefe piensa que es hora de que todo vuelva a la normalidad, además, el ministro de Relaciones Exteriores de Manuel dijo que estaban tomándose todo en serio... supongo que eso es suficiente para calmar a mi jefe y a mi nación -dijo, un tono dubitativo llenando su voz.
Quedándose en silencio, ambos se miraron un instante, ruborizándose fuertemente, aún tímidos de la relación que estaba empezando a formarse entre ellos.
-Manuel nos ha invitado a todos a una cena para celebrar que el año está terminando -interrumpió el silencio Francisco, inclinándose a tomar su vaso, separándose de Miguel-. Probablemente si revisas tu e-mail lo veas.
-Claro -murmuró, poniéndose de pie y acompañando al ecuatoriano hasta el jardín, sentándose en una banca desde donde veían a Gapy cerca de una fuente, junto a Cool Llama.
-Miguel, yo... -comenzó a hablar Francisco, antes de clavar su mirada en el moreno-. No quiero que-- Si solucionas tus conflictos con Manuel -se corrigió-, espero que sigamos igual o mejor -al no obtener respuesta, agregó-. Creo que es mejor que me vaya... probablemente Gapy esté algo cansado.
-Bueno -respondió Miguel, sintiéndose como un idiota mientras veía al chico ir junto a la tortuga. No era capaz de decirle las palabras precisas a Francisco y evitar todas esas inseguridades que asaltaban al ecuatoriano. Todo lo que les había ocurrido en el último tiempo, era demasiado nuevo para los dos, y la pelea con Manuel había afianzado todos esos pequeños miedos que los rodeaban.
Dando un salto, aceleró el paso hasta llegar hasta el lado de Francisco, quien estaba colocando a Gapy en su sitio favorito sobre su cabeza.
-Espera -pidió, sujetándolo por la muñeca, quedando frente a frente-. Yo... -inclinándose, rozó brevemente sus labios contra los de la otra nación, sintiendo como si un torbellino lo recorriera, acelerando su corazón. Profundizando un poco el beso, sonrió al oír el leve quejido que Francisco dejó escapar.
Al separarse, se alegró de ver el sonrojo en su rostro y sus ojos brillando claros, todas las dudas desapareciendo de entre ellos.
-No creo que Gapy esté muy contento -murmuró Francisco, retrocediendo un paso, frotando ligeramente el caparazón de la enojada tortuga-. Nos vemos -se despidió con una sonrisa, antes de besarlo un instante y desaparecer.
~.~
-Hola -saludó Manuel, un gesto de molestia y vergüenza en su rostro mientras desviaba la mirada hacia otro lado. Sabía que eso significaba que estaba arrepentido de lo que habían hecho sus jefes, sintiendo cómo ese espacio que había estado quemando en su pecho por fin dejaba de arder.
El chileno estaba en la puerta de su casa, una polera delgada cubierta por un delantal que decía “Kiss the cooker” que Alfred le había regalado hace algunos años y unos pantalones cortos.
-Buenas tardes -respondió Miguel, deseando cruzarse de brazos y gritarle algún par de cosas hirientes, como siempre hacía, pero eso sería muy poco diplomático y no quería arruinar la endeble tregua que habían creado y que lo aliviaba profundamente.
-Hola Manu -saludó alegre Francisco, que venía junto al peruano, entregándole un pequeño presente-. Te traje un regalo, espero te guste.
Haciéndose a un lado, dejó entrar a la pareja, ocultando una sonrisa al ver a Francisco revisar que el aire acondicionado estuviera apagado.
-Haré el asado en el patio, para que no muramos de calor aquí dentro.
-¡Esposa mía! -se oyó un grito, antes de que una sombra cayera sobre Manuel, aplastándolo contra el piso.
-Oye, ¡pesas! -rezongó Chile, intentando apartar al argentino-. Celoso -murmuró por lo bajo, sólo siendo alcanzado a ser oído por Miguel y Martín.
-Permitime disfrutar un momento -respondió Martín, abrazándolo con fuerza, antes de separarse y ayudarlo a ponerse de pie-. Después de todo, vos sos como mi regalo de Navidad, así que tengo todo el derecho a tenerte como se me dé la gana -dijo con una sonrisa extraña comenzando a iluminar su rostro mientras un sonrojo empezaba a cubrir sus mejillas y sus ojos se nublaban ligeramente-. Oh, sí -jadeó, apretando de nuevo al chileno contra su pecho, sin darse cuenta de los intentos desesperados de Manuel de huir-. Y tu delantal -dijo, su voz casi como un chillido, inclinándose a besarlo, apenas oyendo el gimoteo de protesta del chileno-. Debo agradecerle a Alfred de que te lo haya regalado -murmuró, antes de ver la mirada furibunda del moreno y decidir huir del pequeño hall.
-No creo que cambie alguna vez-consoló Francisco a Manuel, sujetándolo por un codo, evitando que saliera corriendo tras el rubio.
-Estúpido, que se cree... -farfullaba enojado Manuel, arrastrando al ecuatoriano y consigo a Miguel hasta la cocina, revolviendo un mueble hasta encontrar otro delantal, con los colores de la bandera chilena en él-. Voy a matar a Alfred cuando lo encuentre... lo voy a ahorcar lentamente con este mismo maldito delantal - siseó, sacándoselo con fuerza y arrugándolo entre sus manos.
Con un gesto reflejo, Francisco y Miguel se achicaron, en un intento de pasar desapercibidos y no aumentar la ira del castaño.
-Imbécil -bufó, respirando un par de veces hasta calmarse, tirando el delantal sobre la mesa y colocándose el nuevo-. Vengan, vamos al patio y terminemos con el asado. Estoy seguro de que les va a gustar.
~.~
El asado fluyó sin grandes peleas entre todos. Vene conversaba con Itzel en cuchicheos, anotando rápidamente algunas cosas en sus libretas mientras Coco bebía de su café y las observaba divertida.
Pedro y Manuel estaban los dos enfrascados en una discusión sobre machos y peleas de “todo vale”, bebiéndose rápidamente una botella de vino tras otra, al tiempo que Luciano les servía atentamente cada copa. Julio y Sebastián conversaban junto a la parrilla y Daniel consolaba a Martín de que el chileno prefiriera su carne antes que la de él*.
Francisco estaba sentado junto a él en el pequeño columpio que tenía Manuel, su mano sin tocarlo, pero el calor de su cuerpo transmitiéndose en ondas, enviándole escalofríos por toda la columna.
-Ves que no era mala idea venir a la fiesta que Manuel organizó -susurró Francisco, deslizando lentamente una mano, hasta sujetar la de Miguel entre las suyas.
-Supongo que sí -respondió, ocultando una sonrisa al ver cómo Manuel se acercaba a Martín y lo empezaba a acosar, demasiado ebrio como para darse cuenta de lo que hacía.
Había cosas que nunca cambiaban, y suponía que lo suyo con el chileno era algo que no lo haría.
Jamás
~.~Fin.
*Pareja es el embajador peruano en Chile.
*Buscando información, al año 2008 más del 50% de las importaciones de carne eran desde Paraguay y Argentina tenía el segundo lugar con un 27%.