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The Last Light
(La Ultima Luz)
II
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"Y para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena conciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor."
Mario Benedetti
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Honey here comes a lullaby
Your very own lullaby
Please let me take you
Out of the darkness and into the light
Lullaby - Nickelback
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Han sobrevivido más de lo que cualquiera de ellos esperaba.
Habían perdido a su familia en la prisión, a ese segundo grupo después en manos de bandido. Los han perseguido vivos y muertos, y no importa el lugar a donde fueran siempre encontraban a la maldita muerte esperándoles tras una puerta. Pero tras todo pronostico, estaban vivos.
Tras el ultimo ataque se habían retirado a una pequeña zona rocosa, entre tanta planicies, las montañas le proporcionaban una barrera natural contra los caminantes. Se las habían empañado para sortear las paredes de roca y vertientes lodosas, hasta llegar a un claro que rápidamente Daryl aseguró con un par de alambres que había conseguido día atrás, algunas latas que servirían como alarma y unos palos a los cuales le saco filo, Beth se apresuro a armar una carpa que habían tomado de los restos de un campamento destrozado y a camuflarla con ramas y hojas secas. No solo debían ser precavido ante los muertos, también contra los pocos humanos que aun quedaban vivo.
- ¿Crees que este lugar es seguro? - Pregunto la rubia, terminando de arrojar el ultimo puñado de hojas sobre el techo de lona y dejándose caer a un lado, rescostandose de la misma.
- Creo que está bien por esta noche.- Gruño el hombre, dejo su ballesta en el suelo y tomo de su bolso un conejo que había cazado mientras aseguraba el lugar. - He traído la cena.- Comentó, ganándose una sonrisa cansada de parte de la rubia.
- Prenderé el fuego - Ante la mirada del hombre, agrego: - Tranquilo, un fuego bajo para que no sea visible desde lejos.- Él le sonrió a cambio.
Aquel beso no se había vuelto a repetir y no precisamente porque ninguno de los dos quisiera, solo parecía que nunca era el momento adecuado para ello. No habían hablado del tema, Daryl no era exactamente un hombre de palabras y Beth había estado tan cansada esos días que ni siquiera le había dedicado más de un minuto de sus pensamientos a aquella situación. Tras el ataque a la caravana, les había tocado correr y sembrar la mayor distancia entre ellos y los bandidos, así que esa ultima semana se la habían pasado huyendo una y otra vez, sobreviviendo.
- Mañana saldremos a cazar.- Dijo el hombre, tratando de romper el silencio.- Sí no pasa nada, podemos quedarnos en este lugar una o dos noches más, y luego buscaremos otro lugar. Podemos seguir el curso del río, tal vez nos lleve a algún pueblo.-
- ¿Algún pueblo? ¿Pero será seguro? - Preguntó.
- No lo sé, pero necesitamos un refugio decente por un tiempo. Quizá pueda limpiar una casa, bloqueamos las entradas y ventanas, y podamos descansar unos días. Necesitamos comida, agua, medicinas, armas...- Enumero, mientras despellejaba el conejo.- Puede que encontremos algún arco, no te vendría mal aprender a usarlo, a ese rifle no le deben quedar muchas balas.-
- ¿Me enseñaras a usarlo? -
Y su voz sonó tan inocente, aniñada, que por un instante Daryl se imagino que la Beth que había conocido hace más de un año en una granja, la misma niñata rubia que trato de suicidarse, que aun tenía a su padre y su hermana viva, era la misma que ahora le preguntaba.
- Claro, también te voy a enseñar a patear unos cuantos traseros, vamos a mejorar tus aptitudes lindura.- Concluyo, sin levantar sus ojos del conejo.
- ¿Le ibas a enseñar eso a la Pequeña Patea Traseros? - Preguntó la chica, ahora sí ganándose una mirada por parte de Daryl. Hacía tiempo que no hablaban de lo ocurrido en la prisión, ya habían pasado casi 4 meses de que la hubieran perdido y aun era un tema tabú.
Los ojos de Beth se veían brillantes, su rostro había perdido cualquier tipo de vitalidad. Todavía dolía.
- Si, a penas Rick me hubiera permitido hacerlo.- Explicó, concentrándose en el conejo y arrancándole la piel de un solo jalón.- Él y Carl le hubieran enseñado a disparar, era yo quién le enseñaría a cazar.-
- Quería enseñarle a cantar, también quería buscarle alguna muñeca o un peluche y quizá algún vestido. Le iba a decir a Maggie que me ayudara, estaba pensando en ello.-
- ¡Maldita sea! - Escupió - Es una tontería que hablemos de ellos.- Exclamo, acercándose al fuego y removiendo un poco más las brasas. Una nube de chispas y humo se elevo.
- Lo siento, yo...- Pero Beth calló.
La rubia inmediatamente se puso de pie y se metió al interior de la carpa, Daryl la observo seguro de que estaría llorando. Termino de preparar el conejo, lo empalo y lo dejo al fuego para que se cocinara. No la llamo hasta que esté estuvo listo, a lo que Beth salió de aquella carpa con los ojos rojos como la única evidencia de lo que estaba haciendo.
Comieron en silencio, sentados uno al lado del otro con la mirada fija en el fuego. Beth apoyo su cabeza en el hombro de Daryl y al exhalar una bocanada de aire ambos observaron como el vaho se formaba ante ellos.
- Están empezando a bajar las temperaturas.- Dijo el hombre, pasando un brazo por encima de los hombros a la chica.- ¿Tienes frío? -
- Un poco, pero estoy bien.- Respondió.- ¿Me pregunto que haremos para el invierno? -
- Por eso tenemos que encontrar un refugió - Gruño Daryl, escupiendo al suelo.- Es mejor que descanses, dulzura.-
Beth asintió.
- Vamos a sobrevivir, Daryl. Lo haremos, lo sé.-
La pequeña de los Greene ladeo su rostro, ante la insistencia de la mirada Daryl volteo a mirarla con su eterna dureza en el rostro.
- Tú y yo, hasta el fin.- Declaró la chica.
Levanto lentamente una mano trémula que hallo su lugar en la mejilla de Daryl, esté a su vez llevo su mano hasta la de la chica, cubriendola.
- Beth, no...-
Pero cualquier cosa que fuera a decir quedo acallado por los labios de la rubia. A diferencia de su primer beso este fue lento, cálido, dulce... Un atisbo de esperanza. Beth sabía a esas cosas que los muertos habían arrastrado consigo al infierno, a caramelo. Olía a campo, a la tierra fresca tras una noche lluviosa. Su piel se sentía como se supone debía sentirse la calidez de un hogar. Era bastante inexperta besando, no como las mujeres que él siempre había arrastrado a la cama. Ella era todo lo contrario a lo que él acostumbraba. Y ello le gustaba demasiado.
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Encontraron un poblado justo como Daryl lo predijo. Un caserío, una iglesia, con dos o tres casas a su alrededor, una bomba de gasolina y un restaurante. Una pequeña parada de carretera.
Beth siguió a Daryl quién llevaba su ballesta dispuesta a disparar. A una señal suya Beth se situó al costado de una puerta, una segunda señal y ella la abrió. Ambos entraron, asegurando la puerta en el proceso, las ventanas se encontraban tapiadas y el lugar parecía abandonado desde hace mucho. Sintieron unos golpes en el piso superior e inmediatamente supieron que no estaban tan solos como creían. Daryl se llevo un dedo a los labios, le indico a Beth que se mantuviera en silencio y ambos comenzaron a subir.
En la casa habían tres caminantes, dos de ellos encerrado en el piso superior y un tercero atrapado en el sótano, donde también habían resto humanos. Daryl se paso la tarde llevando los cuerpos al patio, aseguro las entradas y cazo un ardilla que andaba merodeando por ahí. De momento el lugar era seguro.
- ¿Algo que nos sirva? - Preguntó entrando a la casa.
- Un par de latas, un paquete de pasta y otro de cereal.- La rubia sonrío.- Tres linternas, un par de baterías, ropa y esto.- Dijo mostrando una barra de chocolate.- Creo que estamos en el paraíso.-
Daryl le dedico una sonrisa ladina que a penas duro un segundo. Le echo un vistazo al lugar, era lo mejor que habían encontrado en mucho tiempo y tal vez era lo que necesitaban.
- Mañana iremos a verificar el resto del lugar, sí no hay muchos caminantes, si lo limpiamos bien... Quizá podamos pasar el invierno aquí. Los caminantes se vuelven más lento, algunos se congelan, esa pausa la podemos usar para reforzar el lugar.-
Beth asintió, se acerco al hombre y alzo su rostro hacia él, de tal manera que Daryl pudiera observar sus grandes y brillantes ojos.
- Quizá podremos hacer otra cosa que solo sobrevivir.- Afirmo el hombre, alzando su mano y apoyándola en la mejilla de la chica.
- Te lo dije Daryl, aun queda gente buena.- Le contesto, tomando la mano que el hombre había puesto en su mejilla y entrelazando sus dedos con los de él.
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El lugar debía estar abandonado desde hace mucho tiempo ya que no encontraron demasiados caminantes, ambos se deshicieron de los pocos que quedaban. Encontraron más víveres en lel resto de las casas y en el restaurate, eran pocos pero les alcanzarían para un mes si las administraban bien y aun contaban con las presas que pudieran conseguir (Beth se había vuelto realmente buena cazando), así como algunas medicinas y materiales que le servirían para proteger el lugar.
También hallaron los rastros de una masacre en la iglesia, vidrios rotos, la puerta forzada, y restos humanos. No había que imaginar mucho para saber que podría haber pasado. Daryl cerró la iglesia, bloqueando la entrada, Beth grabo una cruz en toda la entrada y dejo unas flores que había arrancado de un arbusto cercano.
Aquel caserío era prácticamente suyo y Daryl estaba dispuesto a mantenerlo así. No solo debían sobrevivir, también tenían que encontrar alguna normalidad, empezar a vivir. Se había jurado no volver a perder a nadie más, mucho menos a Beth.
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Compartían la habitación, cuya puerta bloqueaban cada noche.
Beth había calentado un poco de agua y llenado la tina, Daryl esperaba acostado sobre la cama el momento que la chica saliera para el poder darse una ducha corta. Lo que no esperaba es que ella lo hiciera a penas con una toalla cubriendo parcialmente su cuerpo desnudo.
Trago saliva, apoyándose en sus codos para poder observarle mejor. La chica estaba sonrojada, a diferencia de aquella vez en el lago aparto la vista y se apresuro a darle la espalda, agachándose ante su mochila en busca de ropa.
- Puedes entrar, el agua aun está caliente.- Señalo, el hombre gruño a su espalda y lo sintió entrar al baño, mientras ella agachaba la cabeza y se recriminaba por la locura que acababa de cometer.
Daryl se quito la chaqueta, la camisa y los pantalones, a parto de una patada su calzado. Volvió a llenar la tina y se sumergió en el agua, hacia tanto que no tomaba un baño como ese que sintió que de repente volvía a la vida, como si hubiera pasado demasiado tiempo insensible a cualquier tipo de estimulo. El agua acariciaba su piel, parecía borrar de ella los últimos días, lo revitalizaba. Se sumergió y cuando volvió a salir sintió como unos brazos frágiles e igualmente cálidos le rodeaban el cuello, el olor a campo llego a él como una suave brisa y el aliento de la única persona que le importaba en ese momento choco con su oído derecho.
- Beth...- Susurro, llevando sus manos a las de Beth.- ¿Que estupidez piensas que estás haciendo?-
- Vivir...- Susurro la chica.- Quiero sentirme viva, Daryl. Quiero sentir...- y pudo escuchar como ahogaba un sollozo.- ... quiero sentir algo más que miedo o dolor.-
- Esto no está bien.-
Hace tiempo que no estaba con una mujer, el toque suave de la piel de su chica le envolvía. Lo estaba tentando, casi hasta el punto de enloquecer y no sabía cuanto más podría aguantar sin ponerle un dedo encima.
- ¿Y qué lo está? - Pregunto de vuelta.- Ya no tenemos nada, Daryl. Mi papá, Maggie, Rick... todos se fueron, solo quedamos los dos. Eres todo lo que me queda y quiero sentirte de verdad.-
Él gruño, sintiendo la agitación dentro de sí, como su sexo comenzaba a endurecerse y la necesidad de probar más que los labios de Beth, de los cuales ya había bebido innumerablemente en esas semanas. Habían encontrado un refugio en el uno con el otro, uno que ninguno de los dos quería dejar.
- Daryl, te quiero. Más de lo pudieras imaginar.- Beth trago saliva, apretándose más contra la espalda del hombre y esta vez dejando que la primera lagrima se deslizara por su mejilla.- Te amo.-
Hasta ahí pudo aguantar el hombre que Daryl era. Dio media vuelta, la tomo entre sus brazos y la beso, causando que el agua de la tina se agitara como una tormenta. Aquel beso era diferente a todos los que habían compartido, dado que está vez ninguno de los dos quiso contenerse. Sabía a pasión, a deseo, a necesidad. Estaban juntos desde hace tiempo, a penas sobreviviendo, y como muy bien había dicho la rubia ambos estaban anhelando sentir algo más que miedo o la nostalgia causada por recordar tiempos mejores.
Daryl la tomo en brazos y se las apaño en cargarla, la llevo hasta la desvencijada cama y la recostó en ella. La contemplo por unos segundos que a Beth se le tornaron años, provocando que sus mejillas se tiñeran de rojo. Cuando la chica estaba a punto de preguntar si es que ocurría algo, el hombre se acomodo sobre ella y volvió a besar sus labios, de una manera asfixiante, que le arranco pequeños gemidos a Beth.
Lentamente fue cursando un camino de besos desde el cuello hasta la clavícula, de ahí hasta sus pechos donde empezó a acariciar uno con una de sus grandes manos mientras que se concentraba en lamer el pezón de su seno derecho. Beth echo la cabeza y se mordió los labios para acallar un gemido no consiguiéndolo del todo. Los labios de Daryl siguieron bajando, besando la pálida piel del torso y el abdomen, saboreando cada una de las gotas de agua que aun empapaban el cuerpo de la joven. La chica no sabiendo muy bien que hacer, perdida en las descubiertas emociones, llevo sus manos al cabello de Daryl, enredándolas en este y atraiéndolo de nuevo a su boca. Él la beso como nunca se imagino que un hombre podría hacerlo.
Por su parte, Daryl había decidido apagar cualquier clase de pensamiento. No quería pensar realmente en lo que estaba haciendo, en que él le llevaba muchos años por delante a la pequeña rubia y que ella no merecía un hombre como él, al menos estaba seguro que Hershel nunca lo hubiera consentido. Pero al besarle, al tocar sus senos y acariciar sus muslo perdía cualquier clase de sentido común; ya no le interesaba, hace tiempo que había olvidado el calor de una mujer, mucho más la dulzura de unos labios como los de Beth (aunque dudaba que alguien alguna vez le hubiera besado como lo hacia ella). Así que alejo cualquier clase de pensamiento, concentrándose en las caricias, en los besos, en la curva que hacia el cuerpo de Beth al arquearse hacia él.
Bajo su mano derecha hasta el sexo de la chica, sintiendo esa humedad que ya casi comenzaba a olvidar. Clavo sus ojos en los de ellas, quién le miraba con deseo, temor y algo que solo pudo identificarlo como el amor de Beth. La beso suavemente, tratando de espantar cualquier pensamiento negativo de la mente de la chica, decidido a que ella no pensará que se estaba aprovechando de sus necesidades. Mordisqueo sus labios y se introdujo en su boca, a la vez que sus dedos comenzaban a jugar delicadamente con el sexo de la rubia.
Beth gimió, esta vez sin poder controlarlo. Le dirigió una mirada incrédula, que él respondió con una sonrisa ladina a la cual la chica no dudo en contestar. Ella enredo sus brazos tras su nuca y se alzo hasta volver encontrar su rostro, besándolo de esa manera que parecía estarlo a punto de enloquecer.
Él volvió a recorrer su cuerpo, beso sus pechos, acarició sus muslo, le hizo inclinarse levemente para que el pudiera besar su espalda y saborear su curvatura, admiro sus nalgas acariciándolas, luego besándolas a lo que Beth reaccionó con un coro de gemidos de placer. La apego a él, aún de espalda, por lo que la chica pudo sentir la dureza del sexo masculino golpear sus nalgas. Le beso en el cuello, lamió su oreja y aparto su cabellera rubia.
- ¿Estas segura de esto? - Le pregunto al oído, temiendo que la chica se echará para atrás en el ultimo segundo.
Ella asintió suavemente sin poder gesticular alguna palabra. Cerro los ojos y se concentro en cada una de las sensaciones que Daryl despertaba en su cuerpo.
Eso era todo lo que necesitaba, el hombre volvió a recostarla en la cama y se posiciono sobre ella, aparto sus piernas, volvió a besar sus senos y la atrajo hacia así para beber nuevamente de sus besos. Él clavo sus ojos en los de ellas, una mirada penetrante, que hizo que la más joven se sonrojara y tratará de desviar su rostro hacia otro lado, él lo evito.
- No quiero que pienses que me estoy aprovechando.- Dijo Daryl, su voz más ronca de lo normal.
- No lo hago.- Declaró la chica, levantando la mano hasta el rostro del hombre, regalando la caricia más dulce que le hubieran dado en su vida.
Él cerro los ojos y se perdió en esa caricia el tiempo suficiente para que está se le grabara a fuego en la mente.
- Te necesito, Beth.- Sentenció.- Eres lo único que me queda, lo único que tengo. Lo único que realmente me importa.-
Ella le regalo una sonrisa y eso fue todo lo que necesitaba. Se acomodo entre sus piernas, acarició suavemente el sexo de la chica con sus dedos y lentamente comenzó a introducirse en ella.
- ¿Te duele? - Le preguntó cuando vio como la chica fruncía el sueño y cerraba sus ojos.
- Continua, no pares...- Respondió.
Él siguió entrando lentamente en ella, estaba estrecho, cálido y húmedo, lo cual despertaba un torbellino de sensaciones en su ser. Se apoyo de sus codos para no posar todo su peso sobre la chica, empujo una ultima vez y sintió que cualquier barrera que pudiera estarle obstruyendo el paso a su interior desapareció. Por unos segundos solo se movió para besar los labios de Beth, limpiarle cualquier rastro de lagrimas y susurrarle palabras de aliento al oído.
- Dulzura, eres mucho más de lo que merezco.-
Comenzó a moverse en un rítmico vaivén. Entraba, salia, rápido, lento y volvía a entrar en ella. Dejo que su cuerpo se perdiera en ese sutil movimiento, que de su mente se dispersara cualquier imagen que no fueran los ojos de gato de Beth sobre él y que sus oídos no apreciaran otro sonido que el ocasionado por los gemidos de su pequeña rubia.
Y todo exploto en él, a su alrededor, en el mundo entero. A penas tuvo tiempo de sacar su sexo del interior de la chica antes de que llegara a su orgasmo. Ella también lo había conseguido, lo había sentido, como se contraía los músculos internos y se humedecía hasta explotar. Ambos habían logrado perderse entre los besos, las caricias y la excitación, realmente se sentían vivos.
Daryl se acomodó a un lado de Beth, la atrajo hacia sí, beso su frente y cerro sus ojos. Todo estaba bien.
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El hombre ante ella se llevo dedo indice a los labios indicando que se mantuviera en silencio, así lo hizo. Miró al frente justo en el momento en que un venado aparecía ante ellos. Era hermoso, fuerte, con sus grandes cornamentas casi rozando el dosel de los bajos. Por un instante se sintió culpable, pero al sentir el apretón de Daryl sobre su hombro se olvido de cualquier clase de culpa, así que volvió a tensar el arco y disparo. La flecha cruzo rápidamente la distancia que le separaba del venado, clavándose en el cuello del animal, justo al mismo tiempo en que una flecha lanzada desde la ballesta de Daryl le daba de lleno en el ojo. El animal chillo, pero ya había muerto cuando Daryl llego hasta él.
- ¿Crees que con esto alcance? - Preguntó la chica, acercándose al animal y acariciando ese hermoso pelaje.
- Lo suficiente para sobrevivir un mes, hay que salar la carne pero servirá.-
Ella asintió.
- Lo hemos logrado, Daryl Dixon. Hemos sobrevivido.- Dijo, sonriendo abiertamente y obsequiandole un beso.
- Me dijiste que sería el ultimo hombre de pie.- Afirmo él, mientras retiraba las flechas de su presa.- Lo único que te falto decir fue que tú serías también la última mujer.-
- Aprendí del mejor, Sr. Dixon.- Él sonrió.
Ambos se dispusieron a cargar el venado.
- Te lo prometí, Beth. Nunca dejaré que te apartes de mí lado.-
Continuara...
;)