Nov 09, 2006 15:51
Mientras ya no quedan ilusiones en ningún enclave de su cuerpo, ella lo acaricia delicadamente.
Solo esa mujer entiende su voz grave, discontinua y lejana.
Ella..., que le coge la mano temblorosa,
intenta consolarlo, engañarlo, susurrándole que todo irá bien.
Él..., con su mirada perdida,
le encharca la mirada a la mujer que le recuerda quien es y qué fue de su vida.
Y yo..., que soy una mera espectadora, curiosa y entrometida,
me alejo de la sala con una falsa y dulce sonrisa porque me estoy derrumbando ante esta realidad.
Realidad... para la que no creemos estar hechos, y para la que no tenemos alternativa