Oct 14, 2006 13:06
Para no dejarme tentar te metí en el cajón de mi mesita de noche,
una usada mesa de oficina que, en su momento, me pareció perfecta para llenar el vacío,
y a la que, estoy segura, nadie echa en falta.
Allí te metí. Tan lejos como para no verte. Tan cerca como para evitar olvidarte.
Donde te busco cada noche, disimulando,
…haciendo como que busco entre rancios caramelos y horquillas perdidas
que nunca me agarraron mechón de pelo alguno.
Allí te encuentro. Y tomo lo que me gusta de ti pero que no me consiento saborear, o no me atrevo.
Ya deberías saber que no es valiente uno de mis adjetivos.
Por eso mismo te sigo guardando, esperando a que me decida a atarte a las patas de mi cama,
o que, por el contrario, desaparezcas, salgas por tu propio pie del cajón de madera,
argumentando fobia a los espacios cerrados, y sin futuro, ni presente real.
Conclusión inequívoca a la que yo tendré que darte la razón, y te dejaré salir sin más.
Mientras tanto sigues en el cajón de la mesita de noche sufriendo mi retiro hibernal.
Mientras tanto…