Flamenco
Título: Flamenco
Género: General, creo
Clasificación: G / K
Advertencias: -
Palabras: 372
Desde ya, que quede establecido que nunca lo admitirá.
Pero es que simplemente, Lovino ama ver a Antonio cuando baila flamenco.
En el primer momento en el que el italiano vio a la otra nación bailarlo, quedó totalmente fascinado. Es un conjunto de factores lo que lo enamoran de la danza flamenca: los movimientos certeros y a su vez delicados de las manos, los zapateos que de vez en vez parecen tambalear la tierra, el vaivén de la ropa ligera, a veces chillona y atrevida; todo ello acompañado de una guitarra que se adentra en su fase más viva y también apaciguada, aplausos maravillosamente rítmicos, las ocasionales voces que se oyen dándose ánimos a seguir esta demostración de arte. Todo desemboca en una belleza inigualable de danza, música y sensualidad.
Pero también está Antonio, con esa pasión que le pone a todo, la que ha esculpido y sacado lustre a través de los años.
Lovino observa cómo su rostro, de expresión normalmente sonriente -y un poco estúpida a su gusto-, se frunce entre las cejas y sus labios se endurecen; al mismo tiempo que sus ojos brillan de una manera misteriosamente encantadora, como si pensara con suma seriedad y profundamente cada movimiento que su fogoso cuerpo hace y regala a su público. Todo para sentir el flamenco correr por su sangre, apoderarse de ella. De él.
Entonces lo ve, mientras se alegra de poder ser parte de ese espectáculo, pero en secreto. Lo ve, lo oye, lo siente; lo ama. Ve al español sentir la música y la danza. Lo ve volverse música y danza.
De a momentos desea también aprender a bailar de esa forma, a doblegar su cuerpo de esa manera, a dejarse llevar por el arte; sin embargo, su orgullo no le permite pedirle a Antonio que le enseñe. Sencillamente, porque éste se olvidaría de enfocarse en su propio encanto y volvería a su yo estúpido, el que se muere de ternura hasta cuando Lovino estornuda.
¿Aprender flamenco y perderse ese espectáculo? ¿Saber bailar y conocer los misterios de la danza?
No, eso nunca.
De todas formas, el español se enteraría de que Lovino ama verlo bailar, que se cautiva con su sensualidad danzante.
Y no, eso menos.
Género: General, creo
Clasificación: G / K
Advertencias: -
Palabras: 372
Desde ya, que quede establecido que nunca lo admitirá.
Pero es que simplemente, Lovino ama ver a Antonio cuando baila flamenco.
En el primer momento en el que el italiano vio a la otra nación bailarlo, quedó totalmente fascinado. Es un conjunto de factores lo que lo enamoran de la danza flamenca: los movimientos certeros y a su vez delicados de las manos, los zapateos que de vez en vez parecen tambalear la tierra, el vaivén de la ropa ligera, a veces chillona y atrevida; todo ello acompañado de una guitarra que se adentra en su fase más viva y también apaciguada, aplausos maravillosamente rítmicos, las ocasionales voces que se oyen dándose ánimos a seguir esta demostración de arte. Todo desemboca en una belleza inigualable de danza, música y sensualidad.
Pero también está Antonio, con esa pasión que le pone a todo, la que ha esculpido y sacado lustre a través de los años.
Lovino observa cómo su rostro, de expresión normalmente sonriente -y un poco estúpida a su gusto-, se frunce entre las cejas y sus labios se endurecen; al mismo tiempo que sus ojos brillan de una manera misteriosamente encantadora, como si pensara con suma seriedad y profundamente cada movimiento que su fogoso cuerpo hace y regala a su público. Todo para sentir el flamenco correr por su sangre, apoderarse de ella. De él.
Entonces lo ve, mientras se alegra de poder ser parte de ese espectáculo, pero en secreto. Lo ve, lo oye, lo siente; lo ama. Ve al español sentir la música y la danza. Lo ve volverse música y danza.
De a momentos desea también aprender a bailar de esa forma, a doblegar su cuerpo de esa manera, a dejarse llevar por el arte; sin embargo, su orgullo no le permite pedirle a Antonio que le enseñe. Sencillamente, porque éste se olvidaría de enfocarse en su propio encanto y volvería a su yo estúpido, el que se muere de ternura hasta cuando Lovino estornuda.
¿Aprender flamenco y perderse ese espectáculo? ¿Saber bailar y conocer los misterios de la danza?
No, eso nunca.
De todas formas, el español se enteraría de que Lovino ama verlo bailar, que se cautiva con su sensualidad danzante.
Y no, eso menos.