Sonrisas alemanas y francesas
Título: Sonrisas alemanas y francesas
Género: General? Gay?
Clasificación: G / K
Advertencias: -
Palabras: 234
Notas: Escrito para el crack_and_roll
Las sonrisas entre Alemania y Francia iban y venían.
Podía tratarse de uno sonriendo triunfante para humillar al otro: como cuando el alemán no tenía otra opción más que trabajar sin cesar haciendo relojes de cuco, o como aquella vez en la que la amada París de Francis cayó durante la Segunda Guerra.
Con el paso del tiempo la relación entre ambos pudo mejorar (después de todo eran países vecinos, siempre es mejor llevarse bien con éstos) y entonces sus sonrisas a veces eran de compromiso al saludarse en alguna que otra reunión. Otras, por la gracia que les causaba ver a Estados Unidos discutir con Reino Unido o el escuchar a Gilbert dar su monólogo sobre haber sido el mejor país que haya existido jamás.
Y aunque a ambos les costara admitirlo por su orgullo, tanto Ludwig como Francis se sentían atraídos hacia la sonrisa del otro: al germano el fascinaba el cómo el francés podía dominar la situación o conquistar a una señorita con un simple y encantador arqueo de labios; mientras que al país del vino y del amor hallaba divertido percatarse de cuáles eran las cosas que hacían sonreír al rubio de pelo corto. Como por ejemplo las muestras de cariño de Feliciano o la satisfacción de que sus perros fuesen tan obedientes.
Menos mal que sus casas estaban cerca, porque sino el examinarse se les habría complicado un poco.
Género: General? Gay?
Clasificación: G / K
Advertencias: -
Palabras: 234
Notas: Escrito para el crack_and_roll
Las sonrisas entre Alemania y Francia iban y venían.
Podía tratarse de uno sonriendo triunfante para humillar al otro: como cuando el alemán no tenía otra opción más que trabajar sin cesar haciendo relojes de cuco, o como aquella vez en la que la amada París de Francis cayó durante la Segunda Guerra.
Con el paso del tiempo la relación entre ambos pudo mejorar (después de todo eran países vecinos, siempre es mejor llevarse bien con éstos) y entonces sus sonrisas a veces eran de compromiso al saludarse en alguna que otra reunión. Otras, por la gracia que les causaba ver a Estados Unidos discutir con Reino Unido o el escuchar a Gilbert dar su monólogo sobre haber sido el mejor país que haya existido jamás.
Y aunque a ambos les costara admitirlo por su orgullo, tanto Ludwig como Francis se sentían atraídos hacia la sonrisa del otro: al germano el fascinaba el cómo el francés podía dominar la situación o conquistar a una señorita con un simple y encantador arqueo de labios; mientras que al país del vino y del amor hallaba divertido percatarse de cuáles eran las cosas que hacían sonreír al rubio de pelo corto. Como por ejemplo las muestras de cariño de Feliciano o la satisfacción de que sus perros fuesen tan obedientes.
Menos mal que sus casas estaban cerca, porque sino el examinarse se les habría complicado un poco.