Título: El ABC de nuestros días
Título del Capítulo: Obstáculos y desorden
Género: General?
Clasificación: G / K
Advertencias: -
Prompt: #27 "Zapato"
Palabras: 400
Nota: Feliz día del amigo,
himitsu_h ♥ (quien lo pidió en el
meme de besos)
Link a la tabla Siendo lo más sigiloso posible, Feliciano entreabrió despacio la puerta de la habitación del alemán. Ludwig estaba durmiendo de costado, dándole la espalda como siempre; mientras que el italiano se había despertado en medio de la madrugada e iba a recostarse con el alemán para volver a conciliar el sueño, como sucedía todas las noches.
Dándose a sí mismo autorización para entrar, Veneciano puso un pie dentro del oscuro dormitorio del rubio. Pero que hubiese poca luz no era problema: él ya se sabía el camino hasta la cama de Ludwig de memoria. Debía seguir derecho unos tres pasos, unos cuatro o cinco a la derecha para no golpearse contra el duro escritorio (como lo había hecho la primera semana en la que había comenzado a convivir con el otro hombre), un par más derecho y ¡listo!, ya podía meterse entre las sábanas del alemán.
Más esa noche en particular, sus pies toparon con algo en el camino cuando estaba a punto de separarse del escritorio. Primero asegurándose que la otra nación siguiese durmiendo, se agachó para examinar qué era con lo que se había tropezado: una bota. Eso le llamó bastante la atención, dado que Alemania era bastante ordenado. No obstante, no decidió preocuparse. Cada tanto podía pasársele por alto algún que otro detalle, ¿no?
Pero a Feliciano sí comenzó a preocuparle que entre más se acercaba a destino, se topaba con más cosas, sobre todo vestimenta: después de la primera bota vino la segunda, un abrigo, un pantalón, una playera, una camiseta… hasta que por fin encontró la cama donde Ludwig descansaba. Con un gesto de extrañeza, Italia se recostó a su lado, acercándose para recibir el calorcito que emanaba del cuerpo del alemán.
Allí notó otra cosa, la posible explicación al desorden: un aroma a alcohol, más precisamente a cerveza. En menos de un segundo, el castaño recordó que esa noche el otro europeo había salido a beber. Y conociéndolo, seguramente había tomado más de un barril o dos.
Feliciano dejó que una sonrisa divertida se dibujase en sus labios. Le sorprendía que Ludwig pudiera ser desordenado a veces y también se alegraba por haber conocido un poquito más a éste. En serio, detalles como esos lo hacían muy feliz.
Entonces se dio el lujo de acercarse al rubio, embriagarse un poquito más en el aroma a cerveza, darle un beso en la espalda y finalmente dormir.