Autor:
siesnaFandom: Harry Potter
Claim: Remus/Sirius
Tabla:
Teh!BeatlesNúmero: #2. Don't let me down
Título: Don't let me down
Comunidad:
retos_a_lacarta 2. Don’t let me down
Remus tiene, como todo el mundo, días malos. Días de esos en los que se levanta y no tiene ganas de nada excepto de gritarle a todo el mundo. Cuando tiene un día malo se discute con casi todo el que se le pone delante por cualquier minucia, porque odia tener un día malo y sin querer, se lo hace pagar a los otros. Lo sabe, sabe que eso no está bien, pero un día malo es un día malo.
Y cuando Remus Lupin se levanta esa mañana de Abril está de mala luna y no sabe por qué, hasta que al levantarse se tropieza con sus propios libros y entonces sabe que ese es uno de esos días desastrosos.
En los días desastrosos, Remus suele intentar evitar el contacto con la gente fuera de clase, porque sabe que su malhumor manda y muerde al primero que le habla. No es voluntario, claro que no. Así que asumiendo que hoy se pasará el día en la biblioteca, solo, intentando evitar a la gente, se ducha y baja a desayunar.
A Remus no le gustan los días malos, aparte de por el malhumor que desprende, porque su mente le juega malas pasadas y no deja de pensar en cosas desagradables. Por lo que evita pensar, pero su mente no está de acuerdo con él y sólo con leer el titular del Profeta de esa mañana sabe que está maldecido para todo el día. Su mente trabaja rápida y primero piensa en la pobre familia que ha muerto asesinada, y luego en si su madre podría ser atacada. Le entra pánico con solo pensarlo y decide que ya no tiene hambre.
Cabreado, tira el periódico encima de la mesa y aparta el plato.
-¿Qué te ha hecho el Profeta, Lunático? -Remus oye la inconfundible voz de James y seguidamente le ve sentarse a su lado. Peter y Sirius hacen lo mismo y empiezan a devorar las tostadas.
-Nada -su respuesta es seca. Se levanta y se va murmurando que ya se verán en clase. James coge el profeta con curiosidad para intentar saber qué es eso que ha cabreado tanto a su amigo mientras Sirius le grita que por qué se va. Remus les ignora y sigue andando.
Fuera del Gran Comedor ve a Lily, quien se dirige sin duda a desayunar, y le pregunta dónde va tan temprano. Él hace como si no la hubiese escuchado y sigue caminando hacia la primera clase del día.
En los días nefastos como ese, pocas cosas pueden animarle. Sobre todo cuando su mente ya ha empezado a pensar en cosas que no debería, y le recuerda que está en último curso y que le quedan tres meses, que tal vez debería irse despidiendo del castillo y de todos sus amigos a los que sabe seguro no verá más. Tal vez hasta no vea nunca más a ninguno de ellos. No quiere pensar en eso, pero lo piensa. Sabe que si se lo pregunta a James, a Sirius y a Peter le dirán que seguirán quedando y seguirán viéndose, pero él tiene sus dudas.
La guerra -la maldita guerra que siempre está en medio- va a impedirles quedar y tener una vida normal. Lo sabe. ¡Es que lo sabe! Desea con todas sus fuerzas que se acabe cuanto antes y poder vivir en paz, aunque nunca ha tenido mucha fe en sus deseos.
En clase se sienta en primera fila, el único sitio donde sabe que ellos no vendrán. Pero Lily sí, Lily sí viene y le pregunta qué le pasa.
-Nada -esa es la palabra que más usa en sus días malos. Porque realmente no le pasa nada. Sólo tiene un maldito y asqueroso día malo. Supone que su malhumor tiene que salir a pasear de vez en cuando, pero le jode. Lily parece un poco ofendida y Remus se siente mal, no quiere hacerle daño, piensa en pedirle perdón, pero hoy está tan hostil que tal vez lo empeore.
Por la tarde se va a la biblioteca, pero de pronto siente un ataque de claustrofobia y decide salir a los jardines. Mala elección, lo sabe, pero ya está fuera. Camina hacia el lago y se estira en la hierba. Le gusta estar ahí cuando empieza a hacer buen tiempo. En sus días malos, a ratos siente que necesita que alguien le diga que le entiende, que no se preocupe y que todo irá bien. Remus supone que todo el mundo necesita algo parecido en sus días malos.
Se queda dormido y cuando despierta se da cuenta de que ha estado dos horas y media durmiendo. Se alarma cuando nota la mano de alguien en su hombro y se calma cuando ve que es Sirius.
-¿Qué quieres? -se lo pregunta de mala gana. Sirius frunce el ceño al ver el malhumor de Remus.
-Arreglar el malhumor que tienes hoy, para empezar -contesta levantándose de su lado y animándole a hacer lo mismo. Sin estar muy seguro de lo que hace, lo imita. No dicen mucho más y Sirius le guía hasta el Sauce Boxeador.
Cuando llegan a la entrada de la Casa de los Gritos, Sirius le barre el paso. Le dice que espere un momento aquí y él se escabulle dentro procurando abrir la puerta lo justo para pasar. Remus espera, impaciente, preguntándose qué demonios ha hecho Sirius. La puerta se abre y Sirius le invita a pasar.
Remus no sabe cómo reaccionar ante lo que ve. Allí, en una mesa algo más grande que la que suele haber en la Casa de los Gritos, están sentados Peter, James y Lily. Sirius le pide que se siente y él obedece, sorprendido aún. Sirius sirve los platos y se sienta a su lado. Es James el que contesta la pregunta que Remus no puede formular.
-La cena es para celebrar que hemos llegado a séptimo todos juntos -lo dice sonriendo de oreja a oreja y le coge la mano a Lily. Remus nota, entonces, que Sirius le ha cogido la mano desde que se ha sentado. Sonríe por primera vez en todo el día y nadie hace ningún comentario referente a su mal día.
Remus sonríe porque ha entendido, por fin, que da igual, que todo da igual. Da igual que en tres meses acaben el último curso en Hogwarts, da igual que haya la guerra en medio, da igual que lo suyo con Sirius no tenga nombre, da igual que la gente los mire mal cuando se cogen de la mano, da igual casi cualquier cosa porque los tiene a ellos. Y sea lo que sea que pasará en un futuro, lo pasarán juntos y mientras estén juntos da igual que se caiga cien veces, porque sabe que ellos le levantarán cien veces más. Porque sabe que it’s a love that lasts forever.