Desvelo
Da una vuelta en la cama. Y otra más. Y otra…
-… Mi-er-da. -Murmura rabioso, volteándose por enésima vez en la madrugada.
Mira hacia la ventana, tranquilamente podría levantarse y tirarse por ella con tal de dejar de pensar un poco. Golpea la pared y se sienta, apoyando la barbilla en su mano, pensativo.
Desde un punto de vista “lógico”, ignorar el episodio sucedido sería la primera opción; claro que falla miserablemente pues su subconsciente parece disfrutar de recordárselo. La segunda opción admitiría el hecho sucedido e incluía hablar con el austriaco para entender las cosas. Finalmente la tercera opción, y la que Vash prefería, es la que obliga a su persona a tocar la puerta de Edelstein, sacarlo a rastras de su casa y dejarlo como queso emmental. Se levanta, acercándose al balcón y mira la luna.
-Definitivamente… Lo mataré.
Sí, en la mente del suizo la última opción era la más probable.
Omake:
-Definitivamente… Lo mataré.
Las luces se encendieron de golpe en la casa de Austria. Érszebet corrió hacia la habitación de su ex esposo y abrió la puerta de golpe.
-¡YA TE TENGO PRUSIA!
El mencionado saltó de su asombroso escondite, levantando las manos y gritando un “¡No hice nada! Todavía…”, ganándose un par de sartenazos (uno tras otro).
Por otra parte, el olvidado Roderich estornudaba repetidamente, maldiciendo al prusiano por dejar la ventana abierta.