Que sea con chocolate
Increíblemente esta vez no le dolía la cabeza; recordó brevemente que cuando Francis le había ofrecido pinot noir le había encajado un culatazo y un rosario de groserías en francés. Claro, no le volvería a pasar lo mismo que el mes anterior.
Se desperezó en la cama, dando una vuelta perezosa y bostezando a gusto, también recordaba que Liechtenstein estaría con Hungría y Bélgica hasta la tarde siguiente pero su tren de pensamientos se descarriló al oler un ligero aroma.
No cualquiera aroma. Era ese aroma.
-‘Mierda…’ -Pensó con el ceño fruncido antes de levantarse y bajar corriendo hasta el origen del perfume matutino.
-Ah, Suiza. Pensé que te quedarías durmiendo un poco más, esa cara sin lavar y sin tu pijama rosa es algo de mala educación cuando uno va a desayunar.
Sí, efectivamente. El idiota… El austriaco estaba ahí, en su cocina, usando sus cosas y obviamente preparando café con… Alto.
-… ¿Estás haciendo café?
Roderich fingió un mohín de disgusto. -¿Es que acaso no sabes distinguir entre el café de tu leche con chocolate? Y antes de que empieces a quejarte, siempre dejo mis compras aquí por si sucede algún caso como este. -Se volvió para continuar su labor, esperando la reacción del suizo.
-Espero que sea barato o de lo contrario no lo tomaré. -Contestó casi gruñendo y listo para darse media vuelta y ponerse algo más que la ropa interior.
Escuchó un pequeño suspiro a sus espaldas. -¿No vas a decir nada?
Soltó un bufido, se acercó a Austria y volvió a oler el café.
-… ¿Moca? -Se corrigió al instante al ver el rostro del otro. -Wiener Melange, no… ¿Vienés? -Ahora los dos estaban con el ceño fruncido, frustrados por el hecho de que Vash no reconocía el tipo de café.
...
Una vez que el suizo estaba vestido y ambos sentados en la mesa, un incómodo silencio se había instalado, provocando que ninguno disfrutara de ello.
-Um… Austria…
-No, yo me disculpo, Suiza, por haber creado semejante atmósfera.
-No es eso… Sólo que…
Lo miró interesado, mientras el rubio iba sonrojándose de a poco. Dio un trago largo al café y, admirando las cortinas de la cocina, prosiguió:
-No me importa de qué tipo sea mientras tenga chocolate.
A la vez que Roderich sonreía, Vash pensó que la relación había mejorado otro poco.