Paranoia
Cuando L fue forzado a abandonar el mundo, dejó a tres niños frente al destino, el estigma de tomar su lugar; eso piensa Near.
Y ahora él es L.
-Dejando todo atrás ¿Nunca sufriste?
-No. Por nada ni nadie.
El muchacho se debate interiormente, a sus 19 años había crecido considerablemente y su mente se hacía cada vez más retorcida. Le da un vistazo a la habitación, repleta de juguetes, torres de cartas y varios envoltorios de chocolate.
-¿Seguro?
-Sí.
-¿Ni siquiera por… Matt o… Mello?
Mello.
-Desaparece, sólo eres una mera paranoia, una broma creada por mi mente.
-¡Mira quien habla de paranoia! Tú que repites una y otra vez la misma cosa en tus juegos, el que cada noche se despierta y queda en vilo porque recuerda el Caso Kira. Ése que sigue manteniendo bajo llave las únicas cosas que sobrevivieron a ese caos.
-Desvanécete, sal de mi cabeza… Vete.
-¿Por qué? ¿No te gusta recordar que desde ese momento deseas haber fallado y no quedarte incompleto? Lo deseas demasiado Nate…
Unas manos agarran el arma de Mello -una de los pocos objetos que guardaba-, sintiendo la fría caricia que le da el gatillo detrás de su oreja.
-Dilo, di lo que quieres y lo cumpliré.
-Ve… Vete…
Un par de ojos rojos lo miran fijamente, tapados por unos mechones blancos y enrulados.
-Acéptalo, tu tiempo se acaba aquí.
Near sólo atina a agarrar con firmeza el muñeco de Mello al distinguir un pequeño destello antes de cerrar los ojos.
-Aquí…
-… Se acabó.