Titulo: Del otro lado del espejo.
Género: Sobrenatural.
Escrito por: Shin Black
Personajes: Masato Niou (mio), Hiroki Yagyu Nioh (de Maxi-anime), Kazuya Sanada (mio)
Sumario: Según Kazuya, el espejo es un portal hacia otro mundo y muy pocos son capaces de ver reflejado el pasado, presente, futuro o universo alterno en él.
Del Otro Lado Del Espejo.
Siempre supe que mi realidad era sólo una alternativa, una línea fina que paralelamente se desarrollaba frente a otras, que no era la verdad absoluta ni tampoco era una creencia absoluta. Dentro de las diferentes dimensiones podemos encontrar las mismas historias hasta cierto punto y un desarrollo contrario a la realidad conocida, nombres cambiados, etapas diferentes, personas diferentes, sensaciones extrañas.
Sino hubiera sido por ÉL tal vez jamás hubiera podido conocer el otro mundo del que tanto me escucharon hablar, porque en definitiva, mi vida son iguales a los de mis libros.
Las vidas varían acorde a acontecimientos pasados que la modifican, y es extraño para no decir desorbitante, poder verte los ojos, poder reflejarte en un objeto más allá del bien y del mal, un objeto que para mí es mágico: el espejo.
Reflejarse en un espejo es más que sólo ver la simple apariencia, hay gente que cree es un portal hacia distintos mundos, y aquella persona que ves frente al espejo no es nada más ni nada menos que tú mismo en una realidad alternativa, o al menos eso es lo que creí cuando le vi en sus ojos esa profunda tristeza muy parecida a la mía.
Pero no quiero más marcar la introducción, quiero comenzar mi relato desde cero. Era una tarde de invierno en mi casa a mis siete años, mis padres trabajaban todo el tiempo por lo que pasaba gran parte de mi día solo en mi cuarto, jugando con mi perra o mi gata, mirando algo en la televisión o simplemente entrando a páginas desde la computadora. En alguna ocasión uno de mis abuelos venía a cuidarme o directamente me dejaban en la pastelería de Marui, pero éste no era un día como ellos.
No recuerdo por qué razón le pedí a mis padres que me dejaran solo esta vez, creo tenía un importante proyecto de química para entregar y necesitaba un poco de paz, aunque era mentira ya que solía adelantar el trabajo varias semanas antes.
Me encontraba como siempre en el cuarto jugando con mi perra, era una cachorra bastante juguetona, siempre intentaba animarme porque solía deprimirme ante la falta de mis progenitores, solía estar sentado mirando el espejo durante horas o pestañando rápidamente intentando visualizar algo fuera de lo común, pero esa tarde me entretuve con Paca durante largo tiempo y le di la espalda al espejo; mi gata, que se encontraba encima de la cama, se altera y observa a mi cachorra la cual comienza a ladrar a alguien o algo detrás de mí. Me doy la vuelta y observo mi cuarto reflejado en el espejo, pero noto ciertas diferencias en los cuadros colgados y en el cobertor de la cama. Me acerco sigilosamente y noto que mi figura no se refleja en el espejo, más bien, aparece de espaldas y agachado, jugando con un cachorro, un niño de cabellos castaños.
ÉL. Aun es importante en mi vida a pesar de haber pasado veinte años. Aun conservo en mi mente la figura de su rostro y sus anteojos perfectamente colocados encima de su pequeña nariz. No sabía lo que estaba pasando y creí que se debía a un sueño o una ilusión óptica, pero al acercarme y pegar mi nariz contra el frío cristal me di cuenta que no estaba soñando, era lo más real a lo que jamás me hubiera enfrentado.
-Niño, ¡niño! -intenté llamarlo, pero no parecía poder oírme.
En aquel momento mis ojos divisaron cada uno de los objetos más cercanos, si yo podía verlo, probablemente él también pudiera verme, entonces vería reflejado en el espejo todo lo que pasara de este lado del universo. Me levanté y corrí hasta la caja de juguetes buscando mi linterna de pollitos, la tomé y me acerqué al espejo para prenderla e iluminar el cuarto de mi “nuevo amigo”, inmediatamente notó mi presencia y volteó para verme reflejado a mí en lugar de él.
Allí parados los dos, su cabello era idéntico al de mi “madre” Yagyu, mientras que sus ojos eran una extraña mezcla entre el celeste, el verde y el gris. Intenté tocar el espejo pero tenía mucho miedo, el muchacho apoyó su palma creyendo que su figura, ósea yo, haría lo mismo, pero al notar que no fue así se dio cuenta que no era solamente una ilusión, era más que eso.
-¿Quién eres? -pregunté, pero el chico me hace señales de no poder escucharme o no poder entenderme. Inmediatamente busco entre mis cosas y él hace lo mismo, por primera vez desde que lo veo realizamos la misma acción al mismo tiempo.
Tomé un bolígrafo de la estantería y un papel de mis cuadernos para comenzar a garabatear en él, intentando poder comunicarme, pero como si leyera mis pensamientos él acabo primero y colocó el papel en el espejo mostrando una letra muy similar, para no decir idéntica, a la mía.
“Me llamo Hiroki, ¿y tú?”
Abrí la boca al observar su perfecta escritura y terminé los últimos trazados: “Me llamo Masato”, fue lo único que alcancé a poner. Sus ojos observaron cada trazo, cada kanji tratando de reconocerlos y lo hizo perfectamente. Tomó nuevamente su bolígrafo negro y una vez terminado su escritura apoyó nuevamente el papel: “¿Cuántos años tienes?”. No tuvo que esperar tanto mi respuesta, dado que coloqué un “7” enorme en la hoja, producto que él comenzara a reírse. El colocó en el papel que también tenía siete años, y se preguntaba por qué no podían escucharse hablar.
Durante toda la tarde, simplemente escribíamos en el papel y lo mostrábamos a nuestro nuevo compañero, mientras detrás de nosotros los cachorros que teníamos de mascotas parecían no entender lo que estaba pasando y por qué todo era diferente del otro lado del espejo. Conocí tanto de él como él de mí, empezamos a notar similitudes en nuestros gustos y afiliaciones, además de poder hablar tranquilamente sobre nuestros amigos.
Todas las tardes, después del colegio, corría a mi cuarto y apoyaba mis manos sobre el frío cristal para luego encontrarme con su imagen sonriéndome, éramos idénticos y diferentes, parecíamos hermanos mellizos viviendo en una realidad diferente. Poco a poco noté que algo cambiaba y nos diferenciaba bastante, comencé a oír sonidos del otro lado del espejo, pisadas, ladridos, movimientos, cosas que antes eran mudas. La voz suave de mi compañero comenzó a sonar y una vez más logramos comunicarnos, esta vez, sin la necesidad de escribirlo todo.
-Ya se me estaban acabando los papeles -habló Hiroki mientras se sentaba, la voz de Hiroki era muy parecida a la mía, salvo que un poco más fuerte.
-Es verdad, ahora podemos comunicarnos más tranquilos -sonreí, una sonrisa pequeña pero visible para mi compañero.
-¿Cómo te fue hoy en la escuela? -Preguntó Hiroki mientras sacaba el cuaderno-. Hoy vimos con mis compañeros números enteros y fracciones.
-Yo también -me sorprendí y mostré mi cuaderno, ambos teníamos copiado exactamente lo mismo-. Parecemos de la misma clase.
-Es verdad, es todo tan extraño ¿estás seguro que no eres vecino mío?
-No sé, nunca me haz dicho donde vives.
-Hm…..-pensó Hiroki, su padre le había dicho que no diera datos de su dirección a extraños por lo cual le era complicado localizarme sin decirme donde vivía él.
-¿Conoces la dulcería Marui? -pregunté, Hiroki abrió los ojos sorprendido
-Em, conozco a Marui-san pero, no tiene dulcería.
-¿No? -pregunté-. Eso es extraño, él si tiene dulcería.
-¿Tiene? Pues nunca la vi, él tiene em….insuficiencia de insulina, así que no creo que pueda.
-¿Qué? Marui no tiene eso, él dejo de comer dulces una vez que se embarazó de Shio -hablé, Hiroki se levanta del suelo y me mira sorprendido.
-¿Quién es Shio?
-¡El hijo mayor de Marui….! ¿Estamos hablando de Bunta Marui, ne? ¿El del Rikkai?
-Si, si, ese mismo, pero él tiene un hijo de nuestra edad, se llama Sato.
-No, no, no. Sato es menor a nosotros, el de nuestra edad es Shio -Ya me encontraba bastante confundido, pero dealgo estaba seguro, ese chico sabía que Marui existía y seguramente vivía cerca de allí.
-No…..-Hiroki corrió hasta su escritorio y tomó una foto de allí para mostrármela-. Él es Sato, hijo de Marui.
-¿Sato? -observó bien y si, era Sato, pero los otros niños que estaban allí no los conocía-. ¿Quiénes son? ¿Ese de allí es Ken?
-¿Ken? -Hiroki volvió a ver la foto y sonrió-. Se llama Seiichirou, es un Sanada, no se llama Ken.
-¡Es Ken! ¿Y ese es Yuuki? Tiene el color de cabello diferente y no tienen los mismos ojos. No puede ser ¿por qué los nombres son diferentes? -Comencé entonces a pensar que lo que estaba viviendo era bastante sospechoso.
-No sé quienes son esos niños de los que hablas -Hiroki bajó la mirada.
-……….Hiro-san…..dime ¿cómo se llaman tus padres? -pregunté apoyando mis manos en el espejo.
-………..Yagyu Hiroshi y Nioh Masaharu……
Yagyu Hiroshi y Nioh Masaharu……
…………Yagyu Hiroshi y Nioh Masaharu……………..
Mis ojos se abrieron y poco a poco la voz y la imagen de Hiroki desapareció entre sueños, volví a ver mi imagen reflejada en el espejo y mi rostro de impresión en él. Caminé dos pasos atrás y supe la verdad. Ese niño era yo mismo en una realidad distante, una realidad donde Shio no existía, donde Ken se llamaba Seiichirou y Yuuki no se llamaba Yuuki. Una realidad donde pareciera que no existía tampoco Kazuya y que sus padres no parecían trabajar de lo mismo.
-Hiro…..ki…..-volví a colocar mis manos en el frío cristal y cerré mis ojos.
Muy dentro de mí sabía que jamás le volvería a ver. Él fue mi mejor amigo, el que mejor me entendía y el que no volvería a ver nunca más en mi vida. Aun hoy veo mi reflejo en el espejo y pienso ¿qué pasaría si me vuelvo a encontrar con él? ¿cómo sería? ¿De que trabajaría? ¿También estaría escribiendo una novela como yo?, ¿también sería un escritor?, ¿también tendría la vida que yo tengo?
No podía quedarme de brazos cruzados, y al notar que pasaban los años y la imagen no se volvía a reflejar hablé con el más místico y poderoso de mis amigos: Kazuya Sanada. Kazuya había sufrido los tormentos de sus poderes, hacía no más de tres años había sido atacado por uno de los diez espíritus que según él le persigue, golpeó su cabeza contra el vidrio y le obligo a cortarse las muñecas. Yukimura y Sanada están muy preocupados por su salud física y mental y en varias ocasiones le habían propuesto internarlo en un loquero, pero ellos en contra de cualquier especialista o psicólogo, pensaban que su hijo no estaba “loco” ni padecía ninguna psicosis, él era un muchacho especial con poderes especiales, por lo que valiéndome de ese titulo que dios le dio, me acerqué a él bastante cohibido.
-Vi a un muchacho del otro lado del espejo Kazuya-sempai -le explique al muchacho de cabello largo hasta la nuca, con ojeras que cubría con su largo y mal cortado flequillo, mirada empobrecida y cuerpo delgado, Kazuya se acercó hacia él y acarició su propio reflejo como buscando algo.
-¿Aquí? -habló el joven, afirmé.
Kazuya siempre fue raro desde que nació, normalmente vestía pantalones jeans rasgados, una camisa o remera con un logo de banda de rock y un chaleco de jean con pins, usualmente también usaba una corbata de anime o con símbolos raros que jamás entenderé, llevaba un piercing en la lengua que aun no sé como Genichirou-sempai pudo dejárselos poner, y uno en su oreja derecha. Caminó hacia su mochila y sacó un libro para hojearlo, una vez leyó un párrafo lo cerró y lo volvió a guardar.
-Bien, no quiero que me sigas, ni que me grites ni que intentes hacer lo que yo -toma mi celular y deja grabado su número en él-. Cuando sean las siete, llámame a mi celular, haré lo que sea para regresar aquí, pero por favor, solo llámame una vez.
-¿Podré…..?
-Los espejos y los celulares son los elementos más poderosos a la hora de comunicarnos con el otro mundo u otros mundos, son algo así como portales, por lo cual si me llamas a mi celular lo más probable es que suene del otro lado también, ya que existe una señal sensorial muy poderosa entre ambos mundos que puede hacerte capaz de comunicarte, como lo hiciste con Hiroki.
-Si lo encuentras, dale esto de mi parte -dije extendiéndole un papel-. Por favor.
-Lo haré.
Kazuya me hizo apartarme y comenzó a respirar profundamente con las manos extendidas hacia el espejo pero sin tocarlo. Pestañé un par de veces y en un abrir y cerrar de ojos le vi cruzar por el espejo como si fuera una puerta más en el cuarto. Sin hacerle caso le seguí pero choqué estrepitosamente con el espejo, seguro Kazuya tenía poderes inimaginables y yo jamás sería capaz de realizar las cosas que él hacía. Pronto la imagen mía del espejo se disipó y apareció Kazuya en é; miraba el cuarto con asombro notando las pequeñas diferencias entre Masato y Hiroki.
-Ya regreso, Masachan, recuerda lo que hablamos -se fue.
Solo pude ver el cabello largo y oscuro salir por la puerta de entrada del cuarto, giré y no había nadie detrás de mí, por lo que poco a poco mi figura volvió a aparecer en el espejo. Las cosas de Kazuya aun estaban en mi cuarto pero él había desaparecido y ahora había un Kazuya en el otro mundo.
Cerré mis ojos y me quedé profundamente dormido. Escuché la alarma de mi celular y desperté para notar que Kazuya había atravesado nuevamente el espejo, esta vez su rostro estaba mucho más pálido y sus ojeras más pronunciadas.
-Aun no son las sie….-pero no me dejo terminar. Kazuya me entregó el papel y se retiró con sus cosas sin decirme absolutamente nada.
Tomé el escrito y leí las hermosas letras de Hiroki.
“Yo también. Hiroki”
Sonreí y nuevamente miré el espejo la figura de Hiroki sonreírme, pero el sueño me venció y caí dormido a la realidad.
Fin.
Lo que pasó con Kazuya del otro lado del espejo es simple, se encontró con otra realidad que no es la suya, sus padres eran otros, su casa era otra, él no existía. Supongo que eso debió traumarlo pero él único que creía que él era del otro mundo fue Hiroki, quien al leer el papel de Masato obviamente entendió todo.
Lo que decía Masato en el papel lo dejaré para sus mentes abiertas jaja.