Mar 14, 2009 14:09
James despierta sudado y sobresaltado, como si huyera de una pesadilla; con la brusquedad del gesto siente un pinchazo de dolor en las costillas y gruñe imperceptiblemente. Al menos eso significa que no está muerto.
Todo es blanco. La vista le hace chiribitas de colores que le molestan, y cuando enfoca la vista hacia lo que hay delante, el mundo ondea, así de repente, desconcertándolo. También oye un molesto zumbido que no sabe discernir si suena en su cabeza o… donde quiera que esté. Es un poco raro, piensa con vaguedad, y nota las letras alargándose extrañamente en su mente, como si hicieran eco.
Frunce el ceño, sintiéndose muy aturdido. Decide cerrar los ojos mientras recuerda no con demasiada exactitud que estaba en el partido de Quidditch. Pasa un rato hasta que siente que está mucho mejor y de repente comprende, como si le hubieran alumbrado los pensamientos, que está en la enfermería. Parpadea y el mundo parece haber recobrado su normalidad.
La cosa que ondea frente a él es claramente una cortina que lo aísla del resto de los pacientes. El molesto zumbido sigue ahí y también los músculos agarrotados. Dice “hola” entre dientes para asegurarse de que, como mínimo, el oído y la voz siguen funcionando como deberían.
-Hola -contesta otra voz con ironía.
James se sobresalta y desvía la mirada hacia un lado. Descubre a Sirius sentado en una silla al lado de la cama, observándolo con aspecto vivaz.
-Tú no te has caído -musita lentamente; no es una pregunta. Sirius niega con la misma lentitud-. Aunque estás horrible.
Hay un breve silencio pero algo se relaja entre ellos.
-Sabes qué, tío -dice Sirius en voz baja. Parece algo importante pero al final no significa nada. Quizá todo-. Estabas drogado o algo así. Para el dolor, ha dicho.
-¿Estaba drogado? -repite James muy alto.
-Puede que todavía lo estés.
Otro silencio.
-Ya tengo algo que contar a nuestros hijos -comenta James.
-¿Nuestros?
-Sí -Sirius pone cara de circunstancias-. Me refiero a los de Lily y míos.
-Ah.
James alza las comisuras de los labios sin proponérselo y ambos estallan en carcajadas que surgen de lo más hondo del pecho.
-Lo siento de verdad, James -afirma Sirius al cabo de un rato.
-Yo también -suspira-. De verdad estás horrible, Black.
-No tanto como tú, Potter.
Sonríen con cierta culpabilidad.
& & &
Cinco horas antes el partido de Quidditch discurría con normalidad. Todo el castillo estaba en las gradas, llenas de colores cálidos por un lado -sangre y oro, siempre corazón de león-, las águilas y su elegancia por el otro.
Lily Evans se sorprendió cuando los jugadores alzaron el vuelo: reconocía perfectamente a Sirius como uno de ellos. Al parecer era uno de los cazadores; temió por lo que se proponía. Sirius había dicho que iba a solucionarlo todo, ¿pero volando? Tuvo ganas de gritar. Iba a hacer una locura, estaba convencida, venga, chica Gryffindor, se dijo, demuestra que tienes sangre ardiendo en las venas.
Sin embargo permaneció quieta, esperando.
El partido avanzó. Gryffindor ganaba, la snitch todavía no estaba en juego. Sirius se limitaba a hacer el trabajo que le tocaba. La chica ya creía que nada iba a ocurrir cuando pasó. James pasó al lado de Sirius y éste último le gritó algo. James dio media vuelta, furioso, y gritó también. El locutor graznaba por encima de la multitud, jugadores…hay un problema… no sabemos qué…¡Y AHÍ SALE LA SNITCH!
La snitch salió al campo disparada, un simple punto oro en la lejanía…
Pero James no hizo ademán de ir a por ella.
Lily se levantó como movida por un resorte. Haz algo, chillaba su cabeza. Y vaya si lo hizo. Lily consideró la posibilidad de saltar de grada en grada hasta el campo pero antes de darse cuenta estaba corriendo hacia las escaleras, apartando a empujones a la gente, viéndolo todo como a cámara lenta y sin apartar la vista de las dos figuras borrosas en el cielo. Se estaban pegando. Encima de la escoba.
Las dos siluetas comenzaron a caer a velocidad vertiginosa. El estadio clamaba horrorizado. Corazón de león, pensó Lily absurdamente, la adrenalina apretándole los pulmones, y sacó la varita cuando pisó el césped del campo, y apuntó con la mano más firme que nunca y rugió un hechizo, hazlo bien, Lily, por una vez en tu vida, hazlo bien.
Uno de ellos cayó suavemente.
Lily frenó de golpe. Sirius se levantó y corrió hacia el otro cuerpo, medio tropezando, bramando “¡James!” con desesperación.
Y ahora me voy a comer =).
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