Retos salteado

Apr 14, 2008 13:30


Título: Hermanos

Autora: sharanniphredil
Para: slayer_kur
Rating: TP

Resumen: Rosalie ha encontrado a Edward medio muerto al pie de una montaña y lo ha llevado hasta Carlisle para ‘salvarle’ la vida. Edward y él se conocen.

Advertencias: Me he tomado algunas licencias con la historia, ya que, salvo lo que cuenta Rosalie de su historia y cómo encontró a Emmett, apenas conocemos mucho más sobre éste o su pasado. Ni sobre cómo se conocieron Edward y él… Aunque nos imaginemos un poco las circunstancias.

Disclaimer: Este fic es una petición expresa de mi tata sobre los personajes pertenecientes a la saga Twilight de la escritora Stephenie Meyer, un pre-Bella/Edward.

NdA: Pensad en Emmett como Dean Winchester, y estaréis en la misma onda de corta frecuencia que yo…

Tata… no me juzgues duramente. He tratado de imaginar cómo fue ése primer encuentro… Espero que sea de tu agrado… Y de toda aquella que se decida a leerlo también, si eso ocurriese.

ETA: Simplemente, porque he decidido volver a escribir simplemente para reírme un rato.

En cuanto pueda, me pondré con la continuación de Brian Pan para la comunidad de qaf_ficcion. Espero que me enviéis un poquito de inspiración y polvo de hadas, que me hace falta.

***

Despierta aturdido y sediento, con la garganta seca y la visión borrosa. ¿Quién diablos le ha dado la vuelta a los párpados y le ha secado el interior con algodones?

Se sujeta la cabeza con las dos manos mientras se incorpora, como si se le fuera a caer de los hombros, y deja que la sábana le resbale por el torso desnudo.

Hay un espejo en una cómoda frente a él, y fuerza a sus ojos a aclararse para echarse un vistazo.

Le duele la espalda como el demonio y le arden los costados como si le faltasen varias costillas o le hubiesen arrancado los riñones. Pero no se los pueden haber arrancado porque tiene ganas de mear, ¿no?

Le toca abrir los ojos al máximo que puede cuando comprueba que está completamente negro, morado y amarillo. Apenas tiene un centímetro en el cuerpo que no esté cubierto de golpes.

-Ésos tardarán en quitarse.- pega un respingo al escuchar la voz melodiosa e instintivamente busca la sábana para cubrirse.- Te traigo una jofaina, para lavarte un poco. Lo necesitarás.

-¿Puedo saber dónde estoy?- la voz le sale rugosa y le araña las paredes de la garganta con cada vibración de las letras.

-Te caíste en la montaña.- la chica elude brillantemente la respuesta. La voz sigue sonando tranquilizante, serena.- Yo te encontré y te recogí… Llevas tres días durmiendo. Recuperándote.

-¿Recuperándome…?

-Los huesos rotos.- se lo explica sencillamente, mirándolo por primera vez a la cara.

Es el rostro de un ángel, piensa, y durante segundos enteros le deja sin aliento. Los ojos azules le hipnotizan y se le borra de la memoria cómo hablar, pensar y casi hasta respirar.

-Te dejaré para que te laves. Si necesitas algo más…

Deja el resto de la frase bailando entre ellos y a él se le olvida preguntarle antes de que la puerta se cierre.

El silencio le invade y sus pensamientos vuelven con fuerza.

¿Huesos rotos? No tiene escayola ni le duele nada tanto como tendría que dolerle si se le hubiera roto, ¿no?

Por su aspecto, más parece que le hubieran molido a palos, lo que, para ser sincero, y con sus antecedentes, tendría mucho sentido, la verdad. Sin embargo, lo último que recuerda es a su hermano fallando el pie y cayendo por la pared. Sabe que trató de detenerle y el tirón en el hombro se lo ratifica, pero el enganche no soportó el peso de los dos y se partió.

Luego llegó el crack cuando sus costillas golpearon uno de los picos de piedra y finalmente, la explosión y todo se volvió negro.

Se tira sobre la cama y gime cuando sus costillas se quejan por el trato recibido y cubre sus ojos, débiles, de los tenues rayos de sol que penetran en la habitación por una rendija con uno de sus brazos.

Recuerda un velo frente a su rostro, una neblina cubriéndolo todo. La negrura se imponía, pero, a veces, la neblina aclaraba su visión, mostrándole algo… Una forma. Una mujer.

‘Te caíste en la montaña. Yo te encontré y te recogí’

¿Era posible? ¿Qué su ángel lo encontrase cuando se estaba muriendo y le hubiese salvado la vida? Porque es imposible que haya sobrevivido a una caída de tal magnitud sin asistencia inmediata…

Vuelve a levantarse de golpe. ¿Y su hermano? ¿Y Teddy? ¿Estaría también vivo? ¿Lo habría conseguido?

Su hermano pequeño era todo lo que le quedaba desde que sus padres murieran años atrás, durante la guerra. No tenía más familia. Si le hubiese pasado algo…

A duras penas y tambaleándose, consigue llegar hasta la puerta y abrirla antes de derrumbarse en los brazos de quien estuviera al otro lado.

Cuando vuelve a despertar, un hombre joven, con un rostro hermoso, aunque venerable, le observa mientras lo ausculta, con un paño sobre la cabeza.

-Tienes suerte, muchacho. Es pronto para levantarte. Aún estás muy débil… aunque has tenido suerte de pasar lo peor mientras dormías, porque probablemente no habrías conseguido soportarlo en el estado en el que te encontrabas cuando Rosalie te trajo.

-¿Rosalie?- murmulla y en seguida comienza a toser mientras el hombre le sujeta la cabeza con paciencia, para que no se ahogase.

-Tu ángel.- una voz profunda, sedosa, le contesta desde la oscuridad de la habitación, pero por más que enfoca, no consigue ver a su dueño.

-Ve a buscar a Rosalie, Edward… Y dile a Esme que el muchacho se encuentra mucho mejor. Estará preocupada.

Aún cuando la puerta no queda lejos de su ángulo de visión, sigue sin ver al aludido y sólo llega a escuchar el click de la puerta. Como si de un fantasma se tratase, ni siquiera alcanza a escuchar sus pasos.

-Has tenido mucha suerte de que Edward hubiese dado cuenta de lo que ibas a hacer. Si no te llega a sujetar a tiempo, ahora mismo habrías estado demasiado mal para dejarte sobrevivir.

Las palabras le suenan extrañas, pero no las cuestiona. Sólo quiere dormir. Vuelve a aceptar la negrura como si fuese su aliada.

***

No sabe si es parte de su sueño o simplemente un nuevo espejismo, pero la mano fresca recorre su rostro y una voz susurra en su oído. No sabe lo que dice, pero de inmediato, el sueño retorna a él y siente que su cuerpo descansa para sanar.

***

-Buenos días…- el timbre melodioso lo despeja por completo y no sabe cuánto a dormido, pero de alguna manera se da cuenta de que está completamente recuperado.- ¿Cómo te encuentras?

-Buenos días.- descubre con agrado que ya no le cuesta pronunciar las palabras ni le duele la garganta por ello.- Mejor, gracias… ¿Cuánto he dormido ésta vez?

-Dos días más… Necesitabas descansar, así que Edward te mantuvo dormido.- le observa a través de las pestañas en un gesto tímido que encaja con la cara de ángel, pero de algún modo, no parece ser parte de ella, sino una máscara. Pero le gusta. Ésa chica le gusta. De alguna manera, se siente ligado a ella. Tal vez porque le debe la vida.

-No te he dado las gracias…

-No es necesario…- arruga la frente, como si le disgustasen sus palabras.- Fue Carlisle el que te… ayudó.

-Pero fuiste tú la que me trajo hasta aquí… Me salvaste la vida.- le acaricia una mejilla con los nudillos, pero ella se aparta con brusquedad.

-O te la arruiné.- habla con una sequedad que no parece propia de ella y que, sin embargo, tiene sentido. Como si algo la hiriese en lo más profundo.- Avisaré a Carlisle que te has despertado.

-¡Espera!- le chirrían los dientes por el esfuerzo para levantarse.- No sé que he dicho, pero no pretendía molestarte… Mi hermano me suele decir que soy un bruto, y tal vez tenga razón, pero de verdad que no era mi intención.- le tiende la mano como una ofrenda y la nota vacilar, mover los dedos como si le picasen por aceptar. Finalmente cede y sus dedos fríos rozan los propios antes de devolverle una sonrisa.

-Llamaré a Carlisle… Debes estar hambriento.

-Famélico.- una sonrisa felina le ilumina la cara, enseñando todos los dientes.

-No pude dejarte morir… Espero que algún día me perdones.- desaparece tras ésas enigmáticas palabras, dejándole todavía más confuso.

***

La confusión le ha durado poco y, en la soledad de su habitación, abre la ventana para dejar entrar el viento.

En cierto modo, tiene sentido. Ha sobrevivido a una caída de un par de cientos de pies sin un solo hueso roto y las costillas apenas magulladas.

Su piel está más que fría, helada al tacto, y salvo por el arcoíris de colores que ahora le recubre el tórax, está más pálido que nunca. Sin embargo, nota dentro de sí una fuerza y una agilidad mayor de la que ha sentido nunca, como una energía recorriéndole cada nervio como una corriente.

Se siente… letal.

Los colmillos le crecen y asoman entre los labios carnosos.

-Puedes notar cómo los ojos te cambian de color y tus sentidos se agudizan. Kilómetros de terreno se extienden ante ti y es casi una vista de pájaro. La sangre bombea en tus venas, late y arde, respira, una entidad viva e independiente dentro de ti.- la voz sedante y grave resuena en sus oídos. Se gira, pero no hay nadie con él en la habitación.- Tienes ganas de salir por ésa ventana, saltar y comenzar a correr hasta que encuentres a tu presa, acecharla, hundir tus colmillos en su piel… alimentarte de su sangre, dulce, caliente.

-¿Cómo demonios…?

-No te lo recomiendo. Esconder el cadáver es un engorro, créeme. Y una presa humana, aunque cubrirá tu hambre mejor que otra presa, cazarlos no te producirá ni la mitad de satisfacción que una presa que luche contigo por su vida.

-¡Dónde estás!

-Baja al patio.- asoma la cabeza por la ventana, tratando de descubrir a su interlocutor.- Por las escaleras, por favor…- suena irónico y consigue enfadarle.

-En cuanto te pille, te voy a partir la nariz de un puñetazo.

-Tendrías que cogerme, antes… pero puedes intentarlo.- la risa cristalina se escucha en su cabeza. Sacudiéndola con violencia, trata de sacarla, y parece funcionar, porque su mente vuelve a ser sólo suya de repente, con un click, como si alguien colgase un teléfono.

No tarda en encontrar el patio, pero no hay nadie en él.

-¿Dónde estás?- Mira por todos lados, pero nadie aparece.- ¡Oye! ¿Me estás tomando el pelo?

-Estoy detrás de ti…- gira por completo, como si tratase de pillarlo infraganti, pero quien se lleva la sorpresa es él, un golpe casi físico en mitad de su pecho que trata de esconder con sarcasmo.

-¿Es que acaso aquí sois todos siempre tan guapos? Espero que se contagie…

Aquella mañana, tras hablar con Carlisle y conocer toda la historia… Cómo Rosalie lo había encontrado al pie de la montaña junto al cadáver de Teddy, cómo había enterrado a su hermano allí mismo, bajo el risco, y cómo había descubierto que su pulso aún latía y se lo había llevado a la casa de los Cullen, pidiéndole al propio Carlisle que le salvase la vida… Y éste lo había hecho de la única manera que, en sus circunstancias, podía y sabía: convirtiéndolo. Y por eso, ahora era un vampiro. A él aún le dolía el corazón por su pequeño hermano, siempre tan sonriente. Como si nada pudiera amargarle. Y Rosalie se sentía responsable. Había conocido también a Esme, tan dulce, tan bella, tan enamorada de su esposo, le había dado… ‘algo’ con que alimentarse, con que apagar su sed, al menos, momentáneamente.

Ya nada debería sorprenderle… Sin embargo, frente a él se encontraba una criatura tan increíblemente bella como Rosalie. Quizás más, si no fuera porque era un varón. Más que Esme y Carlisle, a pesar de la extraordinaria belleza de la pareja.

Los rayos de sol que conseguían alcanzarle arrancaban destellos del cabello oscuro, casi negro, y los ojos claros destacaban con intensidad sobre la piel pálida, observándole con una serenidad que no parecía ni medio normal en alguien tan joven. Inmutable… anciano.

-Rosalie es algo melodramática.- no contesta a su pregunta y pasa por su lado como si no estuviera, pero hay diversión en su voz.- Es mi hermana, y la quiero, pero puede ser verdaderamente exagerada. No por más que le digas que no tiene la culpa o asumas tu condición, va a dejar de sentirse culpable. Para ella, ser vampiro es equiparable a una gran carga.

-¿Y para ti no?- lo reta con la mirada. No va a dejar que insulte a Rosalie, sea como sea, pero el otro joven sólo encoje los hombros con indiferencia.

-Al principio es extraño. Cuesta acostumbrarse, y a veces, el incremento de poder se te sube a la cabeza. Sobre todo el primer año…

-¿A ti se te subió?- vuelve a encogerse de hombros y sigue sin mirarle.

-A mí tardó más de un año en subírseme… Pero luego fue peor. Fueron diez años malos.

-¿Diez años?- se sorprende, aunque no sabe de qué. Se supone que los vampiros no envejecen… O por lo menos eso decía Teddy. En realidad… le parece que fue un tipo llamado Bram Stocker el que lo dijo primero… Pero como él nunca lo conoció, pues fue Teddy.

-Justo antes la llegada de Rosalie… Y justo después de la de Esme... Años arriba o abajo.- Durante varios minutos permanecen en silencio. Tiene la sensación de que ése tipo no es de los que hablan demasiado, y que ésa ha sido la charla más larga que ha sostenido nunca. O en la que más ha dicho. Pero necesita saber.

-¿Qué te pasó a ti?

-Me estaba muriendo… Y mi madre quiso protegerme. Carlisle nos atendía como médico, pero ella sabía qué era él. Y Carlisle no quería estar sólo. Fueron malos tiempos, yo me quedé sin familia y a nadie le importaba la desaparición de un cadáver más de entre el montón que asolaban las calles.

-¿Guerra?- traga saliva antes de preguntar.

-Peste.- nuevamente se quedan en silencio, y ésa vez es el otro quien lo rompe.- Tú eras soldado, ¿no?

-Iba a serlo. Me alisté… unos días antes… en fin.- el vampiro asintió, comprendiendo sin más explicaciones.- Era la última excursión con mi hermano antes de marchar a la base.

-¿Marine? ¿Cuerpo aéreo? ¿Infantería?

-Ejército de tierra. Soldado de a pie. Carga cuerpo a cuerpo, primera línea de batalla.- su compañero asiente.

-Sí… supongo que es lo más lógico.

-¿Lo más lógico?

-Tus padres murieron durante la guerra. Tu padre era marine y tu madre enfermera del ejército. Una bomba los mató junto al resto de su base durante su último día de estancia. Tenían permisos para volver a casa, pero murieron y te dejaron a ti sólo con tu hermano, con sólo diez años y una abuela.

-¡Cómo sabes eso!

-¿Aún no te has dado cuenta? Puedo entrar en tu interior. Dentro de ti, en tu mente…- se vuelve hacia él y lo observa. Están muy cerca, pero se niega a dejarse amedrentar. Él es más grande. Y no duda que más fuerte.- Soy telequinético.

Parpadea, y el sentido de sus palabras penetra en la coraza que ha erigido entre ambos.

-Tú… ¡¡¡Tú eras el que me ha mantenido durmiendo…!!! Edward…-  el bello vampiro asiente.

-Encantado de conocerte… Emmett- le tiende una mano mientras la sonrisa brilla en sus ojos, y Emmett  ríe entre dientes antes de estrecharla.

-Si hace unos días me hubiesen contado que iba a conocer a un grupo de vampiros y a uno con poderes de ésos raros de ésos raros de los que hablan en la radio pero a los que nadie ha visto nunca… Le habría mandado a dormir la mona.

Ambos se ríen pero en seguida se erige entre ellos un silencio cómodo mientras se tienden en el jardín, observando el cielo. Hay entre ambos como una especie de conexión, una hermandad que se ha dado de inmediato. Sin buscarla.

-Sigo sin saber por qué era lo más lógico que me alistase en el ejército de tierra.- Edward ríe con suavidad.

-Tienes cuerpo de soldado. Entrenado para la batalla, siempre guerreando. Disfrutas con una buena pelea… Y siempre te has sentido sobre protector con tu hermano. Era lógico que, si te reclamaba el ejército, ésa sobre protección se extendiese al resto de la gente… Una pelea directa. Cuerpo a cuerpo.

-Mmm… ah.- Se siente perdido, confuso, de repente, por lo que decide cambiar de tema. Otra duda que lo corroe.- ¿Cómo… cómo se convirtió ella?- lo ve ponerse serio y el bello rostro se vuelve casi de granito antes de responderle en el mismo tono bajo.

-Quizás fuera mejor que se lo preguntases a ella…

-¿Quiero conocerla, sabes?

-Lo sé… Pero sigue siendo mejor que se lo preguntes a ella.

-Ya…- trata de no parecer muy desilusionado, y pone las manos tras la nuca, contemplando las nubes que pasan sobre ellos.- Oye… Si somos vampiros... ¿Cómo es que no nos quemamos con el sol?

Edward suelta una carcajada mientras imita su postura, cabeza contra cabeza, el uno junto al otro.

-Hay muchos mitos alrededor de los vampiros, ¿sabías? Y ése es uno…

-Yo que sé… el fanático era Teddy.- el silencio le dura unos segundos antes de proseguir con voz triste.- Quizás el habría sido un mejor vampiro que yo…

-Tal vez. Tal vez no. No lo sabremos… Por de pronto, siéntete libre de entrar en una iglesia, porque las cruces no te van a ahuyentar  y el agua bendita no quema. Pero sal pitando ante una estaca… No es agradable que te claven una donde sea, la verdad… Y las hachas son afiladas, sin cabeza no sobreviven ni las lagartijas y sin colita no sobrevivirías tú.- se remueve y aprieta la boca, como si quisiera contener la risa.- Y creo que a Rosalie no le gustaría nada en absoluto si perdieses precisamente ésa parte de tu anatomía…

Emmett estalla en carcajadas histéricas y todos sus músculos tiemblan.

-Ouch, duele…

-Lo siento…- Edward recupera su serena compostura, como si el niño juguetón hubiese desaparecido, pero Emmett lo ve ahí, en sus ojos, bajo la piel, deseando volver a salir, esperando.

-Ahora que yo ya conozco todo sobre los vampiros, vas a tener que enseñarme cómo cazar... Y qué cazar. Porque supongo que no tendré que comerme humanos, ¿no?

-¿Te preocupa?

-No especialmente… Pero no sé si me apetece mucho matar a un inocente…

-Tranquilo… Nuestra familia es… vegetariana. Sólo animales de cuatro patas. A menos que sean osos, claro. Y generalmente los más peligrosos, es más divertido. Mañana te llevaré al bosque a cazar, si te sientes con fuerzas. Será divertido.

-¿Y qué pasa si me tiro mucho tiempo sin comer?

-No te recomiendo averiguarlo, la verdad…

-¿Rosalie nos acompañará?

Edward vuelve a ponerse serio y Emmett se da cuenta de que ése es un tema espinoso.

-Si quieres, podemos pedírselo… Pero quizás aún sea pronto. Antes tiene que aceptar que no te importa tu nueva condición.- ahora es Emmett el que permanece serio.

-He perdido a mi hermano, que era la única familia que me quedaba. Que me importaba. Habría preferido mil veces morir en su lugar. Pero a cambio he conseguido una nueva familia entera. Y una nueva oportunidad de vivir. Aún cuando algún día me arrepintiese, ella nunca sería culpable. Y nunca haré otra cosa que agradecérselo. Nunca.

Edward le observa con intensidad antes de asentir.

-¿Qué quieres de ella?- Emmett le mira a los ojos, dejándole ver sus pensamientos.

-Supongo que protegerla. Lo máximo que pueda. Siempre que me necesite.- y ése momento de comunión cristaliza entre ellos.

-Estaba casi muerta cuando Carlisle la encontró en un callejón.- comienza su historia con un murmullo y Emmett se inclina hacia él para escucharle mejor.- Yo apenas hacía unos años que había regresado de mi… desafortunada odisea, y Carlisle sintió compasión de ella, por la manera en la que había sido utilizada por su propio prometido y los amigos de éste, apaleada y abandonada, casi desangrada, en uno de los peores callejones de la ciudad, y pensó que quizás fuera bueno para mí, tener una compañera.

-Entonces ella es tu compañera…- desde luego, eso no cambiaba nada las cosas, pero Emmett sabe que nunca se interpondría entre su nuevo hermano y su compañera. Sin embargo, Edward sólo ríe quedamente.

-No. ¿Rosalie Hale, la mocosa malcriada? Sus padres eran de buena familia, acomodada, aunque no tan ricos como la familia de su prometido, dueños de media ciudad. Rosalie era tan bella que todo el mundo la miraba con celos, deseo, admiración o envidia. Pero para mí, sólo era una consentida a la que apenas toleraba, y a ella le ofendía y me miraba por encima del hombro. Durante casi dos años tras su transformación, apenas nos dirigimos la palabra… hasta que una noche desapareció y regresó casi dos semanas más tarde, pálida y totalmente ensangrentada. No era suya. Era humana… Y creí que había cedido a la sed y se había alimentado… pero no fue así.- calla de golpe.

-¿De qué era?- Emmett se muere de curiosidad y lo apremia. Edward se incorpora y se abraza las rodillas con las manos entrelazadas y la mirada perdida, recordando.

-De su prometido y sus amigos. Se había pasado dos años rumiándolo… Y cuando fue capaz de controlar su sed y su fuerza, pasado el primer año como neófita, lo planeó todo, buscándolos a ellos y la oportunidad para atraparlos…- la voz se pierde y la de Emmett se quiebra por el dolor hacia su rubio ángel.

-Los mató.- Edward asiente.

-A todos. Y el último fue él… El último. Y esperó hasta que pudiese ver el rostro de quien había acabado con sus amigos uno a uno, atormentándolo durante días. Cuando llegó a él, estaba enloquecido de terror. Incluso había llegado a atrincherarse en su casa…

-No importa… Lo merecían.- su compañero asiente en silencio y se levanta, sacudiéndose los pantalones.

-Vas a tener que cuidar mucho de ella… Rosalie está algo consentida y ansía la atención para ella sola… pero también tiene muchos miedos. Va a ser difícil comprenderla.

-Lo haré.- no hay lugar para vacilaciones.- Sea como sea. Siempre. Y lo siguiente, será encontrar una compañera para ti…

Edward sonríe y le tiende la mano para ayudarlo a levantarse.

-No creo que pase.

-¿Por qué no? Yo también pensé que un bruto como yo que se pasaba media vida peleándose tampoco encontraría a su compañera y ahora tengo a Rosalie…

-No eres un bruto… Y tendrías que volver a mirarte al espejo. Si no tuvieras tu cara, Rosalie no se habría dado cuenta de que respirabas, créeme. Y ahora estarías enterrado con tu hermano.

-Bueno, pues eso… Tú con tu cara…

-No se trata de mi cara… Se trata de mí. No me atrae particularmente un rostro por muy hermoso que sea.

-Pues uno feo.- Edward se ríe.

-Tampoco…

-¿Entonces? ¿No será… un compañero?- vuelve a hacerle reír, pero lo está diciendo en serio.

-No lo sé… Podría ser. En realidad, eso no importa… Es… algo dentro de mí. Como si tuviera que tener algo especial para atraerme… Un olor, un carácter… Un poder.

-¿Alguien como tú?

-No lo sé, puede ser. O quizás no.

-¿Nunca te has sentido… como si necesitaras a alguien?

-Una vez lo creí…

-¿Y que pasó?

-Que me fui.- Emmett comprendió y no dijo nada.- Aunque en realidad, sólo fue el momento. Si hubiese sido antes, o después, que no hubiera estado tan… frustrado. Quizás no lo habría pensado.

-Bueno… pues es igual. Antes o después, encontraremos a tu compañera… o compañero.- Compone una mueca rápida.- ideal.

-Seguro que a Rosalie no le haría ninguna gracia…- y Emmett vuelve a entenderle.

-Es igual. Yo te apoyaré, sea cual sea la decisión que tomes.

-Te lo agradezco, Em… pero tómatelo con calma. Yo estoy bien.- le pasa un brazo por los hombros, y se dirigen ha la casa.- Ahora tengo un hermano… Y con eso me basta.

Horas extrañas, un momento raro… Pero a Emmett no le importa. Ha recuperado un hermano… Y de alguna manera sabe que, pase lo que pase, Edward siempre será su hermano. Y lo protegerá. Y lo defenderá. Y lo elegirá. Por encima de quien sea… incluso de Rosalie. Aunque espera, sinceramente espera que ése momento, ésa elección, no llegue nunca.

Y Edward… Edward sabe que su futuro no está ni siquiera remotamente cerca. Lo sabe. De algún modo.

Sin embargo, ahora ya no tiene que esperarlo sólo.

Carlisle, Esme… Rosalie. Siempre han estado ahí para él. Incluso cuando se volvió contra ellos. Y siempre lo estarán. Eso lo sabe. Son su familia, y eso no va a cambiar nunca. Pero incluso con los que vinieron… o con los que vendrán… siempre ha habido una parte de él que ha estado sola. Y ahora ya no lo está. Porque tiene un hermano… Y pase lo que pase, aún cuando encuentre algún día a ésa persona especial para él, Emmett siempre será su hermano. Alguien para cuidar y que le cuidará, que rompe todos sus esquemas y le devuelve una juventud largamente perdida… Y ése pensamiento verdaderamente lo consuela.

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