Fic: Continuación de Perdido y Solo

Jan 21, 2012 13:00

Autor:
latateunblog

Beta:
yunhaiiro (mil gràcies^^)

Fandom: Sherlock BBC

Personajes: John y puede que un poquito de Sherlock

Rating: PG

Advertencia: SPOILERS 2x03 y Slash, pero muy muy muy poquita cosa.

Disclaimer: Los personajes no son míos, son del bueno de Sir Arthur Conan Doyle y la adaptación de la BBC (Moffat y Gatiss, ese par de desalmados sin corazón que hacen capítulos preciosos. Y que ahora me salen con que hay pistas.)

Notas: Yo necesitaba escribir esto para quedarme tranquila, es la continuación de Perdido y Solo, pero ya dije que ese podía funcionar como drabble. Puede que con esto me esté saliendo un poco del personaje, y que quien haya leído los libros considere que es una herejía. Lo lamento, está escrito con la intención de llenar un poquito -de algo- este vacío que nos quedará hasta la siguiente temporada.

Sigue triste, pero esos detalles, el violín y el té, hacen que una pequeña luz, un puntito blanco y tenue, aparezca en medio de toda esta oscuridad en la que lleva sumergido desde que vio a Sherlock tendido en la calle, cubierto de sangre.

John ha decidido que se queda en el piso de Baker Street, aunque duela, aunque le parezca vacío y frío sin él.  Pasa por la pensión a recoger sus cosas y se va a la recepción dispuesto a pagar, aunque sabe que no le queda dinero para hacerlo. Pero con un poco de suerte no le rechazarán la tarjeta, y si lo hacen, tal vez la señora de la pensión llamará la policía y a lo mejor vendrá Lestrade y podrá convencerle de algo. Pero la tarjeta funciona y nadie llama a nadie. Tal vez después le llamen del banco para decirle que tiene un descubierto, tal vez si pasa eso sea capaz de reaccionar y darse cuenta de que necesita buscar trabajo. Pero de momento no han llamado, así que seguirá como hasta ahora, sumido en su mundo de Sherlock del que ha desaparecido el centro.

Espera para coger un taxi al lado de un quiosco, y no puede evitar mirar las portadas de los periódicos, es algo que hace casi todo el mundo. A John antes le gustaba estar informado, pero entonces lo ve, en una de esas revistas sensacionalistas, en la parte inferior de la portada. La foto de Sherlock con el sombrero y un rótulo que pone “desmontando el fraude. Siente la rabia subirle desde las puntas de los dedos, las manos le queman, y destrozaría la tienda entera si no estuviera tan cansado. Quiere coger a todos los periodistas del Reino Unido y darles de golpes hasta que entiendan que no, que Sherlock no es un fraude, que no engañó a nadie, que Moriarty fue el hijo de puta más grande que ha visto Inglaterra. Empapelaría Londres si pudiera, llenaría Inglaterra de pintadas, de lo que fuera, porque él sigue creyendo y nadie en este jodido mundo va a convencerle de lo contrario, nadie va a hacerle creer que Sherlock no hizo todo lo que hizo.

Para un taxi para no seguir viendo esa portada hiriente y se va a casa. Cuando baja del taxi se da cuenta de que vuelve a cojear. Sube las escaleras de Baker Street a tramos porque le duele demasiado, casi había olvidado cómo se sentía ese dolor. En parte le va bien, porque el dolor físico le ayuda a aflojar un poco la tenaza que le aprieta el corazón.

Está llegando al final de las escaleras cuando la Señora Hudson le llama. Él le pide que suba, porque el dolor está empezando a ser tan fuerte como la otra vez. “No era necesario que me ingresaras el dinero tan pronto, querido. ¿Seguro que te va bien? Puedo esperar. Además has pagado el precio entero del piso, y yo puedo pasar solo con tu mitad“. John parpadea un par de veces. No entiende nada. Una cosa es que el banco le pase el pago de unos cientos de libras en tarjeta, porque todavía no están a fin de mes, y otra es que el piso se pague solo. Su cara de sorpresa debe haber asustado a la señora Hudson, porque se despide y se va.

Tiene la cabeza como un bombo y aun tiene esa sensación en el pecho. Le duele horrores pensar que el mundo cree que Sherlock fue un farsante, que no va a poder limpiar su nombre él solo y que todo seguirá igual si nadie hace nada. Vaga por el piso sin saber qué hacer, siente que tendría que comer, porque cada vez tiene menos fuerzas, pero es que es incapaz de tragar nada. Siente un dolor constante y sordo en el fondo de la garganta y cada vez que intenta olvidarse de ese dolor, se vuelve más punzante y le escuecen los ojos y sabe que empezará a llorar en cualquier momento.

Cuando oscurece se echa en la cama de Sherlock. No se ve capaz de dormir en otro sitio. Al menos tumbado sobre esa cama siente que todo fue real y eso, aunque solo sea un poquito, le reconforta. Lleva casi dos horas bailando entre el sueño y la vigilia, no ha estado durmiendo pero tampoco ha estado despierto. Tiene frío y si se sintiera con fuerzas iría hasta el armario para coger una manta, pero no cree que pueda levantarse y se resigna. Con un poco de suerte cogerá una pulmonía y se morirá. Se le hace tan grande y desagradable el mundo sin Sherlock… No quiere seguir engañándose con lo de la otra noche, no cree que pueda soportarlo. Tiembla por el frío pero casi no puede abrir los ojos, y su mente le dice que seguramente empieza a tener fiebre. Es entonces, cuando está prácticamente inconsciente, que nota esa calidez, como si algo o alguien le abrazara. Hay algo caliente en la cama con él que le cubre la espalda y le calma. Se duerme con esa sensación agradable.

Han pasado las tres de la madrugada cuando se despierta. Ya no tiene frío, pero esa sensación tan cálida y agradable ya no está. Seguramente lo ha soñado. Está a punto de volver a dormirse cuando se da cuenta de que tiene una de las mantas gruesas encima, de las que estaban en el armario de arriba de su cuarto, y no entiende nada. Está muy seguro de que no se ha levantado, ni ha subido escaleras. Es todo muy raro. Se incorpora en la cama y enciende la lámpara de noche, pero no parece haber nada fuera de lugar aparte de la manta. Y cuando está a punto de tirar la toalla, cuando está a punto de darse a sí mismo por loco, lo escucha. Es un ruido tenue que a cualquier otra hora del día pasaría desapercibido, pero ahora lo escucha, casi encima de su cabeza, el sonido del teclado de un portátil. La lógica le dice que no es verdad, que debe de estar imaginándolo. Pero Sherlock le dijo un día que una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que sea, tiene que ser la solución. John sabe que no hay otra explicación a todas esas cosas que no sea que hay alguien más en el piso. Sabe que los fantasmas no existen, así que tiene que ser alguien vivo. Alguien que cuidaría de él. Y no se le ocurren muchas personas dispuestas.

Sube las escaleras descalzo, cuidándose de hacer el más mínimo ruido, y siente un calor agradable en el estómago que le hace querer saltar y correr hacia esta puerta lo más rápido posible, pero se contiene. Camina lentamente y gira el pomo con sumo cuidado, y lo que ve cuando abre la puerta es lo más parecido a una aparición divina que puede imaginar. Sherlock está sentado en la cama, en pijama, con una de sus batas de seda. Tiene las piernas cruzadas como un indio y está encorvado sobre su portátil. Deja de escribir justo cuando él le mira, iluminado solo por la luz azulada del ordenador, y parece casi irreal. De hecho, John tarda unos diez segundos en volver a respirar, porque no sabe si todo esto es real o no. Sherlock le mira, aparta el portátil  y dibuja una leve sonrisa, sus ojos parecen transparentes con esa luz. Y cuando por fin asimila lo que está viendo y se lanza sobre la cama, a abrazarlo, le besa casi sin querer, pero Sherlock le devuelve el beso y Watson le toca, no de forma lasciva, le toca para comprobar si de verdad está ahí. Le acaricia el pelo, le toca la cara mientras le vuelve a besar, arruga entre los dedos la tela de la bata, le coge de las manos y le abraza fuerte, le coge, porque no piensa volver a dejarle ir.

“Llevo un mes esperando que me descubras…” susurra Sherlock cuando John considera que ya le ha besado lo suficiente, tiene la cabeza acostada sobre su pecho y escucha la frase levemente distorsionada.

“¿Por qué…?” quiere saber el porqué de tantas cosas que no sabe cuál de las preguntas formular, pero Sherlock acaba contestándole a todas, porque lo hizo, porque no le dijo que estaba vivo “quise decírtelo ese día en el cementerio, pero tuve miedo de lo que pudieran hacer los delincuentes de Moriarty…”, porque le hizo volver a Baker Street, “¿fuiste tú? ¿no di mal la dirección al taxista?”, niega con la cabeza y sonríe.

“Iba a desaparecer durante un tiempo, estuve a punto de hacer caso a Mycroft y largarme a cualquier país lejano. Pero te estuve observando y parecías tan perdido… No pude dejarte así… Al final ese criminal tenía razón. Soy humano y tengo corazón.”

FIN

fandom: sherlock bbc, personaje: john watson, personaje: sherlock holmes, fanfiction

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