Fandom: NCIS
Título: Fisura
Personaje: LJ Gibbs, Ziva David
Advertencias: spoilers 8x13
Notas: ando de ánimo medio depresivo, y este capítulo me quedó debiendo algo. No, yo tampoco me lo he cumplido. Me lo he explicado. Angst, relación canon.
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Recordaba cuando de niño su padre le había explicado el daño que podía hacer una pequeña fisura en una pared. Podían repellarla, pero siempre quedaba algo. Un vacío que empezaba a carcomer el hormigón por dentro, que podía ser infectado por pequeños insectos, suciedad y humedad.
No pudo evitar pensar en ello mientras veía lo que sucedía en el piso de abajo con su equipo. Tony había logrado llevarse a McGee junto a ese niño que había traído, dejando a Ziva sola, terminando sus informes.
Ziva.
Cuando había creído que estaba muerta, el mundo se había roto un poco más de lo que ya estaba. Pero eso no era lo que había causado la fisura que ahora le estaba afectando. No, habían sido las revelaciones, los secretos. Su distancia cuando él intentó acercarse. Forzarlo a elegir dejarla. Había hecho lo correcto entonces, aunque se hubiera culpado todo un verano por ello, y luego por no haber impedido que su padre la mandara a la muerte.
Al volver, ella había puesto el repello, intentando arreglarlo todo. Él había querido que lo lograra. Las explicaciones de lo sucedido, las lágrimas contenidas de súplica, la actitud de arrepentimiento…
¿Cómo podía no tomarla de vuelta? ¿Cómo habría podido imaginar que no la entendería? ¿Podría alguien creer que ya no la quería?
Sin embargo, no era lo mismo.
Sabía que tenía que bajar esas gradas y hablar con ella. Él mismo había optado por mandarla a hablar de sus temores y abrir viejas heridas que en realidad dudaba que hubieran cerrado alguna vez. Podía sentir que lo necesitaba. Él, más que nadie, podía distinguir las trazas de dolor que todavía se escondían detrás de sus vivaces ojos.
Sin embargo, no se movía de donde estaba.
La veía teclear, con intervalos de contemplar el vacío frente a ella. También le había lanzado alguna mirada a la bandera de Israel que su padre había dejado allí. Consultó el reloj un par de veces y sonrió ligeramente al leer algo en la computadora. Un correo seguramente de su famoso “amigo”.
La conocía lo suficiente para saber que la sonrisa no había espantado los demonios que la atormentaban.
Todavía confiaba en ella, sí. No dudaba en que era recíproco. También la quería, tanto o más que antes, como a quien quiso, perdió y recuperó sin esperarlo. Pero no, no podía bajar esas gradas. Algo lo detenía. El recuerdo de sus sombrías palabras al declarar que aquel no era su hogar. Eli David con una sonrisa de suficiencia al escucharlo decir que era una de ellos. El beso en el aeropuerto. Su mirada vacía en Somalia. La confesión sobre la muerte de Ari.
Todo un muro de confianza construido por años se había fisurado demasiado cerca de la base.
De repente Ziva levantó la vista y lo miró. Fijamente, con calma, como si le hubiera gustado que él hiciera algo, pero supiera que no iba a hacerlo.
En ese momento tuvo claro que ella también lo sentía.
Tras asentir lentamente, en un mudo entendimiento de que él no bajaría, la chica apagó el monitor, y tomando su abrigo, se marchó de la oficina.
Gibbs cerró los ojos al escuchar el timbre del ascensor.
Ziva había regresado, y a pesar del paso del tiempo sabía que la fisura, sin importar la cantidad de repello que usaran, se quedaría allí para siempre.