Fandom: NCIS
Título: An affair to remember
Personajes: Gibbs/Shannon (Ex1, Ex2, Jenny y Ex3)
Advertencias: Spoilers 6x04. El fic se inspira en la película An affair to remember de 1959 con Cary Grant y Deborah Kerr, y retoma el remake de 1994 con Annette Bening y Warren Beaty (no toqué la versión de los años 30 porque no la he visto). Si no han visto ninguna de las películas les spoileará algunas cosas de la historia. Según mi mejor amiga sin embargo, el fic se entiende aunque no se haya visto ninguna (ella no lo ha hecho).
Notas mías: este fic se me ocurrió viendo la película que le da nombre y que es eje del fic, cuando pensé que Gibbs debía amar el cabello de Deborah Kerr. Fue una conexión random, y al final salió esto. Le tengo mucho cariño al fic que he escrito prácticamente para mí pero lo quiero compartir. El epígrafe es del tema musical de la película.
And a page was torn out of time and space
Our love affair, may it always be
A flame to burn through eternity
I
Es una noche de por sí deprimente. El sonido de la lluvia contra los vidrios, el frío colándose por las rendijas de las puertas, el cielo nublado y cerrado.
La noche perfecta para ver una película, ha dicho ella. Da saltitos desde el sofá entusiasmada porque van a dar un clásico romántico que le encanta. Ella es así, toda emoción.
Todavía la recuerda colmándolo de besos cuando le pidió que se casara con él. Desde que la conoció ha disfrutado hacerla reír.
Pero a veces no es fácil hacerlo.
-Una película para chicas - ha gruñido él con poco entusiasmo.
Ver películas en las noches de lluvia era algo que Shannon y él siempre hacían. Y Kelly, cuando estuvo entre ellos.
Palomitas, bebidas, abrazos bajo una manta, besos ignorando la tormenta.
Los recuerdos amenazan con llevárselo, y entonces oye la melodía y se congela.
De tantas películas en el mundo…
-¡Ven a verla! - insiste ella aunque la película esté avanzada - Hazme compañía. Hace mucho frío para estar solo.
Lo mira con sus grandes ojos verdes que tan bien combinan con su cabello rojo. Sin embargo esta vez no es su mirada de ruego lo que lo hace ceder. Se acerca sin poder evitarlo, los ojos fijos en la pantalla del televisor.
Confirma sus sospechas al ver a Cary Grant y Deborah Kerr con el Empire State de fondo en la pantalla.
Un escalofrío lo estremece y desvía la mirada cuando ella lo toma de la mano. Cálida, insistente, lo jala hacia ella.
Él cede. Tiene razón, hace demasiado frío para estar solo.
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El viaje en tren había sido más que el simple desplazamiento de espacio y tiempo. Leroy sabía que en los kilómetros que había recorrido había dejado atrás la vida como la había conocido hasta entonces.
Hablar con Shannon era diferente a todo lo que había vivido hasta entonces, por extraño y absurdo que sonara. Era tan solo un viaje, pero los temas de conversación no se agotaban, tampoco las sonrisas ni las miradas.
Lo que se terminaba era el trayecto.
Shannon se manejaba bien con su propio bolso y no quiso que él le ayudara a cargar nada. Bastante tenía con su propia maleta. Bajaron despacio a la estación, acordándose él de bajar primero y darle la mano para ayudarla a bajar, lo que la hizo reír otra vez.
-Eres un chico curioso, Gibbs - comentó con ese tono de voz ligero que había acaparado sus sentidos todo el viaje.
-¿Tienes una regla contra los chicos curiosos? Porque… me encantaría tener tu número.
Shannon entrecerró los ojos mirándolo con un deje de diversión en su expresión.
-No tengo ninguna al respecto… Pero sí una sobre los chicos que no están disponibles.
Leroy frunció el ceño.
-Estoy disponible.
La chica rió y negó mientras sostenía sus bolsos en una sola mano y se acomodaba un mechón pelirrojo rebelde detrás de la oreja.
-Creía que ibas a convertirte en propiedad de la naval…
-No es un seminario o un convento - replicó Leroy sintiendo los labios resecos.
La chica suspiró, mirando un momento hacia la salida de la estación.
-Creo que aquí se separan nuestros caminos, Gibbs - parecía encontrar divertido su apellido, realmente no le importaba que lo llamara así. Tampoco tenía un gran cariño a su primer nombre. Sólo su padre lo llamaba Leroy. - Gracias por un buen viaje.
-Yo… - no quería dejarla irse. No podía terminar así, pero las palabras no venían a su boca.
La chica se acercó y depositó un cálido beso en su mejilla antes de empezar a alejarse de él.
Apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que se perdiera entre la gente. Habían muchas más personas en aquel lugar que en Stillwater.
-¡Espera! - Shannon se giró inmediatamente, y por un momento sospechó que la chica había esperado que la llamara, pero no se detuvo a pensar en eso - Quiero verte de nuevo.
Pudo notar el rubor colorear las mejillas de su compañera de viaje, lo que provocó una sensación cálida en su pecho a pesar del nerviosismo que le recorría esperando su respuesta.
-¿Cuándo? - preguntó ella finalmente ladeando la cabeza, dejando que la cascada de cabello rojo cayera sobre su hombro.
Esa era una buena pregunta. Pero tenía que responderla rápido. Sacó los papeles que llevaba en el bolsillo y los revisó de inmediato.
-Tengo un permiso en seis meses exactos desde hoy. - levantó la mirada hacia ella expectante.
Había algo especial en la mirada de la chica entonces. Era como si pudiera leer a través de él con sus ojos claros.
-En ese caso… si en seis meses todavía quieres verme, ven a buscarme.
-¿Dónde?
La chica sonrió para sí. Algo en aquella situación parecía divertirla.
-En el City Hall, aquí en Pennsylvania. Al atardecer. - la chica asintió, aparentemente complacida con su elección - Hasta entonces, Gibbs.
La emoción de anticipación recorrió a Leroy de los pies a la cabeza a pesar de que tras su despedida ella había seguido su marcha.
-¡¿Estarás ahí?! - algunas personas se giraron a verlo. Había elevado la voz, pero necesitaba una respuesta.
Shannon se giró levemente.
-Lo prometo. Y cumplir mis promesas, es la regla #2.
Leroy no vería su sonrisa de nuevo hasta seis meses después.
II
Conocerse bien es una base del matrimonio. Eso al menos ha oído más de una vez, y su trabajo parece confirmarlo. Ella realmente parece creerlo, porque no para de hacer preguntas hasta del último detalle insignificante.
No recuerda haberle preguntado nunca a Shannon su jalea favorita o cuál fue el primer libro que leyó. Sin embargo, sabía todas las respuestas.
Es curioso, si lo piensa, de su anterior esposa no sabe muchas, pero de Shannon, todas. De esta sabe, porque ella se empeña.
No debe pensar en eso. No mientras esté con ella.
-¿Y… cuál es tu actriz favorita?
Está jugando con su cabello mientras lo mira. Cada movimiento suyo es seductor, desde los momentos de intimidad hasta en el más simple juego para matar el tiempo.
El anillo de compromiso puede verse entre las tiras rojas que enreda entre sus dedos.
Una actriz… generalmente tiene que pensarse todas las respuestas con cuidado, porque suelen ser cosas que en otro caso no pensaría.
Pero esta respuesta la sabe. Aunque no le dan más ganas de jugar precisamente.
-Deborah Kerr.
Ella parpadea sorprendida, y luego sonríe complacida, llevándose a la boca la mano en la cual continúa enredando los pelirrojos mechones.
-Realmente te gustamos las pelirrojas - lo incita, siempre lo hace. Parece tener una habilidad especial para eso.
Pero tiene razón, realmente le gustan las pelirrojas, aunque ni Deborah Kerr ni ella sean su favorita.
Gibbs sonríe con amargura, aunque ella no nota más que una sonrisa pícara antes de decidir que por esa noche, ya han sido suficientes preguntas.
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Habían sido los seis meses más largos de su vida. Todo había cambiado. Stillwater parecía ahora un lugar muy lejano… y sin embargo, la cita para ese día no la había perdido ni un momento de vista.
No recordaba haber ido nunca hasta el City Hall. A su padre no le gustaba salir del pueblo, pero tal vez lo había hecho alguna vez de pequeño, no podía recordarlo. Sin embargo, en aquel momento no ponía atención al diseño de las columnas ni a lo alto de las torres.
Estaba buscando entre la gente, la duda palpitando en su pecho. No había una verdadera razón para esperar que Shannon estuviera ahí. Él la había visto en el pueblo por mucho tiempo antes de siquiera hablarle, pero para ella, podría haber sido solo un curioso compañero de viaje.
Sin embargo, no podía dejar de buscar. Ella había dicho que estaría ahí. Lo había prometido, y era una de sus reglas cumplir.
Quería conocer todas sus otras reglas.
Le había dado dos vueltas a la plazoleta frente al edificio sin encontrar rastro de ella, así que había decidido subir. El lugar estaba lleno de turistas, no era coincidencia que su permiso fuera para vacaciones.
El ascenso fue eterno, pero finalmente llegó allí.
El ejercicio en el campo de entrenamiento había servido. Se movía con facilidad entre la gente, prestándoles poca atención. Su mirada no se dirigió tampoco a la vista de la ciudad desde la altura, sino a los colores del atardecer que empezaban a teñir el cielo.
Era hora, y ella…
Ella estaba exactamente ahí.
Junto a la baranda, la cascada inconfundible de cabello rojo liso y largo cayendo por su espalda, a juego con los colores que empezaban a teñirse en el cielo.
Sonrió ampliamente, y se acercó a paso lento. La prisa desterrada de su mente.
Cuando llegó junto a ella se detuvo nada más, y esperó. Shannon giró la cabeza para mirarlo y sonrió con calidez.
-Viniste.
-¿Creías que no lo haría?
Ella se encogió de hombros y miró nuevamente hacia el espectáculo de colores que hacía el sol en su descenso sobre las nubes que cubrían la plaza.
-No lo sabía… pero tenía fe en que vendrías.
No supo cuánto tiempo estuvieron allí. Una vez caída la noche, las luces en la torre lo hacían un lugar acogedor, y ninguno prestaba atención a las personas a su alrededor. Hablaban otra vez, como si se hubieran despedido tan solo la tarde anterior en el tren.
Cuando las risas de ambos hicieron eco en la torre se dieron cuenta de que los demás habían bajado ya. Era tarde.
Caminaron despacio hasta el ascensor, y al entrar en él, el silencio cayó entre ambos. El espacio cerrado, a pesar de que era más que suficiente para ambos, formó una atmósfera distinta entre los dos.
Leroy la miró, tratando de buscar las palabras adecuadas.
-Entonces… ¿así será? - ante la mirada de incomprensión de la chica, añadió - ¿Te digo la fecha de mi permiso, y tú me das una hora y un lugar?
Shannon se acercó un poco a él, como si tratara de leer algo en sus ojos.
-¿Llegarías?
Había algo en su voz. Una mezcla de ansiedad, de duda y de anhelo.
O tal vez era sólo el eco de sus propios pensamientos.
-¿Lo dudas?
La chica sonrió y él acortó el espacio entre ellos. Acarició su brazo lentamente y se inclinó hacia sus labios.
Shannon no se retiró.
Fue un beso lento, suave, cargado de emociones contenidas. Una exploración cuidadosa, saboreando el instante.
El descenso del edificio más alto de Pennsylvannia era lento, pero finalmente el timbre del ascensor al llegar al piso inferior los hizo separarse.
-La próxima vez deberíamos parar el elevador - bromeó Shannon.
Leroy rió al tiempo que la tomaba de la mano. No era una mala idea.
III
Odia esperar. Lo mejor de las misiones es la adrenalina, el peligro, pensar con rapidez, actuar con precisión.
La monotonía de la espera, el tedio de las noches sin trabajo, a la espera de órdenes, lo desesperan.
Ella en cambio está relajada. Ha puesto la televisión y parece que ha encontrado una película. Se le ocurren mejores formas de distraerse con ella. Tal vez pueda disuadirla de apagar el aparato y concentrarse en ellos. No sería la primera vez y a ambos se les haría más corta la espera.
Sin embargo, sus ganas desaparecen cuando las palabras de los protagonistas llegan a sus oídos.
-¿En lo alto del Empire State?
Su cuerpo se pone rígido, su mirada se fija en la pantalla. Un avión, menos tiempo de espera, otras caras, demasiados cambios… pero reconocería esa historia en cualquier lugar. No cree que haya sido necesaria otra adaptación.
-Me gusta esta película. - comenta ella con ligereza, sin notar la tensión en su mandíbula ni la manera en que aprieta los puños tras ella - Es bastante utópica, pero supongo que esa es la gracia del cine romántico. Estas cosas solo pasan en las películas.
-¿Estas cosas? - repite él con tono incrédulo, mientras intenta sin éxito ignorar la pantalla. Duele revivir la historia, duele verla tan cambiada.
-Enamorarse en un solo viaje, esperar tres meses completos por otra persona que a penas se conoce… Renunciar a una vida planificada… - ella se encoge de hombros. Es una mujer práctica. Parte de lo que la hace una buena agente. Le gusta eso de ella. - Esas cosas no funcionan.
Él sabe que hay quien espera más.
No le interesa ver la película, con esos minutos ha visto suficiente. Actuaciones que no dicen nada, un mundo donde una historia así no se puede dar ya, una versión deslucida de lo que una vez fue.
-¿Sabes por qué funciona en las películas? - ella se gira para mirarlo interrogante, pero él no busca su mirada. - Se acaban antes de que todo termine.
-Esas son las sabias palabras que dejan dos divorcios - declara ella en tono de broma, ignorando la amargura que se esconde en realidad tras sus palabras.
Sus palabras lo devuelven al presente, donde ese tipo de historia ya no tiene lugar.
-Tal vez - sonríe de medio lado, se pasa distraídamente la mano por el cabello y la mira de manera provocativa. - Pero ya paso de películas.
Sin esperar respuesta se marcha hacia la habitación. Poco después, ella está allí también. Tiene ese brillo en la mirada que le hace a Gibbs entender que ha entendido que él tiene en mente otra manera de pasar la noche.
-¿No vas a acabar de verla? - pregunta fingiendo ignorar lo que sucede.
Ella niega acercándose demasiado.
-¿Para qué perder el tiempo con películas si tenemos la realidad?
Él cierra los ojos y responde el beso que ella ha empezado. Ella tiene razón.
La realidad es todo lo que le queda.
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Shannon había insistido en que tenía que ver esa película con ella. Tampoco era como que lo hubieran discutido, no le negaba nada. Tampoco estaba tan mal, aunque no era particularmente de su interés. Una pareja, un viaje…
Ella parecía sabérsela de memoria, por la manera en que movía los labios mientras los personajes hablaban. Tenía que gustarle mucho, pues había dicho muchas veces que debían verla juntos.
-¡Mira la película, no a mí! - le dijo riendo cuando sostuvo la mirada sobre ella por casi un minuto.
-Tú estás más guapa - replicó con un brillo travieso en la mirada, que tuvo por respuesta un rubor complacido de su novia.
Novia, después de ya no sabía cuántas citas en distintos lugares de Pensilvania. Había terminado ya su formación, tenía un poco más de tiempo pero igual, cada vez que se despedían, fijaban una hora, una fecha y un lugar para su próximo encuentro, aunque fuera uno o dos días después. Era su juego, y no se cansaban de ello.
-No creo que a Deborah Kerr le guste oír eso - replicó sin poder evitar levantar un poco más la cabeza, orgullosa.
Leroy dirigió la mirada a la película una vez más.
-Me gusta su cabello.
Shannon rodó los ojos. Luego prestó atención a la escena que estaba por empezar y le golpeó suavemente el brazo.
-Pon atención.
Tomó aire y fijó la mirada en la pantalla. Frunció el ceño para fingir una mayor concentración y pudo escuchar a Shannon reír. No era justo, ella sí que estaba viéndolo a él en lugar de la película.
-“Si todo va bien, y quiero decir para los dos, en seis meses…”
-¿Seis meses? - no pudo evitar repetirlo y trató de girarse para verla, pero la mano de Shannon en su mejilla se lo impidió.
-“¿Qué tal en lo más alto del Empire State?”
-“Es el lugar más cercano al cielo que tenemos en Nueva York.”
Esa vez no le impidió girarse a verla. Sus ojos brillaban y sonreía como ese día en la estación.
-¿De aquí sacaste la idea?
Se encogió de hombros, visiblemente complacida.
-Tú fuiste el que dijo seis meses. Sólo tuve que escoger la torre más alta de Pensilvania.
Leroy negó sin poder evitar sonreír.
-Así que hiciste la prueba para ver si la película se hacía realidad. - la miró con intensidad, ignorando la escena del desembarco - ¿Qué tal resultó el experimento?
Shannon apoyó la cabeza contra su hombro.
-Bueno, según mi experiencia, la realidad supera a la ficción.
Leroy sospechaba que verían muchas veces más esa película, y no era una idea que le molestara. No junto a ella. Sólo esperaba que el interrogatorio al final sobre qué le había parecido cada parte no se repitiera cada vez.
-Estás extraño - comentó Shannon más tarde, mientras se tomaban una malteada. Estaban sentados de frente en la mesa y cuando a ella se le agotaron las preguntas, se había quedado callado.
Siempre leía en él como un libro abierto, pero ahora parecía desconcertada.
Tenía que aprovechar ese momento, antes de que lo descifrara y no pudiera sorprenderla.
-Estaba pensando que en la película es él quien elige el lugar.
Sus palabras la desconcertaron, pudo notarlo en la graciosa manera que se frunció su ceño y ladeó la cabeza para mirarlo.
-¿Quieres elegir nuestro próximo lugar?
Leroy contuvo la sonrisa, iba por buen camino. Se sacó de la jacket un sobre amarillo y se lo pasó.
Ella lo abrió con curiosidad, mientras él la observaba con tanta atención que le era imposible disimular la ansiedad. El sobre contenía cinco fotos, las cuales Shannon vio una a una, sin entender.
-¿Qué es esto? - levantó la mirada hacia él, la incomprensión escrita en toda su cara.
-El lugar donde me gustaría seguir encontrándote.
La comprensión empezó a aparecer en el rostro de la chica mientras pasaba nuevamente de la foto de una pequeña sala a la del frente de una casita con jardín y luego a la de una habitación con una cama matrimonial.
-¡Gibbs! - aún le decía así la mayor parte del tiempo, igual que le llamaban en la naval. Prácticamente se había olvidado de su primer nombre. - ¿Esta es…?
-Una casa - completó él. se levantó y rodeó la mesa para ver las fotos por encima de su hombro y explicarle, demasiado ansioso para seguir quieto - Es pequeña, pero alcanza perfectamente para dos. Tendríamos que dejarla si me transfieren pero está cerca de tu madre por si me mandan lejos mucho tiempo que no me gustaría dejarte sola, y…
Shannon se giró y lo calló con la mirada.
-¿Me estás pidiendo que me case contigo?
Leroy se encogió de hombros.
-Me gustaría saber dónde encontrarte siempre.
IV
La puede escuchar sollozando en silencio. Detesta ese sonido, odia saber que es el causante. Se hace más claro conforme se acerca a la habitación, así como el sonido de los cajones abriéndose y cerrándose.
Tal como esperaba, la encuentra llenando las maletas. Ya ha pasado por eso dos veces.
Una, bien pensado. La segunda se fue antes de que él pudiera presentirlo siquiera.
-Podríamos hablar - dice entrando a la habitación.
Escucha su risa ahogada en un sollozo, y cuando lo mira, aunque tiene los ojos rojos, no puede ver lágrimas ya.
-¿Ahora quieres hablar?
Hay una ironía y una amargura en ella que no tenía cuando la había conocido. Ha cambiado. Es su culpa, lo sabe. Debió preveer que no funcionaría, de nuevo.
-No tienes que irte.
Es difícil hablar. Más cuando sabe que la está hiriendo.
No ha querido nunca herir a nadie. La quiere en verdad. No le gusta verla sufrir.
-La pregunta Jethro, es para qué me quedaría.
Sabe que debería tener una respuesta, pero no llega y ella eleva las manos y gira los ojos.
-¡No me necesitas aquí! A veces me pregunto por qué te casaste conmigo. - lo mira con decepción - Mi hermana dice que eres de los que se casan para no estar solo, pero yo no lo creo… te gusta es estar solo.
No es que le guste, a veces solamente lo necesita. Estar en el sótano, alejado de todo. Quedarse tarde en la oficina, sumergirse en un caso por resolver.
Quisiera que ella lo entendiera.
-Sé que soy difícil.
-Esa no es la palabra… creo que inaccesible sería más apropiada. - lo mira con la certeza de que no le entiende, la frustración está escrita en su cara - Estás en un lugar que no conozco, no puedo alcanzarte. No sé que piensas, no sé que sientes. No sé nada.
Tiene razón, es consciente de ello. A veces él mismo tiene la sensación de que hay una parte de él que no puede alcanzar.
Se sienta en la orilla de la cama, la certeza hace mella en él. Siempre supo que nada sería lo mismo. Nunca pretendió que fuera igual. Sólo ha intentado seguir viviendo con lo que queda de él. Pero no parece posible.
Quiso hacer feliz a su primera ex esposa, y no fue suficiente. Creyó que podría sentirse mejor junto a la segunda, pero fue un desastre.
Sólo ha querido una última oportunidad con ella, y tampoco lo ha logrado.
Siente el colchón hundirse un poco cuando ella viene y se siente a su lado. Pone una mano sobre la suya y lo sobresalta lo fría que está.
-Si me dijeras cómo entenderte, Jethro… Yo no puedo hacerlo sola. Si realmente quieres…
No, él sabe bien que no puede. Aprieta su mano y niega, sumiéndola en el silencio.
-Estaré en el sótano si necesitas algo - dice en tono bajo e inexpresivo.
Ella no intenta detenerlo cuando sale de la habitación. Los dos saben que no irá a buscarlo.
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Las muletas lo obligaban a avanzar despacio, pero no tenía necesidad de correr ya. Había llegado tarde a la cita, aunque eso tampoco importaba demasiado.
Ella no había podido llegar.
La cita era sencilla: cuando su unidad volviera, ella le esperaría junto a Kelly. Ese tipo de compromisos eran los que daban sentido a regresar. Ahora había regresado, pero nadie estaba esperándolo.
“Si tenía que sucederle a uno de los dos, ¿por qué a ti?”
Nunca se habían permitido pensar qué sucedería si uno de los dos no llegaba a la cita. Para ninguno había sido una opción. Pero Gibbs sabía que para ellos no habría reencuentro, no habría segunda oportunidad.
Shannon tenía razón, pensó con amargura. La realidad superaba a la ficción.