Sin beneficios

Jul 05, 2009 19:34

Fandom: Life
Título: Sin beneficios
Personajes: Charlie Crews, Ted Earley
Notas mías: escrito para
ryanne_night  para el meme de 10 peticiones. El fic es pre-Life, y me siento algo insegura con el resultado porque no sabemos mucho de su personalidad en la época de la cárcel. Igual espero que te guste un poco ^^ Las frases en cursiva de Charlie, son Zen, del maestro Kyong Ho. (Estoy leyendo tanto Zen que empiezo a plantearme comprarme un libro o algo, me está gustando XDDD). Participa con 2646 palabras para el quinesob .

Ted: No me fue bien en la prisión.

Periodista: ¿Estuvo allí por un crimen de cuello blanco?

Ted: Venta ilegal de acciones, sí. Charlie me salvo la vida allí, así que ahora yo administro su indemnización.

Ted Early, 1x01 Merit Badge


Aquel lugar era un infierno. Ted sabía que lo que había hecho estaba mal, pero no creía merecer eso. Un tipo como él en un lugar como aquel, era una pena de muerte.

Era su segunda visita a la enfermería en cuatro días que llevaba allí. Sabía que pronto se acostumbraría al odioso olor a alcohol y medicina del lugar. Tipos como él eran una presa fácil para los rudos, una entretención para los largos y monótonos días en la prisión. Parecía tener un radar para encontrarlo.

Esa mañana le habían abierto la frente al golpearlo contra un muro mohoso del baño de su sección. Dijo en enfermería que se había tropezado, pero las miradas que intercambiaron la enfermera y su asistente le indicaron que no le habían creído.

Probablemente no era ni el primero ni el último a quien le había pasado.

Le estaban terminando de coser la herida cuando escuchó el alboroto. La enfermera lo dejó sin decirle nada, ni hace caso al pequeño quejido que soltó. La herida todavía escocía. Sin embargo, lo que sucedía lo distrajo de su dolor. Las oscuras puertas se abrieron de golpe con un horrible chirrido, aunque este se vio opacado por la gritería a la que dio paso. Dos parejas de guardas entraron entonces, cada una arrastrando a un reo. Mientras uno lanzaba insultos a diestra y siniestra, el otro, para sorpresa de Ted, sonreía ligeramente.

-Crews, ¿de nuevo en líos? - la enfermera rodó los ojos, dirigiéndose a ese último. No parecía realmente molesta. - Espera en esa camilla. Voy a ver qué hiciste esta vez.

Los guardas no parecían felices con el trato de la enfermera hacia el preso, y lo golpearon un poco al lanzarlo sobre las sábanas verde oscuro del campo al lado de Ted. El hombre se quedó allí acostado boca abajo, como lo habían tirado, pero con la cabeza ladeada hacia él.

Parecía ser la única persona en la habitación que se percataba de la presencia de Ted, quien se removió algo incómodo por la fija mirada que los ojos verdes claro de ese hombre le dedicaban.

Era un poco inquietante.

-Hola - le dijo tras un momento, ajeno al alboroto que al fondo de la habitación seguía haciendo el reo con el que había llegado- ¿Qué haces aquí?

Ted dudó un momento. ¿Quién era ese hombre? Parecía un tipo rudo, de esos que lo golpearían por entretención… pero a la vez parecía incapaz de hacer eso.

-Yo… eh… me tropecé en el baño.

El hombre lo miró fijamente y chasqueó la lengua. Ted tuvo la estúpida idea de que podía ver más allá de sus ropas anaranjadas, que parecían definir ahora todo lo que era.

-No, no lo hiciste.

No era el primero en darse cuenta de ello, pero sí el primero en decirlo en voz alta.

Ted sintió entonces que su idea no había sido estúpida. Por la manera en que lo dijo y la sonrisa que le dedicó, supo también que era la primera persona en mucho tiempo que no le juzgaba.

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La siguiente vez que se vieron fue en el patio. Ted estaba sentado aparte, tratando de leer. No era fácil cuando una simple y gris plaza como aquella se convertía en un ambiente hostil donde pululaban trajes naranjas y guardias con armas. Mucho menos cuando dejaban salir a los prisioneros de máxima seguridad como en ese momento. Levantó la mirada al escuchar los portones abrirse. Era algo estúpida esa curiosidad malsana de ver a los hombres que podrían disputarse el placer de golpearlo.

No podía dar crédito a sus ojos al ver a aquel hombre entre ellos. Avanzaba con paso calmado, como si estuviera ausente de aquel lugar. Sin embargo, al observarlo fijamente, Ted notó que se trataba de todo lo contrario. Estaba concentrado en percibir de todo lo que sucedía, y de alguna manera había marcado su territorio. Podía notarlo. No todos se acercaban a hablarle, ni le dirigía la palabra a todos. Algunos mantenían su prudente distancia.

Entre ellos el otro reo que había visto en la enfermería.

Habían líneas invisibles que dividían a los presos, y Ted se preguntó si ese hombre sería de aquellos que las definían.

-¿Conoces su historia?

Ted se sobresaltó cuando alguien habló a su lado. No había sentido a nadie acercarse. No conocía al hombre, pero no parecía de aquellos que lo atacaban en el patio. No era de ese tipo.

-¿La de quien?

-Él. - Ted no había sido conciente de que era tan obvio al observar a los demás. No debía serlo. Podía ser peligroso - Es Charlie Crews.

A Ted el nombre le sonaba conocido, pero ya habían pasado varios años desde su caso y la verdad nunca se había interesado mucho por lo penal. El hombre no tuvo problemas en ponerlo al día con la historia.

Era un cuento de horror que helaba la sangre.

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La siguiente vez que Ted fue a la enfermería, Charlie Crews estaba allí también. Los dos estaban en peores condiciones que la primera vez que se habían visto. A Ted le habían quebrado el brazo y desmontado un hombro en la última golpiza. No sabía qué le pasaba a su compañero de enfermería, pero parecía estar mal.

La cara demacrada, la mirada perdida bajo los párpados entrecerrados, ropa de enfermería, y un paño mojado en la frente.

Realmente mal.

-Tuvimos que sedarlo por el dolor - le explicó la enfermera cuando preguntó - Nunca es bueno cuando se vuelven a quebrar huesos que ya habían soldado. Pero no se preocupe, es tan sólo una costilla. El otro hombre quedó peor, y para Crews lastimosamente, esto no es nada.

Ted tembló de miedo ante la idea. Si a un hombre como Charlie Crews lo habían golpeado tanto como para que una costilla fuera un daño menor, no tenía idea de lo que pasaría con él.

La enfermera le aconsejó pasar la noche en la enfermería. Le daría un calmante, y no lo molestaría sus compañero de celda.

-No estará solo. - le dijo con una sonrisa - Charlie pasará acá un par de días. Sólo espero que no tenga pesadillas de nuevo, porque podría dificultarle un poco dormir.

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Cuando lo escuchó quejarse en medio de la noche se despertó inquieto. La oscuridad dominaba la enfermería, y eran los únicos allí. Las luces que entraban eran las de seguridad del perímetro, que rotaban constantemente, causando inquietantes sombras en la habitación.

Trató de ignorar el sonido. Trató de convencerse de que eran imaginaciones suyas, y trató de acomodarse mejor sobre el raquítico colchón de la cama. Pero no era su imaginación. Podía escucharlo removerse inquieto. Trató de bloquear el sonido y seguir durmiendo, pero era imposible.

¿Y si le sucedía algo realmente malo? ¿Si no hacía nada y luego le pasaba algo? ¿Lo atacarían los hombres que parecían tener un lugar al lado de Charlie Crews cuando marcaba su territorio?

Y más importante aún, ¿podría vivir con su conciencia? Sería algo muy distinto a estafar a todas esas personas.

La almohada no acallaba sus quejidos, y la inquietante luz azul de seguridad pasó por la habitación de nuevo. Ted finalmente se levantó. Las frías baldosas bajo sus pies le hicieron caminar a brincos cortos hasta la cama de Charlie Crews.

Comprobó entonces que estaba dormido, pero se agitaba como si tuviera una pesadilla. Lo movió suavemente sin ningún resultado. No quería lastimarlo. Miró a su alrededor sin saber qué hacer. ¿Buscar a la enfermera? ¿Estaría allí en algún lugar? No conocía bien el lugar, y las sombras alargadas entre las camas no lo invitaban a salir de allí.

Si la enfermera no se había quedado, era porque ninguno de ellos tenía nada grave. Crews debería estar bien. Tal vez era lo que parecía: sólo un mal sueño. Lo movió un poco más por el hombro, hasta que Charlie entreabrió los ojos.

-No lo hice. - balbuceó alterado - No lo hice, no lo hice…

Ted dudaba que estuviera realmente despierto, pero al ponerle una mano en el hombro pareció calmarse. Así de cerca, vulnerable y enfermo, no parecía un asesino desalmado. La piel reseca, las cicatrices sin sanar totalmente,

Sin saber exactamente cómo, terminó pasando la noche a su lado, alejando las pesadillas.

De cualquier forma, no habría podido dormir. ¿Cierto?

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Al día siguiente, a primera hora, dejó la enfermería, no muy seguro de cómo hablar con Charlie Crews después de la noche que habían pasado. Lo más probable era que el hombre no recordara nada. Ted había visto pocas personas tan atormentadas, en sueños o despiertas.

¿Sería cierto lo que decía? ¿No lo había hecho?

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La próxima vez que vio a Charlie Crews fue en el patio, nuevamente en la hora que tenían los de máxima seguridad para tomar el sol. Ted lo observó, buscando señas de que unos días atrás había estado tan mal como él lo había visto, pero no encontró ninguna.

Parecía el mismo hombre que había visto el primer día. Con una expresión ausente con respecto a lo que sucedía a su alrededor, y sin embargo, pendiente de todo.

Se sobresaltó cuando descubrió que la mirada de Charlie se posaba en él, y se dirigía en su dirección, atravesando la plaza sin dar importancia a que varios reos se apartaban para dejarlo pasar.

Se sentó a su lado, y sin mirarlo directamente, con la mirada perdida entre los compañeros que jugaban baloncesto al otro lado del planché, preguntó.

-¿Qué hiciste, Ted?

Ted miró a su alrededor incómodo. No le gustaba hablar del tema. Notó que algunos los veían, y unos cuantos cuchicheaban, pero en su mayoría los ignoraban. Pensó en evadir el tema, pero no sabía como hacerlo. Charlie esperaba una respuesta, aunque se mantuviera inmóvil, como si tuviera algún interés en el partido que se desarrollaba en el patio.

-Venta ilegal de acciones.

-¿En serio? - Charlie abrió los ojos sorprendido y lo miró - Debes ser inteligente.

Ted había esperado cualquier comentario, menos ese. Especialmente con esa expresión con cierto tinte de admiración.

-¿En serio? -no pudo evitar una ligera sonrisa, que trató de reprimir inmediatamente - Quiero decir… ¿por qué?

-Si estás en esta prisión, no fue poco dinero, ni pocas acciones. Nunca conocí un ladrón de cuello blanco que fuera estúpido. Ninguno que llegara lejos al menos. - Charlie hablaba curiosamente rápido. - Créeme, conocí varios.

Ted se sintió extrañamente halagado, pero no supo qué decir. “Nunca había conocido a un asesino” no parecían palabras apropiadas. Tampoco demasiado agradable. Menos recordando esa noche en la enfermería.

Probablemente guardó silencio más tiempo del debido pensando en ello, porque su acompañante habló una vez más. Esta vez con un tono más serio y grave.

-Sé lo que hiciste la otra noche - dijo Crews tras un momento -, en la enfermería.

-Yo no hice nada - saltó Ted de inmediato, nervioso. Charlie le dirigió una mirada de curiosidad - Quiero decir… no fue nada.

Una sonrisa se esbozó en los labios resecos del hombre, ligeramente divertido. Pateó una piedrecilla del suelo y recitó con voz calmada.

-“No esperes recompensa por un acto de caridad. Esperar algo a cambio conduce a una mente intrigante”.

Ted lo miró sin entender, y Charlie simplemente sonrió un poco más, antes de preguntar con un tono que denotaba una seriedad altamente contrastante con su sonrisa.

-¿Te están molestando?

La pregunta tomó a Ted por sorpresa. De alguna manera, hablar con Charlie Crews era extraño. Le asustaba, le intrigaba y le inspiraba confianza a la vez. No se parecía a los otros hombres que había conocido en la prisión.

-¿Quiénes?

Para estupefacción de Ted, señaló justamente a los prisioneros que lo habían estado golpeando desde el primer día.

Ted negó de inmediato. No quería mayores líos. Charlie lo miró fijamente, como si quisiera ver a través de su frente y encontrar la respuesta verdadera en su mente.

-Si lo hacen, búscame.

Se alejó de él sin esperar una respuesta.

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Ted no recurrió a Crews aunque las golpizas continuaron. No sabía cómo hacerlo, no quería causar un problema mayor.

Jamás pensó que se haría semejante revuelo en el patio principal una mañana, ni que él sería el centro y objeto de las miradas y golpes que se dieron. Los guardas tardaron en reaccionar. Siempre tardaban un poco. Algunos pensaban que esas cosas calmaban por un rato al resto de la masa.

Algo de entretenimiento liviano.

Sintió los golpes en las costillas y las escuchó crujir bajo el peso del zapato de alguien. El sabor salado del polvo se coló en su boca, mezclado con el metálico sabor del líquido rojo que pringó el suelo y se esparció por su cara.

Se dobló sobre si mismo esperando el siguiente golpe, pero nunca llegó.

Escuchó un estruendo y gritos de los policías. Se tapó la cabeza con las manos, incapaz de distinguir entre la confusión de movimiento que sintió alrededor de él, qué sucedía. Escuchó más quejidos de dolor, y más golpes amortiguados contra el sueño.

Cuando abrió los ojos, encontró a Charlie Crews siendo golpeado por uno de los guardas a su lado.

Su atacante estaba desplomado en el suelo, no muy lejos de ellos, y parecía inconsciente.

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Otra vez la enfermería. A pesar de su improvisado rescate, era quien había quedado peor de la escaramuza. Su atacante estaría bien. Charlie lo había noqueado con un solo golpe al cuello que le había hecho perder el sentido por un rato.

Ted sentía la venda en el pecho demasiado apretada.

-Cuesta un poco respirar - dijo la voz de Charlie a su lado. Tenía varias banditas en la cara, y el labio partido. Los guardas se habían ensañado con él. Con el tiempo Ted descubriría que tenían eso por costumbre. - pero después uno se acostumbra. La tercera vez prácticamente no las sentí.

No lo había dicho para causar pena, ni para impresionar. Ted podía decirlo. Sólo estaba ahí sentado en la camilla de la par, diciéndolo como un hecho. Casi como un consuelo.

-Gracias - dijo Ted mirándolo a los ojos.

Charlie se encogió de hombros, restándole importancia.

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Cuando Ted salió de la enfermería dos días después, notó el cambio en el ambiente. No hubo insultos en la mesa. Nadie le robó su comida. No hubo golpes en la ducha.

De alguna forma había dejado de ser el tipo al que los otros golpeaban. Ahora la gran mayoría lo ignoraban, y algunos pocos lo miraban con rencor.

Sólo una persona se le acercó, en la única hora que tenía para recibir sol.

Charlie.

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Así pasaron muchos días más, y al menos por una hora al día, Ted no se sentía solo en la prisión, y parecía un lugar menos malo. Esa hora en la que Charlie se sentaba a su lado. A veces hablaba, en otras ocasiones sólo se quedaba allí, con la mirada vagando entre la gente mientras sus dedos jugaban distraídamente con el ruedo de su camisa naranja.

-¿Hiciste algo, verdad? - le preguntó Ted un día a su acompañante. No había dicho nada en unos treinta minutos, y el silencio lo ponía incómodo.

Además, tenía que sacarse la duda de dentro.

-¿Yo? - Charlie lo miró sin entender. Tenía esa expresión con los ojos abiertos de par en par y la duda marcada en unas líneas en su frente - ¿Qué hice?

-Algo. Para que no me golpearan más.

Charlie miró hacia los grupos de otros prisioneros y contestó con tono de absoluta despreocupación e indiferencia.

-No dijiste que alguien te molestara.

-Vamos, Charlie… - el hombre sonrió. Siempre lo hacía cuando Ted le hablaba con alguna confianza. Había estado mucho más tiempo solo. - Quiero saberlo, encontraré una manera de agradecértelo.

-“Haz amigos pero no esperes ningún beneficio para ti mismo”.

A veces hacía eso, de decir frases que había aprendido de memoria en algún lugar, aunque Ted no siempre entendiera lo que quería decir.

Sin embargo, esa frase sí que la entendía.

personaje: charlie crews, fandom: life, amistad: charlie/ted, personaje: ted earley

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