El creador de fragancias (14/20)

Oct 01, 2011 23:49






Fandom: Narnia
Título: El creador de fragancias
Personajes: Edmund, Lucy, Caspian, Peter, Susan (apariciones especiales de Eustace, Jill y otros personajes clásicos de los libros).
Pareja: Caspian/Lucy.
Universo: AU basado en el libroverse.
Agradecimientos: ¡a aglaicallia una vez más por su apoyo, a nyaza por el precioso banner y al reto de ablurrydream por darme la idea!
Summary: Cuando los errores de pasado bloquean la creatividad del creador de Aslan Fragances, su familia intenta ayudarlo. Pero ante la llegada de la competencia en la casa de perfumería Telmarian, no es tan claro quién necesita más ayuda.

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XIV
Lucy llevaba quince minutos hablando sobre la gira de primavera que realizaría con la sinfónica, y sus trámites para pasar a la sinfónica mayor el siguiente año, cuando alcanzaría el límite de edad de la juvenil. Quince minutos cronometrados, Edmund los estaba contando con su reloj.

Se había decidido a caer de sorpresa en su facultad. Los dos días anteriores habían hablado por teléfono, pero ella había declinado sus invitaciones de salir a algún lado o pasar donde ella. No había podido hacer nada en el laboratorio esos días, la preocupación por su hermana junto a todo lo sucedido no lo dejaba concentrarse. Ese día, tras botar la última mezcla que había hecho sin siquiera dejar registro de ella por lo mala que era, tomó su abrigo y salió rumbo a la facultad.

Así habían terminado en una de las sodas del campus, en una mesa al exterior, bajo la sombra de un viejo árbol.

-El señor Tumnus me ha dicho que puedo irme con el grupo que saldrá primero, para ir a organizar la logística y todo. Si no choca con el día del concurso de la nueva fragancia, creo que me iré - concluyó la chica.

Si no la conociera tan bien, habría creído en lo emocionada que sonaba.

-Así que te vas toda la primavera - resumió Edmund.

Lucy lo miró con un deje de culpabilidad.

-¿Crees que vayas a necesitarme acá?

Peter y Susan nunca habían disimulado su temor de que la menor estuviera demasiado involucrada en ayudarlo. Decían que podría limitarla, que él tenía que desenvolverse por sí solo.

Nunca lo había visto tan claro como en ese momento.

Hizo un ademán con la mano izquierda para quitarle importancia al asunto.

-Sobreviviré, soy un chico grande ahora - le sonrió con seguridad, sonrisa que se ensanchó al ver una asomar en labios de Lucy.

En ese momento el teléfono de la chica sonó. Lo había dejado sobre la mesa, en medio de ambos. La chica dejó de sonreír y lo miró fijamente. Edmund no necesitó adelantarse mucho sobre la mesa para leer las letras grandes del identificador.

-Caspian - leyó en voz alta.

Lucy asintió, pero no hizo ademán de coger el aparato.

-¿No vas a contestar? - preguntó Edmund mientras la tonada de llamada continuaba.

La chica negó.

-Tiene dos días llamando. - Mordió la punta de la pajilla de su refresco, todavía mirando el teléfono.

¿Dos días? ¿El mismo Caspian rabioso que había acusado a su hermana de fingir toda la relación para engatusarlo y…? Bueno, era difícil tratar de seguir su línea de pensamiento.

-Parece que alguien se pensó mejor las cosas.

Lucy suspiró. El tono de llamada cesó.

-Sabía que la haría.

Le parecía recordar que algo había dicho al respecto esa noche, sobre que luego pensaría claramente. Sin embargo, no parecía contenta con eso.

-¿No quieres saber qué quiere decirte?

Su hermana lo miró, podía distinguir el deje de tristeza en su mirada, a pesar de la apariencia tranquila.

-Creo que lo sé…

Edmund dudó un momento. Pero esta vez era su turno. Él tenía que ayudarla a hablar. Aún recordaba cuando lo había hecho hablar sobre todo lo que había pasado. Nunca hubiera creído que le confesaría algunas cosas precisamente a Lucy, pero lo había ayudado tanto…

-El otro día dijiste que creías que te quería.

Su hermana lo miró sorprendida.

-Sí, lo dije. Sentía que nos complementábamos. -Una leve sonrisa nostálgica se formó en sus labios- Nos podíamos ayudar tanto, y estábamos felices.

Luego, todo se había echado a perder.

-¿Entonces por qué crees que se portó así? - Se encogió de hombros, como si no quisiera darle demasiada importancia al asunto, aunque realmente le interesaba la explicación que daba su hermana a todo el asunto. - No digo que quiera verlo de nuevo contigo después de cómo te trató, pero no entiendo a lo que te refieres.

Lucy respiró profundo. Miró hacia un lado, como si estuviera pensando cómo explicarle aquello.

-Anda, me lo puedes decir - insistió tratando de sonar menos tenso de lo que estaba.

Ella le dirigió una mirada que no estaba exenta de cierta culpa, como si no debiera decirle aquello.

-Caspian ha vivido cosas muy difíciles. Lo ha traicionado alguien muy cercano a él, y ahora no confía en la gente. -Lucy suspiró. - Creía que podía confiar en mí, pero me equivoqué.

Edmund alargó el brazo para tomar la manita con la cual su hermana golpeaba la superficie de la mesa. La estrechó suavemente.

-¿Quién podría desconfiar de ti?

Lucy negó.

-No lo entiendes. - Se agachó hacia él, y pudo sentir que ella aumentaba la presión en su mano. - ¿Has confiado en alguien de nuevo, después de Jadis?

Si no retiró la mano de inmediato fue porque su hermana lo detuvo. Ella le sostuvo la mirada. Después de todo, seguía siendo la más fuerte.

-Entonces… no crees que Caspian se merezca otra oportunidad - replicó él. Su voz se mantuvo firme, a pesar de lo mucho que había removido en él la pregunta de su hermana. No iba a contestarla, sabía de sobra la respuesta. - Crees que no podrá confiar en ti, aunque te quiera.

Lucy lo pensó un momento y asintió. Edmund se levantó, y rodeando la mesa se acercó a abrazarla. Le acarició el pelo cuando ella escondió la cara en su pecho.

-¿Por qué olvidas que haces milagros con las personas? - Le susurró. - Hiciste uno conmigo.

Sin embargo, su hermana no le contestó.

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Lucy no contestaba sus llamadas. También había probado por el correo, pero no había tenido respuesta. Ni él ni ella usaban redes sociales. Él no tenía amigos, y ella prefería siempre el contacto directo. Habría intentado verla en la facultad, pero no podía dejar la oficina durante el día. No, no podía dejar de trabajar, tenía compromisos y supervisiones, aunque la verdad si no los hubiera tenido los hubiera hecho. Cornelius tenía razón, estar ocupado era su consuelo.

Sin embargo, cuando por tercer día consecutivo Lucy siguió ignorando su presencia en el mundo, decidió que tenía que hacer algo. Aunque sospechaba que en caso de aparecerse en su apartamento, la chica no le abriría la puerta. Había ido totalmente en serio cuando le había dicho que no le interesaría oír lo que tuviera que decir cuando pensara las cosas claramente.

De repente, al salir de la cita con los publicistas de esa mañana, tuvo una idea al ver el nombre de la calle donde se encontraba. No estaba lejos del café en el que se había encontrado con Susan Pevensie. Miró el reloj, era una hora parecida.

Sin pensarlo demasiado se encaminó hacia allí. Compró un mocaccino frío y se sentó al fondo del salón. Consultó la hora una vez más. Tenía tiempo para llegar a su próximo compromiso. Podía esperar un poco. Sin ser consciente de ello, empezó a agitar la pierna derecha. Cuando empezaba a convencerse de que aquello era una tontería, su espera se vio recompensada.

Susan entró a la tienda restregándose las manos, probablemente tenía frío. Saludó con una sonrisa a una de las chicas que atendía, como había sospechado era cliente regular. Ni siquiera tuvo que pedir, le dieron de inmediato su orden y se sentó en la misma mesa en la cual la había confrontado antes.

Cuando se dirigió hacia ella pensó que aquello era una tontería, no lograría nada con ella… parecía la acción de un hombre desesperado.

Lo era.

-Señorita Pevensie.

Su voz sonó más grave que la anterior vez que había hablado con ella en ese local, carente del matiz burlón con el que había usado el tratamiento social entonces. No se sentó a la mesa tampoco. Ella levantó la vista hacia él del documento que leía y su rostro se crispó de rabia.

-¡Usted!

La vuelta al trato de “usted” se agradecía. No le había gritado, pero se había erguido muy digna en el asiento y había guardado los documentos, cerrando la carpeta en la cual los traía.

-¿Qué quiere?

Caspian desvió la mirada hacia el asiento frente a ella.

-¿Puedo sentarme?

Supuso que la mujer se negaría, pero tras un momento de duda le hizo un gesto seco con la cabeza para que lo hiciera. Probablemente había notado que la gente los observaba y no quería eso.

-¿Qué quiere? - repitió.

Buena pregunta, ¿qué quería realmente?

-Supongo que debería disculparme.

Susan lo miró arqueando las cejas.

-¿Ah sí?

No se lo iba a poner nada fácil. Pero era el único medio que podía tener de acercarse a Lucy ahora, mientras ella insistiera en no hablarle.

-No estuve bien…

-Es una manera de decirlo.

¡Qué frialdad tenía esa mujer! Parecía mentira que la misma chica que había sonreído amable al entrar fuera la que lo veía en ese momento sin replicar nada.

-Bueno, ahí lo tiene, me disculpo.

Sus palabras no parecían haber causado ninguna impresión en ella.

-¿Por qué de todo? - preguntó impasible.

Caspian resopló.

-Por todo.

Susan negó, como si acabara de decir algo sin sentido.

-En ese caso debería hablar con mi hermana, no conmigo.

Con la misma dignidad que lo había recibido abrió la carpeta, dando por terminada la conversación.

-Lo haría, si ella me contestara. - Notó que el tono de su voz se había alterado, elevándose. - Tengo tres días tratando de hablar con ella. ¿O acaso cree que buscarla a usted fue mi primera opción?

Susan levantó los ojos con una mirada severa totalmente dedicada a él.

-Si mi hermana no considera importante escucharlo, ¿por qué debería hacerlo yo?

Sabía reconocer una derrota cuando la tenía al frente. No cedería. Ni Lucy, ni ella. Los Pevensie nunca le perdonarían su insulto contra la familia al completo y el agravio contra su hermana menor.

Se levantó sin esperar nada más, ya Susan había vuelto a concentrarse en su lectura.

-Buenas tardes.

Dio la vuelta y salió de allí a paso rápido. Afuera se giró para mirar por el ventanal, pero Susan seguía concentrada en el documento.

Tendría que aceptar la verdad: todo estaba perdido.

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