El creador de fragancias (9/20)

Sep 14, 2011 17:14






Fandom: Narnia
Título: El creador de fragancias
Personajes: Edmund, Lucy, Caspian, Peter, Susan (apariciones especiales de Eustace, Jill y otros personajes clásicos de los libros).
Pareja: Caspian/Lucy.
Universo: AU basado en el libroverse.
Agradecimientos: ¡a aglaicallia una vez más por su apoyo, a nyaza por el precioso banner y al reto de ablurrydream por darme la idea!
Summary: Cuando los errores de pasado bloquean la creatividad del creador de Aslan Fragances, su familia intenta ayudarlo. Pero ante la llegada de la competencia en la casa de perfumería Telmarian, no es tan claro quién necesita más ayuda.
Notas: estas dos escenas las disfruté por lo particulares que son, no se trata de personajes que me imaginara fácilmente interactuando. Confieso que al de la segunda escena lo disfruté mucho más de lo que hubiera imaginado. Aparte de eso, me gustaría saber, ¿qué van pensando de la historia del pasado de Edmund? ¿Qué idea se hacen de lo que pasó?

Capítulos: 12345678 -

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IX

Edmund miró el reloj en la pared. Las cinco de la tarde. Hora en la que la mayoría de las personas trabajadoras salían rumbo a sus hogares o la vida que tenían fuera del trabajo. Él se quedaría un rato más, aunque luego iría a cenar, como le había prometido a su hermana menor.

Tenía que admitir que el régimen de salir con cierta regularidad del laboratorio ayudaba. Entre esas cuatro paredes se habían ido acumulando sus recuerdos y sus frustraciones, lo que hacía cada vez más pesado tratar de producir algo nuevo allí.

Sabía que no podía permitirse ser prisionero de su pasado. Así se los habían dicho más de una vez en el centro de desintoxicación. Aduéñate de tu vida y sigue adelante. Decirlo era fácil.

Cuando Jadis había entrado en su vida, había ido dejando todo lo demás de lado. Estaba fuera de los cursos de su carrera por haber reprobado y sus compañeros de universidad estaban hasta el cuello del trabajo mientras que él tenía mucho tiempo libre, durante el cual tenía que fingir estar ocupado, si no quería que su padre se enterara de su fracaso.

Dejarse seducir por ella había sido demasiado fácil.

Los recuerdos y los sentimientos de esa época lo invadían si se lo permitía. La frustración venía de la mano con el recuerdo del escape que una vez había conocido. De ahí mismo sacaba el empeño de seguir adelante, pero también, como temía desde hacía un tiempo, su bloqueo.

Había estado buscando dentro de las cuatro paredes del laboratorio la felicidad que no sentía desde que su vida se había convertido en un desastre, y para su sorpresa, la había encontrado fuera de allí, en la velada con Lucy y su novio. Antes de Jadis, su vida había estado llena de otras cosas, y crear perfumes era un proceso fluido y natural. Por eso ahora intentaba cumplir la promesa que le había hecho a su hermana y hacer cosas fuera del laboratorio. Había asistido a algún ensayo de la sinfónica, salía a caminar al atardecer, trataba de mantenerse ocupado en otras cosas.

De momento, estaba funcionando. Pensaba con un poco más de claridad, y así había llegado al plan que estaba llevando acabo en ese momento. Podía ser una pérdida de tiempo al final, pero le permitía estar enfocado.

-¿Puedo pasar o vas a echarme otra vez? Porque en ese caso me lo ahorro y me voy de una vez.

La voz cortó el hilo de sus pensamientos justo cuando acababa de añadir los mililitros de alcohol que le faltaba a la mezcla. Sonrió para sí y no se giró hacia la puerta.

-¿Sabes qué hace Lucy cuando llega? Asoma la cabeza y dice “¡hola!”.

Pudo escuchar una suave risa incómoda de su hermana. Se giró y le hizo un gesto con la cabeza para que entrara. Susan entró con paso lento, mirando extrañada todos los frascos sobre la mesa de trabajo.

-Bueno, a Lucy no la has echado de tu laboratorio antes.

Edmund acercó la nariz al producto que acababa de terminar.

-No, pero le hice cosas peores.

Susan guardó silencio un momento mientras lo veía inspirar. Luego, Edmund puso la sustancia en la mesa con una expresión satisfecha. Cuando notó la mirada ilusionada de su hermana negó de inmediato.

-No, no es algo nuevo. - Le acercó un tubo de ensayo con un poco y la animó a olerlo. - ¿Lo reconoces?

La chica frunció el ceño y aspiró dos veces.

-Narnia - dijo al fin, mirándolo con extrañeza. - ¿Verdad? La primera fragancia de papá.

Edmund sonrió con orgullo. Lo había logrado. Por la expresión en el rostro de su hermana, supo que no entendía lo que hacía.

-¿Para qué? - preguntó finalmente la chica.

-Estoy practicando. Reencontrándome con las fragancias realmente buenas. - Le acercó otros dos frascos. - Si logro encontrar lo que hace estas tan buenas, quizá entienda qué hace las nuevas que hago tan malas. No estoy mirando las fórmulas, las estoy sacando de memoria… Aparentemente mi memoria olfativa aún funciona, aunque Narnia me tomó casi una semana conseguirla.

Susan lo miró con admiración y olió los otros dos frascos.

-Narnia Kids - dijo con una sonrisa nostálgica al oler uno. Ella y Lucy habían usado ese hasta la adolescencia. Probó el otro y rió. - ¡Strange Lovers! Todas te traen buenos recuerdos, ¿no?

No llamaría buenas memorias asociado al tercero, excepto porque era la última fragancia que había creado, en honor a lo simpática que le parecía Jill y lo extraño que se le hacía que una chica así saliera con alguien como su primo Eustace. ¡Esa época donde cualquier cosa lo inspiraba!

El pensamiento lo estremeció. Tal vez… No podía ponerse a pensar en ello, su hermana lo miraba y debía responderle. Pero tal vez esa era la clave. Se lo había sugerido a Lucy, pero nunca lo había visto tan claro.

-La nariz tiene memoria.

Susan asintió, con el aire de quien no entiende de un tema pero respeta a quien sí lo hace.

-Eres un artista. - Su apreciación le sonó como si estuviera confirmando algo, más que afirmándolo. Sin embargo, lo que le llamó la atención no fue recibir un halago de su hermana después de tantas cosas que habían pasado, sino el tono de su voz, repentinamente melancólico. - Me hubiera gustado entender más de esto.

Él la miró con curiosidad. Siempre había tenido la sensación de que Susan se esforzaba demasiado para la compañía. Su voz adquirió un tono de broma mientras recogía los frascos que le había pasado y sacaba otros.

-Oh no, estarías metida en el laboratorio también… - Se giró a verla, y al notar su semblante serio añadió con algo más de seriedad. - Ya haces de todo en la compañía. Peter no podría lograrlo sin ti.

Susan sonrió un poco entonces. Edmund tenía que admitir que su relación con ella era tal vez la más tensa a esas alturas. Lucy perdonaba con facilidad, y Peter, con toda su pesada insistencia, no dejaba de estar en contacto con él, ya fuera para bien o para mal. Susan por su parte había tratado de ser siempre la que trabajaba y sacaba todo adelante. Le había probado entonces a su padre que merecía un lugar en la compañía tanto como ellos, pero eso no la había hecho bajar el ritmo, al contrario.

-¿Qué quieres? - le preguntó Edmund tras un momento, al no obtener respuesta. - Supongo que venías por algo.

-Oh - Susan pareció volver a su conversación. Seguramente había estado pensando en algo parecido. Sacó una hoja de la carpeta que llevaba y se la tendió. - Quería que eligieras qué quieres para tu cena de cumpleaños.

Edmund sonrió y tomó la hoja. Tras una rápida ojeada se la devolvió.

-Prefiero que me sorprendas.

Su hermana mayor lo miró con reproche.

-Quiero que todo sea perfecto, elige algo que vaya a gustarte.

-Ese es tu problema - le dijo él tomándola de los hombros. - Siempre necesitas que todo sea perfecto.

Susan resopló, frunciendo ligeramente el ceño.

-Lo dice el hombre que no tiene vida por no lograr hacer una fragancia perfecta.

Antes la frase lo hubiera enfadado, pero ese día estaba de buen humor. Ser capaz de recrear Narnia, la primera fragancia que su padre había hecho, dedicada a su madre y testigo del inicio de una bonita historia, había hecho milagros en él. Rió un poco y la soltó.

-Es mal de familia, supongo. Por eso sé que todo estará bien.

Su hermana suspiró, probablemente resignada a no hacerlo cambiar de parecer.

-De acuerdo, me pondré en ello. Estaremos Eustace, Jill, nosotros cuatro y según me dijo Lucy, llevará a alguien.

Edmund sonrió ligeramente asintiendo. Su hermana no les había dicho a los mayores con quién estaba saliendo. Recién con la invitación de la cena se habían enterado de que había alguien. Lucy le había confesado hacía unos días que temía a un sobreprotector Peter investigando a Caspian apenas se enterara. Pensaba presentárselos en la cena, ya que les había dado esa posibilidad, y que estuvieran en igualdad de condiciones, en lugar de encontrarse con su hermano esperando con un dossier de información sobre Caspian.

-Sí, me dijo - respondió conteniendo a duras penas una sonrisa cómplice ante el recuerdo de la conversación. Sin embargo, su hermana lo notó, como pudo ver en la curiosidad que apareció en sus ojos.

-¿Sabes algo?

Edmund chasqueó la lengua abriendo uno de los frascos que acababa de sacar para trabajar esa noche.

-Sé que Lucy está muy feliz… Eso es lo importante, ¿no crees?

Susan asintió, aunque le pareció que estaba preocupada. Le recordó la hora de la cena el próximo sábado y se retiró después de que él declinara su invitación de ir a comer algo con ella. Se entretuvo unos momentos pensando en lo que sería esa reunión. No sabía cómo se tomaría Peter al novio de su hermanita menor, ni Susan tampoco.

Olió las fragancias que había creado los últimos días. Tras recibir días atrás una amonestación oficial por la cantidad de presupuesto invertido en nuevos tubos de ensayos y probetas había desistido de quebrar sus creaciones fallidas, por más catártico que fuera.

Había resultado una buena idea para repasar lo que estaba haciendo mal. Al olerlas todas de nuevo y ponerlas junto a las tres antiguas creaciones tuvo claro cuál era la diferencia. Su hermana lo había señalado sin saberlo.

Las anteriores tenían historia, transmitían algo.

A las nuevas les faltaba alma.

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Eustace no podía creer que un sábado pudiera complicársele tanto, pero de no ser por su primo, seguramente no hubiera podido llegar a tiempo donde Jill y llegaría tarde a la cena de cumpleaños.

Por un momento había temido que Edmund se negara a llevarlo. Después de todo, era el Pevensie con el que más problemas había tenido siempre. Ya no peleaban como solían hacer de niños, pero su primo solía meterse mucho con él, o al menos así había sido antes de que se destapara todo.

No podía recordar un momento en que se hubiera quedado a solas con él desde que había regresado de desintoxicación. Por supuesto que habían coincidido y hablado, pero era la primera vez que estaba solo con él. No le había quedado de otra. No quería llevar su auto, tenía que encontrarse con Jill a la salida del trabajo de ella y se irían en el suyo a la cena. Habría podido viajar en metro si hubiera salido a tiempo de los trámites que tenía en Aslan Fragances, pero se le había hecho tarde.

Edmund lo había encontrado a la salida y le había preguntado hacia donde iba. Lo sorprendió cuando le dijo que lo llevaría.

-No tienes que desviarte - le recordó Eustace por tercera vez. - Puedo bajarme en la calle principal y caminar desde allí.

Su primo rodó los ojos.

-Si hubiera sabido que ibas a ponerte tan pesado, no te recojo. Si me molestara llevarte, no me habría ofrecido.

Ahí estaba, ya lo había enojado. Siempre había sido tan susceptible… aunque debía admitir que ahora no sabía bien cómo era mejor tratarlo.

-Lo siento - masculló de mala gana. - Sólo quería que no te molestaras.

Edmund lo miró de reojo. Para su fastidio, parecía divertido. Nunca llegaría a entenderlo.

-¿Por qué? ¿Asustado, Eustace? ¿Por pasar tiempo con tu primo, el adicto?

No se acostumbraba a que mencionara con tanta libertad su problema. A veces no sabía qué creer, ¿sería eso bueno? Sus hermanos trataban de tomarlo de la misma forma, y mantenerlo integrado al negocio. Él debía hacer un esfuerzo en la misma dirección. Si bien no lo decía nunca en voz alta, mantenerse dentro del círculo de la familia Pevensie le gustaba, y mucho.

Tal vez era el momento adecuado. Se incorporó un poco más tieso en el asiento para mirarlo.

-Mira, Edmund… tú y yo hemos tenido nuestros problemas, pero… - Tomó aire y se aclaró la garganta. Sabía que su primo odiaba que fuera tan terriblemente formal, pero no sabía ser de otra forma. - Quiero que sepas que admiro los esfuerzos que estás haciendo.

Pudo ver que parpadeaba confundido antes de repetir con tono dudoso.

-¿Esfuerzos?

Eustace asintió.

-Sí, ya sabes, mantenerte limpio, tratar de crear fragancias de nuevo… - Vaya, le estaba saliendo bien aquello. Sonrió con más confianza. - Eres valiente. ¡Hey, no dejes de mirar hacia el frente!

Sus palabras parecían haberlo sorprendido, porque se había girado para verlo con incredulidad. Una imprudencia yendo al volante. Ante sus palabras volvió a fijarse en la calle, como era debido.

-Vaya Eustace, ¿es esto alguna especie de intento de regalo de cumpleaños?

No le gustó el tonito de burla que había usado su primo para esa pregunta. Frunció el ceño.

-No. He estado viendo los esfuerzos que hacen contigo tus hermanos, y me ha hecho pensar mucho.

Pudo ver la mandíbula de su primo tensarse. Tal vez no le era tan indiferente hablar del tema como pretendía.

-¿Ah sí? ¿Cuáles esfuerzos?

Eustace tamborileó sobre su rodilla.

-Ya sabes, con el concurso y eso… Siempre están pendientes de cómo te tomarás las cosas, cuál es la mejor forma de hablar contigo… - Rodó los ojos, más relajado. No estaba saliendo mal hablar con su primo con más libertad. - Cómo vas progresando, si pueden o no tomar una decisión a esa altura… Ha sido así desde el inicio. Son muy buenos contigo.

No sabía si había dicho algo malo, porque las manos de Edmund se tensaron sobre el volante y su rostro se contrajo fuertemente.

-Es bueno - reafirmó, por si acaso no se había dado a entender. - Eres muy afortunado, muchas familias sólo hacen a la gente así a un lado, y otros ni siquiera tienen a alguien.

Edmund asintió ligeramente, aunque su rostro no volvió a relajarse. Se hizo a la orilla de la calle y frenó.

-¿Te sirve aquí?

Le quedaba muy bien, a dos calles estaba la oficina de Jill. Recogió su maletín y abrió la puerta. Se giró para ver a su primo una vez más.

-Gracias Edmund, nos vemos en un rato.

No pudo descifrar la expresión pensativa que observó en él mientras le devolvía un automático “de nada”. Al bajarse y ver el auto alejarse, se preguntó si habría dicho algo mal.

Ya le contaría a Jill la conversación para que lo ayudara a descifrarlo.

personaje: eustace scrubb, shipper: caspian/lucy, fandom: narnia, personaje: susan pevensie, personaje: edmund pevensie

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